La Marcha Patriótica le marcha a las elecciones

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A diferencia de hace un a?o, Marcha Patriótica decidió participar en las elecciones locales del próximo a?o.

Marcha Patriótica, la mayor organización de izquierda y uno de los súper poderosos de la movilización social en el país, decidió apostarle a las elecciones. Esta decisión de su 'junta patriótica' y de sus bases en todo el país, Marcha -que se presentó al nacer hace tres años como un “espacio de encuentro político de las fuerzas de izquierda” con vocación de poder y que fue desde sus inicios estigmatizada como infiltrada por las Farc-  puede ser clave para el aterrizaje de los acuerdos con las Farc.

 

Marcha Patriótica, la mayor organización de izquierda y uno de los súper poderosos de la movilización social en el país, decidió apostarle a las elecciones.

Así lo determinaron unas 200 personas del movimiento que se reunieron este fin de semana en los salones de la Asociación Cristiana de Jóvenes en Bogotá. Con esta decisión de su 'junta patriótica' y de sus bases en todo el país, Marcha -que se presentó al nacer hace tres años como un “espacio de encuentro político de las fuerzas de izquierda” con vocación de poder y que desde su surgimiento fue estigmatizada por el Ministerio de Defensa como infiltrada por las Farc- se dejará contar en las urnas por primera vez.

Lo hará motivado por lo que ven como una “nueva realidad política”, íntimamente ligada al éxito que pueda tener el proceso de paz con las Farc en La Habana y sobre todo con su promesa de ampliar la democracia colombiana. Su decisión también es un primer paso para que se concrete una posible alianza en 2015 de todas las fuerzas de izquierda, que se reunirán este viernes y sábado para intentar colocar la piedra esquinera para un Frente Amplio que podría ser clave para el aterrizaje de los acuerdos con las Farc.

“La reelección de Santos fue un plebiscito sobre el proceso de paz. Ahorá vendrá otro igual, porque los diálogos tienen todo que ver con la situación en las regiones. El poder local es el pulso fundamental para todo, comenzando por la refrendación [de los acuerdos de La Habana]”, le dijo a La Silla Lilia Solano, la responsable de relaciones internacionales de la Unión Patriótica que también forma parte de Marcha. “No podemos dejar que gane el uribismo, que desconoce y boicotea el proceso. Serán de nuevo unas elecciones por la paz”.

Como dice David Flórez, uno de sus voceros, "queremos crearle un mejor ambiente al proceso de paz y que en los espacios locales de gobierno haya personas ojalá de Marcha o de izquierda". 

El resultado electoral de Marcha en las elecciones tendrá un fuerte impacto en el futuro del proceso de paz. Desde un principio se pensó que este movimiento podría ser la pista de aterrizaje de los desmovilizados de la guerrilla y su éxito, un incentivo para que las conversaciones en La Habana arrojaran resultados antes de las elecciones.

Dado que ya no parece posible la firma y refrendación en las urnas de un Acuerdo Final antes de octubre de 2015, la Marcha llegará a las regionales sin ese impulso. O más bien, intentará usar la negociación como ese impulso para más adelante.

El 'sí' electoral de la Marcha

No es la primera vez que Marcha, el movimiento de izquierda que deriva su peso de los sectores sociales y de manera especial de los rurales (y que dice tener 2 mil organizaciones afiliadas), discute si lanzarse a las elecciones o no.

Hace un año, sin embargo, el resultado de ese debate fue muy distinto. Tras una larga discusión interna, que un miembro describió como “demasiado larga y desgastante”, el movimiento resolvió no ir a las elecciones y sus integrantes terminaron repartidos en las listas al Congreso de la Unión Patriótica, la Alianza Verde y los liberales. Al final ninguno de ellos logró una curul: ni los líderes de los paros que se lanzaron con la UP, ni el líder comunista Carlos Lozano que lo hizo con los verdes, ni el hijo de Piedad Córdoba con los liberales.

En cambio, sí fueron una fuerza importante en las elecciones presidenciales, cuando fueron los motores del segundo paro agrario nacional que amenazaba con estallar justo antes de la primera vuelta. Y luego cuando, motivados por el proceso de paz que describen como su “máxima prioridad”, fueron una de las bases de la izquierda que ayudó a que Juan Manuel Santos se reeligiera.

Ahora, al igual que con el ascenso del candidato uribista Óscar Iván Zuluaga en la primera vuelta presidencial, el proceso de paz se convirtió en el detonante. Sobre todo dada la importancia que tendrán los gobiernos locales en el aterrizaje de los acuerdos con las Farc, que contemplan la creación de sistemas de participación en lo local -o un diálogo de abajo hacia arriba- para las bases campesinas.

“Lo que hizo Marcha fue valorar la situación política actual. Y lo hizo teniendo tres cosas en cuenta: la necesidad de respaldar el proceso de paz, el auge del movimiento social agrario y la necesidad de unirnos con otros sectores, dada la importancia de las elecciones locales para los movimientos sociales”, dice Jaime Caycedo, el ex concejal y líder comunista que milita en la Marcha. “Porque la agenda de paz es la base social de una apertura democrática como la que buscamos”.

De hecho, un aspecto que atraviesa de principio a fin los acuerdos pactados hasta ahora en Cuba es la idea de darle a las organizaciones ciudadanas de las regiones donde se vayan a implementar los acuerdos un rol protagónico en la decisión de los presupuestos, en la ejecución de las obras y en la veeduría de las mismas. Es en ese tipo de espacios donde los movimientos sociales más a la izquierda quieren ganar voz y voto. 

"Buscamos que se visibilicen los acuerdos parciales y hacerles pedagogía, pero también intentar el ejercicio [si salen elegidos] de que algunos de sus puntos se implementen de forma inmediata. Por ejemplo, poder arrancar la sustitución de cultivos ilícitos si ya hay comunidades de acuerdo", dice David Flórez.

Hasta el momento la Marcha solo decidió que irá a las elecciones bien sea sola o con otros grupos que -en palabras de Caycedo- tengan “una mirada social”, aunque aún no hay acuerdos sobre los términos de esas alianzas. Por ahora solo han discutido las reglas de juego que buscarán negociar: que haya un acuerdo programático, que los gabinetes de gobierno reflejen a todos los aliados y que haya una comisión ética que vele por los “compromisos sociales” de un mandatario (e incluso una promesa notariada -aunque simbólica- de que renuncie tras un cierto tiempo si no los ha cumplido).

Entre los puntos programáticos que exigirán están una reforma política que abra la participación política a nuevos grupos que no suelen participar en ella, un estatuto para la oposición, un nuevo estatuto laboral y una reforma agraria integral. Todos ellos puntos que ocupan un lugar central en los acuerdos hasta ahora negociados en La Habana. Y una Asamblea Nacional Constituyente, un punto que es fundamental para las Farc y que el Gobierno no ha querido negociar en La Habana, pero que David Flórez explicó que Marcha "quiere poner sobre la mesa y hacerle pedagogía, para que otros grupos entiendan por qué la vemos necesaria".

“Cuando Marcha decide ir a elecciones, está diciendo 'vamos a medir fuerzas, vamos a ver dónde tenemos capacidades y dónde podemos organizarnos'”, dice César Jerez, el líder de la zona de reserva campesina del Valle del Río Cimitarra e integrante de Marcha Patriótica. “El resultado hará toda la diferencia. Será muy difícil, por ejemplo, plantear una zona de reserva campesina con un alcalde en contra o con uno nuestro”.

“Las elecciones locales, quién gana, demostrarán una tendencia de hacia dónde está el apoyo a la refrendación de los acuerdos”, dice otro integrante de Marcha que pidió no revelar su nombre porque es contratista público.

La fuerte base rural que tienen algunos de los integrantes de la Marcha -como el movimiento de zonas de reserva campesina, el sindicato agrario Fensuagro o la Mesa de Interlocución Agraria que nació con el paro campesino de hace un año- les han hecho pensar que pueden ganar en regiones rurales como el Catatumbo, Caquetá, el Magdalena Medio y el Sumapaz. Varias de ellas coinciden con las regiones donde las Farc ha tenido tradicionalmente presencia y que priorizará el proceso de paz y, tal vez, también con las circunscripciones especiales donde sólo podrán competir candidatos que no vengan de los partidos tradicionales. Es decir, allí podrían foguearse.

Su mayor temor es que aún no haya las condiciones políticas para que candidatos de izquierda compitan en zonas alejadas de los centros urbanos, donde históricamente han corrido mayor peligro.  Sobre todo, si se lanzan a hacer campaña sin que las Farc hayan dejado las armas el riesgo es aún más alto, puesto que -más allá de si existen vínculos reales entre la guerrilla y este movimiento- para los grupos armados de ultraderecha esta asociación es clara, con lo cual se convierten en un blanco fácil de los que perderían si se firma la paz.

“Recordemos que venimos de la Unión Patriótica. Siempre hemos dicho que no hay garantías políticas, pero ahora dimos un salto porque vemos que hay tres escenarios nuevos. Hay una nueva participación política, hay un proceso de paz y hay un auge de las organizaciones sociales en el campo”, dice Jerez.

Para él las próximas elecciones -y la presencia de Marcha- pueden ser un abrebocas de cómo funcionaría, si se aprueba un Acuerdo final en La Habana, la participación política en el campo.

Misión: unir a la izquierda

La decisión de la Marcha Patriótica de competir en las elecciones locales del próximo año viene atada a otro plan: formar un Frente Amplio, como los que existen en Uruguay o Chile, que aglutine a todos los partidos políticos de izquierda y a las organizaciones sociales afines.

Para eso se reunirán una decena de partidos y organizaciones el viernes en el Congreso y luego el sábado en la Universidad Autónoma. Por ahora será la primera reunión formal, tras varias preliminares desde la primera vuelta en mayo, aunque el grupo ya tiene nombre tentativo: el “Frente Amplio por la Paz, la Democracia y la Justicia Social”.

A esa reunión irán la Marcha, la Unión Patriótica (que finalmente logró mantener su personería jurídica tras una decisión del Consejo Nacional Electoral), varios sectores del Polo Democrático (incluyendo a Clara López y a los congresistas Iván Cepeda, Alberto Castilla y Alirio Uribe), algunos verdes (como la representante Ángela Robledo), unos liberales (que, según una persona, "pidieron mantener sus nombres en reserva hasta el proceso avance") y los progresistas petristas.

También sectores más sociales como la Cumbre Agraria que reúne a 13 organizaciones rurales, el Congreso de los Pueblos, el partido Mais que reúne a los indígenas de la Onic, centrales sindicales como la CUT, sindicatos nacionales como los profesores de Fecode y el movimiento de reservas campesinas. Y otros grupos más pequeños como País Común del líder nasa Feliciano Valencia, el Colectivo Guillermo Marín o Poder Ciudadano de Piedad Córdoba.

Su apuesta es ir juntos a las locales, con candidatos escogidos entre todos. Para alcaldes y gobernadores no tendrían ningún problema, ya que esas alianzas existen. Para asambleas y consejos dependen de un articulito en el proyecto de reequilibrio de poderes que está en el Congreso, que permitiría presentar listas conjuntas. Si se cae, tendrían que -como dice un integrante- “irse con una lista pero apoyarse entre todos”.

Eso sí, la Marcha ya descartó ir por firmas dado que -aunque siente que sus bases sociales le permitirían recolectarlas con facilidad- las pólizas obligatorias para movimientos sociales serían una traba. Como dice Jaime Caycedo, “hay muchas experiencias frustradas al último momento por fianzas onerosas. Se queda uno con las firmas pero sin elecciones”.

Esto los deja dependientes de partidos con personería jurídica, como la Unión Patriótica (muchos de cuyos integrantes ya están en Marcha) o del Polo o los verdes, si deciden finalmente sumarse. También podrían hacerlo con el Mais, que logró una de las curules indígenas al Senado con Luis Evelis Andrade. O incluso el movimiento afro Poder Ciudadano si el Consejo de Estado termina tumbando las curules de los 'afro no afro' aliados de Yahir Acuña.

Algunos partidos, como el Polo, aún no han discutido el tema internamente. Pero ya hay varios indicios de que la cosa va en serio.

El sábado, por ejemplo, Clara López estuvo en la reunión de Marcha, posando en la foto junto a Carlos Lozano (cuyo Partido Comunista fue expulsado del Polo en 2012) y José Miguel Sánchez (que viene de los petristas, que también se fueron del Polo dando un portazo). Ayer por la tarde la propia Clara trinó que estaba reunida con una “delegación del Frente Amplio” en la sede polista. (Aunque falta por ver qué opinan los sectores de Jorge Robledo y Alexander López, que -como contó La Silla- temen que las alianzas que quiere impulsar su reciente candidata presidencial sean con la Unidad Nacional santista.)

Asimismo, Donka Atanassova -que hasta hace poco fue directora de seguridad en la Secretaría de Gobierno de Petro y que viene del grupo Política Viva- habló en su carta de renuncia de la necesidad de “un Frente Amplio con carácter diverso y plural” y de “una sola candidatura a la alcaldía” para que no se terminen cancelando entre todos.

Por ahora la Marcha, que aspira a ser una de las piedras angulares de ese Frente Amplio colombiano, tomó la decisión -por primera vez- de marcharle a las elecciones.

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