En Tumaco, por ahora, las Farc no se van a concentrar

Silla Pacífico

Este es el lote de cuatro hectáreas que está previsto para que las Farc se concentre para dejar las armas

Cuando ya corre el cronograma para el tránsito a la zona de concentración y la desmovilización, las Farc en Tumaco dicen que no tienen ni la infraestructura ni las condiciones de seguridad para movilizarse.

Sentado en una silla rimax, en el borde de la trocha que termina abruptamente en la orilla del Río Mira, Yesid Buitrago, comandante del Frente Daniel Aldana de las Farc, se encoge de hombros, toma aliento y dice, muy serio: “no podríamos movernos hasta allá porque quedamos presos automáticamente. No hay garantías para la sociedad civil y mucho menos para nosotros, que vendríamos a esta vereda prácticamente como carne de cañón”.

Es la tarde del 6 de diciembre, un día después de que supuestamente arrancó el tránsito de la guerrilla de las Farc a las zonas veredales de concentración.

El lote está a un kilómetro y medio en la vereda La Playa. Son cuatro hectáreas de monte cubierto por maleza densa, de la que sobresale un panal de abejas tan grande como la cabeza de un adulto y un palo alto de donde cuelga una bandera de las Farc. Reluciente.

La bandera es la única prueba de que allá adentro se ha metido algún guerrillero, porque alguien tuvo que ponerla. Y nadie más ha vuelto a entrar allí, a juzgar por lo crecida que está la maleza. Se han acercado, sí, pero al borde del lote, sobre la trocha, donde se alza otra bandera mas pequeña y una pancarta algo arrugada que le da la bienvenida a la zona transitoria de normalización de Tumaco. Sobre la vía, un pasacalles reza: "Farc EP, la paz está en nuestro corazón".

Por ahora, los frentes Daniel Aldana y Mariscal Sucre están pre-agrupados desde hace cuatro meses en otra vereda, El Playón, que queda 11 kilómetros río arriba de La Playa.

La Playa es una suerte de puerto en la orilla del río, que sufre los embates de la crecida del río de cuando en cuando. Allí hay otras pancartas de las Farc, y un lote descarpado donde la guerrilla celebró la vigilia por la paz a finales de octubre. Los guerrilleros bajan desde El Playón a cuentagotas, vestidos de civil, a comer en las sancocherías que cocinan bajo el calor de unas carpas de plástico negras, a tomar cerveza y guarapo, a comprar víveres, a cargar en chalupas las pipetas de gas con las que cocinan en el campamento. A esperar.

Eso por ahora no va a cambiar, dice Yesid, mientras espanta unos zancudos con la mano. No sólo porque en el lote que él llama “allá” no tiene nada, ningún tipo de infraestructura donde los guerrilleros puedan quedarse. También porque la guerrilla teme que meterse allí los pueda dejar a merced de los paramilitares, responsables en buena parte -según el guerrillero- de la ola de violencia que se tomó Tumaco este año.

La otra razón

“Para nadie es un secreto que desde noviembre del 2015 reaparecieron los grupos paramilitares. Todo el mundo sabe que están ahí, aquí no más en las bocas de este rió Mira, en Teherán, en Guantal”, dice, señalando con el dedo las aguas del río café oscuro, denso y alebrestado que corre detrás de él. “Eso está muy cerca de Tumaco pero aquí no acontece nada”.

Su relato se interrumpe de pronto, cuando unos hombres en un renault cuatro que se sacude mientras avanza por la trocha, se detienen a saludar al guerrillero. Él les devuelve el gesto con una sonrisa que parece familiar. El carro sigue su rumbo. Se dirige a la carretera, a solo cuatro kilómetros desde aquí, la única que comunica a Tumaco con Pasto. 

En lo que va corrido del año, Tumaco ya cuenta 132 homicidios, 27 más que los que hubo en esta fecha hace un año. De esos, 79 han sido en la zona rural de Tumaco y 53 en el casco urbano. Las cuentas extraoficiales de los defensores de derechos humanos dicen que son más. El aumento se hizo evidente desde diciembre del 2015 cuando fueron asesinadas 25 personas, más que en cualquier otro mes de 2015 y 2016.

Además, según la Defensoría del Pueblo, ha habido tres desplazamientos masivos este año que suman 220 familias: el 13 de febrero salieron 85 familias de la comunidad Alto Mira, en el corregimiento de Bajo Jagua por la presencia de actores armados no identificados y de los enfrentamientos entre éste y la Columna Móvil Daniel Aldana de las FARC-EP, como informó Ocha de Naciones Unidas. Esto es cerca a la zona de concentración de las Farc. Luego salieron más familias del Alto Jagua por estos mismos hechos. Además, el 7 de noviembre salieron 60 familias de la vereda Teherán, en la desembocadura del Río Mira.  

Ninguno de los muertos es integrante de la guerrilla, asegura Yesid, ahora que retomó la conversación. “Hace 17 días había unos paramilitares en las bocas de este río, según supimos a través de las denuncias que hacen pobladores. Nuestra intención era asaltarlos y el mismo día que íbamos a hacer la operación, se metió la Marina, corretió a esa gente, incautaron algunas armas, capturaron a unos dos, pero la mayoría se fueron. Es como unos pañitos de agua tibia”, dice.

Los muertos tampoco son de la Fuerza Pública que en Tumaco cuenta con unos 1.300 policías, 1.000 soldados y una cuadrilla de nueve helicópteros de guerra que hacen pruebas de vuelo en el aeropuerto La Florida a la vista de todos. Un verdadero batallón para proteger el municipio más extenso de Nariño, donde se concentra el 18 por ciento de todos los cultivos de coca del país y que es -al mismo tiempo- puerto de embarque, frontera y centro de tráfico de insumos químicos para la producción de cocaína.

“¿Qué está haciendo la Policía, qué está haciendo la Marina, qué está haciendo el Ejército? Esa es la gran pregunta”, exclama Yesid. "Eso es una situación que le corresponde directamente al Estado, así esta en los acuerdos. Si no, nosotros nos encargamos de hacerlo pero no entregariamos las armas".

Aunque hasta este punto no llega la Fuerza Pública desde que la guerrilla se pre-agrupó en el Playón, no están lejos. Cerca de aquí, en la carretera, hay dos puestos de control del Ejército que se toman uno de los dos carriles para hacer que los vehículos bajen la velocidad.

Además, dos kilómetros carretera arriba, en el corregimiento de Llorente, hay un batallón del Ejército que en las dos últimas semanas ha realizado capturas que muestran que sí hay nuevos actores en Tumaco.

Por ejemplo, en la vereda la Guayacana (a 30 minutos en carro de la futura zona de concentración) cayó alias “Cheche”, integrante del Clan del Golfo, según el general del Ejército Sergio Tafur. Le incautaron 200 kilos de cocaína, una ametralladora, una pistola 9 milímetros y un lanzagranadas.

Por esos mismos días cayó alias “El mono” a quien acusan de haber sido el autor del asesinato de los hermanos Pascal García, comuneros de la comunidad indígena Awa a finales de agosto.

La misma pregunta que hace Yesid ya se la han han hecho otros en Tumaco, como la Iglesia, la Defensoría del Pueblo y la Alcaldía, que le ha pedido atención para Tumaco a través de cartas dirigidas al presidente Juan Manuel Santos y han denunciado la presencia de otros grupos. 

“O son tontos o son cómplices”, dijo, en otra conversación, un defensor de derechos humanos que también ha denunciado la arremetida de los nuevos grupos en el municipio y que pidió la reserva de su nombre. 

El problema es que al denunciar quedan expuestos. Eso le pasó al padre José Luis Foncillas, de la Pastoral Social de Tumaco. A principios de noviembre, en un evento informal con el viceministro de Justicia, Arleys Cuesta en Bogotá, compartió la preocupante situación de derechos humanos en Tumaco, mencionando una carta de la Alcaldesa al Presidente y un comunicado de la Pastoral Social de la diósesis de Tumaco que daban cuenta del aumento de la violencia en el municipio.

Luego, cuando regresó a Tumaco, el padre se enteró de que el Viceministro había enviado una carta al Ejército, contando lo que el padre había dicho y con su nombre completo. Después de eso, ha recibido varias visitas de la Sijín y notificaciones de la Policía.

“Lo primero es guardar la confidencialidad de la fuente, es lo que debió hacer el Viceministro sabiendo lo que está pasando en Tumaco y en otras partes del país”, le dijo el padre a La Silla.

Pero desconcertó aún más la respuesta que le dio la Policía Nacional al padre en un comunicado el pasado 2 de diciembre: “No se ha evidenciado el ingreso de nuevos grupos al municipio", dice. La Policía dice que se trata solo de miembros disidentes de las Farc "siendo ellos los que en algún momento reciente han generado una oleada de violencia marcada principalmente por el homicidio”. Agrega, además, que para contrarestar este aumento del crimen durante este año se han capturado a 937 personas por todos los delitos, se han incautado 137 armas y 76 toneladas de cocaína, aproximadamente. 

La Silla supo que luego, en un consejo de seguridad que se realizó en Tumaco el 6 de diciembre con presencia de autoridades nacionales y locales, la Policía reconoció que en el municipio sí había presencia de las Autodefensas Gaitanistas, según nos contó uno de los asistentes. 

"Se están contradiciendo y generando confusión. No hay claridad de qué es lo que está pasando y eso no ayuda a solucionar el problema", dice un defensor de derechos humanos que habló con La Silla con la condición de no ser citado. 

Yesid, desde su silla rimax, reconoce que en Tumaco hay disidentes de las Farc sueltos y armados como estaba Don Y, pero lo dice con el gesto de alguien que no le quiere dar mucha importancia, de quien no les tiene miedo. 

“Ya prácticamente no son nada”, dice. “Sabemos que el narcotráfico los ha patrocinado porque Don Y así lo dijo. Que hay riesgos, si, pues los ha habido siempre. Tocará tomar medidas de seguridad”.

Lo que no dice Yesid es que la guerrilla intentó encargarse de ellos, como contó La Silla, y al principio del año asesinó a varios disidentes que lo llamaban “el ripio”.

El poder sigue, la concentración no llega

Durante los últimos cuatro meses, Yesid Buitrago, como parte del comando de dirección del punto de pre agrupamiento, pasa los días aquí en La Playa para recibir las visitas de quienes no alcanzan a llegar al Playón, sobre todo en días cuando el río está crecido como hoy.

Por aquí también viene Romaña, el máximo comandante de las Farc en Tumaco, que hoy no está precisamente porque viajó en un helicóptero de la Cruz Roja a denunciar las condiciones de inseguridad a las que le teme la guerrilla.

Yesid no tiene botas pantaneras, uniforme ni armas, al menos no a la vista. Y si no fuera por un dije plateado que le brilla en el pecho con la silueta de Manuel Marulanda Vélez, ‘Tirofijo’, podría pasar por cualquier campesino de la vereda. Un regalo que le trajeron de La Habana, explica.

Eso, y que aquí todo el mundo sabe quién es.

El Frente Daniel Aldana ha tenido el dominio y control de la mayor parte de Tumaco, sobre todo por este sector cerca de la frontera con Ecuador, desde hace décadas.

Es el frente que en junio del año pasado voló el oleoducto Trasandino que regó 410 mil galones de petróleo en el río Mira, que desemboca en el Pacífico, causando la mayor tragedia ambiental de la historia nacional según el entonces ministro de ambiente, Gabriel Vallejo.

El mismo que en agosto del año pasado, en pleno cese al fuego unilateral, asesinó a Genaro García, líder del consejo comunitario de Alto Mira y Frontera en una trocha muy cerca de La Playa.

Y el que hace un mes, en pleno cese al fuego bilateral, asesinó a alias Don Y, que no quería acogerse a los Acuerdos de La Habana. A la comisión de seguimiento y verificación, integrada por la ONU y por representantes del Gobierno, le tomó otro mes investigar el hecho para concluir lo que en Tumaco ya todo el mundo sabía.

El campamento de esa comisión es lo poco que es visible hoy en Tumaco relacionado con la zona de concentración veredal de la guerrilla.

Se ve desde la carretera principal, a unos tres kilómetros del desvío que conduce hasta La Playa. Son unas carpas blancas sostenidas por palos, aún en construcción, desde donde la ONU y el Gobierno Nacional tendrán que verificar que la guerrilla cumpla con su parte de dejar las armas en seis meses. Un plazo que ya arrancó, a pesar de lo que diga la guerrilla en Tumaco.

No parece que tendrán grandes comodidades como las que quería la misión de la Onu, como contó La Silla. Aunque sí están a menos de una hora del casco urbano de Tumaco por la carretera sobre la que se agolpan muy cerca, varias veredas como Chilbí o La Espriella y el comercio.

En cambio, en el lote para la guerrilla solo está la maleza. Y eso seguirá así, según Yesid, hasta que el gobierno les cumpla.

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