En Bogotá el uribismo tendrá una prueba ácida con Vargas

Silla Cachaca

El exvicepresidente Germán Vargas Lleras y el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

En 2018, para aumentar sus cinco curules en la Cámara, el Centro Democrático enfrenta la dificultad de competir con la maquinaria de Cambio Radical, que puede quitarle los votos de más que está buscando en la derecha.

En Bogotá, la segunda plaza más importante del uribismo en el país después de Antioquia, el Centro Democrático (CD) confía en aumentar sus cinco curules en la Cámara. Pero, como para el Senado, aún no define si lo hará con lista cerrada o si la va a abrir para incluir políticos que le garanticen los votos para crecer y pelearle al ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, que pinta como su principal rival en la derecha.

El dilema de la lista

Bogotá es importante para el uribismo porque de los 19 representantes a la Cámara de ese partido, cinco lo hacen por la ciudad, y solo es más grande la bancada antioqueña, que tiene seis.

En la ciudad hay una base uribista estable que ronda los 400 mil votos: en 2010 el uribista Partido de La U sacó 402 mil votos y siete curules a la Cámara, en 2014 el CD obtuvo 317 mil votos y cinco curules; y ese año Óscar Iván Zuluaga ganó en la primera vuelta en Bogotá con 500 mil votos.

 

Al año siguiente, en las elecciones para Concejo, la lista uribista fue la segunda más votada con 271 mil votos y seis curules, mientras que Pachos Santos alcanzó 327 mil para Alcaldía.

El reto que tiene el partido para 2018 es ampliar esa base en una ciudad en donde el Polo y los verdes tienen cautivo un espacio en la izquierda, y donde Cambio Radical, el partido con más concejales y ediles, podría crecer a costa del uribismo.

Ese panorama ha generado en el CD una discusión sobre la posibilidad de abrir la lista en Bogotá, una decisión que tomará al final el expresidente Álvaro Uribe, aunque representantes y concejales han comenzado a ambientar el debate.

El representante Samuel Hoyos defiende una lista cerrada argumentando que es más barato, garantiza conservar la disciplina de partido que los caracteriza y evita el riesgo de incluir gente que, al traer votos propios, crea que puede mandarse sola en el Congreso. “En este partido los votos no son problema porque los pone Uribe”, sentencia.

Pero para otros depender tanto de Uribe conlleva el riesgo perder margen para aumentar los votantes.

“En el partido ya no solo hay congresistas, como cuando empezamos en 2014, sino excandidatos al Concejo y a la Cámara a los que les gustaría medirse”, le dijo a La Silla Cachaca el concejal Daniel Palacios, que cree que una lista abierta les permitirá ganar una o dos curules más en Bogotá.

Él y su colega Andrés Forero creen que esta opción es viable si se pega a una lista cerrada al Senado encabezada por Uribe, que garantizaría disciplina, unidad y votos.

Ahora, agrega Forero, si finalmente Uribe decide mantenerla cerrada, debería hacerse una consulta para definir el orden de los candidatos.

Mientras el expresidente dirime ese debate, algo que debe hacer antes de que acabe el año, comienzan a aparecer los primeros aspirantes.

Los que suenan

De los cinco representantes a la Cámara que tiene el CD en Bogotá, tres aspirarían a la reelección: Tatiana Cabello, Edward Rodríguez y Samuel Hoyos.

Está por verse si lo mismo hace su colega Esperanza Pinzón de Jiménez, la cuota la iglesia Misión Carismática Internacional (MCI), con la que el uribismo tiene una alianza política desde hace años. En la MCI están decidiendo entre ella y Clara Lucía Sandoval, exconcejal de La U y actual gerente de Protección Animal de la Alcaldía de Peñalosa, que le pondría a la lista la fuerza de su trabajo como animalista.

(Sandoval, por ser contratista y no funcionaria pública, no está atada a los tiempos que exige el Estado para las renuncias para lanzar su nombre a 2018).

La quinta representante, María Fernanda Cabal, se lanzará al Senado sobre la base de su fuerza en Bogotá, donde tiene unos 10 de los 30 ediles del partido.

Entre los nuevos que quieren meterse en la lista figuran Juan Manuel Daza, que trabajó en el Senado con la precandidata presidencial María del Rosario Guerra, y cuyo nombre sonó la semana pasada porque el partido lo nombró compromisario para definir los términos de la alianza con el pastranismo.

Goza del respaldo de Cabal, aunque, según ella, también lo han  postulado otras personas.

Del Partido Conservador es posible que llegue José Jaime Uscátegui, hijo del general Jaime Humberto Uscátegui (condenado por la masacre de Mapiripán que ahora se someterá a la Justicia Especial para la Paz).

Hace cuatro años se quemó con 5.300 votos en la lista conservadora a la Cámara; el año pasado fue ternado para la Alcaldía Local de Usaquén, pero Peñalosa no lo escogió, y luego trabajó en la Secretaría de Integración Social nombrado por María Consuelo Araújo, ‘la Conchi’, la cuota más claramente uribista del gabinete de Peñalosa.

Este año Uscátegui renunció a ese cargo y al Partido Conservador para lanzarse a la Cámara con el respaldo del concejal Andrés Forero.

Otro concejal que tendría candidato es Javier Santiesteban, que apoyará a Juan Gabriel Castaño, que fue gerente de la campaña al Congreso del CD en Bogotá en 2014.

De los quemados en la lista uribista al Concejo llegarían dos: Diana Diago, hija de los exconcejales Leo César Diago (liberal) y Liliana de Diago (La U), e Iván Díaz Tamayo, que fue edil de Suba y es cercano a la representante Tatiana Cabello.

También aspira Orlando Güete, asesor del senador cordobés Daniel Cabrales, quien estuvo en la lista al Senado del CD en 2014 y ha asesorado en temas de juventud a la bancada del uribismo en el Concejo.

Buscaría intentarlo de nuevo Liliana Alfonso, que no alcanzó curul en la Cámara por pocos votos en 2014. Trabajó en la Personería, fue edilesa de Suba y el año pasado fue ternada a la Alcaldía de esa localidad, pero Peñalosa no la eligió.

María Fernanda Cabal le dijo a La Silla Cachaca que también ha mostrado interés Enrique Cabrales, un excandidato a la Asamblea de Bolívar que se quemó en 2015 con 9 mil votos, pero también “tiene base en Bogotá”, agregó la congresista.

Y ha sonado Gabriel Santos, hijo del excandidato a la Alcaldía Pacho Santos y quien ha trabajado como asesor en la Cámara de Samuel Hoyos.

La puja con Vargas Lleras

La lista que finalmente quede tiene como misión ampliar la fuerza uribista en la capital del país con un reto adicional: la aspiración presidencial del muy bogotano Germán Vargas Lleras, que, entre más se distancia del gobierno Santos con críticas al proceso de paz, más puede morderle votos a la derecha, tanto para su campaña presidencial como para las listas al Congreso de su partido, Cambio Radical.

Aunque en ese espectro ideológico también pueden jugar el exprocurador Alejandro Ordóñez y la exministra conservadora Marta Lucía Ramírez, es probable que en la ciudad la puja más fuerte sea entre Vargas y el candidato de Uribe porque tendrán a disposición estructuras de base que les permitirán apuntalarse.

De acuerdo con los representantes y concejales consultados, el uribismo moverá un discurso más nacional que local, enfocado en sus conocidas críticas al acuerdo de paz y a la forma como el Gobierno ha manejado la economía. Y eso le permite marcar distancia con Vargas y Cambio Radical, ya que en lo local ambos partidos son puntales de la alcaldía de Peñalosa.

Por eso aprovecharán su oposición al proyecto de valorización de Peñalosa (de la que Cambio ha sido un crítico menos fuerte y que afecta justamente a buena parte de su electorado del norte de la ciudad) y el atentado en el centro comercial Andino, que para el CD es muestra de que la ciudad también es vulnerable y por eso es un hecho que engrana en su discurso sobre el deterioro de la seguridad en el país.

En esos puntos esperan marcar distancias con Vargas Lleras, quien ha sido un actor tradicionalmente fuerte en la ciudad y tiene el partido con la estructura más fuerte, con nueve concejales y 38 ediles, que le permitirán mover una poderosa maquinaria para impulsar la lista de Cámara.

El reto para el CD en Bogotá se hace más difícil a medida que voces de Cambio, como la de su presidente Jorge Enrique Vélez, han criticado el acuerdo de paz con las Farc, acercándose a posiciones uribistas.

“Eso puede confundir al electorado nuestro”, nos dijo la representante Cabal, que manifestó, como el resto de uribistas consultados, que la estrategia entonces es hacer ver que el vargasllerismo acompañó el proceso con las Farc y que las críticas recientes muestran un partido que no tiene la claridad ideológica que, dice, ha mantenido el Centro Democrático.

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