Esta práctica ya había ocurrido en 2012 en el puerto, pero se reactivó a inicios del año pasado.
Las casas de pique: lo que le faltaba a Tumaco
Fernando Carrillo, en la mesa territorial de líderes sociales en Tumaco ayer, al presentar su investigación sobre las casas de pique.
La revelación que hizo el procurador Fernando Carrillo de la existencia de casas de pique en Tumaco para la desaparición de personas es el punto más alto de la degradación de la violencia en el puerto y una muestra más -tal vez la más macabra de todas- de que el ‘laboratorio del posconflicto’ que quiso implementar el presidente Juan Manuel Santos allá está en su punto más crítico.
El informe realizado por la Procuraduría Delegada para la Restitución de Tierras, que Carrillo expuso pero cuyo contenido se desconoce, indica de la existencia de al menos siete casas en donde “torturan y descuartizan personas”.
“Las casas de pique que tanto escandalizaron a Buenaventura que hoy están (en Tumaco) y la comunidad lo sabe. Yo sé que hay temor para denunciarlo y lo tenemos documentado también en este trabajo”, reveló Carrillo, quien además dijo que para ese trabajo las bandas “someten niños a trabajos macabros de recuperación y trasteo de cadáveres”.
La Silla Pacífico supo por seis fuentes dentro y fuera del puerto, que esta práctica ya había ocurrido en 2012, pero se reactivó a inicios del año pasado.
Las casas en el puerto
Las casas de pique en Tumaco son un secreto a voces dentro de la comunidad. Por aparte, dos investigadores en terreno le dijeron a La Silla Pacífico que conocieron de la existencia de estas prácticas desde el año pasado a través de denuncias, entrevistas con pobladores, rumores e incluso datos de las autoridades.
El último informe de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) sobre las dinámicas territoriales de las disidencias de las Farc da cuenta de la existencia de dos de esas casas en un mapa sobre la criminalidad de Tumaco, en dos zonas diferentes.
Una estaría ubicada en el barrio Viento Libre (uno de los más peligrosos del puerto), en el que se mueven las autodenominadas Guerrillas Unidas del Pacífico, al mando de alias David, y otra en el barrio Familias en Acción donde hay hombres de la disidencia de alias Guacho, enemigo de ‘David’.
Estos grupos se confrontan, según el comandante de la Policía, coronel José Palomino, para quitarse entre sí el dominio del narcotráfico y de los muelles por donde sacan la droga, además de traficar armas. Con eso, tienen autoridad y control territorial en partes del municipio.
Además, según el Coronel, cuando hay capturas de cualquiera de estos grupos, “se matan entre integrantes del mismo grupo para ver quién asume el liderazgo”.
Esos dos no son los únicos grupos armados que están en estos barrios y que le pelean el control a militares y policías que patrullan el casco urbano del puerto, en el marco de la estrategia Hércules.
Una fuente en terreno nos dijo que los cuerpos de los desaparecidos “los sacan por lanchas hacia el puerto -porque los barrios quedan muy cerca al Pacífico- y los botan a mar abierto y nadie los encuentra”.
“Es una estrategia para disciplinar a la gente”, dijo ayer Carrillo desde el puerto.
Precisamente, según uno de los investigadores en terreno, las víctimas son ‘sapos’ o víctimas de extorsiones que no pagaron.
Esa hipotesis cobra fuerza porque la extorsión ha cobrado fuerza en las últimas semanas, según nos dijeron la presidenta de la Cámara de Comercio, Zaida Mosquera, y una fuente de la Iglesia.
Mosquera cuenta que en el primer trimestre de este año se han ido cien comerciantes del puerto, a los que los grupos armados obligan a pagar 20 o 30 millones, o entregar mercancías ropa, zapatos, celulares y comida.
Aunque la Procuraduría no señaló a los autores de estas prácticas, dos fuentes del puerto nos dijeron, por aparte, que quien tendría la capacidad de hacerlo es gente al mando de alias David “el más fuerte dentro de Tumaco hoy por hoy”, por encima de alias Guacho, debido a su control de barrios, hombres y armas.
Lo que contó ayer la Procuraduría llegó solo una semana después de que las autoridades en Tumaco celebraran que el puerto había pasado 22 días sin homicidios.
El coronel Palomino le explicó a La Silla que parte de la baja en los homicidios se explica por una nueva estrategia de seguridad, que consiste en patrullar las 24 horas del día los cinco barrios más problemáticos con grupos combinados de Ejército, Policía y Policía Judicial que hacen requisas y control en las entradas y salidas.
Pero otras fuentes no descartan que los homicidios hayan sido reemplazados por desapariciones que, según tres fuentes, están disparadas.
“En lugares de alta militarización, como Tumaco, es posible que esto ocurra como otra expresión de violencia emergente”, resume una de las fuentes.
De todos modos, es difícil contabilizar cuántas desapariciones en Tumaco están ligadas con las víctimas de las casas de pique, porque en el puerto el silencio es ley.
El miedo a la denuncia
Según dos fuentes de la Iglesia que no citamos por seguridad porque hacen trabajo comunitario en sectores peligrosos del puerto, en 2012 era un secreto a voces de la existencia de estas casas, en ese entonces eran controladas por Los Rastrojos, que las Farc sacaron de la zona.
“Hubo un caso de un señor que se negó a pagar una extorsión, él denunció y al otro día le cortaron la cabeza”, nos dijo una de las fuentes.
Por casos como ese, es muy difícil que la gente denuncie por temor a represalias.
“Ellos (las bandas de cada barrio) saben quién pone la denuncia, tienen control social”, nos dijo uno de los investigadores con los que hablamos.
Los grupos armados se enteran de las denuncias de la gente, según las dos fuentes de la Iglesia, porque es muy común que se filtren desde las entidades encargadas de recibirlas, como la Policía.
“Nosotros nos enteramos de las cosas por los rumores de la gente o porque las personas vienen a pedir ayuda para encontrar algún familiar, pero acá no es una opción denunciar”, dijo una de ellas.
Incluso investigadores que sabían de estos hechos hace tiempo se limitaron a hablar por miedo.
Eso mismo ocurre con las violaciones de menores de 10 y 14 años, que también denunció ayer Carrillo. El informe de la FIP sobre Tumaco da cuenta de que estos crímenes también son una forma de control, para “marcar a las mujeres” a través de la violencia sexual.
La ausencia de denuncias ha hecho, según el defensor del Pueblo de Tumaco, Gieseken Alegría, que haya un subregistro de los asesinatos y desapariciones.
“Por eso es importante que el Procurador lo haya puesto en evidencia porque él está blindado y si una institución lo dice esperamos que la justicia pueda hacer algo” nos dijo la fuente de la iglesia.
Jalón de orejas
Durante la presentación del informe, Carrillo dijo que ante las casas de pique, desapariciones y violaciones, “todos deberíamos hacer un mea culpa colectivo (...) porque hasta ahora todo lo que hemos hecho es insuficiente. Aquí se han hecho esfuerzos pero no integrados. Es una colcha de retazos”.
Eso queire decir que para el procurador no es suficiente la estrategia de seguridad que lanzó el presidente Juan Manuel Santos el año pasado, y que ha dado frutos como capturas constantes de miembros de las estructuras de alias Guacho, David, La Empresa y el Clan del Golfo (como esta última hace cuatro días). “La necesidad del Estado es fundamental, pero sincronizando acciones”, dicjo Carrillo.
De todos modos, para este Gobierno se acaba el tiempo. Es por eso que probablemente Carrillo indicó al final de su exposición en que “hay que insistir mucho en la necesidad de construir sobre lo construido. Ojalá esto sea lo que hagan los candidatos presidenciales”.
Este nuevo hecho, sumado al del asesinato de los tres miembros del diario El Comercio de Ecuador, además de las revelaciones del diario Wall Street Journal que involucrarían a Iván Márquez en negocios del narcotráfico -como Jesús Santrich- seguramente reforzarán los discursos anti acuerdo de Paz y de mano dura en Tumaco que ya están presentes en la campaña presidencial.