Más allá de ser un campeón en el triple salto en política, su trayectoria marca un estilo metódico y calculador para gobernar.
Daniel Quintero, el activista que tiene todo fríamente calculado
Foto tomada de la cuenta de Twitter de @VaneGonzalezMon.
Quienes siguieron de cerca la campaña a la Alcaldía de Medellín habrán escuchado varias veces la historia de Daniel Quintero repetida, casi idéntica, en entrevistas, debates y conversatorios a los que asistió:
Un joven hecho a pulso, que se crió en un barrio popular, en el contexto violento de Medellín de los años ochenta y noventa. Sin dinero, sin oportunidades y pasando por mil trabas para poder terminar sus estudios en una universidad pública.
“Se suponía que no debería estar aquí, que los que nacimos y crecimos en una familia trabajadora de un barrio popular no podíamos aspirar a la Alcaldía de Medellín”, así empieza el video con el que arrancó campaña el alcalde electo de Medellín.
Contra pronóstico lo logró, pues Quintero cargaba con todo lo que se supone que genera estigma en Medellín: trabajó en el gobierno de Juan Manuel Santos, un enemigo político del uribismo; promovió el Sí del Plebiscito en la ciudad del No; le hizo campaña a Gustavo Petro a la Presidencia y precalentó su campaña criticando la gerencia de EPM, la joya de la corona de Medellín.
Pero Quintero, a diferencia del resto del país, no estaba sorprendido con el resultado de ese domingo, porque detrás del joven de origen popular, independiente y pilo en programación y tecnología, hay un estratega político que ha calculado cada paso en su vida.
De ingeniero a político
La anécdota que Quintero cuenta sobre el computador que su mamá le regaló a los 12 años para entretenerlo en casa y que no saliera a las calles peligrosas de la ciudad, es la explicación que da sobre su pasión por la tecnología y la programación.
A los 14 años ya se había graduado de bachiller de El Tricentenario, un colegio público en el noroccidente de Medellín, y desde ese entonces quiso entrar a la universidad. Su obsesión, coinciden varios de sus amigos más íntimos, ha sido la educación como herramienta para avanzar.
A pesar de obsesionarse con el estudio y de escoger el camino de la ingeniería, su perfil no era el tipo de universitario que le dedica días enteros a prepararse para un examen o una exposición.
“Era muy estratégico, optimizaba mucho el tiempo y sabía dónde enfocar sus energías. Sabíamos descifrar a los profesores y predecir lo que iban a preguntar en los parciales”, nos contó Diego González, quien conoció a Quintero el primer día de clases y se convirtió en su amigo durante toda la carrera.
González también nos contó que desde ese tiempo universitario Quintero se destacaba por dos cosas: ser pragmático y pensar en grande.
Lo pragmático porque, con esa capacidad de optimizar el tiempo y las energías, buscaba terminar su carrera pronto, cogiendo el máximo de créditos posible y sin tomar materias electivas que consideraba innecesarias.
Lo de pensar en grande porque, a diferencia de González, que se graduó y buscó trabajo en una empresa en Medellín como hace la mayoría, Quintero tenía en mente irse para Bogotá a encontrar mejores oportunidades, un plan que tenía desde pequeño según nos explicó el Alcalde electo.
Fue allá en la capital, estudiando una especialización en Finanzas en la Universidad de los Andes, que empezó a construir su empresa Intrasoft, una firma de software que presta servicios tecnológicos comerciales como el envío masivo de mensajes de texto a celulares.
González recuerda que el primer uso que le dio Quintero a su emprendimiento de mensajería instantánea fue político, en 2007, cuando se lanzó al Concejo de Medellín por el partido Conservador.
Ahí, al igual que en la campaña que acaba de terminar, tomó por bandera el tema de la educación, y su estrategia fue hacer campaña puerta a puerta en el Tricentenario.
“Se presentaba en cada casa como un nuevo liderazgo del barrio que iba a luchar para que los jóvenes tuvieran más oportunidades de estudiar, y en una base de datos recogía los nombres y el número de celular de las personas”, recuerda González.
Con esa información, unos días antes de las elecciones probó su programador y envió a todos un mensaje de texto con algo parecido a esto: “Hola, ¿te acuerdas de mí? soy Daniel Quintero. Espero contar con tu voto al Concejo”.
Fue una campaña sin recursos que logró alrededor de 2 mil votos, y aunque fracasó en su intento por ser concejal, desde entonces las herramientas de la tecnología se convirtieron en su gancho para hacer política, hasta el día de hoy.
De político a activista (y viceversa)
El siguiente paso de Quintero en la política fue apoyar la aspiración al Concejo de Medellín de su hermano mayor, Miguel. Desde ese momento empezó a mostrar su destreza para dar saltos entre colores políticos, algo que hemos contado en La Silla Paisa.
Como nos contó Diego Romero, uno de los asesores y amigos más cercanos de Quintero, fue un gesto de agradecimiento porque años atrás Miguel había abandonado sus estudios para trabajar y que él pudiera continuar su carrera universitaria.
Pero Daniel es el político de la familia y fue el cerebro de la exitosa campaña de Miguel que consiguió casi seis mil votos, quedándose con la segunda curul de la Alianza Verde para el periodo 2012-2015, para luego aterrizar en la Gobernación de Luis Pérez como director del banco de proyectos de Planeación.
En ese entonces él ya había terminado su especialización en Los Andes y había viajado a Estados Unidos para hacer un curso corto en Harvard en Administración de Finanzas Públicas y un MBA en Administración de Negocios en la Universidad de Boston.
Quintero le dijo a La Silla Paisa que esos estudios que realizó entre 2009 y 2012 los costeó con su empresa Intrasoft, que ya había prosperado para esos años.
Según registros en la Cámara de Comercio de Bogotá, para 2012 Intrasoft se dedicaba a prestar servicios de consultoría, manejo de información, mensajería de texto masiva, y diseño y manejo de software; tenía un promedio de 25 empleados y una utilidad cercana a los 300 millones de pesos.
Pero justo ese año se retiró de ella porque, nos explicó Quintero, su ejercicio político estaba afectando a la empresa y prefirió ceder su participación. Desde entonces el gerente es Pablo Cubides, un ingeniero industrial de Bogotá y amigo personal que hizo parte de ella desde su creación.
Quintero se concentró desde ese momento en el activismo a través de Piensa Verde, una fundación que lideraba temas ambientales en redes sociales y que organizó una sembratón de árboles que terminó siendo mundial.
Daniel Duque, el concejal verde electo de Medellín que hacía parte de las juventudes verdes para ese tiempo, nos contó que Quintero ya tenía muchos seguidores en redes sociales y una gran capacidad para convocar medios, un influencer, aunque todavía la palabra no estuviera de moda.
Por eso, luego de Piensa Verde, se lo ocurrió crear el partido del Tomate.
“Nos dimos cuenta que había un poder muy grande desde las redes sociales y que no vale la pena hacer activismo si uno no tiene incidencia en las decisiones”, nos dijo Romero, quien conoce a Quintero desde hace más de diez años.
Pero más allá del logro que tuvo el movimiento, que no pasó de ser una protesta a los políticos tradicionales del momento, este terminó siendo la mejor carta de presentación de Quintero para seguir apalancando su carrera política.
Eso porque fue gracias a él que llegó al liberalismo bogotano y a la casa Gaviria, donde su discurso y experticia en temas de tecnología e innovación tomó mucho más fuerza.
De activista-político a funcionario primíparo
“A Simón Gaviria le presentan a Daniel cuando estaba en el Tomate, se hacen muy amigos, tanto que lo invita al partido, lo postula a la Cámara en Bogotá y su amistad es tan estrecha que es quien representa luego a la casa Gaviria en el gobierno de Santos”, nos contó una fuente del círculo más cercano del expresidente César Gaviria.
Se hicieron tan amigos porque, según él y otros dos liberales que trabajaron en la campaña de Santos, ambos conectaron con los temas de innovación, el emprendimiento y las ideas jóvenes para hacer política.
Por eso, luego de que el Tomate no pudiese armar listas para lanzarse al Congreso, se lanzó a la Cámara de la mano de la casa Gaviria, y con una resistencia entre las bases liberales por ser nuevo en el partido, sorprendió en las urnas con 16 mil votos.
No logró curul pero siguió en el partido y le hizo campaña a Juan Manuel Santos, coordinando un grupo de jóvenes que promovía su reelección por la necesidad de la paz.
Más allá de la recomendación de Gaviria, “Santos lo tenía en su mente cuando ganó porque movilizó mucho su campaña con el liderazgo entre los jóvenes”, nos dijo una persona del gabinete de Santos que nos pidió no nombrarlo por discreción.
Por eso, al año de Santos ganar la reelección, Quintero recibió una llamada de la Casa de Nariño ofreciéndole participar por la dirección de Innpulsa, una entidad adscrita al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo que nació en el 2012 para fomentar y apoyar las ideas de emprendimiento e innovación en todo el país.
Esa fue la primera vez que Quintero ocupó un cargo público y le cayó como anillo al dedo.
Brillar: el capital político del Alcalde
Quintero llegó a Innpulsa en marzo de 2015, estuvo un año y cinco meses allí y luego pasó al viceministerio de Economía Digital del Ministerio de TIC, donde se mantuvo hasta el final del 2017.
Hablamos con ocho fuentes que trabajaron de cerca con Quintero en las dos entidades, entre aliados, subalternos y asesores, y todos coincidieron en que es un jefe muy hábil en el manejo de sus emociones y que pocas veces se sale de casillas.
También que es un hombre que no toma decisiones con el estómago y que antes de tomarlas escucha atentamente a su equipo.
Pese a eso, su gestión tanto en Innpulsa como en el viceministerio se destacó por proponer y apalancar cambios estructurales con los que muchos no estaban de acuerdo.
Por ejemplo, en Innpulsa, cambió el modelo de apoyo a los emprendedores del país, pues antes de que él llegara la entidad se concentraba en apoyar las iniciativas de alto impacto que generaban altos índices de empleo, por lo que eran pocas y la mayoría estaban en Medellín y Bogotá.
La idea de Quintero fue “democratizar más la repartición de ese recurso”, según nos contó Mauricio Toro, el representante Verde que en ese momento era el director de Mentalidad y Cultura de la entidad.
Consistió en no darle montos tan altos a los emprendedores más visibles, sino repartirlo entre los pequeños y medianos, destinando un monto para todas las regiones.
“Se metía en unas vacas locas que al principio son difíciles de entender pero al final se le daba la razón. Él siempre le toca luchar contra la incredulidad de la gente”, asegura Toro.
En el Ministerio de TIC se encargó de ejecutar todo el cambio del viceministerio de Tecnologías de la Información al nuevo de Economía Digital.
“Eso significó reorganizar toda la entidad por dentro, enfocar los esfuerzos de todos donde debían estar, y esos cambios en lo público, aunque parecen fáciles e intrascendentes, no lo son”, nos dijo Lina Taborda quien manejaba la dirección de Desarrollo de la Industria en ese viceministerio.
Según el liberal exministro de TIC David Luna, que fue quien posesionó a Quintero como viceministro, el logro mayor de ese cambio fue haberlo hecho a cero costos y reduciendo los tiempos burocráticos que suelen darse en las entidades públicas.
Las fuentes que consultamos en ambas entidades también coinciden en que la guía de Quintero siempre se basaba en el cumplimiento de indicadores y metas, y se preocupaba por hacer visibles los logros por redes sociales.
Un ejemplo de eso fue el Héroes Fest, una feria de emprendedores que organiza Innpulsa y en la primera edición a cargo de Quintero propuso pasar de tres mil a cinco mil asistentes diarios.
“Nos presionaba mucho en duplicar el indicador, no era lo que nos ponía Presidencia, debía de ser más”, nos contó el representante Toro.
Ese patrón de ponerle su sello de transformación en los lugares que gerenció, y de dejar logros comprobables con cifras, algunos lo relacionaron con su perfil político que estaba abonando y que nunca abandonó.
La precampaña para la Alcaldía
La representante verde Catalina Ortiz quien creó y gestionó Innpulsa desde 2012 hasta 2015, le dijo a La Silla que más allá del sello propio que le puso Quintero, en su gestión se notó las intenciones políticas que tenía.
La congresista recuerda que, en medio del empalme, cuando ella le estaba entregando la entidad, Quintero le dijo: “eres víctima de tu propio invento, montaste una entidad muy chévere y eso a los políticos nos gusta”, y añadió que muchos de los funcionarios que trabajaron con ella desde el 2012 salieron con su llegada.
“Siempre le ha encantado la política entonces en su cargo le gustaba hacerse amigo de todo el mundo, muy cercano a ministros, a viceministros, se reunía con ellos para traer recursos”, nos dijo el exdirector de Innpulsa y también congresista Toro.
Esa característica se volvió más visible en el viceministerio.
“Se podía percibir (lo político) desde su posesión que fue acompañada por varios congresistas, por el expresidente Gaviria, no era normal para uno ver un acto tan político en ese viceministerio”, nos contó Taborda, que trabajó ahí durante tres años y medio.
Incluso dos de sus amigos nos contaron por aparte que desde que estaba allí le empezaron a escuchar la idea de regresar a Medellín para lanzarse a la Alcaldía, aunque Quintero sostiene que “aspirar en esta elección no estaba en mis planes”.
En 2016, Quintero sacó una licencia no remunerada para gerenciar la campaña del Sí en Antioquia.
Ahí conoció a más jóvenes activistas de la ciudad, por ejemplo a Alex Flórez, uno de los dos concejales electos de su lista Independientes, con quien hizo campaña en Medellín por el Plebiscito.
Finalmente renunció en diciembre de 2017 a su cargo y días después el excandidato presidencial Humberto de la Calle lo nombró como director general de la campaña para que se encargara de la estrategia política.
Quizás, entre todas sus experiencias políticas, esta ha sido la menos exitosa. Quintero no duró mucho en el cargo y sus ideas no calaron en el comité de asesores que ya estaban acompañando a De la Calle hacía meses.
Eso nos contaron por aparte tres personas del círculo cercano de De la Calle, quienes coincidieron que su actitud impositiva y su estrategia en redes sociales no iba con el estilo de centro del entonces candidato.
“Nos propuso hacer un ‘cuarto de guerra’ todos los días a las siete de la mañana, en el que llegaba con un montón de cifras, encuestas e información privada de los otros candidatos que no sabíamos de dónde sacaba”, nos contó uno de ellos que nos pidió reservar su nombre por ser funcionario público.
“Sus ideas llegaron al punto de proponer que debíamos infiltrarnos en las otras campañas como voluntarios para saber lo que estaban haciendo”, explicó otro que trabajó de cerca con Quintero esos días.
“No se trata de satanizar lo que hizo Quintero, eso lo hacen todas las campañas y también necesitábamos un poco de esa malicia política, pero no pudimos con sus formas, él quería usar la campaña para darse protagonismo”, explicó una de las personas más cercanas a De la Calle.
El detonante para su salida, según estas fuentes, fue cuando Quintero le propuso a De la Calle hacer una consulta con Gustavo Petro. La negativa a su idea, sumado a las tensiones dentro del equipo, provocaron que se distanciara.
Pese a que cinco personas cercanas a la campaña nos confirmaron que Quintero no duró más de un mes allí, este nos dijo que continúo como parte del comité asesor hasta el último día.
Luego, en segunda vuelta, se fue de frente con la candidatura de Petro e incluso criticó a De la Calle por su voto en blanco.
“Yo soy un líder, y los líderes tomamos partido, yo no voto a escondidas, yo voto y voto de frente”, le respondió hace unos días Quintero a la periodista María Jimena Duzán en su entrevista de Semana en Vivo, para explicar esa decisión.
De ahí regresó a Medellín con toda una estrategia para empezar a posicionarse en la ciudad.
La campaña, un coctel de lo aprendido
Hace poco más de un año Quintero y su grupo de amigos y asesores más cercanos se empezaron a maquinar el triunfo del domingo pasado.
Llegó a la ciudad justo para la campaña de la consulta anticorrupción, se unió a las maratones de volanteo de los otros promotores del Verde y el Polo, imprimió sus propios volantes invitando a votar siete veces sí, y aprovechó para ponerles su rostro y su nombre al reverso.
A eso le siguió la participación activa en el tema que ocupaba la agenda de todos los medios nacionales: Hidroituango.
Al estilo del partido del Tomate, protagonizó actos simbólicos contra el Alcalde de Medellín y el gerente de EPM Jorge Londoño por la venta de activos de la empresa para enfrentar la emergencia.
Algunos de ellos fueron instalar unas gafas gigantes en la Plaza de La Alpujarra, al frente de la Alcaldía de Medellín, o entregarle un pedazo de queso al gerente Londoño en medio de un debate en el Concejo de Medellín.
Eso para criticar los sobrecostos del proyecto y la responsabilidad de sus directivos por las decisiones que pudieron desencadenar la crisis.
Así, generando expectativa por si se iba a lanzar o no, y de qué forma lo haría, siguió hasta finales de abril de este año cuando anunció la inscripción de su comité recolector de firmas Independientes.
Según coinciden sus amigos Diego Romero y Diego González, el equipo lo conformaron alrededor de 15 personas, los mismos cercanos que lo acompañan hace años en su carrera desde la universidad o el partido del Tomate, y la columna vertebral fue el mensaje que se debía difundir a través de redes sociales.
Ese mensaje era el de mostrar a un político joven, nuevo y diferente.
Las jornadas de trabajo empezaban desde 5 de la mañana hasta las 10 de la noche como mínimo. Un ritmo de trabajo muy recurrente de Quintero, según cuentan quienes han sido sus subalternos en otros momentos.
Otro factor clave de su campaña fue el discurso de independencia que le impregnó y que mantuvo hasta al final, aunque cercano a políticos tradicionales.
El único que entró por la puerta principal y que lo acompañó en el discurso del día de las elecciones fue el senador liberal Iván Agudelo, a quien conoció cuando estaba al frente de Innpulsa y quien también es muy cercano a la casa Gaviria.
A ellos los unió la obsesión por la tecnología, la innovación y el emprendimiento, pues Agudelo fue quien lideró la creación del Ministerio de la Ciencia; y son tan amigos que el Senador es el padrino de la hija de Quintero, Maia.
Pero más allá de Agudelo, el alcalde electo sigue siento muy cercano al expresidente liberal César Gaviria.
“Daniel nunca se ha alejado de nosotros, para su campaña visitó la casa Gaviria cientos de veces, para contarles que se iba a lanzar, para pedir consejos, para evaluar cómo iba”, nos contó una persona muy cercana al Expresidente.
Con ese coctel de habilidades y un grupo de trabajo de años, Quintero hizo despegar una campaña que, a la luz de las encuestas y de su trayectoria política alejada del uribismo, no parecía viable al comienzo.
“Él tenía todo proyectado para arrancar de cero con su campaña e ir subiendo y subiendo. Eso lo hizo capaz de superar un presente que representa ‘Fico’, y un pasado que representa Uribe”, nos dijo el senador Agudelo.
Con ese capital, el de mostrar que Medellín no es uribista para escoger Alcalde y convertir en ganadora la campaña de un casi desconocido en la ciudad, Quintero pondrá a andar, en menos de dos meses, la máquina que él mismo construyó.