OPINIÓN

Del Monte Fuji a La Habana

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En la cobertura de prensa de las negociaciones en La Habana poco se ha mencionado la necesidad de reducir las consecuencias del conflicto y la exclusión en los territorios colectivos indígenas y afros del país. ¿Debería hacer parte de la agenda?

Acaba de terminar la reunión bianual de la Asociación Internacional para el estudio de los bienes comunes (IASC) que este año se realizó en el Monte Fuji (Japón). Esta asociación fue fundada en 1989 por Elinor Ostrom (1933-2012) con el ánimo de promover un diálogo productivo entre gente en la práctica y la academia, interesados en los recursos compartidos de manera colectiva o también denominados “recursos de uso común”.

Muchas lecciones quedaron de esta conferencia para el caso Colombiano, y ahora que el tema agrario ha avanzado al parecer de manera positiva en las negociaciones de paz en La Habana, se pregunta uno si el tema de los territorios colectivos debería ser parte central de la discusión para un contrato social que también reduzca el impacto del conflicto en nuestros territorios indígenas y consejos comunitarios de las comunidades negras.

La reunión de este año se realizó al pie del Monte Fuji con cinco días de sesiones, conferencias magistrales, talleres de capacitación y visitas de campo a proyectos que las comunidades rurales de esta fascinante región llevan implementando por décadas, incluso siglos, dentro de la lucha por acceder a sus tierras comunitarias a pesar de múltiples conflictos con los sistemas gubernamentales centrales. Margaret McKean, co-organizadora de la conferencia de este año lleva décadas de trabajo estudiando estas luchas, y ha estimado que entre 1600 y finales de los 1800s existían cerca de 12 millones de hectáreas en tierras comunales en Japón, de las cuales aún unos 3 millones pueden persistir hoy, además de una larga tradición de pequeñas pesquerías manejadas de manera colectiva en los pueblos costeros.

Durante la conferencia se otorgaron por primera vez los Premios Ostrom creados por un grupo de colegas y discípulos de Elinor Ostrom con el fin de promover el estudio y la práctica del manejo de los recursos comunes. Los premiados son testimonio del avance de estos temas y las ramificaciones que se han venido dando desde estos enfoques, como es el caso de los recursos comunes del conocimiento, en los que Charles Schweik fue uno de los premiados por sus trabajos en la industria del desarrollo de software y otras formas de producción colectiva de conocimiento. Otros premios a practicantes y académicos celebraron el esfuerzo y la persistencia de comunidades rurales en el mundo entero por defender su acceso a tierras, bosques, agua, pesca y tantos otros recursos de manera colectiva.

¿Qué tiene que ver esa conferencia con Colombia? Nuestro país tiene cerca de 114 millones de hectáreas en su territorio continental y unos 3,800 kilómetros de línea costera en el caribe y el pacífico. De esa área continental cerca de 31 millones de hectáreas se encuentran en resguardos indígenas y unos 5 millones de hectáreas en consejos comunitarios de comunidades negras. Estamos hablando de 1/3 del territorio nacional que se encuentra en formas de acceso y manejo del territorio que requieren de un enfoque de política pública mucho más cercano al concepto de espacios colectivos y recursos de uso común que al enfoque agrario tradicional de acceso individual y familiar a la tierra. Las zonas costeras y la pesca artesanal y semi-industrial de nuestras costas y rios es parte del mismo contexto de acceso colectivo a los recursos y que no está sujeto al régimen de propiedad estatal o privada.

Desafortunadamente el conflicto armado toca diariamente a indígenas en sus resguardos y la población afro en sus consejos comunitarios. Allí el acceso a infraestructura, educación, salud, o mercados sigue siendo inferior al del resto de la población mestiza y blanca del país, tal como lo mostró la Misión de Movilidad Social y Equidad del DNP.

La ruralidad de los territorios colectivos es una más de varias formas de acceso a la tierra. Proteger el acceso pacífico y productivo al territorio de las comunidades indígenas y afro debería ser parte de la agenda en La Habana, pero hasta ahora he oído más bien poco del tema en la cobertura que se le ha dado a este primer tema. Ojala aparezca en la agenda de al menos una de las dos partes, ojalá desde ambas.

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