Vargas ya no es de mostrar ni en su partido

Silla Sur

El excandidato presidencial no ha salido a apoyar a los candidatos de Cambio, que incluso han rechazado ofertas de él para ello. Mientras, el partido no tiene apuestas en varias de las principales contiendas.

A un mes de las elecciones locales el excandidato presidencial Germán Vargas Lleras no  ha sido visible en tarimas, giras o fotos de campaña a pesar de que hay más de 11.900 candidatos que avaló su partido, Cambio Radical.

En la entrega de avales sí influyó en algunas decisiones grandes, sobre todo para gobernación y sus capitales (los demás los definieron los congresistas y los comités regionales, en coordinación con el secretario general Germán Córdoba) pero incluso allí Vargas no tiene candidatos propios.

Tampoco logró que Cambio sumara nuevos grupos políticos, como en 2015 y 2018, por lo que si el partido gana poder regional será más gracias a las estructuras de cada candidato o grupo político que a quién hasta hace un año era su líder indiscutido y su as electoral.

Esa "desvarguización" de Cambio es tan clara que un estratega de una campaña de la costa contó que uno de los candidatos que asesora no quiere que Vargas aparezca a su lado aunque le haya dado el aval, porque era “como pegarse un tiro en una pierna”. 

Cinco miembros del partido nos dijeron que no sabían si Vargas saldría en el último mes  a hacer campaña, uno de ellos está seguro de que no lo hará, pero otro nos dijo que sí se ha hablado el tema. En todo caso, no es claro cuál sería el impacto si empieza a figurar. 

Pero más allá de esa decisión de Vargas, esto es  consecuencia del mal resultado en las presidenciales.

Sin figurar pero con algo de injerencia

En febrero de este año contamos que Vargas regresaría a lo electoral con una gira nacional para acercarse a sus bases. Aunque la hizo, el efecto parece haber sido tan poco que a nivel regional no ha vuelto a figurar.

Pero sí ha estado al tanto de la campaña: tres congresistas de Cambio coinciden en que sí les ha preguntado cómo van las campañas y en que desde Bogotá definió avales.  

Por ejemplo, para la Gobernación de Santander prefirió avalar a su amigo Elkin Bueno, un viejo militante de Cambio y directivo de su fallida campaña presidencial, y no a la casa Aguilar en cabeza de Mauricio Aguilar, hermano del senador de Cambio, Richard Aguilar. 

En el Chocó terminó no dándoselo al exgobernador Patrocinio Sánchez, de La U y condenado por peculado por la Corte Suprema, sino a Nigeria Rentería, quien tenía el apoyo de toda la dirección de Cambio en el departamento, que presionó para que fuera ella la candidata. 

De hecho, ese caso muestra que más que escoger candidatos a dedo, como si hicieron los senadores Gustavo Petro y Álvaro Uribe, Vargas tuvo un papel menor en su partido y también quedó claro que sus aliados de 2018 le hacen menos caso.

Así fue en la sonada alianza entre Gaviria, los Char y el uribismo para impulsar a Elsa Noguera a la Gobernación del Atlántico, en la que Vargas no tomó decisiones.

O en el aval liberal a la Alcaldía de Sincelejo al exsenador rojo Mario Fernández. A pesar de que quería el aval de Cambio, por la pelea de Char y Vargas, y porque su esposa y senadora de Cambio, Ana María Castañeda, se salió del debate de las objeciones presidenciales a la JEP en contra de la postura de Vargas, acabó llegando primero el expresidente César Gaviria a darle el aval. 

Y quizás el caso más elocuente es el de la salida del grupo de la Misión Carismática Internacional al liberalismo, encabezado por la ahora candidata al concejo de Bogotá Sara Castellanos, hija de la senadora de Cambio, Claudia Rodríguez de Castellanos. 

Ese menor poder de Vargas frente a caciques electorales que hace año y medio buscaron crecer a su sombra se nota también en la estrategia electoral de todo el partido, que no solo es menos vertical sino que le apuesta más a parcelas de poder que a victorias.

Más alianzas que candidatos propios

En 2015, Cambio fue a 13 capitales con candidato propio y ganó 6 de esas alcaldías, más otros dos candidatos propios con coavales de otros partidos. Solo en dos casos apoyó a candidatos ajenos que ganaron, cifras que muestran la fuerza que tuvo su logo.

Para Gobernaciones fue similar, pues sus candidatos ganaron 14 gobernaciones con o sin alianzas. De esos, 7 eran con alianzas pero el logo de Cambio estaba de primero  y en 5 ocasiones ganaron solo con el logo de Cambio.  

Eso en parte por el impulso que había ganado Vargas luego de que Juan Manuel Santos se reeligiera y quedara listo para ser su sucesor. “Todos querían tener el logo de Cambio Radical en esas elecciones”, le dijo a La Silla el estratega político Carlos Suárez. 

Hoy el panorama es muy diferente, pues la mayoría de candidatos van con alianzas y no solo Cambio Radical, también los liberales, La U e incluso los Verdes, como contamos. 

En capitales hicieron 19 alianzas e irán solos en apenas 5 ciudades, la mayoría pequeñas, como por ejemplo en San José del Guaviare con Ramón Guevera o en Puerto Carreño con Jair Esteban Beltrán. 

Además, no tiene candidato en tres de las ciudades más grandes del país: Medellín, Bogotá y Cali. 

Por el lado de Gobernaciones es similar: hizo 26 alianzas, prácticamente en casi todos los departamentos va de la mano de otro partido. Irán solos en Bolívar con Hernando Padaui, en Santander con Elkin Bueno, y en Vaupés y Vichada, con Jair Arango Torres y Nery Oros. 

De esas 26 alianzas en Gobernaciones, en 12 el candidato viene de Cambio pero, si ganan, tendrán en principio que repartir el poder y la burocracia con los grupos que los coavalan.

Eso muestra cómo el logo pasó de sumar a restar en los lugares en los que pesa el voto de opinión para alcaldías o gobernaciones. E incluso en otros casos: en Antioquyia se fue en coalición con el Mira a asamblea y concejo de Medellín, para evitar quedarse sin curules.

Esa realidad de Cambio, sumada a las de otros partidos como el Centro Democrático o el Liberal muestra que en estas elecciones se nota la debilidad de los partidos que hacen cada vez más alianzas y tienen menos apuestas con su sello.

Y más en el caso de Cambio, cuyo principal sello se ha desvalorizado entre los mismos políticos, pues ha sido Vargas.

 

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