Con grupos armados peleando las rutas narco y los territorios, la línea más dura del Gobierno insiste en la infiltración en la movilización, pese a que no haya pruebas claras de la misma
El ruido de la infiltración a la Minga beneficia a los ilegales
Enfrentamientos entre mingueros y fuerza pública. Fotos: Colombia Informa y El País.
Uno de argumentos más duros del Gobierno y del uribismo para que el presidente Iván Duque no vaya al Cauca, como exigen los líderes de la Minga, es que la guerrilla del ELN, las disidencias y los Pelusos habrían infiltraron las protestas en las que más de 20 mil indígenas, campesinos y afros completan hoy 22 días bloqueando la vía Panamericana.
Ese ruido se mantiene porque durante esas tres semanas de movilización ha habido hostigamientos, combates entre ilegales y enfrentamientos con la fuerza pública.
Aunque más allá de las declaraciones no hay pruebas directas de esa infiltración, el ruido beneficia a los grupos ilegales, que mantienen sus acciones contra la fuerza pública y al mismo tiempo debilitando el liderazgo de quienes son muchas veces sus víctimas.
El ruido siempre acompañó a la Minga
La versión de la infiltración arrancó nueve días después iniciado el bloqueo, tras la muerte del patrullero de la Policía, Boris Benítez.
#Bogotá El ataque a nuestra Fuerza Pública hoy en el Cauca demuestra que hay infiltraciones de grupos armados en manifestaciones de vía Panamericana. Esas infiltraciones deben ser denunciadas, y esperamos que organizadores nos ayuden a encontrar a los responsables de este crimen. pic.twitter.com/t5hPOFzFII
— Iván Duque (@IvanDuque) 20 de marzo de 2019
Después el comandante de las Fuerzas Militares, general Luis Fernando Navarro, aseguró que miembros del antiguo Frente Sexto de las Farc y del Frente de Guerra Suroccidental del ELN están en las protestas.
Hace ocho días el ruido se incrementó por siete hostigamientos en igual número de municipios del Norte del Cauca que están en Minga y una explosión que dejó ocho muertos en Dagua, al occidente del Valle, en preparación de una movilización indígena.
Sobre este último caso, el ministro Guillermo Botero acusó inicialmente a los indígenas de haber manipulado explosivos para provocar la explosión, alterar la escena de los hechos y no permitir la entrada del Ejército.
En relación con los hechos de #Dagua, #Valle, se advierte que indígenas alteraron el lugar de los hechos. Manipulación de los restos de la explosión hará mucho más difícil trabajo de los entes de investigación. Alterar la escena de un crimen implica una conducta delincuencial pic.twitter.com/RzfSJGdbdh
— Guillermo Botero (@GuillermoBotero) March 22, 2019
Aunque los indígenas han rechazado todos los hechos y dicen que en Dagua les lanzaron una granada al sitio de concentración, los mismos han servido para que el uribismo defienda la tesis de la infiltración.
En FCPPC: Disidencias de las Farc están infiltradas en bloqueos a la vía Panamericana, dice Policía | News | https://t.co/ATmsIGetxm
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) March 17, 2019
Pero dos altas fuentes de los gobiernos Nacional y departamental nos dijeron por aparte que no tienen pruebas de esa infiltración.
“Me he sentado con Ejército, con Policía y no tengo nada de eso (pruebas de infiltración), lo que tengo es la alocución del Presidente (de la muerte del Policía). Creo es que son grupos oportunistas que tensionan más la zona haciendo ese tipo de actividades”, nos dijo el gobernador del Cauca, Óscar Campo.
En un sentido similar nos habló la fuente del Gobierno, que pidió no ser citado porque no es vocero.
En esa línea el viernes, para bajar la tensión y avanzar en la mesa de negociación instalada en La Delfina, Valle (que amenazaba con bloquear la vía a Buenaventura), el Ministerio del Interior y los indígenas hicieron un pronunciamiento conjunto.
“Reafirmamos que los pueblos indígenas no son terroristas (...) rechazamos cualquier intromisión de actores armados ilegales que quieran perturbar el ejercicio legítimo de la protesta”, dice el comunicado, leído por el comisionado Miguel Ceballos.
Sin embargo, el Ejército se mantiene en la versión de la infiltración con dos grandes argumentos, de acuerdo con una alta fuente de inteligencia militar en el Cauca.
El primero es una “afinidad ideológica”, como nos dijo esa fuente, entre mingueros y disidentes del Frente Sexto en temas sociales y políticos. Su fin sería incidir en las elecciones de octubre con candidatos de su cuerda en esas zonas de Minga.
“Las acciones armadas son formas de presión, de resto hay es una situación política. Hay documentos cerrados (clasificados) de hace varios años que nos manifiestan la intención armada y política de estos grupos sobre los movimientos sociales”, nos dijo la fuente.
La segunda razón es que los disidentes tienen interés en la ruta narco que pasa por las zonas donde está la Minga, por lo que les ofrecerían protección y atacarían a los uniformados para no tener molestias al sacar droga por esa zona.
Además, los del Frente Sexto están liderados por Leyder Noscué Bototo, quien según un informe de inteligencia revelado por El Tiempo el sábado, lleva al menos 14 años en armas y es indígena. Por eso último, según ese informe, “es cuidado y protegido por los indígenas”.
Para los indígenas, ese ruido los pone en peligro y traba las negociaciones.
“Han estado tratando de estigmatizar y colocarnos al lado de los ilegales para luego justificar un ataque militar”, le dijo a La Silla el delegado político del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), Giovanny Yule, quien cree que el señalamiento no tiene lógica porque ellos han venido luchando contra esos grupos armados, evitando que se asienten en sus territorios.
De hecho antes de la Minga, en febrero, la Guardia Indígena que depende del Cric capturó a ocho disidentes en Tacueyó, Cauca, y la justicia indígena los condenó a 13 años de prisión; un mes atrás la Guardia evitó el robo de una camioneta con alimentos por parte de estos grupos; y éstos son los señalados del asesinato de líderes indígenas, como del gobernador Edwin Dagua, en Caloto, en diciembre.
“Hemos venido aplicando nuestra jurisdicción a estos ilegales”, agregó Yule.
Hasta el momento la Guardia no tiene reportes de ilegales que hayan intentado infiltrar la Minga. Por el contrario, acusan a las Fuerzas Armadas de infiltraciones.
Yule dice que los ocho posibles infiltrados que cogieron en la Minga buscaban “provocar desórdenes y luego justificar ataques a nosotros”.
“Uno era de la policía nacional, cinco militares y dos civiles (que llevaban prendas del Ejército). La mayoría niegan ser infiltrados, pero las investigaciones y sus mismos testimonios contradictorios dan a entender que sí querían infiltrar la Minga”, le dijo a La Silla Jhoe Sauca, encargado de derechos humanos del Cric.
Ninguno de los militares y civiles han sido judicializados, y los indígenas los han devuelto a garantes como la ONU, la Mapp OEA y la Defensoría del Pueblo.
Según los dos líderes, que los acusen de estar infiltrados justificaría una “guerra sicológica” de los militares a la protesta, con sobrevuelos nocturnos de helicópteros, lanzamientos de bengalas y panfletos, y uso de drones.
“Nos están tratando como solían tratar a los insurgentes”, le dijo Sauca a La Silla.
El beneficio del polvorín para los armados
El ruido alrededor de la Minga beneficia directamente a los ilegales al menos de dos formas.
La primera es en términos militares y de ocupación de territorios en el norte del Cauca, porque la idea de la infiltración ‘distrae’ a la Fuerza Pública, que se concentra en la Minga.
”Hay intención armada y política de ilegales sobre los movimientos sociales”
“Ellos (elenos, disidentes y pelusos) quieren que soltemos dispositivos (operativos) para sacar a los ejércitos de la zona”, nos dijo la fuente militar.
De hecho, han demostrado que pueden aprovechar esa atención en la Minga.
Así pasó con los seis hostigamientos en Toribío, Miranda, Santander de Quilichao, Caloto, Morales y Corinto en menos de 24 horas hace ocho días, que las autoridades atribuyeron al Frente Sexto de ‘Mayimbú’ debido al aniversario de la muerte de alias Tirofijo, fundador de las Farc, hace 11 años.
(No es la única disidencia en la zona, hay al menos cuatro grupos de disidentes o exguerrilleros que cambiaron de brazalete: la autodenominada Dagoberto Ramos que el año pasado amenazó al Cric; la Carlos Patiño, que ya tuvo enfrentamientos con el ELN, por el sur en Argelia; la Jaime Martínez, que se mueve por el Naya; y la del Frente Estiven González, que como contamos, es el enlace en el Pacífico de Gentil Duarte, el disidente más poderoso del país).
También está el ELN que crece sobre el sur del Cauca y trata de llegar hacia el norte, y los Pelusos (o EPL como se hacen llamar) que aterrizaron hace dos años para pelear la ruta narco con el Frente Sexto que va desde el norte, pasa por Jamundí y desemboca en Buenaventura por el río Naya, como contamos en enero.)
”Nos tratan como trataban a los insurgentes”
“Todo esto les sirve para tenernos amedrentados, asustados, agobiados y eso hacen es perpetrar actos que generen temor”, nos dijo el gobernador Campo sobre los disidentes.
Con los militares encima de la Minga y los indígenas concentrados en esa movilización, los ilegales tienen más libertad de acción.
La segunda forma en que se benefician es que con el ruido les queda más fácil atacar el liderazgo de indígenas que van en contra de su expansión.
“Debilitan al Cric matando líderes y haciendo un pulso de poder donde le quitan credibilidad a un actor que tras el proceso de paz le apuesta a un desarrollo conjunto que va muy en línea con la estrategia de estabilización y esos grupos van en contra de esa estabilización”, nos dijo nuestro experto en la Red de Paz de La Silla, Dylan Herrera.
”No hay más información más allá de lo que dijo el Presidente”
Aunque la Guardia dice que pueden reconocer quiénes son ajenos, y que están presentes en todos los puntos de concentración, con requisas incluidas, no es fácil mantener control sobre las 11 zonas de bloqueo y los 20 mil mingueros, con apenas 2 mil miembros de la Guardia.
“Lo que ha hecho la comunidad (cuando ve desconocidos) es llevarlos a una zona llamada de prevención, no retención, para investigarlos”, explica Sauca.
Pero eso es insuficiente para hacer lo que han pedido el Gobierno y los militares: que la Minga responda por las infiltraciones.
”El Gobierno pide a las víctimas que controle a sus víctimarios”
Para Herrera, eso “no tiene sentido (...) Tampoco se puede esperar que contengan todo. Tienen articulación en agenda, pero no en orden público. El Gobierno básicamente les pide a las víctimas que controlen a sus victimarios”.
En lo único en lo que el ruido no beneficia a los ilegales es en el control de la vía alterna a la Panamericana que va de Suárez a Morales y usarían para mover droga y armas. Como esa carretera es el corredor humanitario entre el norte y el sur del Cauca, hoy los afecta que la cuida la Fuerza Pública.
De hecho la orden para los indígenas que están cerca a la vía es no bloquearla para no quedar en medio de un posible fuego cruzado.
En todo caso, el ruido definitivamente va a continuar y mantendrá la tensión en la Minga que hoy retoma sus diálogos con el Gobierno, a través de la Ministra del Interior. Falta ver si la presión del tiempo y del desgaste hace que las partes cedan.