El caso de Jonathan Bock, posiblemente contagiado, muestra las dudas de los pacientes y los tumbos que da el sistema de salud para atender una demanda cada vez más creciente.
Un sospechoso de coronavirus vs. el sistema
Foto: Tomada de www.semana.com
Jonathan Bock, director encargado de la Fundación para la Libertad de Prensa, volvió enfermo hace cinco días de Argentina y es sospechoso de tener coronavirus. Su experiencia, que resumió en un hilo de Twitter que se hizo viral, muestra las dificultades que pueden afrontar los pacientes en los sistemas público y privado para que los atiendan en medio de la emergencia, en una ciudad que lleva 31 casos hasta el cierre de esta historia.
La Silla Vacía habló con él y de ahí sacó este testimonio, que ponemos en contexto en algunos puntos para entenderlo mejor, aunque no tuvimos respuesta oficial de la Secretaría de Salud sobre este caso.
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“El lunes de la semana pasada, 9 de marzo, salí para un congreso en Argentina (donde confirmaron el primer caso el 3 de marzo). Estaba perfecto.
El congreso tenía dos partes: una abierta en la que estuvieron unas 60 personas, y el resto del tiempo era una mesa cerrada de 20 personas.
Regresé el jueves 12 de marzo en la tarde. Comencé a sentir tos en el vuelo, pero pensé que era por el aire acondicionado. Y además, aunque en Argentina estaban en verano, un día llovió mucho y pensé que debía ser porque me había mojado o porque el aire acondicionado allá también lo activaron en varios espacios donde estuve.
Cuando llegué a El Dorado pasé por los controles que le hacen a uno tomándole la temperatura con una pistola en la frente. Le dije a la chica que me lo hizo: “acabo de llegar de Argentina y tengo tos; supongo que debe ser por el aire acondicionado. Me dijo que no tenía fiebre, que estaba en en 37 grados. Y que sí, que quizás había sido el aire”.
Aunque Migración Colombia, el Ministerio de Salud y la Secretaría de Salud de Bogotá reforzaron sus controles en el Aeropuerto Eldorado desde que comenzó la emergencia, el domingo la Procuraduría denunció fallas en los controles, tanto en la zona internacional como en la nacional.
La principal crítica fue que hay poco personal tomando la temperatura de los viajeros que llegaban en hora pico. “Sólo cuatro auxiliares de enfermería, asignadas por la Secretaria Distrital de Salud, en los dos puestos de entrada a migración (...), lo que resultó insuficiente, teniendo en cuenta que según información suministrada por Migración Colombia, en horas pico llega un promedio de 34 vuelos, lo que llevó a que no se hiciera control a todos los pasajeros. Se evidenció que viajeros pasaron por el lado de las auxiliares evadiendo el tamizaje”.
A Bock sí le tomaron la temperatura, y su condición de salud, para ese momento, no era sospechosa porque no llegó con fiebre.
Ayer en la mañana la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, reforzó esas críticas al cuestionar a Opaín, el concesionario que administra Eldorado: “el coronavirus entró a Colombia por el Aeropuerto, y según el reporte de casos que tenemos, sigue entrando por el Aeropuerto (la mayoría de casos son importados). El Ministerio de Transporte ha dado las instrucciones precisas, la Aerocivil ha dado las instrucciones, pero el administrador del Aeropuerto no le puede fallar a Bogotá y a Colombia en este momento. Tiene que cumplir con la obligación de poner el personal necesario para cumplir adecuadamente estas instrucciones”.
Anoche fue más dura y trinó: “el Gobierno Nacional no hizo cumplir sus propias medidas de control. La batalla de contención del coronavirus se perdió por privilegiar la ganancia comercial del aeropuerto sobre la salud de los colombianos”.
Opaín ha dicho que actualiza constantemente sus protocolos, pero las quejas han sido constantes de muchos viajeros que sienten que los controles son insuficientes. Por ejemplo, el ciclista Nairo Quintana, que regresó el domingo a Colombia luego de correr la vuelta París-Niza en Francia, calificó de básica la atención en Eldorado.
“Me fui para mi casa y, mientras llegaba, en el taxi comencé a sentir dolor en el cuerpo. Eran como las 11 de la noche y dije: “esto ya no es por el aire acondicionado. Mañana temprano voy al hospital y averiguo cómo es el trámite para hacerme el test del coronavirus.
Aunque han dicho que primero hay que llamar al 123, decidí irme para urgencias porque confiaba más en eso y no en el sistema del teléfono.
Sin embargo, no sabía cuáles clínicas cubren el test del coronavirus según mi medicina prepagada. Mi EPS es Medimás, pero decidí hacer todo por la prepagada. Le pregunté a un amigo que tenía mi mismo plan de salud y me dijo que eran la Cardioinfantil, Los Nogales y otra que no recuerdo. Y como a las 8 de la mañana del viernes pasado me fui para Los Nogales”.
Bock no siguió la principal recomendación para quienes sientan síntomas: llamar al 123 para recibir orientación. La idea es no irse de una a las salas de urgencias para no congestionarlas aún más de lo que ya están, sobre todo en esta temporada en la que, por las lluvias, hay un pico de consultas por infecciones respiratorias.
En cualquier caso, los pacientes tienen el derecho de que los atiendan.
“Me hicieron el triage (la evaluación para determinar qué tipo de asistencia requiere un paciente y qué tan urgente es) y me dijeron que no tenía ninguna sospecha de coronavirus, que por favor esperara.
Pasaron entre tres y tres horas y media. El médico que me atendió me dijo que sí tenía fiebre (ya estaba en 38,5 grados), que su compañera se había equivocado, que los síntomas eran graves y encajaban todos con el coronavirus. Que entonces iban a seguir el protocolo, a llamar a la Secretaría de Salud y a decirme qué hacer.
Primero me mandaron a una sala de oficina como para aislarme. Es una sala como de la parte administrativa.
Ahí pasaron una serie de anécdotas como las que ya conté en Twitter: que una enfermera le dijo a su superiora que le daba susto entrar donde yo estaba porque estar supuestamente contagiado. Y la superiora le respondió: “sí, y además tú te viniste esta mañana en Transmilenio”.
Bock aclara que él no notó tanto mala gana de atenderlo sino más bien falta de preparación del personal.
Sobre eso, hasta ahora la información oficial que hay es del 3 de marzo, cuando la Secretaría de Salud anunció que parte del alistamiento incluía que hospitales y clínicas se encargaran de que todos sus médicos, enfermeras y profesionales de la salud realizaran un curso virtual de la Organización Panamericana de la Salud sobre “detección, prevención, respuestas y control” de virus respiratorios como el Covid-19.
“Ya eran como las 6 o 7 de la noche del viernes y me pasaron a un cubículo para mí solo, que sí estaba adecuado como para estar aislado, con un ventanal grueso y una camilla.
Sin embargo, me sorprendió bastante que me dijeran que me iban a hacer varios exámenes, pero no el del coronavirus, y que si daban negativo, entonces sí tenía coronavirus.
A uno le meten un copito johnson en la nariz y lo hunden. Eso lo hicieron cuatro veces. Fue un poco incómodo.
Me dijeron que los primeros salieron negativos. Se contradecían entre los doctores, hasta que llegó una doctora y me dijo que ninguno había dado positivo, pero que podía tener una bronquitis que podía terminar en una neumonía. Era bastante confuso. El copito se lo llevaron como muestra y me dijeron que lo enviarían a la Secretaría de Salud para evaluar si tenía coronavirus”.
La Silla Vacía consultó con la enfermera jefe de un hospital público que explicó que “el protocolo es que a todo el mundo se la hacen las dos pruebas (la del covid-19 y la de otros virus) porque también están circulando otros virus, entonces se debe saber qué tratamiento les van a hacer a los pacientes y si es necesario someterlos a aislamiento. Así está en la circular del Ministerio de Salud que habla sobre el tema”.
Amanecí ahí. El sábado me dieron el alta a las 10 de la mañana. Seguía con fiebre y para eso me mandaron acetaminofén. También seguía con dolor en el cuerpo. Me mandaron para la casa y me dijeron que esperara a que la Secretaría de Salud se comunicara conmigo en unas 48 horas.
Me fui para la casa. Pensé que entre sábado y domingo debía tener algún resultado. Ese día seguí muy maluco, con fiebre, escalofrío y la tos.
El domingo tuve una crisis porque me costaba muchísimo respirar. Eran como las 6 de la tarde y llamé al 123, pero desde mi casa no nos pudimos comunicar. Nos tocó pedirle a un amigo que lo hiciera desde su teléfono y que si le contestaban nos pusiera en conferencia. Como a las 7 me atendieron.
Fue bastante rápido: me hicieron preguntas concretas sobre los síntomas, les repetí todo lo que había pasado, aunque más resumido. Dijeron que en hora y media máximo iban a enviar una ambulancia. Sentí agilidad y les creí que iba a llegar, pero nunca llegó.
Al tiempo intenté con la prepagada, que tiene el servicio de médico en casa, pero nos dijeron que yo estaba en una espera de nueve horas y que iban a hacer todo lo posible para adelantarlo.
Ese médico llegó a las 11 de la noche. Me dijo que tenía la frecuencia cardíaca muy baja, pero que no tenía muy claro por qué. Me terminó de hacer el chequeo y antes de irse me recomendó insistir al 123 para que enviaran la ambulancia. Era casi medianoche.
Yo ya había pasado la crisis de respiración y me sentía más tranquilo, así que esperé a que amaneciera este lunes a ver qué, y a las 10 de la mañana apareció un médico a decir que habían recibido la llamada al 123 y que quería ver cómo estaba.
Era joven. Estaría máximo sobre los 30 años. Sentí una buena atención. Otra vez me hizo el chequeo, me tomó los signos y dijo: “voy a insistir y a presionar para que envíen la ambulancia y entreguen los resultados de la prueba”. Él como que había llegado con alguien más. Dijo: “tengo que bajar un momento para hacer la llamada y meter presión y vuelvo y les digo qué es lo que me cuentan”. ¡Pero nunca volvió!
Volví a insistir con el 123 porque es muy sospechoso que él no haya vuelto a aparecer, pero ha sido imposible comunicarme”.
La Silla Vacía no recibió una respuesta oficial de la Secretaría de Salud sobre este caso. Sin embargo, el Secretario de Salud, Alejandro Gómez, ha dicho que era previsible el aumento del número de llamadas que se dio tras la confirmación del primer caso el 6 de marzo. “Llegué a un acuerdo (el 12 de marzo) con la de ETB para tener más canales telefónicos que sean necesarios, de suerte que no tengamos un problema técnico. Estamos creciendo en Talento humano y puestos de trabajo en la medida en que se hace necesario”, le dijo Gómez a RCN Radio.
Mientras el 6 de marzo (cuando se confirmó el primer caso) tres personas consultaron al 123 por enfermedades respiratorias, el 12 lo hicieron 130. Es decir: se multiplicaron por 10. De acuerdo con el Secretario, son 80 personas contestando llamadas de día y “algo menos de la mitad en los turnos nocturnos”.
Al menos en Twitter, por ejemplo, hay quejas constantes de gente a la que no le contestan. Aunque no es claro qué tan representativos son esos casos sobre el total de llamadas atendidas, el caso de Bock cuenta como uno en el que, después de intentarlo mucho, logró comunicarse, pero no obtuvo la atención que le prometieron.
Por ahora sigo en la casa. Vivo con mi esposa y mi hijo de siete años, pero estoy aislado en un cuarto que tiene baño. Tengo tapabocas y solamente entra mi esposa, que también se pone tapabocas, con la bandeja de las comidas. No he salido nada.
Hoy me siento bastante mejor. Ya no tengo fiebre y siento menos dolor en el cuerpo, aunque sigue la tos. Y sigo esperando a ver qué dice el examen”.
No obtuvimos una respuesta oficial para entender por qué le dijeron que la respuesta la obtendría en 48 horas.
A la primera paciente detectada con coronavirus en Colombia, que como Bock fue atendida en una clínica privada, le hicieron la prueba el 2 de marzo y el resultado se conoció el 6 de marzo (96 horas después).
La sensación que me queda es que hay una parte de esta emergencia que está cogiendo de improviso al personal que trabaja en las clínicas. Y eso va desde el temor natural que pueda tener la chica que no quería entrar al cuarto donde me habían aislado, hasta las contradicciones de los médicos.
Yo no creo que tengan mala disposición, pero sí siento que están poco preparados. Y con el 123, no sé si ha sido mala suerte, pero a mí me ha funcionado muy mal.
Nota del editor: El jueves 18 de marzo Jonathan Bock publicó en Twitter que había dado negativo en la prueba de coronavirus.