A pesar de que la mayoría de la bancada no apoyó a Marta Lucía Ramírez, se siente ganadora con ella. Eso le da impulso a vientos de cambio en el partido, con un proyecto de estatutos que le da representación propia a los Lgbti.
Los conservadores buscan renovarse con el sello de Marta Lucía
Marta Lucía Ramírez y Hernán Andrade
Este martes el Partido Conservador llegará a la Casa de Nariño en cabeza de la vicepresidente Marta Lucía Ramírez. A pesar de que durante años ella fue distante de la bancada azul, que no la apoyó en las campañas de 2014 ni 2018 y a la que ella acusó de ser ‘enmermelada’, hoy su relación es armoniosa y se apoyan mutuamente.
Esa nueva relación abre la puerta para una renovación dentro del partido, cercana a las posturas de Ramírez y que en la bancada ven como una oportunidad de renovarse y fortalecerse para las elecciones regionales de 2019.
Se acaba la pelea interna
El distanciamiento entre la mayoría de los congresistas conservadores y Ramírez venía por lo menos desde cuando, a inicios de 2014, ella les ganó sorpresivamente la convención que definía candidato presidencial, en la que los parlamentarios querían avalar la reelección de Juan Manuel Santos.
En los años siguientes las relaciones tuvieron altibajos, y mientras los parlamentarios apoyaron el Sí en el plebiscito, Ramírez estuvo con el No.
En 2017 el senador huilense Hernán Andrade llegó a la dirección y trató de unir al partido, con miras a 2018, pero eso no caló, porque en las presidenciales de este año unos se fueron con Vargas como contó La Silla, y otros se fueron con Ramírez e Iván Duque, argumentando que respetaban que la base del partido es mayoritariamente uribista.
Esa historia quedó atrás con la segunda vuelta, cuando todos los azules se fueron con Duque, y con el triunfo de éste y el nuevo poder de Ramírez como vicepresidente, la ruptura quedó en el pasado.
“Ha mejorado mucho la comunicación con ella y hay un clima muy positivo” le explicó a la Silla el senador conservador Juan Diego Gómez, quien pasó de ser santista 1A a apoyar a Duque en primera vuelta.
Gómez fue uno de los compromisarios de su partido para negociar los puestos en las comisiones, una labor que según nos contó el representante conservador Juan Carlos Wills, fórmula de Efraín “Fincho” Cepeda, que estuvo con Vargas en campaña, fue fundamental.
Wills cuenta que Marta Lucía estuvo muy pendiente de la conformación de las comisiones y tuvo una comunicación permanente con algunos de los congresistas azules. “Ella quería que la bancada quedara bien ubicada, fue una protectora”, recalcó. Y eso ayudó a que los azules estuvieran en la clase A de la coalición de gobierno.
Tan es así, que la primera presidencia de la Comisión Primera de Senado, la más visible, se la quedaron los azules en cabeza de Eduardo Enríquez Maya, uno de los que siempre estuvo del lado del uribismo y de Ramírez en campaña.
“En resumen, Marta Lucía está muy contenta con la bancada y a través de ella vamos a incidir en el gobierno”, recalcó el senador Gómez.
Una fuente muy cercana a Ramírez coincide en esa cercanía, pero la plantea al revés: la bancada aceptó su derrota y ahora Ramírez, que durante esos años mantuvo una lucha por renovar el partido, es la que tiene la sartén por el mango. De ahí, dice esa fuente, que ahora sí hayan abierto las puertas a un cambio.
El renacer
Mientras que el partido tiene una vicepresidente azul - o que por lo menos viene del conservatismo-, la bancada está golpeada pues se redujo de 17 a 14 senadores y de 28 a 21 representantes.
Según tres miembros del partido, esa menor fuerza en el Congreso se suma a que tiene una imagen debilitada porque la gente lo relaciona con el pasado.
“Aquí creen que somos un grupo de viejos, cuando no es así”, recalcó, el representante por Bogotá Juan Carlos Wills.
Por eso, la idea es renovarse para las elecciones locales, como le dijo a La Silla la diputada de Cundinamarca Constanza Ramos. “Aquí a la gente le da miedo postularse con el logo del Partido Conservador”, afirmó.
Para aterrizar esa idea de renovación, el ex senador Hernán Andrade, presidente del partido y quien estuvo en la orilla opuesta a Ramírez durante los años de la ruptura, decidió renovar los estatutos.
No lo hizo con alguien de su cuerda sino que le pidió al abogado Rodrigo Pombo, cercano al grupo de conservadores que acompaña a Ramírez, que escribiera un borrador de estatutos más incluyentes.
Pombo ya los escribió y el partido los está empezando a socializar.
Esos nuevos estatutos hablan, entre muchas cosas, sobre la no exclusión por razones religiosas, sociales, de sexo o de raza y en donde se acepta un pluralismo, el respeto a las minorías, como a la comunidad Lgbti.
También, crea una nueva forma de toma de decisiones en las que los congresista tendrían menos poder, lo que muestra la fuerza que hoy tiene la visión de Ramírez de un partido más cercano a sus bases que a los congresistas.
La idea es que además de los congresistas y los prohombres del partido, en su dirección haya representantes de los sindicatos, empresarios, jóvenes o los Lgbti, y que sus voto tenga más peso cuando se discutan asuntos de sus sectores (por ejemplo, si es política económica, tendrían más peso los empresarios que los Lgbti).
El objetivo final es acercar el partido a otros grupos sociales y enviar un mensaje de renovación, en el que esos nuevos estatutos son una apuesta concreta, con una visión del conservatismo más moderna y más alineada con el discurso de Ramírez que con las prácticas clientelistas de los caciques tradicionales.
Eso para llegarle a más personas, sobre todo en unas elecciones en las que por primera vez competirán por sus votos con un partido de derecha organizado, con sello de novedad y con la fuerza de tener un presidente propio, el Centro Democrático.
“Tenemos que empezar a hablar de temas que le interesan realmente a los colombianos”, le afirmó a la Silla Juan Carlos Wills.
La propuesta de nuevos estatutos tiene que ser discutida y aprobada en una convención, lo que podría llevar a largas discusiones. Con el reloj de las locales corriendo en contra y con una propuesta en la que los congresistas perderían poder, la respuesta no es obvia.
Pero si Duque presenta una propuesta de reforma política en la que obliga a que haya listas cerradas para 2019, como ha dejado entrever, la apuesta por un partido renovado puede cosechar éxitos.