La deportación y maltrato de más de mil colombianos de Venezuela unido a la crisis en la frontera en Cúcuta le ha creado al presidente Juan Manuel Santos un dilema: lo que le podría convenir en el corto plazo y a nivel interno le podría perjudicar sus planes para el país a mediano plazo y su proyección internacional.
Por qué Santos no puede ser más duro con Maduro
La deportación y maltrato de más de mil colombianos de Venezuela unido a la crisis en la frontera en Cúcuta le ha creado al presidente Juan Manuel Santos un dilema: lo que le podría convenir en el corto plazo y a nivel interno le podría perjudicar sus planes para el país a mediano plazo y su proyección internacional.
La crisis
La crisis con Venezuela arrancó la semana pasada después de que Nicolás Maduro anunció que estaban buscando “hasta debajo de las piedras” a desconocidos que asesinaron en el Táchira a tres militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Según Maduro, los desconocidos tendrían vínculos con contrabandistas y paramilitares colombianos.
La primera decisión, el miércoles, fue cerrar la frontera con Cúcuta por 72 horas, plazo que prorrogó por 60 días.
Tras la decisión, han sido deportados 1.113 colombianos, la mayoría provenientes del Táchira pero otros también de Paranguachón, en La Guajira. Los colombianos han denunciado maltratos y atropellos por parte de la Guardia venezolana que ha detenido a algunos y ha tumbado casas previamente marcadas y registradas.
La primera respuesta de Santos fue enviar a la frontera a su canciller María Ángela Holguín y al Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que es cucuteño.
Cristo pidió mantener la calma y dijo que esta situación se resolvería con colaboración y no con confrontación. Mientras tanto, Holguín se reunió con su homóloga venezolana en Costa Rica, Delcy Rodríguez, para tratar la crisis y volverán a reunirse mañana para tratar personalmente el tema según anunció la Casa de Nariño.
Sin embargo, el cierre se mantiene, según Maduro, así, “digan lo que digan en Bogotá, en Cúcuta. No me importa. No me van a detener”, aseguró.
Ayer Santos citó a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores para analizar la situación y definir la estrategia del Gobierno para atender la crisis. Insistió en el diálogo pero dijo que “no le falta ni le faltará firmeza para defender a nuestros connacionales”.
Los dilemas
A Santos la actual crisis con Venezuela le plantea un dilema doble, entre el corto plazo y el mediano plazo y entre lo que necesita internamente y su proyección internacional.
En el corto plazo, la falta de una respuesta contundente por parte del Presidente al maltrato a los colombianos en el vecino país puede tener repercusiones políticas para las elecciones de octubre puesto que el patriotismo es una bandera que ha explotado mucho mejor el uribismo que cualquier partido de la Unidad Nacional.
En medio de la crisis, el senador y expresidente Álvaro Uribe viajó a la frontera ayer y con megáfono en mano, rodeado por seguidores y candidatos del uribismo en la región, comparó a Maduro con Hitler.
La actitud beligerante de Uribe, como era de esperarse, ha sido muy bien recibida en Cúcuta, donde fue vitoreado mientras que la Canciller y el Ministro del Interior fueron abucheados. Esta crisis posiblemente tenga un impacto para las elecciones regionales y beneficie principalmente a la candidata uribista a la Gobernación, Milla Romero Soto, que ha estado como una sombra de Uribe en estos días.
una mama se metió por trocha para sacar su hija,los separan en Vnza y los deportan,ese dictador es el garante de la Habana? @LAFmNoticias
— milla romero soto (@millaromerosoto) August 24, 2015
En cambio, el ex gobernador William Villamizar Laguado, candidato de La U y del liberalismo (de la Unidad Nacional) y favorito a quedarse con la gobernación, no ha hecho ruido sobre la crisis. Al menos en sus redes oficiales, sigue de correría y sin comentarios sobre el tema. El otro candidato fuerte, más cercano al uribismo, el conservador Juan Carlos García Herreros, sobre quien se ha dicho podría aliarse con el Centro Democrático antes del 25 de octubre, sí se ha movido con el tema.
Estamos profundamente conmovidos por el maltrato que han sufrido nuestros colombianos en la frontera con Venezuela. pic.twitter.com/sQDIUDpwfe
— GarciaHerreros (@Garcia_herreros) August 24, 2015
Fuera de la visibilidad y los réditos que esto le pueda dar a los candidatos más uribistas en la región (lo que necesariamente voltea el tablero), por lo sensible del tema, en el fondo y más a nivel nacional Uribe está reivindicando la mano dura con el gobierno venezolano que él y otros líderes de la derecha, como la ex candidata presidencial Marta Lucía Ramírez y el ex presidente Pastrana, han promovido.
Con lo cual, si la crisis sigue escalando y ocupando la primera plana de todos los grandes medios, reforzará también la polarización de todo el país.
Una polarización que le sirve a los candidatos uribistas además de que le da más cuerpo al fantasma del castro-chavismo, un temor que ya es real para casi la mitad de los colombianos, según las más recientes encuestas.
Esto, sin contar, las implicaciones de seguridad que tenga esta política de deportación porque, según dos expertos consultados en el tema, sí es cierto -como dijo Maduro- que hay muchos criminales colombianos de ese lado y el regreso al país de esas organizaciones podría exacerbar el problema de seguridad ciudadana, que es uno de los talones de Aquiles del actual gobierno colombiano.
La proyección de Santos
A un nivel más personal, la crisis con Venezuela le plantea a Santos también un problema más de tipo ideológico y que también tiene que ver con su proyección internacional a futuro.
Santos desde que asumió el Gobierno ha querido proyectar una política internacional más independiente frente a Estados Unidos de lo que tradicionalmente habían asumido sus antecesores y menos antagónica del Alba (la organización de países gobernados por la izquierda que creó Chávez para hacerle contrapeso a la OEA, que tiene su sede en Washington).
“Esta imagen de una política soberana y progresista lo proyecta internacionalmente pero lo vuelve prisionero de un interés de política externa”, dice un ex funcionario que ha trabajado en temas afines.
Si Santos abandona la vía de la negociación y confronta a Maduro como lo exigen los ex presidentes Uribe y Pastrana y muchos colombianos llamando a consultas al embajador, por ejemplo, pone en riesgo su relación con el bloque del Alba y de Unasur.
Aunque el Alba ha perdido fuerza en la medida en que la crisis en Venezuela se acentúa, sin el voto de Unasur Santos no llegaría a ninguna posición internacional relevante cuando termine su período como Presidente. Y frente a esta crisis, Unasur se ha alineado con Venezuela, a pesar de que su presidente es el ex presidente colombiano Ernesto Samper. Por eso, también, Santos tiene que andar como pisando huevos.
En todo caso, estas crisis vuelve a poner en cuestión una de las fortalezas que los líderes de opinión suelen resaltar en las encuestas frente a su gobierno: su pericia en el manejo internacional y la buena imagen de María Ángela Holguín, la canciller que más ha durado en su cargo.
Tres expertos consultados por La Silla coinciden en que Maduro está usando a los colombianos de chivos expiatorios para acentuar su control en la zona poco chavista del Táchira y para distraer a los venezolanos frente a sus problemas internos con miras a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
Pero esta crisis también pone en evidencia la ausencia de una verdadera política de fronteras con acciones binacionales que controlen de manera eficaz el contrabando, la presencia de organizaciones criminales, la corrupción de policías y soldados en la frontera y los subsidios venezolanos que crean incentivos para que los colombianos crucen de lado para comprar ropa y gasolina.
Mientras Santos resuelve sus dilemas, los colombianos deportados seguirán llegando a Cúcuta...