Alfredo hace campaña a lo ‘Fico’, y Ramos le fija los votos

Silla Paisa

Inscripción de la candidatura de Alfredo Ramos a la Alcaldía de Medellín. Foto: Twitter.

Mientras el candidato uribista a la Alcaldía de Medellín se desmarca de la política tradicional, su padre organiza su estructura propia.

La adhesión con bombos de Jesús Aníbal Echeverri -un político curtido con 15 años en el Concejo de Medellín- a la campaña del uribista Alfredo Ramos, recuerda la política tradicional que ha hecho toda la vida Luis Alfredo Ramos, papá del candidato que pinta más fuerte a la Alcaldía.

Aunque no sabemos hasta ahora si Ramos padre tuvo que ver con esa decisión, es un hecho que el exgobernador de Antioquia en juicio por parapolítica se está moviendo para sumarle votos a su hijo.

Luis Alfredo  no tiene cargos en la campaña de Alfredo. Su rol es el de un asesor externo, que le tiende puentes con gremios y figuras de la política local, y que buena parte del tiempo lo observa desde la distancia.

Así, el candidato se desmarca de la política tradicional que encarna su padre, pero a la vez asegura la estructura que el exgobernador ha construido en Medellín por más de 40 años, los mismos que tiene su hijo.

Juntos pero no revueltos

La sede de campaña de Alfredo Ramos es un coworking pet friendly, decorado con puffs y graffiti, en El Poblado, uno de los sectores más exclusivos de Medellín.

El candidato sale a la calle casi todos los días, con jóvenes, a repartir manillas y publicidad, pero no volantes porque, según ha dicho, su campaña no incluye papel. Reparte además tarjetas biodegradables con semillas de mostaza adentro, para plantar. 

Ni en la sede ni en esos recorridos se mantiene Luis Alfredo. Aunque asistió a la inscripción de su hijo, no fue protagonista; y hace dos semanas, cuando Álvaro Uribe salió a la calle a hacer campaña con Alfredo y el candidato a la Gobernación Andrés Guerra, Ramos no estuvo con ellos.

Tampoco participó en ninguna de esas decisiones. Todas las toma el candidato con su esposa Juliana Hernández y su círculo más cercano, que son “un grupo de millennials que le meten la ficha más que todo a las redes sociales”, como nos dijo un político vieja guardia que hace parte de la campaña, mas no de su primer círculo.

“La campaña de Alfredo es distinta… estamos en el tránsito a la nueva política”, nos explicó el representante a la Cámara uribista César Eugenio Martínez, quien es de origen conservador como Ramos.

Eso en medio de una profusión de candidatos que están haciendo campaña a lo ‘Fico’, en la calle y de blue jean, sin logos de partidos y mostrándose como independientes, como hemos contado en La Silla Paisa.

Pero eso no quiere decir que Luis Alfredo Ramos esté quieto.

La mano del padre

“Voy a votar por Alfredo Ramos. Hace días me llamó el papá, me dijo que me quería presentar a su hijo, candidato a Alcalde de Medellín”, nos contó hace seis meses un cacao paisa de vieja data. “Nos reunimos los tres, pero solo habló el hijo. Luis Alfredo solo escuchaba”.

Los límites a su papel los puso el mismo Exgobernador, según coincidieron hablando por aparte las 15 fuentes uribistas que consultamos para esta historia, incluidos él y Ramos hijo.

Por ejemplo, nos contó, el viernes pasado por la mañana hubo una reunión para planear los últimos 35 días de campaña, con 120 de sus miembros.

“Intervinieron Alfredo, la cabeza de lista al Concejo Gabriel Dib y Fabio Valencia. Yo intervine, ¿pero sabe por qué, más que todo? porque estamos organizando un evento para recoger fondos, con 300 personas en el hotel Dann Carlton”, nos contó el Exgobernador.

“Nos vamos a tomar un jugo -porque a Alfredo no le gustan cocteles ni nada con licor- y a comer unos pasabocas. La donación es de un millón de pesos”, añadió.

Según el candidato Ramos, su papá no pertenece a su equipo programático, pero algunos de los asesores que le ayudaron a armar el plan de Gobierno se los presentó él, como al exgerente del Metro, Ramiro Márquez; o el exrector de la Universidad de Antioquia, Alberto Uribe.

De hecho, el gerente financiero de su campaña, Luis Fernando Begué, ha sido amigo toda la vida de la familia Ramos; y algunos exfuncionarios de la Gobernación, como el exsecretario de Competitividad y Productividad, Maximiliano Valderrama, o el de Minas, Nicolás López, son colaboradores.

Ese papel de presentarle gente incluye líderes locales que arrastren votos.

Por ejemplo, el mismo viernes Ramos padre le organizó una reunión con deportistas en la Plaza Mayorista. Estaban los presidentes del Deportivo Independiente Medellín, Michael Gil, y el del América de Cali, Ricardo Pérez, que son dueños de una parte importante de esa plaza de mercado. 

Propuso también organizar un recorrido en bicicleta, usuales en las campañas políticas desde las elecciones de hace cuatro años, pero con ciclistas paisas famosos. 

“Vamos a tratar de que estén Martín Emilio ‘Cochise’ Rodríguez, Sergio Luis Henao, María Luisa Calle, Santiago Botero”, nos dijo Luis Alfredo Ramos. Con casi todos se ha reunido ya.

También, le contó a La Silla, le ha organizado a su hijo reuniones con líderes populares de las comunas del norte de la ciudad, y con miembros de Juntas de Acción Comunal, bases conservadoras con las que tiene un arraigo especial desde la época en que gobernó.

“El que quiere a la vaca, quiere al ternero”

El liderazgo de Luis Alfredo Ramos es fuerte en la cuna del uribismo porque es uno de los pocos gamonales vieja guardia que siguen activos (en contraste con el liberal Bernardo Guerra Serna, por ejemplo, que está más apartado por su edad y su salud). 

También es la cabeza de una de las dos casas políticas más robustas del Centro Democrático, con la diputada más votada Ana Cristina Moreno y tres candidatos al Concejo de Medellín; y es visto como un perseguido político por su proceso por parapolítica.

“Como dicen, el que quiere a la vaca, quiere al ternero”, nos dijo el representante godo uribista César Eugenio Martínez.

Por eso, nos contó el gerente financiero Begué, algunos líderes de base suelen decir que “van a votar por el hijo de Luis Alfredo”. 

Por ejemplo, en las comunas Belén y Guayabal hay personas, más que todo adultos mayores, que recuerdan a Luis Alfredo porque les construyó una escuela o un centro de salud, según nos contó Carmen Cartagena, quien gerencia la campaña de 19 candidatos a edilesuribistas en esa zona.

“La ciudadanía espera que el hijo tenga una corresponsabilidad con ella, como la que tuvo su padre”, nos dijo Gloria Marín, candidata a repetir periodo en la Junta Administradora Local de La América. 

Ese arraigo se notó el jueves pasado, cuando el representante conservador Germán Blanco llenó el auditorio de la Asociación de Institutores de Antioquia, en el centro de Medellín, para recibir al candidato y escucharlo. 

Ha sido uno de los pocos eventos públicos en los que ha estado Ramos papá con su hijo. Y allí estuvo La Silla.

”Usted tiene una gran carga sobre los hombros con su papá”, le dijo al candidato el cura que abrió la reunión política, luego de leer un pasaje del Evangelio.

El representante Blanco le pidió especialmente a Ramos papá que fuera a la reunión. Llegó de último, incluso después de su hijo y cuando el Congresista había finalizado su discurso.

En cuanto llegó le entregaron el micrófono y, en medio de su discurso, dio un par de instrucciones a su hijo. “Alfredo, hay que darle a esta ciudad la seguridad que no ha tenido en los últimos años (...) Alfredo, tiene que ponerle la mano a la movilidad”.

Remató, entre aplausos: “Los invito para que le den la mano a una persona nueva, a una persona moderna (...) voy a acompañar a todas las personas que le den la mano a Alfredo en esta campaña”.

El Exgobernador fue, esa noche, el gancho para las bases del único congresista godo que está de frente con su hijo. 

“Esperamos que este mes que viene Luis Alfredo nos acompañe un poquito más, que se pare en la calle o en un semáforo con nosotros, que se haga más visible”, nos dijo el gerente Begué.

Queda ver qué tanto va a funcionar, en las cinco semanas que quedan de campaña, la estrategia de mantener a Luis Alfredo Ramos lejos del corazón de la campaña, pero con sus bases preparadas para volver a votar por su apellido.

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