Los dos principales programas del Gobierno para atender a las empresas afectadas por la pandemia, no aterriza del todo en el segmento más vulnerable del sector privado.
La reactivación de Duque ha quedado corta para las microempresas
Naty Marenco compró un gimnasio en diciembre de 2019. Con la plata que recibió de su liquidación y en sociedad con una amiga decidió montar un negocio que la llenaba de ilusión, un centro de entrenamiento solo para mujeres donde el éxito del ejercicio no se medía por kilos perdidos o centímetros de cintura menos, sino por qué tan cómodas con sus cuerpos se sentían sus clientas.
Después de dos meses de meterle plata a equipos y publicidad el negocio dejó de dar pérdidas, y en marzo esperaban empezar a dar algo de utilidad. Pero el covid se atravesó en sus planes.
Just Be, como se llama el negocio de Naty, es una de las 1,5 millones de microempresas formales registradas en Colombia, y una de las 280 mil que por tener menos de tres empleos no pueden pedir el subsidio a la nómina, Paef, el programa más ambicioso del Gobierno para ayudar a las empresas en crisis por el covid.
Además, como se constituyó formalmente solo en enero, los bancos tampoco le prestan a pesar de que los créditos son la otra gran estrategia del Gobierno.
Aunque ya no tiene sede física se mantiene a punta de sesiones virtuales, con las que sostiene el empleo de una recepcionista y le genera ingresos a ocho instructoras que trabajan por horas y, antes de la pandemia, ganaban por mes entre 300.000 y 1.000.000. Hoy Naty no tiene ninguna certeza sobre cómo será el próximo año.
Su historia es el reflejo de lo duro que es para las microempresas navegar en la pandemia, y de cómo los dos principales programas del Gobierno de Iván Duque se han quedado cortos para convertirse en un verdadero salvavidas para estas empresas que representan el 90 por ciento del tejido empresarial y contratan a la mitad de la fuerza laboral formal del país.
Los créditos les llegan poco
Para evitar que las empresas se quiebren con la pandemia el Gobierno concentró sus esfuerzos principalmente en dos ejes: dar créditos a las empresas y subsidiar salarios y primas.
Para los créditos, la punta de lanza son los bancos del Estado (Bancóldex, Fiduagraria y el Fondo Nacional de Garantías) que manejan 22 billones de pesos para respaldar créditos que hagan los bancos comerciales como Bancolombia, Davivienda, el Banco de Bogotá o Itaú a empresas y trabajadores independientes.
No es que el Estado preste los 22, sino que le garantiza a los bancos que les responde por entre el 60 y el 90 por ciento de lo que presten si los deudores no pagan. Claro, solo en los créditos que queden cubiertos por el programa.
Según un informe de la Superintendencia Financiera de Colombia a corte de 25 de septiembre, solo se han usado 8 de los 22 billones, el 40 por ciento de la plata. Y de ellos, 3,3 billones han servido para respaldar 222.504 créditos para microempresas.
El mismo informe muestra que de 1,25 billones de pesos que han prestado los bancos con plata de Bancóldex, solo 8 por ciento han llegado microempresas, y apenas 15.364 de ellas han recibido esa plata.
De acuerdo con la Comisión Consultiva para el Financiamiento Empresarial, el grupo de gremios y empresarios que convocó el Presidente para que aconsejen al Gobierno qué hacer para impulsar al sector privado, esa estrategia de apoyo a los créditos no ha funcionado porque es muy restrictiva, como lo explicamos en detalle en esta historia.
La crítica de la Comisión es que pone demasiadas condiciones para elegir a quién apoyar, como el tener un historial crediticio de un año que impidió que Naty pudiera acceder al préstamo. O no tienen suficientes bienes para respaldar el préstamo o tienen muy pocos ingresos..
Eso, para muchas empresas y especialmente microempresas, es difícil de cumplir.
Derlys Estruen, directora de estudios económicos del gremio que representa a las micro, pequeñas y medianas empresas en la Comisión, Acopi, comentó a La Silla que sondearon a 100 de sus afiliados, y de las 42 empresas que solicitaron un préstamo, lo consiguió menos de la mitad (48 por ciento).
“El acceso a los créditos de las microempresas sí se ha dado en una menor proporción que a las de gran tamaño, no cumplen con las condiciones que exigen en los bancos, la situación del nivel de riesgo es alta”, explica la analista.
El otro problema es que las tasas a las que les prestan a las mipymes es alta y, según el informe de la Superfinanciera, esos préstamos subieron de tasa en 76 puntos durante la pandemia, de 36,55 a 37,31. Mientras tanto, bajaron las tasas de los demás tipos de crédito (excepto de los sobregiros, que subió 11 puntos, y los créditos de consumo de bajo monto, subió 5 puntos).
Es decir, mientras es más barato para una gran empresa o para una familia endeudarse hoy que en marzo, para las microempresas es más caro - y en muchos casos necesitan la plata para no quebrarse y producir más desempleo.
Para evitarlo quedaría la otra estrategia, la del subsidio al empleo. Y también se queda corta.
Los subsidios se concentran en las grandes
“Se han hecho esfuerzos, ha llegado alguna plata pero lo que necesitan ahora las empresas afectadas por la pandemia, del tamaño que sean, es principalmente subsidios a la nómina y no tanto estos préstamos”, comentó Luis Carlos Reyes, director del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana.
En mayo el Ministerio de Hacienda creó un programa para subsidiar el pago de los empleados de empresas formales con salario reducidos.
Da 351.000 pesos, 40 por ciento de un salario mínimo, por cada empleado formal, es decir por el que la empresa aporte seguridad social y pensión, y es para las empresas que hayan tenido una reducción en sus ingresos de 20 por ciento o más, tengan más de 3 empleados y sean formales.
En junio, le sumó un subsidio a la prima de 220 mil pesos por empleado que gane hasta 1 millón de pesos, y con las mismas condiciones.
Como resultado de los dos programas el Gobierno ha dado subsidios por 3,3 billones de pesos a 85.000 empresas, de las que 64 por ciento son microempresas, aunque la mitad de la plata se fue para empresas de más de 50 empleados.
Un análisis del centro de pensamiento de Fedesarrollo muestra que esas cifras significan que es más probable que el Gobierno haya apoyado a un empleado de una empresa grande que a uno de una pequeña: ayudó al 74 por ciento de los empleos generados por las grandes empresas y a menos del 50 por ciento de los empleos de las micros.
Nuestros cálculos indican que el subsidio a la nómina le ha llegado a una fracción importante de los asalariados formales, 67%, pero con heterogeneidad de acuerdo con el tamaño de empresa:
— Luis Fernando Mejía (@LuisFerMejia) September 25, 2020
47% del total de empleados en microempresas,
62% en pequeñas, y
74% en medianas y grandes. pic.twitter.com/sTH8yAMcK0
Por eso la semana pasada, cuando el Gobierno pasó en el Congreso una ley que extiende estos beneficios hasta al otro año, Acopi publicó un comunicado agridulce que reconoce que el subsidio es un gran apoyo para un número importante de empresas, pero lamenta que no se hubiera permitido incluir a empresas con menos de tres empleados.
Aunque la política tuvo cambios como la aprobación de un beneficio adicional para las empresas que mantengan en su nómina mujeres, que tendrán un subsidio de 60 por ciento del salario mínimo, es decir 526.682 pesos, al dejar por fuera a estas microempresas, según los cálculos de Acopi, se quedan sin el apoyo más importante los micronegocios que emplean 309.000 personas.
Lo que hay frente a lo que hace falta
Para el presidente de la Andi, Bruce Macmaster, el problema es que la respuesta del Gobierno se ha quedado corta frente al tamaño de la crisis.
“Yo hablaba de las etapas de salvamento, reactivación y reconfiguración de la economía. La vicepresidenta ha pensado mucho en la última etapa, Minhacienda en reactivación, pero en el salvamento no se está pensando”, dice.
Esta semana el Gobierno responderá las peticiones que presentó la Comisión Consultiva para el Financiamiento Empresarial para rescatar empresas.
En este informe pidieron entre otras cosas:
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Que el Gobierno financie créditos a 8 y 10 años, con periodos de gracia (sin pagar cuotas) de 2 y 3 años, que les de liquidez y les permita pagar cuando pasen las vacas flacas
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Que cree un subsidio a la tasa de interés para créditos de consumo, es decir pagar aparte de los intereses de las familias que compran cosas, para que haya más demanda
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Que cree un programa para inyectarle capital a las empresas al borde de la insolvencia, es decir, que meta directamente plata pública para salvar empresas que con eso puedan seguir funcionando y eventualmente le devuelvan la plata al Estado en impuestos
Para microempresarios como Naty, y según nos confirma la directora de estudios económicos de Acopi, un alivio para arrendar locales y reactivar su negocio es clave.
Eso no es fácil de lograr, porque para los funcionarios que deben asegurarse de que la plata llegue a su destino o enfrentar investigaciones de las ías, es más sencillo controlar que una veintena de bancos hagan bien su trabajo, a qué hacen con subsidios decenas de miles de empresas que pueden malgastarlo.
Pero en ese embudo es que quedan microempresarios como Naty.
En todo caso, el Gobierno parece estar pendiente. Hace una semana lanzó el programa “Economía para la Gente”, que promete invertir 1,72 billones de pesos en 582.640 microempresas y emprendimientos entre 2020 y 2022, con programas que van desde promoción de ventas de productos hechos por microempresarios, hasta creación de centros de transformación digital para capacitar a empresarios micro y pequeños; pasando por la creación de centros de comercialización regionales, para facilitarle a los microempresarios, en particular agricultores, vender sus productos.
Varios de estos proyectos ya existen y son manejados por el Departamento de Prosperidad Social, los ministerios de Industria y Comercio, de Agricultura, de TIC y de Cultura, y el Sena con algunas adiciones. Otros, como los centro de comercialización son nuevos.
El Ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, dijo a La Silla, que la idea es repotenciar los programas que ya existen con más plata, y crear nuevos para que ayuden a formalizar y a que se mantengan las empresas. También, en unas respuestas enviadas por el Ministerio a La Silla, dice que parte de la apuesta es mostrar toda la oferta institucional en un solo lugar, de manera organizada para que los microempresarios puedan acceder a ellas.
Esta centralización, todavía no existe. Hoy no hay un lugar donde los empresarios puedan ver la oferta del Gobierno, a la que puedan aplicar, y en qué condiciones. Tampoco un documento claro que explique cuánto cuestan y cuáles son las metas de este programa.
De acuerdo con el Dane, las microempresas emplean a 14 de las 22 millones de personas que trabajan en el país, pero son también las que más lento se están recuperando de la crisis económica que detonó la pandemia, como contamos.
Por eso es urgente que el Gobierno logre reorientar sus políticas para evitar que se quiebren empresarias como Naty y que más gente vuelva a tener ingresos.