La estrategia le puede traer réditos electorales al Centro Democrático en 2022 pero aleja aún más las posibilidades de discutir la reforma a la Policía que se requiere y alimenta la confrontación.
Vestido de policía, Duque sigue el manual trumpiano
El Presidente siempre se ha preciado de representar ‘el extremo centro’. Lo dijo en campaña, lo insistió ante la prensa extranjera y lo repitió varias veces en la entrevista en profundidad que le dio a la periodista Diana Calderón para su libro ‘De frente y a fondo’.
Pero con su gesto de ponerse el uniforme de patrullero de la Policía a menos de una semana en que policías le dispararan a los manifestantes y mataran a 13 jóvenes, asume el guión de Donald Trump frente a las protestas que comienzan a reactivarse y radicaliza con ello la base electoral del uribismo y también la del lado contrario.
Es una estrategia que le puede traer réditos electorales al Centro Democrático en 2022 pero aleja aún más las posibilidades de discutir la reforma a la Policía que se requiere y alimenta la confrontación que se comenzará a vivir con más fuerza en las calles a partir del lunes.
La batalla de narrativas
La visita que le hizo esta madrugada a dos CAI en Bogotá se suma a la batalla de narrativas que se ha desplegado a raíz de la muerte del abogado Javier Ordóñez, asesinado por policías el 9 de septiembre.
Fue una visita marcada de símbolos: usó en todo momento la chaqueta reflectiva que utilizan los patrulleros; los saludó con la seña militar en la frente; y les preguntó -en frente de cámaras- uno a uno asuntos personales como cuántos hijos tenían, cuánto tiempo llevaban en la institución y patrullando en los barrios.
“Quería venir a saludarlos y agradecerles la entrega por el país, la devoción, lo que significan para toda la ciudadanía, con mucho cariño, nos sentimos orgullosos de la labor que ustedes cumplen, de parte mía y de mi familia”, les dijo Duque al grupo de policías que en fila lo escucharon en el CAI de Ferias, al occidente de Bogotá.
Fue un gesto minuciosamente coreografiado, que hubiera pasado quizás desapercibido como una defensa más de la institucionalidad que suelen hacer los mandatarios, si no fuera porque sucedió después de que en el país llevan circulando durante días las imágenes de policías de diferentes zonas de Bogotá, vestidos con el mismo uniforme que se puso el Presidente, disparando a los manifestantes al azar.
El apoyo del gobierno a la Policía había sido explícito desde el primer instante en que se desataron las protestas.
”Quería agradecerles la entrega por el país”
Los consejeros de Duque, Miguel Ceballos, comisionado de Paz, y Rafael Guarín, consejero de seguridad, han insistido que detrás de las protestas hubo coordinación de la disidencia de Iván Márquez y del ELN (aunque como mostramos hoy, muchos de los mismos manifestantes del 21N atendieron convocatorias vía Facebook, Whatsapp y Twitter) y su ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, defendió el actuar de la Policía en una invitación virtual en la plenaria del Senado.
Allí, el Ministro sólo reconoció la muerte de Ordóñez a manos de la policía. Dijo que “unos uniformados fueron los que mataron a un ciudadano” -insistiendo en que son hechos aislados- y que el caso de Ordóñez está en investigación en la Fiscalía, que siete policías han sido vinculados a la misma, y que dos de ellos fueron desvinculados de la institución.
El Presidente también dio dos entrevistas -en Semana y Noticias RCN- en las que exigió que no se estigmatizara a la Policía.
¿Por qué entonces el gesto de Duque de disfrazarse de Policía justo en un momento en que los ánimos están tan caldeados y en los que el liderazgo civil de la Fuerza Pública es más necesario que nunca?
Vestido de Policía para su electorado
En Presidencia nos dijeron que la idea era que el mandatario se mostrara cercano a la Fuerza Pública, en momentos en que es objeto de críticas por parte de la oposición, vía el senador Gustavo Petro, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, (quien tuvo su propio gesto desafortunado dejándole al Presidente una silla vacía en el evento de perdón a las víctimas).
“Los policías no se pueden convertir en enemigos cuando vimos una asonada y un esfuerzo sistemático en destruir los CAI, en hechos que hirieron a más de 360 policías, 268 de ellos en Bogotá”, nos dijo Diego Molano, vocero de Presidencia y director administrativo de la entidad. “(La visita) es un respaldo a la institución, como responsable del apoyo y cumplimiento que hacen de la seguridad ciudadana”.
Según Presidencia, Duque escogió ese día para ir porque luego de los desmanes que ocasionaron daños y destrozos a casi 50 CAI de la ciudad, ha habido apoyo ciudadano para sus policías. “Hemos visto que la ciudadanía ha respaldado los CAI y rechaza la violencia”, nos dijo Molano.
Y es a ese sector de la ciudadanía, que no está tan indignada con el abuso policial como atemorizada con el vandalismo contra los CAI, que el Presidente ha optado por hablarle en el lenguaje que resuena en el electorado más de derecha que lo eligió a él y a su partido y que volverá a votar en el 2022.
Este gesto lo acerca también a un partido que lo ha criticado internamente por ser demasiado blando frente a la detención de su líder, Álvaro Uribe, justo en el día en que se decidía si quedaba en libertad.
“Eso es lo que tiene que hacer el Presidente”, nos dijo el senador uribista Ciro Ramírez. “Yo pienso que es para eso que elegimos alcalde, presidente de la república. Si no tenemos confianza en las instituciones es casi hablar de anarquía”.
“Hizo un respaldo a una institución que ha sido maltratada. Así lo vi yo”, nos dijo el senador del Centro Democrático, Ernesto Macías.
Esto les sirve, según nos dijeron esos congresistas y otros dos uribistas, a plantear una narrativa de cara a las elecciones de 2022, en la que será punta de lanza la defensa a las instituciones ante una “amenaza”.
“Creo que la línea electoral se trató en este episodio de esta semana: le quita el poco oxígeno que tenía el centro y se elimina la posibilidad de tender puentes”, es como lo analiza el representante uribista por Bogotá Gabriel Santos, quien a diferencia de sus colegas de partido considera que es un escenario que no le conviene al país. “Cualquiera que proponga la modernización de la Policía es un enemigo para un lado, y quien no vea a los hombres y mujeres de la Policía como enemigos, también es un enemigo. Esas dos peleas empezaron, tienen un nicho electoral súper marcado y rentable”.
En la misma línea de ese análisis, el encuestador y dueño de Cifras y Conceptos, César Caballero, considera que este incidente es una gota más en el balde de fracciones que tiene el país. “Duque le está hablando a su pedazo y al otro pedazo del extremo opositor; y al resto de pedacitos en la mitad no los ve”, dice.
Es muy parecida a la estrategia electoral que ha asumido Donald Trump frente a las protestas del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos: niega el problema, estigmatiza a todos los manifestantes como vándalos y caricaturiza a su opositor Joseph Biden como promotor del caos, radicalizando aún más a los protestantes, que a su vez, radicalizan más a su base electoral.
A Trump, sin embargo, no le ha servido por ahora para repuntar en las encuestas contra Biden. Y tampoco es claro si en Colombia funcionará electoralmente porque el apoyo a la Policía viene bajando desde hace varios años en las encuestas. Según la última Gallup Poll, de agosto, la Policía mantiene niveles de desfavorabilidad del 57 por ciento.
Sin contar la foto actual del evento del asesinato de Ordóñez y de los otros manifestantes, la imagen de la Policía viene siendo ambivalente desde hace varios gobiernos: con Juan Manuel Santos ya había alcanzado un máximo de desaprobación del 60 por ciento; y con Duque su imagen estaba dividida, entre un 50 y 55 por ciento de desaprobación, especialmente a finales del año pasado en pleno Paro Nacional.
“Ahí opera un poco una ruptura o división de la opinión pública con las instituciones que viene por las tensiones políticas, pero hay factores propios de la policía que no se pueden desconocer”, nos dijo Miguel García, profesor de Los Andes y encargado de la medición Barómetro de las Américas para Colombia. Menciona la visibilidad que han tenido los escándalos del exceso de abuso de la fuerza porque se graban.
Lo que sí queda claro desde ya es que una discusión tranquila sobre cómo evitar que ocurran nuevos incidentes como los del miércoles y jueves pasado será cada vez más difícil, y que la ventana de oportunidad que se había abierto para sacar de esa tragedia algunas lecciones, ya se cerró.