Fajardo arrancó su precampaña presidencial en la época post cuarentena, con otro discurso y actitud, pero con los mismos desafíos de siempre y unos más complicados.
Si Ángela Robledo entra a los verdes, le dificulta el camino a Fajardo
Sergio Fajardo. Foto:www.lafm.com.co
En las últimas semanas, Sergio Fajardo, a quien poco se le había visto públicamente desde que se fue a ver ballenas después de perder en la primera vuelta presidencial en 2018, ha aparecido en todos los medios.
Lanzó una propuesta de empleo para combatir el efecto de la pandemia en la economía del país; criticó que el Presidente Iván Duque no se reuniera con la Minga; y retomó reuniones con precandidatos que quieren pelear los votos de centro para buscar una consulta.
De esta manera, Fajardo arrancó su precampaña presidencial en la época post cuarentena, con otro discurso y actitud, pero con los mismos desafíos de siempre y unos más complicados.
El primero, que el centro en el que él competirá se ha poblado de aspirantes, comenzando por Ángela María Robledo, que anunció el miércoles que está pensando competir por la Presidencia y posiblemente desde los verdes.
Con el centro en disputa
Con el tempranero arranque de la campaña para 2022, además de los polos que ya están claramente identificados en el uribismo y el petrismo, en el centro han empezado a salir al ruedo posibles nuevas figuras contra las que se tendrá que enfrentar Fajardo.
Desde el año pasado, disidentes del liberalismo, la U, algunos verdes y el mismo Fajardo empezaron a reunirse con miras a darle forma a la idea de acordar reglas para una consulta interpartidista el mismo día de las legislativas de la que salga el candidato que se le enfrente al de Álvaro Uribe.
Las reuniones, según le contaron a La Silla dos precandidatos que han asistido y que pidieron reserva de sus nombres porque los encuentros eran privados, inicialmente fueron convocadas por el senador verde Iván Marulanda, quien hace unas semanas anunció su intención de ser candidato presidencial por los verdes.
Según ambas fuentes, los invitados, además de Marulanda como convocante y Fajardo, han sido el senador de La U, Roy Barreras, quien ya renunció a ese partido y anunció que intentará buscar la Presidencia; el exministro del Interior, Juan Fernando Cristo; el excandidato presidencial liberal, Humberto De la Calle; el exsenador liberal, Juan Manuel Galán; la senadora verde, Angélica Lozano, quien asiste como un guiño de un sector de los verdes a ese acercamiento y no como aspirante a la Presidencia.
En total, ha habido tres reuniones este año -una antes de la cuarentena y dos después-. La última fue el martes pasado.
“Las reuniones han sido de personas que conversan, que dicen qué está pensando cada una, qué han hecho, qué han mirado, cada uno ha contado en qué va y nada más”, le dijo a La Silla Fajardo.
Aunque sí aseguró que se han reunido con miras a definir cómo se armaría una consulta para 2022, explicó que “todo es muy etéreo. No se ha hablado de quiénes estarían, cómo estarían, cuáles serían los criterios. Todavía no hay nada”.
Otros dos precandidatos que han asistido a esos encuentros le confirmaron a La Silla esa versión.
“La regla de oro es que todos nos comprometemos a respaldar al ganador, porque hay experiencias en las consultas anteriores donde antes de la consulta ya hay posiciones como si gana fulano o sutano, yo no lo apoyo”, dijo a La Silla uno de los asistentes que nos pidió la reserva de su nombre.
Más allá de eso, todo es aún incierto.
Es posible que no todos lleguen a la consulta porque, salvo los verdes que tienen un proceso interno para definir candidato, ninguno de los que se ha reunido tiene partido y cada uno está definiendo cómo se moverá. Tampoco hay acuerdo sobre si Gustavo Petro debería estar en la consulta y esa es una línea roja que ya trazó Fajardo.
En todo caso, que Fajardo haya asistido a tres reuniones con aspirantes como los senadores Roy Barreras o Juan Fernando Cristo, ambos defensores acérrimos del Acuerdo de la Habana pero también exponentes de la política tradicional y clientelista que siempre ha criticado Fajardo, ya de entrada refleja un cierto cambio de actitud.
En las pasadas elecciones, por ejemplo, en la Coalición Colombia liderada por Fajardo, no pudieron acordar una alianza con De la Calle, que muy seguramente le habría dado un cupo en la segunda vuelta, en parte, porque Fajardo sentía que hacer una alianza con el Partido Liberal iba en contravía de la forma de hacer política que siempre ha defendido y de su máxima de que así como uno hace campaña, gobierna.
También hay una diversificación de las banderas que ha comenzado a defender públicamente.
El discurso, con una cara más amplia
Desde su primera aparición en política hace 20 años, Fajardo ha tenido las mismas banderas y el mismo discurso: la educación, la lucha contra la corrupción y la apuesta por reducir la desigualdad.
La presentación de su propuesta para el desempleo generado por la pandemia y sus salidas recientes en medios están mostrando que su discurso empezó a dar un viraje a partir del Covid-19 como un catalizador de la desigualdad en el país.
“Este es otro país muy diferente al de 2018 en adición a esta pandemia que nos cambió las reglas del juego… eso no significa que la apuesta por la educación y la lucha contra la corrupción vayan a perder protagonismo”, explicó Fajardo. "El empleo sirve para recoger toda la problemática del país
Además, el precandidato ha comenzado a expresar posiciones más contundentes contra el Gobierno de Iván Duque, adicionales a las que viene haciendo contra Petro desde la campaña pasada.
Por ejemplo, en los últimos días criticó al Presidente por no reunirse con la Minga antes de que llegara a Bogotá; dijo que no tenía empatía con las víctimas de las masacres; lo señaló de estar desconectado con el país y de no tener un norte.
El martes pasado, en la previa del paro, también le recordó a Duque que su estrategia de hacer una conversación nacional tras las marchas de noviembre del año pasado no había quedado en nada; y aseguró a La Silla que veía al Presidente como una figura “sin la capacidad de liderar” y que incluso ya había sido dejado en segundo plano por Uribe.
"Esa frase de "ojo con el 2022" mostró que este señor (Uribe) dejó de pensar en este gobierno y empezó a pensar para el que viene. Eso es fatal para un gobernante. Significa para Duque que hasta dentro de su propio partido ya están pensando en su reemplazo, y cuando usted está pensando en lo que viene es muy poco lo que piensa en lo que tiene", señaló Fajardo.
Esas posturas contrastan con la tibieza que tanto le criticaron en la campaña pasada, en la que decía que no estaba ni con el uribismo ni con la izquierda, pero se resistía a confrontar de manera directa.
En todo caso, como su apuesta sigue siendo alejarse de los extremos, seguramente seguirá cargando con ese rótulo, algo que Fajardo nos dijo que no le preocupa porque siente que el ‘título’ se lo colgó el petrismo cuando dijo que iba a votar en blanco en segunda vuelta.
“Después de las consultas de marzo de 2018, a mí las encuestas me ponían a 15 puntos de Petro, pero la primera vuelta mostró que quedé a solo 1,5 puntos, y sí perdimos, eso jamás lo he desconocido, pero también mostró que nuestra propuesta es muy amplia”, aseguró el precandidato. “Yo tengo la convicción de que el país está cansado de esa polarización”,
Pese a estos cambios, Fajardo enfrenta en esta campaña muchos de los mismos desafíos de la última, y otros más complicados.
El mismo desafío, pero más complicado
El dilema de Fajardo para esta campaña presidencial inició moviéndose entre dos vías: pedir la entrada de Compromiso Ciudadano a Alianza Verde como una tendencia para lograr el aval por esa vía o recoger firmas. Que es la disyuntiva con la que suele arrancar todas sus aspiraciones.
Aunque aún no hay decisión definitiva, la primera opción está desinflada. Principalmente, porque dentro de los verdes hay muy poco ambiente para recibirlo en esta etapa de la carrera.
El exgobernador de Nariño Camilo Romero y el senador verde Jorge Londoño, dos de los precandidatos presidenciales de los verdes, le dijeron a La Silla que la posición del partido es tener un candidato propio, y que eso implica que no esté Fajardo justamente porque él no integra esa colectividad.
Además, de Romero y Londoño, los verdes tienen en su lista de precandidatos al exgobernador de Boyacá Carlos Amaya y al senador Iván Marulanda, quien se desmarcó de Compromiso Ciudadano, cuando dijo que quería aspirar a la Presidencia.
Y ahora entra en la baraja el nombre de Ángela María Robledo, quien nos aseguró que aún no ha tomado la decisión de volver a los verdes, pero que sí lo está considerando; no es casualidad que ventilara esa posibilidad justo antes de la reunión que tuvieron los verdes para empezar a definir las reglas del juego para escoger su candidato.
Robledo enfrenta un escollo jurídico si Colombia Humana, el movimiento por el que ganó una curul en la Cámara, obtiene su personería jurídica; y uno político, parecido al de Fajardo, y es que su renuncia al partido para irse con Petro fue visto en algunos sectores de los verdes como una traición.
Pero de darse su reingreso y partiendo de que ella ganara el mecanismo de los verdes para definir candidato, su entrada sí cambiaría el panorama para Fajardo.
Primero, porque ella puede conquistar con mayor facilidad que él el ala de izquierda y progresista de los verdes e independientes, y segundo, porque a diferencia de los demás aspirantes de ese partido, Robledo tiene un punto de encuentro con la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien está con la aspiración de Fajardo.
Robledo se peleó con el petrismo el año pasado porque prefirió apoyar a López a la Alcaldía de la capital y no a Hollman Morris, el candidato de Petro, y eso podría obligar a la ahora alcaldesa a repensar su apoyo dentro de esa baraja.
Pero aún si no es con Robledo sino con otro precandidato verde, todos los caminos de Fajardo por ahora apuntan a la recolección de firmas. Algo que ha hecho cuatro veces, pero ahora con una nueva dificultad: los líderes más exitosos que armaron la estructura de Compromiso en las regiones hace dos años terminaron matriculados formalmente en los verdes porque les dieron el aval para las legislativas de 2018 y las locales de 2019 y resultaron elegidos, y eso les impide salir a buscarle firmas.
En todo caso, la plataforma de Compromiso Ciudadano está principalmente apalancada en voluntarios y ha mostrado que es capaz de estructurarse en función de las aspiraciones políticas de Fajardo, y eso es algo en lo que el precandidato ha ido trabajando.
En noviembre del año pasado lanzó una Escuela Nacional de Formación Política que, según le dijo a La Silla la coordinadora nacional de Compromiso Ciudadano, Sara Moreno, ya tiene estructuras en más de 25 departamentos; el plan de Fajardo es terminar de conformar esos consejos en los 32 departamentos al finalizar el mes para empezar la precampaña local en forma.
El segundo desafío que vuelve a enfrentar Fajardo es el de ser candidato en un ambiente polarizado como el actual.
Así como en las elecciones pasadas, el aspirante paisa arranca punteando en las encuestas, con una favorabilidad mayor que la de Petro y cualquier otro aspirante uribista y una desfavorabilidad muy baja.
Pero en la campaña pasada, a medida que el uribismo y el petrismo fueron definiendo las preguntas existenciales de la contienda y convenciendo al país que no había más opciones que ellos dos, Fajardo quedó desdibujado y de tercero.
Esta vez, como ha contado La Silla, tanto la estrategia de Petro como del uribismo es radicalizar nuevamente al electorado. Los “botones” que van a tocar ya se han ido perfilando: el manejo de la protesta social y el rol de la policía en ella; el fracking y la minería; los subsidios empresariales para reactivar la economía; la fumigación.
Todos temas polémicos que, suelen verse en blanco y negro, y que le pondrán nuevamente a Fajardo la presión de tomar posiciones contundentes.