Ayer, que se conmemoraron por tercera vez el Día Nacional de las Víctimas, salieron a marchar miles de víctimas en todo el país. No lo hicieron en Valencia, que tiene el triste récord de haber visto a tres de sus líderes de víctimas asesinados el año pasado y donde hace un año su líder más visible fue acribillado mientras planeaba la marcha de las víctimas.
Valencia, el pueblo donde las víctimas no marchan
A raíz del asesinato de Ever Cordero, hace un año las víctimas decidieron no salir a marchar en Montería. En Valencia hoy tampoco marcharon. Foto cortesía El Meridiano de Córdoba. |
Hoy, que se conmemora por tercera vez el Día Nacional de las Víctimas, salieron a marchar miles de víctimas en todo el país. No lo hicieron en Valencia, que tiene el triste récord de haber visto a tres de sus líderes de víctimas asesinados el año pasado y donde hace un año su líder más visible fue acribillado mientras planeaba la marcha de las víctimas.
Aunque la seguridad se ha convertido en uno de los mayores palos en la rueda de la restitución, en este municipio del Alto Sinú -que tiene las tierras más fértiles de todo el departamento y que también vio uno de los mayores índices de despojo- los líderes viven atemorizados.
“Ya Ever Cordero tiene un año de muerto y yo siento mucho miedo. La situación se puso muy pesada y nos sentimos muy abandonados. El Gobierno vino hace un año cuando lo mataron, ¿pero yéndose ellos, cómo quedamos nosotros?”, dice un reclamante de tierras que, como las demás personas de Valencia con quien habló La Silla, tiene miedo de dar su nombre. “Hay líderes que no salen ni a tomarse una gaseosa al pueblo”, dice otro.
“Se siente mucho más el miedo que en el resto de Córdoba. Yo no me he atrevido a ir a hacerle acompañamiento a mis compañeros porque la verdad es que me da mucho miedo. No hay las garantías de seguridad para que los líderes hagan su papel y representen a las víctimas”, cuenta Rosa Amelia Hernández, la líder de víctimas en la cercana Planeta Rica alrededor de quien La Silla -con el apoyo de los Súper Amigos- creó el 'Proyecto Rosa'.
Ellos mantienen un perfil muy bajo porque no quieren que les pase lo de Éver”, añade Rosa, que trabajó con Cordero y que marchó hoy en Planeta con ataúdes en honor a él y su colega valenciano Ermes Vidal.
Incluso en Córdoba, donde la restitución está arrancando con fincas emblemáticas de los hermanos Castaño como Santa Paula y que ha sido una de las regiones más golpeadas por las amenazas, el caso de Valencia es atípico. No existe un conteo riguroso de cuántos líderes de víctimas o restitucio?n han sido asesinados, pero La Silla no encontró ningún municipio donde hubiera siquiera dos casos el año pasado. En Valencia, asesinaron tres el año pasado.
El primero fue Ermes Enrique Vidal, un líder campesino de 60 años de la vereda de San Rafael de Pirú que había sido desplazado de su finca por parte de paramilitares y venía amenazado por intentar recuperarla. Desapareció el 21 de marzo pasado cerca de su casa y su cuerpo apareció cuatro días después a orillas del río Sinú, en un corregimiento de la vecina Tierralta, con señales de tortura.
Aunque formalmente no llevaba un trámite en la Unidad de Restitucio?n de Tierras, Vidal -cuyo padre Evaristo había sido asesinado hace 20 años y su hermano Teófilo también fue asesinado en 2010 en pleno centro de Valencia- siempre fue un líder de desplazados y estaba en la mesa municipal.
Apenas 20 días después, Ever Antonio Cordero -que era el otro delegado de víctimas municipal- fue asesinado en momentos en que ultimaba los detalles de una marcha en favor de las víctimas que nunca comenzó y que dio paso a un velorio en todo el departamento. A sus 45 años, era el líder más visible del municipio y, según cuenta Rosa Amelia Hernández, se preparaba para llegar -con el apoyo de otros seis municipios- a la mesa departamental.
Su asesinato ocurrió un día antes de que el presidente Juan Manuel Santos viajara a Montería para entregar los títulos a las primeras familias restituidas en la emblemática Hacienda Santa Paula que perteneció al clan Castaño. Ese mismo día hizo un consejo de seguridad en Valencia, acompañado por los ministros de Defensa y Agricultura, en el que prometió incrementar a 30 mil millones de pesos -o veinte veces- los recursos para proteger a los líderes de víctimas y restitución.
“Le pedimos al señor Director de la Policía que encargara un oficial con rango de general para que se responsabilizara de montar toda una estructura, dedicada exclusivamente a la protección de los reclamantes y de los líderes de las víctimas”, dijo Santos.
Aunque la Unidad de Protección tiene ahora 40 mil millones para líderes y el general Jorge Rodríguez ha liderado un grupo que ha capturado a responsables del hostigamiento a reclamantes como Sor Teresa Gómez, la situación en Valencia sigue siendo peligrosa para los reclamantes. Las amenazas contra los Cordero fueron tan grandes en los días siguientes que 34 de sus familiares terminaron saliendo de la vereda de Fabra donde vivían, incluidos 22 nin?os.
Ocho meses después, el 19 de noviembre, Gildardo Padilla viajaba en moto por una carretera rural del municipio cuando un par de hombres lo abordaron y lo acribillaron, dejándolo tirado en medio de la vía.
Padilla estaba en proceso de reclamar dos fincas en el vecino municipio antioqueño de San Pedro de Urabá, de la que habían tenido que salir desplazados por las AUC. En ese proceso fueron asesinados doce miembros de su familia en San Pedro y en San Pelayo (Córdoba), incluyendo a sus padres y a tres de sus hermanos. Salvatore Mancuso fue condenado a 40 años por estos crímenes.
Las amenazas habían vuelto a comenzar cuando la familia decidió iniciar el trámite de restitucio?n. Acababa de salir de la oficina de la Unidad de Restitucio?n en pleno centro de Montería cuando le llegó a Padilla un mensaje de texto diciendo “dejen eso quieto”, como contó la periodista Ginna Morelo en su serie de crónicas “La ruta del despojo”.
Valencia, una de las zonas más fértiles de Córdoba, fue uno de los epicentros del despojo. Con 569 solicitudes, es el segundo municipio con mayor número de reclamos de tierras en Córdoba (después de Montería) y reúne una de cada cuatro solicitudes en uno de los departamentos con mayores niveles de despojo.
Hasta el momento sólo ha salido una sentencia allá, en la hacienda Las Tangas que perteneció a los hermanos Vicente, Fidel y Carlos Castaño. Sin embargo, las 23 familias que recibieron 170 hectáreas -de las 2100 que tiene la finca- no han vuelto aún y su retorno requiere condiciones de seguridad que aún no tienen.
Ese número de reclamos aumentará seguramente a medida que salgan sentencias de restitucio?n y sobre todo, si disminuye el temor, ya que según el antiguo Registro Único de Población Desplazada (Rupd), de allí salieron desplazadas 19 mil personas entre 1997 y 2010, sólo por detrás de Tierralta y Puerto Libertador en el departamento. Incluyendo a Carmen Palencia, la líder de tierras de Tierra y Vida que ganó el Premio Nacional de Paz hace dos años.
Pero es tanto el miedo que, como contó Verdad Abierta, durante el juicio del caso Las Tangas el juez señaló que la mayoría de las víctimas prefirió guardar silencio sobre los responsables de su despojo.
Como le contó a La Silla una persona allá, la advertencia de que “el tema de tierras no lo toquen” es común en una zona que es corredor estratégico de drogas desde el nudo de Paramillo hasta los municipios de la costa del Urabá como Arboletes. Y en el pueblo son comunes los comentarios ladinos y saludos irónicos, que hacen sentir a las víctimas en un ambiente de hostigamiento permanente.
“Valencia es uno de los sitios donde más fuerte fue el paramilitarismo y donde más atrapado quedó el aparato del Estado. La gente tiene miedo porque no ha olvidado y porque siguen asesinando gente, lo que hace muy normal esa desconfianza hacia las instituciones”, dice Gerardo Vega, el líder de restitucio?n de tierras que lidera la Fundación Forjando Futuros y que también recibió el Premio Nacional de Paz hace dos años.
Precisamente buena parte de las fincas emblemáticas de la plana mayor de las AUC, como Jaraguay, Santa Mónica, Roma, Pasto Revuelto, estaban en esta zona donde 'Don Berna' dijo que “no se movía una hoja sin [su] consentimiento”. De hecho, todavía hay un colegio en el corregimiento de Villanueva con una placa en honor a Fidel, el mayor de los Castaño.
Hace seis días hubo un avance pequeño, aunque clave. Por fin se pudo instalar la mesa municipal de víctimas, que es el espacio donde los líderes interactúan con las autoridades locales y desde donde suben las inquietudes locales a la mesa departamental y luego a la nacional.
Tres veces habían intentado montar la mesa, que es el espacio de participación más importante para las víctimas, pero cada vez los temores eran mayores. Al fin y al cabo a la primera mesa, que se instaló poco después de creada la Ley de Víctimas de mancera temporal, pertenecían dos de los tres líderes asesinados.
Por eso, un año después del asesinato de Cordero y cuatro meses tras la más reciente muerte de uno de sus líderes, las víctimas de Valencia no se sienten con ganas de conmemorar su día.