El uribismo protege las siete vidas del Ministro de Defensa

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Ninguna de las controvertidas declaraciones que ha hecho Guillermo Botero lo ha puesto a tambalear en su cargo, pues Duque y Uribe lo respaldan contra viento y marea. 

El ministro de Defensa Guillermo Botero lleva siete salidas en falso que le han costado una moción de censura, una petición de otra moción y tendencias en redes sociales que piden su renuncia. Pero ni las tormentas más duras lo han logrado tumbar, en gran parte porque es el alfil del uribismo en los temas de defensa y porque es cercano al senador Álvaro Uribe.

La tormenta contra Botero arreció este martes con la muerte de Flower Jair Trompeta, que pertenecía al movimiento de zonas de reserva campesinas Astrazonacal en Corinto, Cauca: aunque la comunidad dice que el Ejército lo torturó y lo mató, el Ministro afirmó en Caracol Radio que murió en "una operación militar" y que no se trató de una ejecución extrajudicial.

Estas declaraciones son similares a las que dio en abril, después del asesinato del excombatiente Dimar Torres en una vereda de Convención en Norte de Santander. 

En ese entonces, Botero dijo que su muerte ocurrió en un forcejeo en el que al militar “se le accionó el arma”; luego afirmó que “en un lugar donde es una inmensidad de coca, uno podría pensar cualquier cosa alrededor de ese negocio, pero estoy haciendo una especulación y no me comprometo con esa versión”.

Esas declaraciones recuperaron vigencia tras la revelación de la Revista Semana del domingo, que asegura que los militares no solo no lo mataron accidentalmente sino que le hicieron seguimiento previo y planearon todo a través de un chat de WhatsApp. 

Además de esas dos salidas en falso, Botero ha tenido estas otras cinco intervenciones muy polémicas (de las que explicamos tres en este video):

  • Se equivocó sobre cuánto cuesta erradicar una hectárea de coca

  • Dijo que el glifosato es el mejor de los herbicidas

  • Sostuvo que había mafias organizadas detrás de la protesta social en los bloqueos de la vía Panamericana (algo que luego el presidente Iván Duque negó) 

  • Afirmó que los robos en el Vichada se concentran en la ropa que se extiende en cuerdas

  • Argumentó que el Ejército no podía capturar a alias ‘Mayimbú’, presunto autor intelectual del asesinato de la candidata Karina García, porque estaba bajo la jurisdicción de la JEP, pero la JEP lo corrigió públicamente

Nada de eso lo ha movido un ápice de su puesto como la cabeza del Ministerio. 

Todo lo contrario. 

Tras la publicación de Semana, el Presidente lo respaldó diciendo que “no es momento de hablar de una renuncia del ministro Botero”.

La explicación del Ministerio es que bajo la orientación de Botero, entre el 1 de enero y el 12 de septiembre de 2019, el secuestro bajó un 50 por ciento, el homicidio un 2 por ciento y los hurtos a comercios un 15 por ciento. Además de las 278 toneladas de cocaína que ha incautado la Fuerza Pública y las 57.400 hectáreas de hoja de coca que han erradicado.

Eso explica, en parte, el apoyo de Duque para mantenerlo en el cargo por múltiples razones. “El Presidente dice que como la prensa pide la renuncia, no les va a dar el gusto de poner la cabeza de Botero en bandeja de plata”, explicó un funcionario del Ministerio. 

Pero también pesa su cercanía con el senador y expresidente Álvaro Uribe, quien desde la composición inicial del Gobierno influyó para que Botero fuera el jefe de la cartera, según cinco fuentes diferentes que vienen de la política, de los militares y del Gobierno.

De tiempo atrás

La primera muestra pública de cercanía política entre Botero y Uribe fue en 2003 cuando este, siendo presidente, lo nombró en las juntas directivas de la Nueva EPS y de la Cámara de Comercio de Bogotá.

Durante 10 años, Botero desempeñó esos cargos a la par de la presidencia de Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco). 

En 2014, en plena posesión del segundo mandato de Santos, promovió en el Consejo Gremial una carta para recomendarle al Presidente retomar las exigencias que Óscar Iván Zuluaga le hizo a las Farc. En Palacio esto sonó como un acto en contra del proceso de paz y tras el desencuentro, Santos lo sacó de las juntas directivas donde lo había puesto Uribe. 

Sin embargo, Botero no salió de la Cámara de Comercio porque, tres meses después, ganó las elecciones de los comerciantes y regresó como representante de ellos. Desde allí se ratificó como una voz crítica del proceso de paz. 

La cercanía política con Uribe se fortaleció aún más cuando Botero ayudó a Duque con los comerciantes durante su campaña presidencial, como contamos; con reuniones de empalme con los comerciantes, como nos dijo un funcionario del Ministerio para este artículo. 

Cuando llegó a la Presidencia, Duque le ofreció a Botero el Ministerio del Interior, pero el líder gremial rechazó la propuesta, como supimos de tres fuentes de Presidencia y del Ministerio.

El nuevo Presidente insistió en tenerlo en su gabinete y a través de una llamada telefónica, cuando Botero estaba viajando en Europa Oriental, le ofreció el Ministerio de Defensa. Esta vez dijo que sí.

“(En ese puesto) tenía que ser un nombramiento que no causara alergia al Centro Democrático por tratarse de su bandera de la seguridad democrática y, además, porque Uribe no perdería el control de ese Ministerio tan importante en términos de contratación y de ascenso de generales. Por eso, Botero terminó ahí”, dijo un alto funcionario del Gobierno que conoció el tema de cerca. 

Botero: el caballo de batalla

Tras el proceso de paz, las Fuerzas Militares estaban divididas entre los que defendían los acuerdos y entendían la función militar más allá del combate, y el ala más tropera que entendía que la función esencial del Ejército era combatir. 

De hecho, una de las mayores presiones que le metió el uribismo a Duque cuando asumió la Presidencia fue cambia la cúpula militar, para lo que el ministro Botero fue el alfil clave. 

En tiempos de Santos, la comandancia de las Fuerzas Militares en cabeza del general Alberto José Mejía pensó una reinvención de las instituciones para trascender de lo netamente militar y fortalecer otras funciones más del corte del post-conflicto. 

Por ejemplo, Mejía eliminó seis fuerzas de tarea conjunta en lugares neurálgicos del conflicto que creó Santos en su primera presidencia para unir a la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea contra los grupos armados. En su reemplazo, creó comandos de estabilización y consolidación, cuyo objetivo ya no era tan militar sino más táctico, pues debían ocupar los espacios que dejarían las Farc para garantizar la vida de los ciudadanos.

En una palabra, Mejía le apostaba a un proceso de paz que no era la bandera central del nuevo gobierno. 

Después de cuatro meses en la Presidencia, Duque reestructuró la cúpula en diciembre de 2018, eligiendo a personajes más de combate que de post-conflicto, lo que dependió en mayor medida del Presidente, como es usual. 

Lo novedoso fue que el ministro Botero incidió en el nombramiento del comandante del Ejército respondiendo a las peticiones del uribismo, según una alta fuente del Gobierno y dos que han trabajado con el Ministerio de Defensa. 

“La cúpula la eligieron con lupa para que fuera más tropera y que no hubiera nadie que hubiese participado activamente en el proceso de paz, para que no estuviera contaminada como decía el uribismo. Uribe influyó en esas decisiones a través de Botero”, explicó un alto funcionario del Ministerio.

Otro, de Presidencia, precisó que Botero insistió en que Nicacio Martínez fuera el comandante del Ejército porque encajaba en la cara militar que pedía el uribismo.

Martínez tenía un marcado recorrido en combate como comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, de la Quinta División con base en Tolima, de la Cuarta Brigada en Antioquia y como director de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército. Además, según reveló Human Rights Watch, la Fiscalía investiga 23 ejecuciones extrajudiciales de la Décima Brigada, de la cual el general Martínez fue segundo comandante. 

Un perfil distante al del saliente comandante, general Ricardo Gómez Nieto, quien era especializado en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, y a quien la Corte Suprema investiga por un caso de presunta corrupción en la contratación del Hospital Militar que él dirigió.

Con ese cambio, a la cabeza de los militares volvieron generales con visión de combate, como dijo el comandante de la fuerza de tarea Vulcano, general Diego Villegas, en una conversación que reveló Semana: “El Ejército de hablar inglés, de los protocolos, de los derechos humanos se acabó. Acá lo que toca es dar bajas”.

Ese cambio en la cúpula es una de las mayores muestras de uribismo duro de todo el Gobierno Duque, y en ellas participó Botero. 

Por eso, no es extraño que el Centro Democrático lo defendiera en el debate de moción de censura que hubo en el Congreso en junio de este año, y que en plena sesión en la Cámara el senador Uribe haya entrado para tomar la palabra y expresar su apoyo a Botero.

Eso muestra un contraste con la situación de la exministra de Justicia Gloria María Borrero, de quien antes de salir un congresista uribista, Edward Rodríguez, le pidió la renuncia en micrófonos.

Pero es que mientras ella venía de apoyar el Sí en el plebiscito, Botero es un alfil de Uribe. Y eso es, por lo menos hasta ahora, un espaldarazo político que le ayuda a resistir las siete tormentas que han creado sus salidas en falso. 

Nota del editor: actualizamos el artículo el 30 de octubre a mediodía para incluir algunas cifras de logros del Ministerio y la Fuerza Pública en lo que va del 2019, tras recibir una respuesta del Ministerio con ellos. Buscamos al Ministro a través de la dirección de comunicaciones antes de publicar esta nota, pero no nos respondieron, y por eso la tardanza en incluirlo.

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