En Villa Hermosa, en la zona centro-oriental de la ciudad, los combos delincuenciales también se han tenido que adaptar al covid-19. ¿Su respuesta? Ahora reparten mercados.
Los combos de la Comuna 8 de Medellín están en modo 'solidarios'
Parte de los barrios Villatina y La Libertad, Comuna 8 de Medellín. Foto: Samuel Martínez
En la Comuna 8 de Medellín, Villa Hermosa, en la zona centro-oriental de la ciudad, los combos delincuenciales también se han tenido que adaptar al covid-19. ¿Su respuesta? Ahora reparten mercados.
En esta comuna, según el secretario de Seguridad de la ciudad, José Gerardo Acevedo, existen dos Grupos Delictivos Organizados (La Sierra y Caicedo) y cinco Grupos de Delincuencia Común Organizada (La Roja, Los Conejos, 13 de Noviembre, La Libertad y San Antonio) con un número de subgrupos variable. Por su parte, la ONG Corpades que desde 1998 denuncia la criminalidad en Antioquia, calcula 29 bandas delincuenciales con presencia en ese territorio.
Como otras antes que ellas, las bandas han mantenido durante décadas el control de la mayoría de aquellos barrios populares (18 reconocidos por el Estado, 34 por la comunidad), usados como expendios de drogas o como corredores para pasarlas a otras zonas del departamento y del país.
En esta comuna de aproximadamente 150 mil habitantes, dos grandes estructuras comparten el control: las bandas aliadas a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) o Clan del Golfo dominan la parte alta, y las de la Oficina del Valle de Aburrá, antes Oficina de Envigado, dominan la parte baja.
La gente se ha acostumbrado a verlos entre la comunidad; saben quiénes son, desde ‘los muchachos’, que están empezando en el negocio, muchas veces encargados de vigilar, hasta ‘los que mandan la vuelta’, que manejan un control más amplio y por cuadras.
Ambos grupos viven, normalmente, de la venta de drogas en ‘plazas de vicio’, fiestas callejeras y establecimientos, o directamente a estudiantes, obreros y vendedores informales que están ahora en cuarentena; así como de las ‘vacunas’ a rutas de buses ahora disminuidas y a locales que están por el momento cerrados. También ganan plata de venderles a personas lotes con o sin dueño para ‘tumbarlas’.
Sus rentas, como las de muchos colombianos que viven en la legalidad, se han visto alteradas por el covid-19. Y han comenzado otra ‘línea de trabajo’, paradójicamente, en beneficio de la comunidad.
Desde hace 15 días, los combos, en grupos de tres o cuatro personas, han comenzado a entregar mercados a la población, incluso antes de que llegara la ayuda de la Alcaldía el fin de semana pasado.
Al Instituto Popular de Capacitación (IPC), organización que trabaja por los Derechos Humanos, han llegado tres versiones de lo mismo en la Comuna 8, y otras más en las comunas 13, 1, 2 y 3 de Medellín.
“Sí, tenemos conocimiento de que eso está pasando”, nos corroboró la secretaria de Cultura, Lina Gaviria, encargada por el alcalde Daniel Quintero de liderar con la directora del Museo Casa de la Memoria, Cathalina Sánchez, las medidas durante la emergencia sanitaria en la Comuna 8. “No sabemos quiénes son ni estamos en contacto”, aclaró.
Aunque el secretario de Seguridad nos dijo que no hay registros oficiales de que se esté presentando esa situación, agregó: “Puede darse que los grupos recojan mercados y quieran aparentar alguna acción benéfica o de otro tipo en los barrios pero de eso no se conoce, pero podrían tal vez realizarlo. Pero lo que hacen es exigirles a los comerciantes ayudas y luego las reparten, aparentando ser “benéficos"”.
Actualmente hay múltiples iniciativas de empresas, fundaciones, oenegés y liderazgos sociales para entregar alimentos a la población y no es claro si los combos se están apoderando de algunas de estas donaciones para repartirlas a nombre propio o si lo están haciendo de sus propios recursos, que sin embargo les siguen llegando, pues se mantiene el consumo en las calles y están llevando droga a domicilio.
Dos habitantes de La Comuna 8 le dijeron a La Silla que los han visto en el barrio Las Estancias, con productos de tiendas de barrio, y a veces reunidos con más personas hablando del tema.
Uno de ellos los vio empacándolos y, según la versión de un líder de la zona, en el barrio Unión de Cristo han entregado al menos 250 paquetes; calcula que están entregando 60 diarios en diferentes sectores. “Uno los ve que salen con paqueticos en la noche, salen en moto y van repartiendo”, contó.
Las familias de estos barrios han visto mermados o desaparecidos sus ingresos, en su gran mayoría provenientes del comercio informal, el trabajo doméstico, la construcción, entre otras ocupaciones para las cuales tenían que movilizarse.
Por eso, la mayoría reciben ayudas sin preguntar mucho si las que llegan a su casa son compradas o adueñadas por los combos, o son donaciones de empresas, fundaciones o vecinos, o de la Alcaldía.
Tampoco sobre lo que tuvo que hacer la Alcaldía para repartir los suyos, un punto alrededor del cual se ha abierto una polémica en redes sociales en los últimos días.
La polémica
El periodista Pascual Gaviria pidió, a través de Twitter, al alcalde Daniel Quintero explicar por qué en un documento de la Alcaldía sobre la estrategia para llegar a barrios informales decía en uno de los ítems: “contacto con grupos ilegales que controlan el territorio para articular la atención territorial” como una de las “estrategias diferenciales”.
Daniel Quintero encontró apoyo en los barrios para llevar ayuda humanitaria. Desprecia los datos del SISBEN 4 levantados durante dos años y pone un enlace para que la gente se inscriba y darle 100.000. En sitios más complejos encuentra otro tipo de apoyo para "articular" ayudas. pic.twitter.com/m7aKiEkiIr
— Pascual Gaviria (@rabodeajip) April 19, 2020
En respuesta, el Alcalde trinó: “Fake” (falso).
El periodista respondió que el documento sí había circulado como PDF entre funcionarios de la Administración y personas del Concejo, y que ante las alarmas se modificó el ítem así: “Contacto con personas o grupos que ocuparon el territorio ilegalmente para la articulación de la atención territorial durante la crisis sanitaria”.
Entonces, se han provocado suspicacias sobre si, para llevar alivios de salud, techo y alimentación, la Alcaldía ha tenido que negociar con los combos, o al menos avisarles para asistir a la población en las comunas conflictivas durante el coronavirus.
Los dos altos funcionarios de la Administración consultados por La Silla negaron que existiera tal negociación o conexión. La Secretaria de Cultura contó que la Alcaldía ha estado acompañada por líderes comunitarios reconocidos y conocedores del territorio.
Antes de todo, un panfleto firmado por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia rondó entre los barrios de la parte alta de la Comuna 8, a finales de marzo. Amenazaba a la comunidad de La Sierra, Villa Turbay, Guayaquilito, La Acequia, Los Monos, La Ramada, Esfuerzos de Paz N. 2, Las Mirlas, La 77, La Arenera, Media Luna, El Pingüino “y demás sectores que hacen parte de la jurisdicción de nuestro accionar”.
Decía que iban a tomar acciones para “proteger y velar por los intereses de nuestra comunidad” y que iban a monitorean para que se diera “cumplimiento a las normas y protocolos establecidos por el Estado y las entidades de salud”.
Al tiempo, las AGC desmintieron cualquier panfleto de ese tipo que se presentara en el país.
Y ayer el General Eliécer Camacho de la Policía Metropolitana nos dijo que por las características del pasquín “tendría que ver con la delincuencia, aunque más por amedrentar o para que el virus no se vaya a expandir en esa parte de la Comuna 8”. Pero no por parte de grandes estructuras, según el General.
Eso, o que la banda de La Sierra, con injerencia en dicha zona y aliada, al menos hasta el año pasado según informes de Corpades, a las AGC, sí lo haya hecho pero sin alguna directriz.
En todo caso, el común de la población, que en gran parte trabaja de manera informal en todo el Valle de Aburrá, y ha tenido que quedarse en el barrio (no tanto en casa porque hay un incumplimiento de la cuarentena del 40 por ciento), recibe los paquetes de alimentos, vengan de donde vengan, y aún así son insuficientes.