La pandemia dejó a algunos candidatos con la maleta lista. Iban a repetir la fórmula de ir de región en región reuniéndose con pocas personas para ir conformando los “cuadros”, “oír a la gente” y ese largo etc tan trillado.
Políticos ansiosos
Dos hechos inesperados surgieron al comienzo de la campaña presidencial que les cambiaron el escenario a los aspirantes y los tienen ansiosos: la pandemia y, por tanto, una política sin abrazos, reuniones, salidas a la calle y la explosión de candidatos que hace casi imposible saber siquiera quiénes son los competidores.
Estas circunstancias los ha llevado a una extraña actividad: reunirse entre ellos, con el aparente convencimiento de que los ciudadanos no cuentan y que lo importante es convenir entre sí unas reglas de las cuales saldrá el presidente.
Parten de supuesto, al menos parcialmente equivocado, de que lo que determinó el resultado electoral del 2018 fue el procedimiento escogido por cada uno para postular su candidatura.
Suponen que Duque ganó porque el “reality” y la consulta del Centro Democrático para escogerlo como su candidato fue exitosa. Aseguran que Fajardo no llegó a la segunda vuelta, en la que probablemente le hubiese ganado a Duque, porque no aceptó previamente una consulta con Humberto de la Calle. Este, para entonces, estaba golpeado por haber aceptado una consulta a destiempo con Juan Fernando Cristo. Creen que a Petro le sirvió hacer una consulta de mentira.
La gran idea, dados esos antecedentes, es ahora mezclar las dos fórmulas: hacer una puesta en escena con encuesta incluida y consulta, siempre consulta.
Se equivocan porque para afrontar los escenarios electorales no hay reglas fijas y lo único que se sabe a ciencia cierta y aplicando el más elemental sentido común es que el momento es totalmente distinto al anterior. Por tanto, aplicar la misma fórmula no producirá el mismo resultado.
Claro, la pandemia dejó a algunos candidatos que tenían todo organizado con la maleta lista. Iban a repetir la fórmula de ir de región en región reuniéndose con pocas personas para ir conformando los “cuadros”, “oír a la gente” y ese largo etc tan trillado. Buscando qué hacer no han encontrado nada distinto a juntarse con los otros que se quedaron, también, con la maleta lista.
La otra gran sorpresa es que mucha, pero mucha, gente se siente con opciones de ser elegido presidente. Tal vez la elección de Duque, sin trayectoria política ni experiencia en las tareas del Estado, les ha hecho creer a varios otros que, si eligieron al pupilo de Uribe por qué no los elegirán a ellos. Aunque el verdadero determinante de semejante cantidad de aspiraciones es que ninguna se percibe como suficientemente sólida y, por tanto, con cualquier cuenta, cualquiera cree tener los votos para ganarle a los demás.
La galería ya contabiliza casi 60. ¡Sí, 60! candidatos y candidatas, lo cual ha convertido esta competencia en una especie de torneo de segunda categoría. En términos futbolísticos sería como pasar de la champions o el mundial de clubes a la suramericana.
Gústenos o no, lo cierto es que el escenario por ahora se limita, desde todas las otras vertientes, a escoger quién y cuándo se enfrenta a Petro y por eso él no solo no necesita consulta, la fórmula que todos creen que es la ganadora, sino que incluso los intimida invitándolos a competir en una, porque da por sentado que le ganaría a cualquiera que se le mida.
Fajardo ha desperdiciado sus opciones de ser presidente por no querer hacer alianzas con nadie. Cuando las ha hecho, las ha hecho tarde como en el 2010, en la ola verde, cuando llegó ya derrotado a ser candidato a vicepresidente. Ahora, un poco con el sentimiento de culpa de haber rechazado la consulta del 2018, va a cuanta reunión le proponen. Su figura, que era la que por ahora se presagiaba como la que tendría que enfrentar a Petro, se ha achicado por aceptar competir con senadores que obtuvieron menos de 50 mil votos y que evidentemente lo hacen ver como un candidato menor de lo que hubiera podido ser.
Ex alcaldes y ex gobernadores se reúnen con la idea de que cuentan con los votos que obtuvieron el lejano día en que los eligieron y que basta con sumarlos.
Como terapia ocupacional las reuniones parecen útiles, pero como estrategia electoral es equivocada. Lo importante no es cómo se eligen los candidatos sino lo que representan y es temprano, no solo porque faltan varios meses, sino porque la destorcida de la pandemia no se sabe cómo será, para saber si eso que representan es útil en el escenario del 2022.
Las consultas no necesariamente sirven. En algunos casos han servido para posicionar el mensaje que el candidato quiere representar, pero ni Santos, ni Uribe fueron nunca a una consulta y Petro seguramente no la necesita. Hay un incentivo perverso y es que el Estado las financia generosamente, con lo que para muchos es un acto más de búsqueda de recursos para la actividad política, equivalente a organizar un bingo.
El uribismo todavía no encuentra lo que quiere representar, pero todo indica que va a insistir en el miedo al castro chavismo y las guerrillas. Petro está esperando, pero quisiera el juego que sabe jugar: de indignado. La diatriba anti-establecimiento.
El medio, que ha sido exitoso con el discurso anti corrupción, esta vez se lo va a dejar a Petro y apostará a “la esperanza”. Habrá que ver si esa será la disposición del electorado pos pandemia. Probablemente sí, pero hay que tener actores para participar en ese escenario. La puesta en escena tiene que ser alegre y no en locaciones lúgubres con actores que fruncen el seño permanentemente y parecen cansados.
El que descifre y represente el estado de ánimo de los jóvenes y las mujeres, adultas jóvenes, que serán los y las que definan la elección porque son los que expresan el cambio de época que ha ocurrido en relación con los valores dominantes de la sociedad, será el ganador. ¿Tendrán miedo? ¿Estarán indignadas?¿Abrigarán esperanza?