Mientras Escazú se hunde en el Congreso, matan al héroe de Caño Cristales

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Asesinaron al líder ambiental que impulsó la consolidación turística del llamado río “más hermoso del mundo”.

Velar por el medio ambiente en Colombia es vivir con la muerte a cuestas. Y una prueba más de eso es el asesinato de Javier Francisco Parra, cuyo único oficio en la vida fue defender los bosques. Hasta hoy. Hasta esta mañana cuando dos sicarios en moto le metieron tres tiros en frente de Cormacarena, la entidad en la que trabajó por más de dos décadas cuidando la selva y, especialmente, consolidando al río Caño Cristales como atractivo turístico tras el desarme de las Farc.

Con Parra, son cinco los líderes ambientales que han matado en Colombia en los últimos dos años, sin que todavía haya una estrategia clara del Gobierno para frenar estos asesinatos. 

La más visible que hay es el Acuerdo de Escazú —un pacto multilateral firmado por 24 países de América Latina en el que los firmantes se comprometen, entre otras cosas, a proteger a los líderes ambientales—, que el Gobierno está dejando morir en el Congreso, después del lobby que le han hecho en contra casi todos los gremios más poderosos del país.

Y todo apunta a que a Parra lo mataron justamente por defender las selvas de La Macarena (Meta) en las que creció. 

Cuatro personas que lo conocieron por varios años coincidieron en que la única explicación que le encuentran al crimen es la deforestación: a Parra lo habrían matado por luchar contra este crimen ambiental en una zona en donde están talando los árboles y en donde crece el poder de las disidencias de las Farc.

La Macarena, según el último informe de deforestación del Ideam, es el tercer municipio del país en donde más se talan árboles, y una quinta parte de las hectáreas deforestadas están en el Parque Natural Sierra de la Macarena que ayuda a manejar Cormacarena.

Como suele suceder en estos casos, la Defensoría del Pueblo ya había alertado hace más de dos años del riesgo en que vivían los líderes ambientales en La Macarena por la expansión de las disidencias de los Frentes 1, 7 y 40 que se unieron, como contamos en La Silla Vacía, bajo el mando de Gentil Duarte.

Una alerta temprana y otra de inminencia no pudieron evitar que hoy uno de los funcionarios más queridos de Cormacarena —por cuyo caso la Policía ofrece 300 millones de recompensa— fuera asesinado.

El héroe de Caño Cristales

Antes de la firma del Acuerdo de Paz, Caño Cristales no alcanzaba a recibir a dos mil turistas al año por la guerra. Un año después ya lo visitaban más de 16 mil y más del 16 por ciento eran extranjeros.

Esto se debe a la gestión que hizo Javier Francisco Parra como Coordinador Regional en La Macarena de Cormacarena, la corporación ambiental encargada de vigilar la zona de la Serranía de la Macarena.

‘Pacho’, que era como lo llamaban sus amigos, empezó a trabajar en esa corporación en 1997, luego de graduarse como licenciado en Producción Agropecuaria de la Universidad de los Llanos en Villavicencio. 

Se mudó al municipio de Granada (Meta) e hizo parte del programa ‘Plan verde: bosques para la paz' que lanzó en esos años Cormacarena para promover la reforestación.

“Se movía en moto por todas las comunidades de la cuenca del Ariari, iba y hablaba con la gente para incentivarlos a proteger los bosques”, nos dijo una persona que lo conoció en esos años y que nos pidió que no reveláramos su nombre por razones de seguridad.

Otra persona que lo conoció también en esos años nos contó que tenía tan buena relación con las comunidades y los líderes de las Juntas de Acción Comunal, que podía moverse tranquilamente tanto por las zonas en las que mandaba la entonces guerrilla de las Farc como por las que mandaban los paramilitares.

Luego del ‘Plan verde’, Parra siguió trabajando en Cormacarena, pero enfocado en planes ambientales veredales, que consisten, básicamente, en explicarles a los campesinos los distintos usos del suelo: qué se debe conservar, qué se puede plantar y en dónde.

“Él era un líder comunitario. No era una persona que trabajara desde una oficina: siempre estuvo en terreno”, nos dijo otra persona que trabajó con él.

Hace cuatro años, debido a que había vivido una parte de su infancia en La Macarena, la entonces directora de Cormacarena, Beltsy Barrera, lo nombró coordinador de la regional de la corporación en ese municipio.

Su traslado coincidió con el desarme de las Farc que permitió que Caño Cristales, que incluso fue llamado en un momento “el balneario de las Farc”, se convirtiera en uno de los atractivos turísticos más importantes de Colombia. Así lo han reseñado medios internacionales como el New York Times, la BBC y CNN, que lo han llamado “el río más hermoso del mundo” y “arcoiris derretido”.

“Pacho fue fundamental para sacar adelante el proyecto turístico de Caño Cristales”, le aseguró a La Silla una persona que trabajó con él en Cormacarena y que también nos pidió que no diéramos su nombre por razones de seguridad.

¿Qué fue lo que hizo? 

Lo mismo que llevaba haciendo 20 años: hablar con las comunidades y enseñarles a aprovechar de una manera sostenible su entorno. Pero esta vez se encargó de convencerlas de que el ecoturismo era una alternativa viable a la tala de árboles y al cultivo de coca; es decir, que podían vivir del turismo y no de las rentas ilegales.

“Él se encargó de afianzar la relación con los campesinos. Gracias a él, los campesinos de la región confían en la corporación”, nos dijo esta persona.

Además de ser el principal defensor de Caño Cristales, y conocerlo “como la palma de la mano”, como nos dijo una de las fuentes, estaba en la primera fila para controlar los incendios que ocurrían en el parque, como nos contó Juan Sebastián Bohórquez, de la sede de Villavicencio de Cormacarena.

Por ejemplo, estuvo apagando los incendios que este año, como contamos, arrasaron con 400 hectáreas en La Macarena.

Hace dos años, luego de que Cormacarena implementara una política que obligaba a todos aquellos que quisieran usar una motosierra a registrarse para controlar la tala de árboles, Pacho fue amenazado y tuvo que trasladarse a Villavicencio.

Nunca se supo de dónde vinieron las amenazas.

“Los cuatro meses que estuvo lejos de su tierra no hizo más que decir que se quería devolver. Él amaba a La Macarena y amaba a Caño Cristales”, nos dijo una de las personas más cercanas a él con las que hablamos.

Volvió a La Macarena, y según tres amigos con los que hablamos, no había vuelto a recibir amenazas y, por eso, su muerte hoy los tomó por sorpresa.

Además de defender su tierra, disfrutaba como nadie tomarle fotos: “Vivía de arriba para abajo con una cámara en la mano. Siempre tenía las mejores cámaras para tomar las mejores fotos”. 

Y estas son algunas de las últimas que tomó:

 
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