Más bogotanos cambian el bus por la bici, pero no los del carro

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 El covid ha montado en la bicicleta a muchos bogotanos que viajaban en bus, pero todavía falta que se bajen los del carro.

 

Esta historia hace parte de la Sala de Redacción Ciudadana, un nuevo proyecto de periodismo colaborativo entre los periodistas de La Silla Vacía y miembros de organizaciones de la sociedad civil que cuentan con información valiosa.

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“Lo que no pudo hacer la educación y el sentido común, lo hizo el miedo”, dice Felipe Tamayo, director de la Fundación Pedalazos Que Unen Pueblos, refiriéndose al uso de la bicicleta en pandemia. El covid ha montado en la bicicleta a muchos bogotanos que hasta ahora tomaban bus. La pregunta ahora es si esa transición será permanente y si contagiará a los que siguen usando solo carro. 

“La bici no solo me permite moverme a donde quiero con un menor riesgo de contagio por covid, sino que al tiempo hago deporte”, dice Joaquín Díaz, un estudiante de octavo semestre de Ingeniería Química de los Andes.  

Dice que cuando le contó a su familia que le daba miedo contagiarse en el bus, el primo le regaló una bicicleta vieja que él adecuó y comenzó a pedalear a la universidad cuando tiene que usar los laboratorios. Va desde Cedritos por la cicloruta de la carrera 9. Gastaba hasta una hora y media en bus, y ahora llega en una hora.

Como él, Juan Sebastián Torres, un bogotano de 33 años, asegura que con la pandemia dejó de usar el transporte público debido al riesgo de contagio, y empezó a usar más su bici, que aunque ya la usaba antes, ahora la usa para todo: para hacer mercado, para ir al trabajo, incluso para salir a planes con amigos. 

Según la encuesta #miVozmiciudad 2020 de la Red Cómo Vamos realizada en varias ciudades del país, un 8,3 por ciento de los bogotanos están más dispuestos a usar la bicicleta como medio de transporte ahora que antes de la cuarentena, tal y como se reseña en esta columna de La Silla Llena. Una tendencia similar mostró un sondeo que hicimos entre casi mil usuarios de La Silla Vacía.

 

 
Además de la capital, en ciudades como Cali, Medellín y Bucaramanga también hubo una mayor variación en el uso de la bicicleta antes y después de la cuarentena, con un 4,5, 2,5 y 2,6 por ciento de aumento respectivamente.

Las razones para que más bogotanos se hayan montado en la bici varían: el coronavirus, la principal; nuevas ciclorutas por vías principales; ahorro de tiempo y de plata; y para algunos, una forma de hacer ejercicio en medio del encierro.

Según datos de la Secretaría Distrital de Movilidad en 2019 los viajes en bicicleta representaron el 6,6 por ciento del total de viajes que se hacían a diario en la capital. Para el mes de septiembre de este año, según cifras de la Alcaldía de Bogotá, ese porcentaje aumentó al 13 por ciento.  

Aunque en términos netos hoy hay menos viajes (580 mil diarios) que en 2019 (880.367),  la Secretaría de Movilidad calcula que se sumarán 360 mil viajes diarios cuando los estudiantes vuelvan a la universidad y la gente que hoy teletrabaja vuelva a su oficina, lo que haría que la cifra de viajes totales en bicicleta ascienda a 940 mil, casi 60 mil viajes diarios más que en 2019. 

Nuevas ciclorutas

Aprovechando esta tendencia, Claudia López aceleró su plan de inculcar la cultura de la bicicleta, destinando 1 billón de pesos del plan de Desarrollo Distrital a la bicicleta. 

La ciudad pasó, en un par de meses, de tener 551 kilómetros de ciclorutas en marzo a 635 kilómetros a la fecha, lo que la hace la red de ciclorutas urbana más extensa del país y de América Latina. 

 

 

Según la Secretaría de Movilidad, el corredor de la Avenida de las Américas es el más concurrido, con hasta 9257 ciclistas por hora, seguido por el corredor de la Autopista Sur con 8326 ciclistas por hora, y la Avenida Suba con 4255. 

Frente al panorama regional, en Medellín, Barranquilla y Bucaramanga también se implementaron obras para aumentar la red de ciclorutas con la pandemia: en Medellín, hay 105,6 kilómetros de ciclorutas y el plan es cuadriplicarlas en 7 años; en Barranquilla casi duplicaron las ciclorutas para llegar a 55 kilómetros y en Bucaramanga apenas están terminando de construir sus primeros 20 kilómetros. Mientras tanto, en Cali hay 142 kilómetros y cero planes de aumentarlas. 

Si más gente cambiara su carro por la bicicleta se reducirían los niveles de contaminación, sería más eficiente el uso del espacio público porque menos del 15 por ciento de los bogotanos tienen carro y ocupan el 85 por ciento del espacio público, y tendría efectos positivos sobre la salud (y la felicidad). 

Pero por ahora, la transición ha sido solo del bus a la bicicleta. Paralelamente, también ha aumentado proporcionalmente la gente que usa carro, con lo cual la competencia por la calle se vuelve más intensa ahora que la Alcaldía quitó un carril en varias vías principales.  

Los que andan en carro y taxi hoy llegan al 37 por ciento y los expertos ven venir más trancones en Bogotá cuando se reactive completamente la ciudad.

Para que más gente que hoy usa carro se suba a la bicicleta tocaría enfrentar la inseguridad, la falta de cultura ciudadana y un cambio cultural que ‘desestratifique’ la bici.

La inseguridad acecha

“La cicla de noche es un temor”, dice Joaquín. Él no monta bicicleta más allá de las siete de la noche, porque le da susto que lo atraquen.  Es un temor respaldado por las cifras.

El hurto de bicicletas ha aumentado en un 35 por ciento frente al mismo período del 2019,  con 29 bicicletas robadas diariamente, a pesar de que hoy se movilizan menos personas que antes de la pandemia.

 

 

Los mismos datos de la Secretaría muestran que por localidades las cifras varían, siendo la localidad de Kennedy en la que hurtan más bicicletas, seguida de Engativá, Suba y Bosa.

 

 

La Alcaldía puso en marcha una estrategia “La Bici nos Mueve con Seguridad” que incluye vigilancia en las rutas, iluminación y poda de árboles en sitios peligrosos en los corredores de Suba, Engativá, Bosa y Kennedy, donde más roban.

En las redadas de identificación de bicis hurtadas en las tiendas de bicicletas, con el acompañamiento de un fiscal especializado en bicicleta y consejeros locales de la bici, han encontrado 530 bicicletas robadas.

Pero aún falta mucho. Un usuario de La Silla, por ejemplo, denunció que la cicloruta de la Autopista Norte, entre calles 127 y 161, es “el atracadero”, por la oscuridad que hay allí. 

Las mujeres son particularmente sensibles a la inseguridad en las ciclorrutas. 

“Cuando uno va sola, se hace más peligroso. El hurto a las mujeres en bicicleta es un tema de machismo”, asegura Lina Londoño, una caleña que trabaja en el sector financiero, y que a sus 40 años se montó durante la cuarentena por primera vez en una bicicleta para hacer deporte y aprender una cosa nueva. 

Entre sus muchas actividades, Las Damas de la Bici, una organización que promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte entre las mujeres, fomenta el cuidado colectivo entre ellas en la vía como medida de contingencia ante el hurto. “Les enseñamos a cómo buscar la seguridad en la bicicleta, por medio de rutas de acompañamiento, enseñándoles a las mujeres a que se pongan de acuerdo para rodar en grupo”, dijo a La Silla Fran Vera, cofundadora con Karen Wilcken de la organización.  

Ellas creen, sin embargo, que las medidas que ha tomado la Alcaldía hasta ahora no son suficientes. Dicen que se debería establecer un registro único de bicicletas obligatorio y tipificar el hurto de bicicleta como un delito específico.

El miedo a verse envuelto en un accidente es otra razón para no subirse a la bicicleta, aunque los accidentes que involucran bicicleta han disminuido en lo que va del año en un 20,3 por ciento, y las víctimas fatales se han reducido en un 41 por ciento, según la Secretaría de Movilidad de Bogotá. 

Desde su fundación Pedalazos Que Unen Pueblos, que se dedica a incentivar el uso de la bicicleta a través de la educación, Felipe ha lanzado varias iniciativas como “Bestias en la Vía”, “Vida Reflectiva”, “Reto te mueves mejor”,  para sensibilizar al ciclista y a los actores viales sobre el uso correcto de la vía. 

“La calle va a ser segura para todos, cuando todos entendamos cómo andar y cuando comprendamos que es un espacio de uso colectivo” dice. Y sugiere estos “tips” para estar más seguro:

 

 

Pero quizás lo que más ayudaría a consolidar la transición del carro a la bici es un tema más cultural, ligado al estatus.

Si bien en los estratos 5 y 6 es donde hay más bicicletas por cada mil habitantes en Bogotá, la mayoría de los viajes realizados dentro del casco urbano se dan con origen y destino desde localidades como Bosa y Kennedy, en donde conviven estratos 1, 2 y 3. 

“Los que se montan en la bicicleta son los que se bajan de los buses, y no propiamente por el covid”, dice Jaime Ortíz, el fundador de la ciclovía de Bogotá en 1974. Para él, la gente que no puede, o no quiere montarse a los buses hoy, “está buscando alternativas y se monta a la cicla”. 

En otras palabras, todavía falta arreglar varias tuercas antes de que el “boom Covid” de la bicicleta trascienda el virus.

Esta historia hace parte de la Sala de redacción ciudadana, un espacio en el que personas de La Silla Llena y los periodistas de La Silla Vacía trabajamos juntos.

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