La ministra del Interior terminó su primera legislatura con un balance negativo. No solo por la falta de mermelada sino también por errores propios.
Nancy Patricia Gutiérrez, una política a la que no le ha ido bien con los políticos
La ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez. Foto: Prensa MinInterior
Nancy Patricia Gutiérrez, la ministra del Interior del presidente Iván Duque, fue la responsable de las relaciones con el Congreso en un año en el que, como contamos, le fue mal al Gobierno. Aunque se ha dicho que eso se debe a las relaciones sin mermelada, que ha defendido y mantenido Duque, se sumaron unas legislativas estancadas en las objeciones presidenciales a la Ley Estatutaria de la JEP y una serie de tropiezos del Ministerio de Interior.
El ministro del Interior, o de la política, es el principal encargado de hacer que la agenda legislativa del Gobierno tenga éxito en el Congreso, aunque algunos proyectos los manejan otros Ministros con su apoyo.
En este año Gutiérrez tuvo a cargo 13 iniciativas de los 19 proyectos de reforma constitucional y de ley que presentó Duque, y solo logró que se aprobaran tres de los siete que salieron adelante del Gobierno. A Gutiérrez se le hundieron seis iniciativas y cuatro siguen vivas.
Y eso a pesar de que es una política de carrera en un Gobierno con pocos políticos.
Un perfil político para un cargo político
En su gabinete, Duque le dio cancha a conocedores de sus áreas y no a políticos, y Gutiérrez encaja en esa mirada justamente porque sí es política, en la cartera del tema.
Nació en Girardot (Cundinamarca), estudió Derecho en la Universidad del Rosario y viene de las entrañas de la política tradicional de Cundinamarca.
Hizo toda la carrera en la política local como liberal (fue concejal, alcaldesa y directora regional del Icbf) hasta que llegó a la Cámara en 1998 de la mano de su madrina política, Leonor Serrano de Camargo.
Duró 12 años en el Congreso, como vargasllerista y como uribista: en 2002 se reeligió con el movimiento liberal “Colombia Siempre”, que encabezaba el entonces senador Germán Vargas Lleras (también abogado rosarista), y con él se fue a Cambio Radical en 2006.
El nuevo director de Noticias RCN, Juan Lozano, quien fue cercano a la Ministra desde que fundaron Colombia Siempre en 1993, recuerda que como congresista fue importante:
“Era la joven esperanza de Cundinamarca en la Cámara, una joven altiva a la que le gustaba hacerse notar con trabajo y dedicación. En esa legislatura ella y María Isabel Rueda representaban un nuevo estilo”, explicó Lozano.
A Gutiérrez le fue bien. Fue gobiernista con el conservador Andrés Pastrana y luego con Uribe, y presidió tanto a la Cámara como al Senado, tareas que usualmente se dejan a quienes tienen una buena formación y mucho respeto de sus colegas.
En 2010 decidió no aspirar de nuevo porque quería lanzarse a la Gobernación de Cundinamarca pero finalmente no lo hizo porque tenía encima una investigación de la Sala Penal Corte Suprema por presuntamente haberle pedido al DAS, siendo presidenta del Senado, que le entregara información reservada sobre la exsenadora liberal Piedad Córdoba, que usó en 2008 en un debate en la plenaria.
La Sala Penal de la Corte, que estaba en pleno choque con Uribe, incluso le decretó la prisión domiciliaria en 2011, aunque en 2012 la exoneró.
Entre tanto, Gutiérrez se alineó con Uribe y rompió cobijas con Vargas y Cambio, que eran parte de la coalición de gobierno de Juan Manuel Santos (con Vargas como Ministro de Interior) mientras éste se alejaba rápidamente de su antecesor.
Una vez resuelta la investigación, Gutiérrez entró a dirigir Asomóvil, el gremio de operadores de celular, lo que la volvió a poner en contacto con funcionarios y políticos.
Se lanzó a la Gobernación de Cundinamarca en 2015 por firmas y con avales conservador y uribista, y solo algunos aliados de Cambio Radical y liberales. Perdió frente a Jorge Rey y regresó a Asomóvil, donde estuvo hasta que entró al Ministerio del Interior.
Esa trayectoria, especialmente el haber sido congresista, presidente del Congreso y cabeza de gremio poderoso, eran auspiciosas para la cartera de la política. Pero no ha sido así.
Criticada y con tropiezos
Según cinco congresistas, parece que Gutiérrez no estuviera aplicando su experiencia ni el peso de su trayectoria, que le da la jerarquía suficiente para ser interlocutora válida de los Senadores.
De hecho, a diferencia de sus antecesores más poderosos, que también habían sido senadores, no se hace silencio en el Congreso cuando habla.
Aunque la Ministra se reune con los congresistas antes de llegar a la discusión en las plenarias o en las comisiones, de todos modos hay críticas de los mismos congresistas.
“Llega al debate de una reforma del Gobierno, no saluda a nadie, interviene poco y se queda mirando su computador todo el debate”, nos dijo un congresista uribista.
Un ejemplo de eso, que La Silla vio de primera mano, fue cuando en el debate en plenaria de Senado de las objeciones a la JEP, cuando el Gobierno dependía de un voto para que se hundieran o no, estuvo sentada en una curul uribista mientras los congresistas discutían.
Para un congresista de Cambio, la Ministra no ha podido adaptarse a una realidad nueva. “Es como una espadachín en la Segunda Guerra Mundial”, dice, señalando que la ministra de la política del Gobierno que no da mermelada, no ha podido actuar sin mermelada.
En eso concuerda un exsenador de vieja data: “No hay parámetros recientes para poder comparar la gestión de Nancy Patricia con otros ministros del Interior pues es la primera vez en mucho tiempo en que a un ministro le toca lidiar sin mermelada un Congreso.”
Ante esas críticas la Ministra le dijo a La Silla: “Para semejante tarea, la experiencia como congresista y como presidenta en las dos corporaciones, ha sido más que necesaria. He cumplido las directrices del presidente Duque, que encajan con mi convicción de una relación respetuosa con los congresistas y con los partidos. Muchos creen que el Gobierno debe darle órdenes al Congreso y ese no es el estilo de este Gobierno.”
A eso se suma, según una alta fuente del Ministerio, que con el nuevo Estatuto de la Oposición hay bancadas independientes, lo que cambia toda la dinámica.
Ante ese cambio el Gobierno fracasó con la estrategia de armar acuerdos legislativos por bancada y luego tuvo éxito en su agenda económica con la fórmula divide y reinarás: dejó de negociar los votos con los jefes de los partidos para hacerlo con los congresistas.
Pero esa estrategia no ha servido para todos los temas, y además Gutiérrez ha cometido errores claros que han debilitado su potencial de liderazgo.
Uno ejemplo de los errores fue su reacción a las críticas cuando los proyectos anticorrupción se empezaban a hundir, a fines del año pasado, y el Gobierno no había cumplido la promesa de Duque de ponerles mensaje de urgencia para que salieran adelante.
En ese momento Gutiérrez explicó que si ponía el mensaje las reformas constitucionales de Duque para la política y la justicia se hundirían porque dejaban de estar de primeras en el orden del día.
Pero eso no es cierto, pues solo pierden esa prioridad si el Gobierno pide que se tramiten con insistencia, algo que se puede hacer solo después de presentar un mensaje de urgencia. Según una alta fuente del Ministerio, lo que pasó es que Gutiérrez hizo cuentas y vio que si ponían los mensajes a mitad de la legislatura, alcanzaban a salir.
Y la Ministra Gutiérrez le dijo a La Silla: “Esta figura que acorta el tiempo del trámite, permite que los proyectos se tramiten en 20 días. Es decir que el paquete total: los del Gobierno y los de la mesa técnica, podrían salir para el 16 de diciembre, fecha en la que terminaban sesiones”, explico.
En todo caso, las reformas se hundieron y los proyectos también (unos siguen vivos), por lo que el descache de la Ministra dejó mal parado al Gobierno, pues no pudo cumplir su promesa y con seis meses de retraso.
Otro tropiezo que le salió caro fue la confusión con el conciliador de la Cámara para el proyecto anticorrupción que prohibía las reclusiones especiales a los condenados por corrupción, un proyecto que venía del cuatrienio pasado, presentado por un grupo de uribistas, el exfiscal Néstor Humberto Martínez y el exministro de Justicia Enrique Gil Botero.
Ante una enorme presión de tiempo pues se hundía si no se conciliaban los textos que habían aprobado el Senado y la Cámara, la Ministra le dijo al representante uribista Gabriel Vallejo que era conciliador de la Cámara, cuando lo era Jairo Humberto Cristo.
Con ese dato Vallejo se reunió con el conciliador de Senado, Germán Varón de Cambio, y lograron la conciliación, pero cuando la iban a radicar se supo que Vallejo no era el conciliador. Ya no había mucho tiempo y terminó hundido el proyecto.
Gutiérrez explicó que cometió un error, y eso volvió a dejar mal parado al Gobierno e hizo que Duque perdiera la posibilidad de anotarse un punto.
Un tercer tropiezo se dio en ese mismo proyecto: cuando se hundió en medio del escándalo de los conciliadores, Gutiérrez no recordó que tenía andando un proyecto similar, que había presentado Duque como uno de sus compromisos anticorrupción, lo que habría podido reducir el golpe en popularidad y credibilidad.
De hecho, quien lo recordó fue uno de los ponentes, José Daniel López de Cambio Radical.
Sin embargo, la Ministra Gutiérrez, ante ese hecho le contestó a La Silla:
“Como las iniciativas (anticorrupción que presentó Duque) eran compatibles con el proyecto que lideraba la Fiscalía, le pedimos al exfiscal Martínez y a la comisión primera de Senado nos dieran visto bueno para incluir en ese proyecto algunas de las que habíamos presentado. Siempre pensé que el proyecto sería aprobado y estas iniciativas ganaban tiempo”, explicó.
Otro error más se vio en el hundimiento, en Comisión Primera de Cámara, de otro de los proyectos anticorrupción, el que obligaba a que los funcionarios públicos presentaran, antes y después de dejar su cargo, la declaración de renta.
En el debate final en la Comisión su presidente, el uribista Gabriel Santos, abrió el registro para votar pensando que estaban los representantes suficientes para aprobar el proyecto, pues la coalición gobiernista tenía los votos que hacían falta. Pero algunos estaban ausentes y ningún asesor del Ministerio estaba pendiente, por lo que el proyecto acabó archivado a falta de un voto.
Aunque una alta fuente del Ministerio dice que el culpable fue Santos, que supuestamente no sabía que una reforma constitucional necesitaba la mayoría absoluta para salir adelante, el Ministerio no lo acompañó y el proyecto murió no por falta de mermelada sino de organización.
Y es que justamente otro de los puntos débiles de lo que ha hecho la Ministra es que, como dice un congresista que pidió no ser citado “ese despelote se debe a que la Ministra no está bien asesorada”.
Asesores no políticos
El Ministerio tiene dos fichas claves para ese relacionamiento con el Congreso, el viceministro de asuntos políticos y el director de asuntos legislativos, que depende de éste. Los dos son funcionarios que nombra el Ministro, y son su equipo básico para la relación con el Congreso junto con algunos asesores y profesionales.
En el pasado, los viceministros venían del mundo político, lo que le daba a ese equipo un peso político importante que se sumaba al del ministro y, en muchas ocasiones, al del otro viceministro y el secretario general.
Por ejemplo, con Santos fueron viceministros de asuntos políticos Guillermo Rivera, quien venía de ser representante liberal durante 12 años; Carlos Ferro, quien también fue 12 años congresista; Carlos Eduardo Géchem, hijo del senador Jorge Eduardo Gechem; o Juan Camilo Restrepo Gómez, quien venía de ser secretario general del partido de La U y por lo tanto conocía muy bien a toda la bancada del Gobierno.
Pero con Gutiérrez el viceministro no tiene ese peso: el hoy viceministro es Francisco José Chaux, hijo del excongresista y parapolítico liberal Juan José Chaux, quien salió del Congreso hace 17 años.
Chaux llegó en abril al viceministerio en reemplazo del hoy representante uribista por Bogotá, Juan Manuel Daza, quien renunció para posesionarse en la Cámara y tampoco tenía la trayectoria de sus antecesores.
El viceministro es un abogado constitucionalista que viene de la academia, solo había tenido un paso de poco más de un semestre en el Senado y venía de ser asesor de Gutiérrez, pero tampoco tenía gran cancha en el Congreso.
Eso quiere decir que un viceministro mucho más novato que sus antecesores llegó al cargo cuando las relaciones ya eran difíciles y justo cuando las objeciones de Duque se habían tomado la agenda legislativa y habían movilizado a los congresistas proAcuerdo contra el Gobierno.
Por eso, según una alta fuente del Ministerio, el cambio de Daza, que ya se estaba acomodando, por Chaux, dificultó la labor en el Congreso este año. Buscamos al Viceministro para hablar sobre el punto pero nos respondió que no tiene tiempo en su agenda.
El lío creció por la minga indígena, pues mientras Gutiérrez viajaba al Cauca para negociar el cese de la movilización , Chaux quedó encargado de las relaciones con Congreso. Eso con la dificultad de que arrancó el trámite de las objeciones y Chaux se declaró impedido porque su padre está tratando de acogerse a la JEP.
“El viceministro Francisco José Chaux es muy querido, pero parece como si no supiera dónde está parado”, dice un congresista de Cambio Radical.
Agregó diciendo que no entendía por qué un viceministro se la pasaba con una bolsa de paquetes de ‘besitos’ regalando a los congresistas en las plenarias y comisiones (en La Silla lo hemos visto, pero regalando chocolates).
Ante esa debilidad en el viceministerio, gana en importancia la dirección de asuntos legislativos, que suele ser más operativa y no ha llenado ese vacío.
En boca de un funcionario del Ministerio, la directora Isabel Cristina Jiménez es una biblia sobre lo que ocurre en el Congreso, pues fue parte de la UTL de Gutiérrez tanto en Senado como en Cámara (también fue su directora jurídica en Asomóvil).
Sin embargo, según una alta fuente del Ministerio que pidió no ser citada, aunque sabe de procedimiento legislativo, no tiene fuerza en las relaciones políticas para compensar la debilidad del viceministro.
Ese equipo legislativo con relativamente poca experiencia política ha hecho más difícil que Gutiérrez lidere una relación nueva con el Congreso. Es, al final del día, otro tropiezo para una ministra que a pesar de tener la hoja de vida para ser exitosa, ha tenido grandes dificultades para sacar adelante la agenda legislativa de Duque, y no solo por la falta de mermelada.
Un inicio poco halagüeño para el segundo año legislativo, que arranca el 20 de julio con la sombra de las elecciones locales y sin miembros de la coalición en las presidencias de Cámara y Senado, que ocuparán Carlos Cuenca de Cambio Radical y el liberal Lidio García.