Murió Serpa, el último caudillo rojo

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Foto: Twitter

Su vida recorre el auge y el declive del “glorioso Partido Liberal”.

Hoy falleció el exsenador y excandidato presidencial Horacio Serpa Uribe, un político liberal hasta la raíz, famoso por la vehemencia de sus declaraciones y discursos en plaza pública. Sobre todo aquella vez en que, defendiendo al entonces presidente Ernesto Samper, a quien pedían su renuncia por la entrada de dinero de los narcos a su campaña, gritó “¡mamola!”. 

Su influencia dentro del Partido Liberal y también su fuerza electoral en Santander, se había venido a menos en los últimos años, en parte porque se mantuvo aferrado a la camiseta roja mientras muchos liberales viraron al uribismo. 

Aún así en 2018 logró pasarle la batuta de su grupo a su hijo, Horacio José Serpa, quien lo reemplazó en el Senado. 

Su vida recorre el auge y el declive del “glorioso Partido Liberal”. También es un ejemplo de aquellos políticos a quienes la violencia bipartidista o la sombra directa de ella marcó su visión de la política: la ideología era clave, las maquinarias se aceitaban, los partidos eran centrales, el discurso era fundamental.

Su vida pública 

Serpa nació en Bucaramanga, Santander, el 4 de enero de 1943. Su círculo político empezó a moldearse desde su época escolar: estudió en el Colegio Santander de Bucaramanga donde conoció al ex Fiscal Alfonso Valdivieso; a Alejandro Galvis, miembro de la familia dueña del periódico santandereano Vanguardia Liberal; y a Alberto Montoya Puyana, el también liberal exalcalde de Bucaramanga y exrector de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. 

Mientras cursaba su carrera de derecho en la Universidad del Atlántico, se hizo amigo del exgobernador del Atlántico, también liberal y samperista, Eduardo Verano de la Rosa.

Entre 1966 y 1970, Serpa ocupó varios cargos en la rama judicial en Santander, como juez en varios despachos de San Vicente de Chucurí y Barrancabermeja, dos municipios con una tradición liberal muy fuerte.

Justamente cuando fue juez en San Vicente de Chucurí, ingresó al Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, liderado por Alfonso López Michelsen, que se oponía al Frente Nacional. En 1967, cuando López Michelsen fue nombrado Gobernador del nuevo departamento del Cesar por el entonces Presidente Carlos Lleras Restrepo, el MRL se disolvió y una de sus facciones se unió al ELN y la otra al oficialismo del Partido Liberal. Serpa estuvo entre los segundos.

Su primer padrino político fue el gamonal santandereano Alfonso Gómez Gómez. Cuando fue Gobernador de Santander, entre 1969 y 1970, nombró a Serpa como Alcalde de Barrancabermeja. Ese municipio, sería muy importante toda su vida, y no solo porque allí construyó su familia con Rosita Moncada. 

Barrancabermeja, el puerto petrolero, la capital del Magdalena Medio, donde tenía mucha influencia la Anapo, el Moir y también la guerrilla del ELN, se convertiría en su bastión electoral. 

En 1971 llegó al Concejo con el aval rojo y en 1974 a la Cámara en reemplazo de Rogelio Ayala Rojas, otro liberal con fuerza electoral en Magdalena Medio.

Cuando llegó al Congreso, Serpa creó su propio movimiento, el Frente de Izquierda Liberal Auténtico, Fila, junto a otros liberales como Mario Olarte, Rafael Fernández y Arístides Andrade. 

Cuatro años después, con el respaldo del Fila, que se convirtió en un poderoso grupo en Santander y lo consagró como cacique en Magdalena Medio, llegó a la Cámara. 

En 1981, en medio de la segunda y fallida campaña presidencial de Alfonso López Michelsen inició su amistad y alianza con el expresidente Ernesto Samper. Serpa le ofreció su caudal regional para ayudar a su movimiento, el Poder Popular, que había nacido en ese año en Bogotá. Gracias a ese apoyo, Samper logró llegar al Directorio Liberal.

Serpa se reeligió en 1982 y saltó al Senado en 1986, también por el Partido Liberal. Sin embargo, renunció en 1988 pues fue nombrado Procurador ese año, como reemplazo del asesinado Carlos Mauro Hoyos. 

En ese cargo, tuvo que enfrentar la escalada de la violencia del narcotráfico y de las guerrillas en ascenso a finales de los 80. En el cargo se ocupó del secuestro del conservador Álvaro Gómez Hurtado por parte del M-19 y de la masacre de La Rochela en Santander.

En 1990 se convirtió en el jefe político de la campaña de Samper cuando éste fue precandidato liberal a la Presidencia, pero perdió la candidatura contra César Gaviria, quien finalmente llegó a la Casa de Nariño.

En 1991 se lanzó y fue elegido a la Asamblea Nacional Constituyente, junto a Verano de la Rosa y a Guillermo Perry, por la lista de Samper dentro del Partido Liberal. 

Allí fue uno de los miembros activos en la coalición que promovió las decisiones progresistas.

Con su nombramiento como copresidente de la Asamblea, adquirió mayor notoriedad en la política nacional.

Un año después, Gaviria lo designó como negociador de paz en los diálogos con el EPL y otras guerrillas en Tlaxcala, México, que terminaron fracasando.

En 1993 volvió de nuevo a una campaña a la Presidencia de Ernesto Samper, esta vez como su Jefe de Debate. En 1994 Samper ganó la Presidencia, se posesionó e inmediatamente nombró a Serpa como su Ministro de Gobierno. 

Serpa modificó varias de las responsabilidades de esa cartera y lo transformó en el Ministerio del Interior. Pero esa no fue la razón por la que su paso por ese Gobierno pasaría a la historia. 

En junio de 1994, el contrincante de Samper en las elecciones presidenciales, Andrés Pastrana, le entregó a César Gaviria unas grabaciones que serían conocidas como los "narcocasetes" en las que el periodista Alberto Giraldo hablaba con Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela sobre los dineros que dio el Cartel de Cali para apoyar la candidatura de Samper. 

Gaviria le dio las grabaciones al entonces fiscal Gustavo de Greiff, pero las cintas sólo se conocieron un año después cuando el nuevo fiscal, Alfonso Valdivieso, decidió hacerlas públicas. Así comenzó el llamado "Proceso 8.000".

Serpa se convirtió en uno de los más acérrimos defensores de Samper y ese episodio marcaría el resto de su vida política. Se mantuvo siempre en que el entonces presidente no supo nada acerca de la plata de narcos que entró a su campaña, en la que, además, Serpa fue directivo.

Justamente en contra de las voces que pedían la renuncia de Samper, fue que Serpa gritó su famoso ¡mamola!.

Y aunque algunos funcionarios fueron condenados por este escándalo, en 1996 el entonces ministro de Gobierno logró convencer a la bancada liberal en el Congreso para que la Cámara no acusara a Samper ante el Senado. La plenaria terminó precluyendo el proceso contra el entonces Presidente por 111 votos contra 43, y la Fiscalía absolvió en primera instancia a Serpa de cualquier responsabilidad en el Proceso 8.000.

En 1997,  Serpa renunció al Ministerio para poder lanzarse a la Presidencia, pero por ese legado del Proceso 8.000 que arrastraba Serpa, Alfonso Valdivieso y otros liberales terminaron adhiriendo a la campaña conservadora de Andrés Pastrana. Además, Serpa tuvo que lidiar con un bloque conformado por académicos y periodistas denominado "TOCONSERPA" (Todos Contra Serpa) que se oponía a su candidatura.

Aun así, en 1998 Serpa logró ganar la primera vuelta, aunque por pocos votos, no muchos más que 40 mil, pero perdió en la segunda. 

Entonces se dedicó a hacerle oposición al Gobierno y desde el 2000 anunció que aspiraría nuevamente. 

Serpa encabezaba las encuestas para las elecciones de 2002, pero Álvaro Uribe, que se había lanzado como candidato liberal disidente, se convirtió en un fenómeno y arrasó con las elecciones en primera vuelta con una campaña en contra de los diálogos de paz en el Caguán a los que Serpa amarró su suerte. 

Serpa, que quedó en segundo lugar, entonces anunció que no se volvería a lanzar a la Presidencia.  Hasta ahí llegó la carrera ascendente de Serpa, y también del Partido Liberal.

En 2002, el entonces Presidente Uribe le ofreció a Serpa ser Embajador ante la OEA, cargo que el liberal aceptó en medio de muchas críticas después de todo lo que dijo de Uribe en la campaña. Serpa estuvo en el cargo hasta 2004.

Ese año decidió renunciar, para volver al país a buscar una nueva candidatura a la Presidencia, ante el proyecto de reelección presidencial inmediata que estaba cursando en el Congreso.

En 2005, Serpa fue el primer colombiano elegido como Vicepresidente de la Internacional Socialista. Ese año también apoyó la elección de César Gaviria como Director del Partido Liberal, en lo que parecía ser una reunificación liberal para oponerse a la reelección de Uribe.

Un año después, Serpa ganó holgadamente la consulta liberal, en la que se enfrentó a Rafael Pardo, Andrés González y Rodrigo Rivera, y se convirtió, nuevamente, en el candidato rojo a la Presidencia. 

Pero ese año arrasó una vez más Uribe en primera vuelta y esta vez Serpa quedó en tercer lugar, detrás de Carlos Gaviria del Polo, en medio de un ambiente de campaña muy similar al que vivimos actualmente: la polarización entre el presidente-candidato y su opositor más caracterizado. 

Ese fue un duro golpe para Serpa y para el Partido Liberal, que por primera vez en más de un siglo y medio no quedó entre los dos primeros en una elección presidencial en la que tuvo candidato propio.

De ahí Serpa volvió a sus inicios: a la política local de Santander. 

En 2007, mientras el clan Aguilar, en cabeza del parapolítico Hugo Aguilar, estaba empezando a echar raíz y buscaba un segundo periodo en la Gobernación, con Didier Tavera del partido Convergencia Ciudadana como candidato, Serpa lo enfrentó en las urnas. 

Rodeado de varios sectores políticos, incluidos dirigentes liberales, conservadores y del Partido de la U que buscaban frenar a los Aguilar, Serpa ganó las elecciones. 

Se posesionó como Gobernador en 2008 y ocupó el cargo hasta 2012, pero no logró mantener a las toldas rojas en el poder . El candidato liberal que Serpa apoyó fue vencido por Richard Aguilar, hijo de Hugo Aguilar y hoy senador por Cambio Radical. 

Sin embargo, sí logró abrirle camino político a su hijo, Horacio José Serpa, quien resultó elegido al Concejo de Bogotá para el período 2012-2015, también por el Partido Liberal.

En 2014, en medio de la fractura entre el entonces presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, Serpa se reencauchó en el Congreso, apostando ser un contrapeso de Uribe en el Senado. 

Serpa sacó la mayor votación –casi 130 mil votos- del Partido Liberal y volvió a ser voz cantante en esa colectividad. Durante ese periodo legislativo defendió el Acuerdo de paz en el Congreso y al expresidente Juan Manuel Santos en diferentes ocasiones, incluido el caso Odebrecht.

Mientras eso pasaba, en su natal Santander Serpa dio una voltereta electoral que le pasó factura en varios sentidos. En 2015 respaldó a Didier Tavera, su otrora contrincante, en su aspiración a la Gobernación de Santander. 

Varios liberales consagrados en Santander, como el dueño de Vanguardia Liberal, Alejandro Galvis Ramírez, lo criticaron duramente. 

Además de que en la campaña de 2007 en la que se enfrentaron, varios aliados de Serpa descalificaron a Tavera por ser hijo del narcotraficante Ernesto Tavera, para 2015 Tavera, quien ya había sido representante a la Cámara por el viejo PIN, el partido del parapolítico Luis Alberto Gil, enfrentaba una investigación precisamente por señalamientos de paramilitares. 

Con todo y eso, Tavera, respaldado por la mayoría de los partidos tradicionales, ganó las elecciones. Aunque en un principio Serpa tuvo poder burocrático en su administración, varios compromisos entre Tavera y la clase política tradicional no se cumplieron y el Partido Liberal en Santander se rompió por completo. Ahí inició su debacle en la región. 

En la consulta Liberal de 2017, con la cual se decidió quién sería el candidato único por el partido en las elecciones presidenciales de 2018, respaldó a Juan Fernando Cristo. 

Respaldo que fue en vano debido al triunfo de Humberto de la Calle y al fracaso de la consulta en términos de participación, en la que solo votaron 744.521 personas.

Su aspiración de lanzarse al Senado nuevamente para las elecciones de 2018 quedó truncada debido a que César Gaviria, jefe del Partido Liberal, no lo puso a encabezar la lista, decisión con la que Serpa no estuvo de acuerdo.

Serpa apoyó entonces a su hijo, Horacio José Serpa, quien renunció a su curul en el Concejo de Bogotá para lanzarse al Senado en reemplazo de su padre. Fue elegido con 91.407 votos. 

Durante los últimos dos años, Serpa batalló contra un cáncer de colon y páncreas, por lo que estaba alejado de la política. 

Su última aparición en medios fue a principios de octubre, luego de que la dirigencia de Farc asumiera la responsabilidad por el homicidio de Álvaro Gómez,  pues una de las teorías que persistieron frente a ese crimen de lesa humanidad, acusaba a Serpa y su entonces jefe, Samper, de supuestamente mandarlo a matar porque sospechaban que él lideraba un golpe de Estado en su contra. 

Con un comunicado conjunto con Samper y un par de entrevistas reivindicando su inocencia en ese magnicidio, Serpa cerró ese capítulo en su larga vida pública. 

Hoy murió en Bucaramanga. Lo sobreviven su esposa Rosita Moncada y sus hijos el senador Horacio José, Rosa y Sandra.

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