El doble efecto de la movida de Schmalbach

Silla Santandereana

Roberto Schmalbach, diputado del Polo Democrático.

Con su entrada formal a la carrera por las legislativas de 2018, el diputado del Polo dio un salto de fe y le abrió la puerta a una reacomodada de poder en su partido.

Luego de que por varios meses hubiera estado sobre la mesa de las movidas electorales para 2018 la renuncia de Roberto Shcmalbach a su curul en la Asamblea, ayer finalmente el diputado del Polo la hizo oficial y anunció su intención de llegar a la Cámara. Con ello no solo dio un salto de fe, debido a que ni siquiera es claro que esté habilitado para ir al Congreso, sino que también abrió la puerta a una reacomodada en el mapa de poder de su partido y de la corporación encargada de hacerle control político Didier Tavera. 

El salto de fe

Aunque el efecto que generó el fallo del Consejo de Estado que a mediados del año pasado anuló la elección de la entonces gobernadora de La Guajira, Oneida Pinto, por renunciar a la Alcaldía de Albania sin culminar su periodo,  dejó en vilo a todos los concejales y diputados del país que esperaban renunciar para saltar al Congreso y muchos estaban esperando a que se tramitara la reforma política para que se les volviera a abrir la ventana (algo que al final no pasó), Roberto Shcmalbach dio el salto de fe.

 

Ayer en la rueda de prensa en la que anunció su salida de la Asamblea dijo que daba un paso al costado con la intención de buscar la Cámara y que lo hacía seguro de que su aspiración no tendría lío jurídico. 

Para tomar la decisión, se plegó a la corriente de abogados que han dicho que el fallo solo aplica para los gobernantes (alcaldes y gobernadores) debido a que ellos son los que tienen que radicar plan de gobierno y se comprometen a ejecutar un plan de desarrollo durante cuatro años, y no a los elegidos para ocupar las corporaciones públicas, que en sus palabras, “son los que están para hacer control político”. 

Que esa sea la interpretación adecuada de los alcances del fallo de Pinto aún está por verse, pero lo que sí es claro es que con esa movida Schmalbach dio un salto que venía aplazando desde 2014.

Luego de haber entrado a la Asamblea por primera vez en 2007 tras ser dirigente de la Unión Sindical Obrera, USO, se convirtió en la cara más visible del Polo en Santander, no solo por el hecho de ostentar la principal curul que había obtenido el partido, sino también porque en los casi 10 años que estuvo en ese cargo se caracterizó por declararse en oposición.

Eso le sirvió para adelantar debates de control político, y para que los gobernantes de turno (en los tres periodos agruparon las mayorías), tuvieran contrapeso; sin embargo, esa visibilidad política -que principalmente tuvo en medios locales- no se tradujo en muchos réditos electorales.

En 2011 obtuvo 13.735 votos y en 2015 con 10.563 votos (748 votos más que el segundo) casi pierde la curul.

Según dos fuentes del Polo, eso obedeció a que Schmalbach dentro del partido no era un articulador, algo que le terminó ahuyentando seguidores. 

“Él es buen diputado, pero sin un liderazgo general era previsible la disminución en los votos y más en Barrancabermeja donde le empezó a salir competencia”, le dijo a La Silla una de esas fuentes.

Aún así, la decisión de que saliera al ruedo para las legislativas fue concertada y contó con el apoyo de todo el Polo. 

Schmalbach entra a esa carrera con varios puntos a favor. Por un lado conoce el departamento al dedal, no tiene tacha en temas de transparencia y tiene recorrido electoral.

Además, como viene del Moir, que es la misma tendencia del precandidato presidencial del Jorge Enrique Robledo -de quien es amigo personal-, refuerza el arrastre de toda esa línea dentro del partido en Santander.

Sin embargo, también tiene en contra, que, debido a que es el único visible que por ahora hay en la lista -los otros dos nombres que le dieron a La Silla en el Polo son los de Carlos Fernando Sotomonte, estudiante de la UIS que está dentro del Comité para la Defensa del Páramo de Santurbán, y Miguel Ánderson Beltrán- no tiene cartas que lo empujen. 

Eso, sumado a que las listas de coalición fueron las primeras damnificadas de la reforma política debido a que por tiempos (aún le falta salir de la Cámara y dos debates en el Senado más la revisión constitucional) es muy probable que no alcancen a regir antes de que se venza el plazo para modificar las listas (11 de diciembre), lo deja con la pesada carga de arrastrar al menos 60 mil votos para lograr la curul.

Aunque su fórmula es Leonidas Gómez, quien pasó de ser la revelación electoral en 2015 al sumar 232 mil votos sin maquinarias, a formalizar su aspiración al Senado -también por la línea de Robledo-, no es tan claro qué tanto le pueda aportar dado que parte de su éxito en las urnas estuvo en que se mostró como un candidato independiente y estando matriculado en el Polo su capital electoral se definirá hasta en las elecciones.

Así que de entrada Schmalbach tendrá que buscar tantos aliados como sea posible para sacar adelante su aspiración, que de paso, abrió la puerta para que se reacomode el mapa de poder en la Asamblea y en su natal Barrancabermeja con la llegada de Camilo Torres.

Las viejas compañías del nuevo diputado

Aunque Camilo Torres empezó a hacer política desde hace 10 años cuando por primera vez intentó buscar una curul en el Concejo de su natal Barrancabermeja, no fue sino hasta en 2015 que logró despegar electoralmente. 

Hace dos años se convirtió en una de las sorpresas del departamento cuando alcanzó 9.815 votos en la lista de la Asamblea del Polo y por menos de mil sufragios casi se queda con la curul. 

En esa campaña su aspiración fue particularmente visible en Barranca debido a que se movió como la figura joven de la izquierda que renovaba el Polo y porque para ese entonces ya había sumado una serie de aliados que le dieron impulso a su aspiración.

En la década que lleva activo en la política Torres se ha acercado a varios poderosos del municipio que le han servido para escalar.

Sus orígenes están en el Partido Liberal, al que entró por su papá -Alfonso Torres-, un profesor de la Unipaz de tendencia de centro izquierda quien fue concejal a mediados de la década de los 90 en ese municipio.

Después de ser parte de las juventudes en esa colectividad, en 2007 se lanzó por primera vez a la arena electoral para buscar una curul en el Concejo pero se quemó con 371 votos. En ese entonces acompañó a la Alcaldía al liberal Pedro Flórez, un viejo amigo de su familia y quien más adelante se convertiría en uno de sus aliados.

Tras ese intento fallido, empezó a acercarse al Polo, que para ese momento estaba fortaleciéndose y tenía a Samuel Moreno (más adelante condenado por el carrusel de contratación de Bogotá) dentro de sus aliados.

Su entrada a ese partido se dio de la mano de Alfonso Eljach, quien venía de la Anapo junto con Iván Moreno Rojas (hermano de Samuel y también más adelante condenado por corrupción), y quién para 2010 lanzó su candidatura a la Cámara, teniendo como telón de fondo su aspiración en 2007 a la Alcaldía de Barranca, que culminó con 22 mil votos. 

Aunque Eljach no se quedó con la curul, alcanzó 20 mil votos y eso le sirvió para consolidarse como uno de los grandes electores de Barranca, algo que Camilo Torres intentó cultivar en las elecciones de 2011 cuando volvió a buscar una curul en el Concejo.

En esa campaña tampoco le fue bien y cerró en las urnas con solo 597 votos, pero sí le sirvió para acercarse a Elkin Bueno Altahona (investigado por presuntas relaciones con paramilitares), el principal barón electoral de Barranca y quien para ese año se eligió por tercera vez como Alcalde con cuatro avales, entre esos el del Polo.

En adelante, Camilo Torres, según tres fuentes del Polo, fue conocido por ser un aliado de Pedro Flórez, Elkin Bueno y de Eljash (entró en la administración del exgobernador de Santander Richard Aguilar como consejero para el Magdalena Medio). 

En la administración de Bueno, su esposa Marjorie Santos entró a la Alcaldía con un cargo de libre nombramiento y remoción y, según dos políticos de Barranca que fueron cercanos a Bueno, tuvo juego político en la Alcaldía con algunas cuotas. Eso no logramos comprobarlo La Silla.

En 2015, nuevamente decidió probarse electoralmente y esta vez buscó la Asamblea. En un sector de la Barranca política fue conocido como el candidato de Elkin Bueno, algo que una fuente que estuvo adentro de su campaña no nos desmintió. 

“Podemos decir que Elkin no se le atravesó, fue un facilitador”, dijo esa fuente.

Con ese apoyo, sumado al de Eljash, quien con su emisora Yariguíes Estéreo también lo impulsó, y al de su viejo aliado Pedro Flórez, más su trabajo político alcanzó los 9 mil votos. 

Debido a que Darío Echeverri, quien resultó elegido como Alcalde no era de su línea, perdió la visibilidad que había tenido en la Alcaldía y las cuotas (incluida la de su esposa); pero se mantuvo vigente con las dos campañas que sacudieron a Barranca en los meses siguientes.

Torres fue uno de los directivos de la campaña del Sí al plebiscito en ese municipio, y además, estuvo con revocatoria de Darío Echeverri. 

Ahora que llega a la Asamblea y dado que sus posturas políticas son menos radicales que las de Schmalbach, se abre la puerta para que la única curul que había estado formalmente en la oposición de Tavera tienda puentes con esa administración.

En el tablero político de Barranca, la reacomodada pega en varias bandas. Por un lado, los dirigentes sindicales pierden a una persona directamente de su cuerda en la Asamblea, y por otro, quien llega le da asiento a una tendencia más de centro del Polo.

El 1 de noviembre, Camilo Torres ocupará la curul y Schmalbach saldrá formalmente a la carrera legislativa. Las dos movidas le darán nuevos aires al Polo en Santander, habrá que ver en qué dirección les soplan.

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