Los muertos de Corabastos no siempre tienen nombre

Silla Cachaca

El mercado de drogas de los barrios aledaños a Corabastos lo manejan Los Pecas y La 95, dos bandas que se están enfrentados a otra exiliada del Bronx. Las tres son culpables de la mayoría de homicidios de la zona.

El lunes pasado, el Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, anunció con bombos y platillos que la Policía desmanteló la banda ‘Los California’ que operaba en Kennedy y que “usaba a menores de edad para la distribución y la venta de estupefacientes en esa zona de la ciudad”.

Sin embargo, según cinco fuentes que conocen bien la zona y cuyo nombre guardamos por razones de seguridad, esa banda se especializaba en el robo de carros y celulares y, aunque sí traficaban droga, no eran los dueños del negocio. Como explica una fuente de la zona, una banda de sólo seis personas no puede encargarse de todo el mercado del sector que ronda a Corabastos.

Los que manejan el tráfico y los que más reclutan y envician jóvenes para mantener su negocio son Los Pecas y La 95, bandas que, desde las inmediaciones de la central mayorista, surten droga para Kennedy, Engativá, Bosa y Fontibón.

Estas dos bandas siguen operando, controlan el negocio de drogas y ejercen la seguridad de la zona. Sus acciones se concentran en los barrios El Amparo, María Paz, Villa de la Torre y Llano Grande, todos alrededor de la central de abastos.

Y tanto ellas como una banda que llegó tras el desalojo del Bronx siguen cometiendo asesinatos que muchas veces pasan desapercibidos.

Los que mandan

El problema del tráfico de drogas en los alrededores de Corabastos no es nuevo y ha sido denunciado por medios como El Tiempo o El Espectador.

Para un hombre que lleva años trabajando allí, esa zona es desde hace mucho tiempo un centro de tráfico y consumo de estupefacientes.

La plaza de mercado más grande del país es un arma de doble filo, pues, a la vez que genera empleo, es uno de los sitios de acopio de drogas más grandes de la ciudad.

El tráfico y el consumo se concentran sobre todo en la puerta 6, que da hacia Llano Grande y se conoce como la olla de ‘El Tablazo’. Es la única puerta que no da a una avenida, sino a una calle destapada de Llano Grande, y eso hace que la Policía no pueda llegar fácilmente.

Aunque la 6 es la de más renombre, también existe tráfico en las puertas 8 y 9, que dan al barrio María Paz, pero en menor cantidad porque llegan a una calle más concurrida.

El control de esos expendios ha cambiado de manos. Así, mientras en el 2012 dominaban 'Los Calvos', 'Los Magolos', 'Los Pocholos' y 'Los Pinocho', ‘Los Pecas’ y ‘La 95’ llevan entre dos y tres al frente del negocio.

Según un hombre de la zona, ‘La 95’ nació hacia 1999 en Patio Bonito, pero fue exterminada por grupos de limpieza social en 2002. Sin embargo, hace un par de años otros jóvenes tomaron el mismo nombre, sacaron de la localidad al Bloque Capital de las autodefensas y ahora se concentran, principalmente, en El Amparo.

‘Los Pecas’, en cambio, es una banda nueva: nació hace tres años y la integran jóvenes de entre 12 y 22 años, que en su mayoría viven en María Paz y se dedican a traficar allí.

De acuerdo con dos fuentes de la localidad, las dos bandas conviven en la puerta 6 de Corabastos, y no suelen enfrentarse. De hecho, uno de los hombres con los que hablamos, el que lleva más tiempo trabajando en el barrio, afirma que en estos barrios no atracan ni roban con frecuencia porque ambos combos prestan seguridad en el sector.

Sin embargo, eso no quiere decir que no haya violencia.

Según tres habitantes de estos barrios, también son los culpables de la mayoría de homicidios de la localidad, que en 2016 tuvo 154. De hecho, el Secretario de Seguridad, Daniel Mejía, dijo el 5 de enero de 2016 en una entrevista con RCN Radio que “el punto más crítico de crimen violento, es decir, homicidio y lesiones personales, queda en el barrio María Paz, detrás de Corabastos”.

Sus víctimas suelen ser pesonas que de una u otra forma intentan frenarles el negocio, ya sea porque intentan apoderarse de él o porque trabajan en la comunidad intentando alejar a los jóvenes de las drogas. Esos muertos generalmente aparecen y tienen nombre.

El turbio homicidio de un estudiante de filosofía

Aunque no hay pruebas certeras del asunto, varias personas de la localidad afirman que el homicidio de Anderson Acosta Albarracín, ex integrante del Colectivo Juvenil Génesis Rades, se debe justamente a eso.

Génesis era una organización que realizaba actividades para integrar a los niños y jóvenes de la localidad, ayudarles a visibilizar los problemas de su entorno y así alejarlos del consumo y tráfico de drogas. Aunque el colectivo se terminó en 2011, varios de sus ex integrantes siguen trabajando, por separado, en proyectos por la comunidad.

Acosta fue asesinado el pasado 16 de noviembre a las 11 de la noche llegando a su casa y cuando venía de la universidad. Únicamente llevaba consigo los libros y cuadernos con los que estudiaba

Dos días después, la Policía y personas allegadas a Anderson vieron los vídeos de dos cámaras de seguridad. De ahí que se conozcan algunos detalles de su asesinato, aunque hay versiones encontradas sobre lo que aparecen en ellos.

Una de sus ex compañeras del Colectivo, a quien le contaron lo que se ve en los vídeos, dice que se ve a Anderson bajar de un alimentador en la calle 42 sur con carrera 81, en el barrio Villa de la Torre -a unas diez cuadras de la puerta 6-, para ir a su casa.

En esa versión, al bajar del bus lo confrontaron dos hombres: uno que se había bajado con él y otro que lo esperaba en la esquina.

El estudiante de filosofía de la Universidad La Gran Colombia habría hablado brevemente con sus agresores, seguido su camino y, después, habría recibido tres disparos: dos en la espalda y uno en la cabeza que acabó con sus 27 años de vida.

Sin embargo, otra persona que vio los vídeos dice que sólo se ven los disparos y la huida de los asesinos.

En todo caso, los asaltantes se llevaron su maleta y dejaron su cuerpo tirado en la calle.

El asesinato de Acosta fue catalogado por la Policía como un atraco, pero esto dejó entre algunos de sus conocidos más dudas que certezas, debido a la primera versión.

En ella, no es claro por qué los atacantes se llevaron solamente su maleta llena de libros y no su billetera. Tampoco por qué si simplemente le querían quitar sus pertenencias, un hombre lo persiguió desde antes y otro lo esperaba en una esquina que solía frecuentar.

Por eso, para una de las compañeras de Acosta todo indica que el objetivo era matarlo. Eso también explica, para ella, que le hayan disparado tres veces por la espalda y que uno de esos disparos fuera dirigido directamente a la cabeza.

Esa versión ha hecho carrera en el barrio y aún si es errada, muestra hasta dónde en el barrio hay temor por la presencia de las bandas.

Eso se nota en que cuatro personas de la localidad con las que hablamos creen que su muerte fue un campanazo para todos los que trabajan por la comunidad y una de ellas dice que, aunque Anderson y el Colectivo llevaban años sin trabajar, había participado en proyectos claves de la organización como la recuperación del espejo sur del Humedal la Vaca y se había metido a los territorios para entretener a los niños contándoles cuentos y preparando un show de títeres.

Y una más alega que fue una clara intromisión en los intereses de las bandas porque su negocio se sustenta en enviciar a los jóvenes para, después, obligarlos a vender drogas en las descuidadas tierras cercanas al humedal.

Su lógica es que el trabajo de los jóvenes que estuvieron en el Colectivo habría frenado indirectamente la expansión del negocio de las bandas.

Ésta, sin embargo, es sólo una de las hipótesis que rodean la muerte de Acosta. Para otros de sus compañeros el homicidio fue un atraco y prefieren no aventurarse a sacar conclusiones antes de que la investigación de la Fiscalía haya terminado.

Hasta ahora, en el homicidio de Acosta todo es incierto y será labor de la Fiscalía esclarecer los hechos. Pero lo que es cierto es que una hipótesis de su muerte muestra que en el barrio temen la presencia violenta de las bandas.

La guerra postBronx

Además de asesinar a quienes obstaculizan sus negocios, la calma entre las bandas se acabó a mediados del año pasado, tras la intervención del Bronx, cuando ‘Los Sayayines’ salieron de esa zona y llegaron a Corabastos.

Para tres hombres con los que hablamos, que obtienen su información del diálogo constante con líderes de la zona, la llegada de ‘Los Sayayines’ ha traído muertes en María Paz que no son reportadas por la Policía y, por eso, no llegan a ser conocidas. Las víctimas suelen ser desaparecidas.

Así, por el barrio circulan rumores de asesinatos como el de un miembro de ‘La 95’ que, presuntamente, fue asesinado en María Paz por ‘Los Sayayines’ y del cual nunca más se volvió a saber. Sin embargo, el número exacto de víctimas por este conflicto es incierto ya que el único reporte que tenemos es el que los líderes comunales les cuentan a nuestras fuentes.

Uno de los sitios en donde, antiguamente, las bandas se deshacían de sus muertos era en el barrio Palmitas, de Patio Bonito, en unos potreros del Acueducto de Bogotá al borde del río Bogotá en donde fueron levantados cambuches de una invasión y en 2012 la comunidad encontró una fosa con más de diez cuerpos mutilados.

Enseguida interpusieron la denuncia ante las autoridades y desde entonces empezó un proceso de recuperación que manejó el Alcalde Local de la época, Luis Fernando Escobar, quien como personero de Soacha ayudó a destapar el drama de los falsos positivos.

Escobar nos contó que antes de la intervención ese barrio y El Amparo eran una “zona segura para la delincuencia”, en donde se decía que había tráfico de armas y guardaban secuestrados. Por eso cuando empezó a entrar, le llegaron amenazas por medio de líderes de la zona, en las que le decían que no se metiera en el barrio.

Dos hombres con los que hablamos nos cuentan que desde que ese predio fue intervenido, posiblemente los cuerpos de los muertos de esta guerra por las drogas terminen en lugares diferentes a Palmitas. Sin embargo, no descartan que algunos vayan a terminar allá porque, aunque ya no hay cambuches, tampoco hay gente que custodie.

Pero, como con todo lo que ocurre alrededor de este negocio, nada es certero y todo es posible.

 

 

Nota del editor: Esta historia, originalmente publicada el 20 de marzo, fue modificada el 30 de marzo después de hablar con unos compañeros de Acosta que nos ayudaron a precisar la información con respecto a su homicidio y la historia del Colectivo Génesis Rades que, desde el 2011, dejó de existir.

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