San Vicente de Chucurí: entre los versos y el terror de ‘Gabino’

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Nicolás Rodríguez Bautista, alias 'Gabino', máximo comandante del ELN.

Cincuenta y dos años después de que el Ejército de Liberación Nacional, ELN, hubiera empezado a operar, y de que su máximo comandante, alias 'Gabino', hubiera entrado en sus filas, La Silla viajó a San Vicente de Chucurí para tratar de reconstruir los pasos del jefe guerrillero y se encontró con que los chucureños lo recuerdan. Con terror. 

En unos versos que escribió en una entrevista a Vanguardia Liberal hace dos años, el guerrillero Nicolás Rodríguez Bautista, alias ‘Gabino’, dice que vive los recuerdos de la historia y de la gente San Vicente del Chucurí, la tierra que lo vio nacer a él y al Ejército de Liberación Nacional, ELN.

Cincuenta y dos años después de que esa guerrilla hubiera empezado a operar, y de que su máximo comandante hubiera entrado en sus filas, La Silla viajó a San Vicente para tratar de reconstruir los pasos del jefe guerrillero y se encontró con que los chucureños también lo recuerdan. Con terror.

El campesino

Ha pasado medio

siglo sin volver a San Vicente

pero vivo los recuerdos

de su historia y de sus gentes*

Nicolás Rodríguez Bautista era un niño campesino como muchos en la vereda La Fortuna, de San Vicente del Chucurí.  Al igual que sus diez hermanos, era uno de los ‘comejenes’. El apodo se lo heredaron a su papá Pedro Rodríguez, y de hecho hoy cuando alguien habla de esa familia en San Vicente se refiere a ella con ese apodo, que nadie tiene claro de dónde salió. 

Su papá era un herrero conocido por participar en las tertulias del Partido Comunista, que se creó en 1930 en el país y que empezó a calar con más fuerza sectores en campesinos durante el Frente Nacional.

“Pedro Rodríguez llegó a San Vicente muy joven proveniente de Charalá, en esas tertulias se hablaba de temas socialistas basados en el señor Heliodoro Ochoa (uno de los campesinos que más adelante se convertiría en fundador del ELN)”, recuerda Marciel Ordúz, historiador de San Vicente del Chucurí.

La familia de Gabino era promedio. Según las versiones que recopiló La Silla, eran amables con los vecinos y cercanos a ellos. Todos crecieron en medio de los cultivos de cacao, café y plátano de las fincas y de las jornadas extenuantes de las cosechas.

Gabino aprendió a leer y a escribir en la escuela ‘El Progreso’. Allí era apreciado tanto por los estudiantes como por los profesores, quienes en borrosos recuerdos, guardan la imagen de quien después se convertiría en uno de los líderes de la guerra en Colombia.

 “Él era el que hacía los chistes en el salón y todos nos reíamos”, le dijo a La Silla uno de sus compañeros de clase.

El origen guerrillero

Soy hijo de San Vicente

me dije, soy guerrillero

y en mi pecho va la sangre

de Galán el comunero*

Por su cercanía con Barrancabermeja, cuna de los grandes sindicatos del país, este municipio cacaotero fue el escenario perfecto para que la izquierda armada iniciara su cruzada.

Cuando tenía 13 años - en 1964 - Nicolás Rodríguez Bautista empezó a hacer parte de las células de campesinos de San Vicente del Chucurí que promovían la revolución armada campesina que venía tomando forma desde hacía 16 años tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en 1948. 

En la misma vereda en la que Nicolás vivía, y según el relato de Luis Alberto Villamaría Pulido en el libro ‘Cóndor en el aire’, cinco líderes campesinos se vincularon al proyecto revolucionario de Fabio Vásquez Castaño, que surgió luego de que el Comité Central del Partido Comunista lo expulsara junto a sus hermanos por considerar que se habían apartado de los postulados de ese movimiento.

En ese entonces, familias de la vereda La Fortuna, incluida la de Nicolás, ayudaban a esa célula de los hermanos Vásquez Castaño - denominada ‘Brigada José Antonio Galán’ - con su causa, les conseguían alimentos y básicamente los ayudaban a mantenerse.

“Gabino entra contra la voluntad del jefe Fabio Vásquez Castaño, porque era muy pequeño, pero pudo más su terquedad. Al principio llevaba mensajes y ese tipo de cosas sencillas. Como era un niño pasaba desapercibido”, dice Carlos Velandia, desmovilizado del ELN y quien ingresó a ese grupo en el 70.

Precisamente, los primeros entrenamientos del ELN se dieron en las montañas de San Vicente del Chucurí, y muchos de los que se sumaron a esa guerrilla lo hicieron con el fin de acabar con la inequidad en el campo.

“Nicolás se convirtió en uno de los protegidos de Fabio Vásquez y creció junto a él. Él le brindaba un halo de protección y debido a su ímpetu fue que ascendió en el ELN”, agrega Velandia.

Después de vincularse a ese grupo, adoptó el alias de Gabino. Aunque nadie tiene una versión exacta, León Valencia, hoy analista político y fundador de la Fundación Paz y Reconciliación, y quien también fue guerrillero del ELN, le dijo a La Silla que probablemente el nombre que adoptó provenga de su gusto por los corridos mexicanos.

“Yo pienso que fue por la música mexicana. Él es amante de los corridos y los toca en guitarra. Y hay un cantante que se llama Gabino”, le dijo Valencia a La Silla.

En enero de 1965, con la toma de Simácota, municipio de Santander, el ELN salió a la vida pública. En esa incursión armada, que fue la primera que se registró en el país, mataron varios policías, se llevaron el dinero de la Caja Agraria y mostraron su primer manifiesto con 13 puntos sobre la revolución que pretendían llevar a cabo. 

Mientras el ELN empezaba expandirse en el Magdalena Medio y en el resto del país, dejando una estela de terror incluso al interior de la guerrilla (varios desertores e integrantes que entraron en contradicción con Fabio Vásquez fueron asesinados), Nicolás - ahora como Gabino- empezó a crecer. 

Cuando tenía 24 años - en 1973- y el ELN ya tenía influencia en varias zonas, ocurrió el primer gran revés. En la Operación Anorí (en el norte de Antioquia) adelantada por la Quinta Brigada del Ejército, casi fueron exterminados; Fabio Vásquez huyó a Cuba en medio de condiciones que no son claras y fue destituido.

Desde ese entonces, Gabino comenzó a ascender. En 1983, en una convención para la recomposición del ELN, fue nombrado comandante militar y Manuel ‘el cura’ Pérez comandante político. 

“Cuando se iba a hacer esa convención, el frente Galán (en la que estaba Gabino) llegó sin él. El ‘cura Pérez’ preguntó por Gabino y dijeron que lo tenían castigado por haberse ido tras un amor. Pero lo mandaron a traer y luego se consolidó en la directiva”, le contó a La Silla uno de los exdirectivos del ELN.

En 1998, tras la muerte de Pérez, Gabino asumió la comandancia general y en ese cargo se ha mantenido hasta entonces.

“Él ha sido en una guerrilla todo lo que se puede ser. Empezó desde lo más bajo y fue ascendiendo como combatiente, como líder, como ideólogo, hasta que llegó a ser Comandante. De él se podría decir que es el alma del ELN”, dice León Valencia.

Medio siglo en el monte

Gracias terruño querido

otro día he de volver

cuando el jardín de de mi lucha

florezca al amanecer*

Gabino es el guerrillero más antiguo del mundo y su vida la ha pasado en las montañas. Ha tenido compañeras sentimentales, y tiene hijos (una fuente le dijo a La Silla que son tres, otra dijo que era una mujer), pero nadie da detalles sobre ellos.

“En los campamentos monta el suyo como si fuera una casa. Pone sala, habitación. Yo creo que es porque no ha tenido una casa desde los 13 años”, relata León Valencia.

Los investigadores, historiadores y desmovilizados del ELN que hablaron con La Silla coincidieron en que a Gabino se le podría describir como una persona sensible, algo que contrasta con los cientos de secuestros y asesinatos que ha cometido esa guerrilla bajo su mando.

“Es una persona bastante recia en un carácter. Es muy respetuoso en el trato con los demás, tiene un gran sentido del humor, es una persona de llanto, es sensible”, le dijo a La Silla uno de los desmovilizados del ELN.

Los que lo conocen también dicen que es fácil hablar con él, que es inteligente, autodidacta, que escucha argumentos y que es ambientalista (faceta se conoció en un video que fue publicado en 2015 y en el que les explica a los niños la importancia de cuidar el agua. Una faceta paradójica para el líder de una guerrilla que ha causado tantos daños ambientales a punta de atacar la infraestructura petrolera del país).

“Le gusta tocar guitarra y en algunas ocasiones toma ritmos de canciones que ya son conocidas, les adapta su propia letra y las canta seguido. Tiene una nostalgia grande por el campo”, recuerda León Valencia.

La comandancia y la guerra

Parado en su bella plaza

que me conoció pequeño

le grito con emoción

que me siento chucureño*

Cuando alguien llega a San Vicente a preguntar por Gabino la primera reacción es de desconfianza, la segunda de temor y la tercera de antipatía. Algunos acceden a hablar cuando se sienten tranquilos.

“Ese es un tema caliente ¿Por qué quiere saber?”, fue la primera respuesta que un habitante del municipio le dio a La Silla.

San Vicente no solo vio nacer al ELN y a su comandante, sino que también vivió en carne propia todos los horrores de la guerra y de su expansión. 

 

Ese municipio, de 36 mil habitantes, fue el primero en el que se sembraron minas antipersona. Además, allí se cuentan 390 desaparecidos, más de 1.800 asesinados, 43 secuestros y más de 9 mil desplazados, entre los 70 y mediados de la primera década del 2000. Y aunque esas cifras no son atribuibles solo al ELN, los recuerdos del inicio de la guerra de guerrillas sí lo son. 

Antes de que el ELN incursionara en San Vicente, ya se vivía el enfrentamiento entre godos y cachiporros. 

“A uno le tocaba cargar la peinilla azul en el bolsillo del pantalón y la roja en el de la camisa”, recuerda uno de los campesinos del municipio.

Después, con la llegada de los elenos, el panorama empezó a cambiar y con la ola de asesinatos y de intimidaciones el pueblo se convirtió en otro. 

“Aquí usted no veía a nadie después de las seis de la tarde. La guerrilla avisaba que no respondía por nadie y esto se convertía en un pueblo fantasma. Mejor dicho aquí se trancaban las puertas con muertos y se tocaban las campanas con balas”, le dijo a La Silla otro habitante de San Vicente. 

Cada uno con su historia. Unos desplazados, otros que vivían en el pueblo, dicen que se sintieron perseguidos la guerrilla (y después por los paras), que la gente dejó de salir y que solo se veían caras asustadas. 

“Aquí al pueblo se lo tiraron esos señores. Nosotros sí creemos en los derechos de los campesinos, pero ¿cómo se supone que uno va a volar los oleoductos o las torres de energía si es que nos afectan es a nosotros? O ¿quién iba a pagar la reconstrucción de eso? ¡Pues nosotros con los impuestos!”, señala otro de los campesinos.

Sobre Gabino saben que es un ‘comején’, pero a nadie le gusta hablar sobre él. Los pocos que accedieron a contarle a La Silla lo que sabían dicen que conocen quién es, pero no mucho más. Su familia, que también ha tenido que pagar el precio de la guerra, ya se desapareció de San Vicente.

Cinco de sus hermanos han sido asesinados o desaparecidos en Santander y Norte de Santander pese a que, según las autoridades, ninguno ha tenido deudas con la ley. El hermano que quedaba -Álvaro- se fue del municipio hace tres meses por un problema personal, y nadie sabe en dónde está. Uno de sus primos sigue allá. Pero cuando La Silla lo buscó se negó a hablar.

“Aquí hablar de eso no está bien. No se entiende para qué. Ellos humillaron a los campesinos, los obligaban a entrar allá. Nadie quiere recordar eso que nos ha hecho daño. Ellos no son ni serán bienvenidos en San Vicente. El daño que causaron ya fue mucho”, dijo, algo ofuscado, otro chucureño.

A los chucureños además del ELN también les tocó soportar la llegada de las Farc a mediados de los setenta. En los noventa fueron los paramilitares los que se tomaron la zona, y desde mediados del 2000 muchos dicen que volvió la tranquilidad. Por eso muchos dicen que no van a dejar que la “guerrilla se vuelva a meter”.

Una nueva negociación de paz

Soy un indio Yariguí

quiero paz para mi gente

y le dejo el corazón

al pueblo de San Vicente*

Curiosamente el reciente anuncio de la instalación próxima de la mesa de negociación con el ELN no fue recibido con felicidad por muchos en el pueblo. 

En San Vicente temen que por vivir en la tierra en la que nació Gabino se conviertan en la zona de concentración del ELN si se llega a un acuerdo final y muy pocos lo quieren cerca del municipio. 

El alcalde, Omar Acevedo, dice que si va a ser así espera que llegue inversión al municipio y asegura que esa podría ser una oportunidad para que el municipio “que ha sufrido todos los rigores de la guerra hoy pueda tener una reconciliación, un espacio para la verdad y la construcción de un país mejor”.

Gabino, que es el encargado del frente político, jugará un papel clave en el proceso que se instalará formalmente en las próximas semanas.  

Como ha contado La Silla, este proceso es en muchos sentidos un espejo del que lleva más de tres años con las Farc salvo por una cosa: la participación de la sociedad civil, que entre otras cosas, definirá el contenido de la agenda.

Esta particularidad del proceso para unos es la trampa que llevará a que esta negociación no solo no conduzca al desarme final de la guerrilla sino que podría terminar enredando la negociación con las Farc. Para otros es la garantía de que esta negociación no será un mero “pacto entre élites”.

Pero cualquiera sea su desenlace, desde ya refleja la importancia de Gabino, a quien los guerrilleros rasos “idolatran como a un papá”, según le contó a La Silla Ramón Cabrales, exfuncionario de la Gobernación de Norte de Santander, liberado por el ELN hace tres semanas. 

En el tiempo en que estuvo en cautiverio, Cabrales también identificó que, al menos por ahora, las estructuras del ELN están cohesionadas. Algo, que en una eventual desmovilización, daría pistas de que la disidencia no sería mucha. 

“Creo que Gabino es el más interesado en ese proceso de paz. Por documentos que ha escrito, por gente cercana a él se puede saber”, dijo León Valencia. “En 2007 fue la última vez que me vi con él en Venezuela. Hablamos tres días seguidos y me dijo que sí quería firmar la paz. Ahora creo que todo está dado para que sea así”. 

Ahora que las negociaciones con el ELN empezaron a andar y que muchos en el país esperan que lleguen a feliz término, la sombra de Gabino sigue presente en su pueblo natal, donde no quieren que vuelva a hacer parte de sus vidas

(Los versos los escribió Gabino en abril de 2014 en una entrevista que le dio a Vanguardia Liberal*)

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