En la previa a la inscripción de listas, el partido está roto y sin acuerdos para lanzar al ruedo sus candidatos.
El enredo del uribismo en Norte de Santander
Álvaro Uribe Vélez durante su visita a Cúcuta el fin de semana.
A dos días de que se abra el periodo de inscripciones de las listas para las legislativas de 2018, el Centro Democrático en Norte de Santander no ha aclarado su panorama y está partido a la mitad. No solo tiene coja la baraja para la Cámara, sino que toda su potencial fuerza electoral está concentrada en la pelea por el único cupo privilegiado que le prometió Uribe a ese departamento en la lista al Senado (en caso de que sea cerrada).
El factor Milla
Desde que se fundó el Centro Democrático en Norte de Santander la cara visible de ese partido en la región ha sido Milla Romero.
Ella es una ingeniera civil, que pasó de figurar en cargos públicos de Cúcuta de mediano perfil, a ser una de los funcionarias de confianza del exgobernador Luis Miguel Morelli, quien llegó a ese cargo con el aval conservador pero es conocido como uno de los uribistas purasangre en la región.
En su administración fue designada como directora del Instituto de Deportes de Norte de Santander, Indenorte, y en adelante tomó vuelo político y se acercó al uribismo.
En las locales de 2007 se lanzó a la Asamblea de Norte con el aval de Cambio Radical, con el apoyo de la entonces congresista de ese partido Nancy Patricia Gutiérrez, a quien se acercó por Morelli, pero al final solo obtuvo 4 mil votos y se quemó.
Después de eso pasó a ocupar la gerencia de Metrovivienda en la administración de María Eugenia Riascos en su último año de Gobierno, y luego desapareció de la escena pública. Solo volvió a ser visible cuando el uribismo empezó a sentar sus bases en todas las regiones con la creación del Centro Democrático.
Dos fuentes, una de las cuales estuvo detrás de la creación del partido, le dijeron a La Silla que Milla terminó siendo la cabeza visible del partido porque Morelli declinó debido a que estaba trabajando en el sector petrolero, y que él fue el que la recomendó.
Desde entonces, Romero básicamente asumió las riendas del uribismo en la región, recogió firmas para la entonces candidatura de Óscar Iván Zuluaga a quien se hizo cercana y para las listas al Congreso, y fundó la dirección regional.
Ese rol le dio para convertirse en la mano derecha de Uribe en Norte y además le dejó varios réditos electorales: en 2014 obtuvo un cupo en la lista cerrada al Senado y en 2015 tuvo el aval para que aspirar a la Gobernación.
Pero esa figuración en las elecciones locales de hace dos años fue la que marcó el inicio de la debacle de su poder en el uribismo.
Más allá de sus resultados (obtuvo 88 mil votos y se quedó con el tercer lugar de cinco contendores), en el Centro Democrático empezaron a marcarse diferencias por la manera en la que entregó los avales para otros cargos en las provincias.
Como contó La Silla, por sus decisiones el uribismo se quedó sin carta fuerte en la puja por la Alcaldía de Cúcuta (respaldó al exgobernador Sergio Entrena, quien se retiró a mitad de camino y se unió a Jorge Acevedo, quien a se quedó sin el aval del Centro Democrático porque ella se opuso).
Además, en varios municipios donde ese partido creía que tenía oportunidad, perdió con candidatos de su línea, lo que terminó poniendo en entredicho su olfato electoral.
Sumado a eso, Milla terminó alejada de Morelli y le reclaman que manteniéndose como va ha seguido cerrando espacios.
“No hay dos tendencias porque en el Centro Democrático tenemos 16 concejales, un diputado, tres alcaldes y los restantes son ediles, así que solo hay un concejal que es de otra tendencia y eso no significa división. Siempre en el partido se han dado todos los espacios”, explicó a La Silla Romero sobre las críticas a su rol de directiva.
Pero contrario a su versión, cinco fuentes uribistas le confirmaron a La Silla que la división es de fondo y que la otra tendencia es la liderada por el concejal de Cúcuta, Juan Carlos Capacho, y el excongresista liberal Basilio Villamizar, quienes con el respaldo del senador José Obdulio Gaviria en Bogotá, quieren cambiar la balanza de poder en Norte en la región.
La contraparte, con poca fuerza
La línea de Capachos y Basilio Villamizar, se empezó a visibilizar desde el año pasado.
Si bien los dos son reconocidos como uribistas, algo que en términos generales es muy valorado dentro del partido, el problema es que tampoco son considerados una fuerza con votos en la región.
Mientras que Capachos entró al Concejo de Cúcuta con solo 2.132 votos, Basilio es un excongresista liberal que dejó de figurar por varios años y por esa razón tiene su caudal electoral en entredicho.
“El problema es que los que entran a pelear no son fuertes. Basilio fue fuerte hace muchos años en Pamplona pero hasta ahí se quedó y Capachos es un abogado joven de Labateca que pasó raspando y por ahora no tiene muchos méritos electorales”, dijo una fuente del Centro Democrático.
Además, ya están casados de frente con la tendencia de José Obdulio, y en esa medida con la aspiración presidencial de Iván Duque, y eso les puede jugar en contra si él no es el ungido de Uribe en la carrera presidencial.
Pero a diferencia del sector de Milla Romero, tienen a su favor que le abren la puerta a otras tendencias. En palabras de un precandidato que está en la baraja de la Cámara, busca la inclusión de varias fuerzas como estrategia para fortalecer el partido.
Milla y Basilio en estos momentos están enfrentados por el cupo privilegiado en la lista al Senado que le prometió Uribe a Norte de Santander, pero mientras la primera le dijo a La Silla que no dará el brazo a torcer, el segundo aseguró que, aunque dará la pelea, cederá sin problema si el partido decide que su nombre no debe estar.
De cualquier forma, esas dos tendencias en momentos en los que la definición de las listas está en la agenda tienen los ánimos encendidos.
El enredo de las listas
Desde que se cerró el periodo de preinscripciones en el Centro Democrático, 15 candidatos se postularon para quedarse con uno de los cinco cupos de la Cámara y otros 7 para buscar el cupo del Senado.
Aunque el número es llamativo y de hecho dentro de los postulados hay varios nombres interesantes para el uribismo, tal y como están repartidas las cargas y los intereses de los precandidatos, el Centro Democrático la tiene cuesta arriba para armar una lista fuerte.
Por un lado, la potencial fortaleza electoral está concentrada en la puja por el cupo en el Senado que Uribe le prometió a Norte en la lista.
Además de Milla y Basilio, los otros dos precandidatos fuertes son el excandidato a la Alcaldía de Cúcuta de Cambio Radical, Jorge Acevedo, quien fue candidato a la Cámara con el uribismo en 2014 y obtuvo 25 mil votos, y Ramón José 'Moncho' Cabrales, quien estuvo secuestrado por el ELN, fue liberado en 2016 y tiene su fortaleza en Ocaña.
Para decantar la puja, el sector de Basilio sacó al ruedo la idea de que por una encuesta interna en Norte se definiera el nombre del ungido y el fin de semana le dijeron a Uribe, quien llegó con los precandidatos presidenciales de su partido a Cúcuta, que la considerara.
“Esa posibilidad está en los estatutos, y también la van a aplicar en Huila. Es la mejor opción”, dijo a La Silla el excongresista.
La decisión sobre la viabilidad de esa propuesta se tomará a finales de esta semana en Bogotá. Si la aprueban la idea es que antes de finalizar noviembre tengan los resultados y con base en ellos se defina el candidato..
Sin embargo, no es tan claro qué tan beneficioso sea para Uribe abrir esa ventana teniendo en cuenta que la bancada funciona como un reloj, entre otras, porque todos le hacen caso sin chistar, y traer a alguien que marque bien en la encuesta pero que no sea tan disciplinado podría jugarle en contra.
Ahora, si la lista es abierta, el que pinta más fuerte es Acevedo quien, además de ser el precandidato con más experiencia electoral, ha demostrado que puede apalancarse solo y ponerle votos a la lista.
En la Cámara el panorama es opuesto. De los 15 nombres en la pelea pocos atraen votos, y las expectativas están dadas en que varios de los que tienen la mira puesta en el Senado consideren bajarse.
Cuatro fuentes del uribismo le dijeron a La Silla que lo ideal sería que quienes la integraran se definieran entre Jorge Acevedo, Ramón José Cabrales, el concejal Juan Carlos Capacho y el exalcalde de Pamplona, Klaus Faber (para el caso de los hombres hay tres cupos),
Sin embargo, una fuente que lo supo de primera mano, le explicó a La Silla que el interés de Faber está más en figurar para empezar a mover su nombre para la Alcaldía de Pamplona en 2019.
Además, no es claro que el concejal Capachos esté habilitado para lanzarse por la tesis de inhabilidad que aplicó el Consejo de Estado en el caso de Oneida Pinto, así que su salto a la Cámara dependerá de un concepto legal interno del Centro Democrático que en principio saldrá la próxima semana.
Para cubrir los dos cupos de mujeres varios sectores proponen que Milla se baje a la Cámara y se pruebe electoralmente con el antecedente de la candidatura a la Gobernación, algo que ella ha dicho que no está considerando. Y el otro cupo quedaría entre Shirley Hernández, excandidata a la Asamblea por el conservatismo que es de Los Patios y alcanzó 4.477 votos, y Paola Casallas, quien tiene el respaldo de la iglesia cristiana Misión Carismática Internacional.
Así que con la falta de acuerdos, el partido roto y con el reloj corriendo en contra, el uribismo tendrá que apurarle para definir sus apuestas en la carrera por el Congreso.