Marta Lucía Ramírez no es candidata en estas elecciones. Ni tiene un cargo político específico. Ni es funcionaria pública. Pero la ex candidata presidencial azul ha estado muy activa en este período preelectoral promoviendo una alianza entre el Centro Democrático con políticos conservadores no santistas en varias regiones, que le permiten al uribismo pensar en conquistar -así sea en coalición- algunas gobernaciones y grandes alcaldías y a ella llegar a la Casa de Nariño en 2018.
Marta Lucía, la celestina del uribismo
Marta Lucía Ramírez no es candidata en estas elecciones. Ni tiene un cargo político específico. Ni es funcionaria pública. Pero la ex candidata presidencial azul ha estado muy activa en este período preelectoral promoviendo una alianza entre el Centro Democrático con políticos conservadores no santistas en varias regiones, que le permiten al uribismo pensar en conquistar -así sea en coalición- algunas gobernaciones y grandes alcaldías y a ella llegar a la Casa de Nariño en 2018.
Los matrimonios azules - uribistas
El viernes estuvo en Cali -con el dirigente uribista Carlos Holmes Trujillo- en la inscripción de Christian Garcés, el ex diputado conservador que va por firmas y que ambos apoyan a la gobernación.
Un día después fue a Santa Marta a levantarle el brazo a Jorge López, el ex diputado y carta uribista en Magdalena. Y ayer estuvo con la ex senadora Nancy Patricia Gutiérrez, la candidata independiente que los dos partidos apoyan y que arranca fuerte en Cundinamarca.
Esas fotos son, en gran medida, el resultado de un trabajo que Marta Lucía Ramírez lideró este semestre, propiciando reuniones con Álvaro Uribe y el director de su partido Óscar Iván Zuluaga para discutir las posibles alianzas, llamándolos personalmente para concretarlas, saliendo a hacer campaña con los candidatos.
El resultado es que, en al menos una docena de regiones, ya hay alianzas sólidas entre uribismo y conservadores.
De esas, siete pintan lo suficientemente fuertes para dar la pelea y podrían eventualmente permitir al Centro Democrático gobernar en coalición.
En Caldas llegaron a un acuerdo en el que cada uno rodeó la carta fuerte del otro: los azules a la ex senadora Adriana Gutiérrez -histórica aliada de Zuluaga y Luis Alfonso Hoyos- en Manizales, mientras los uribistas harán lo mismo con el ex congresista Carlos Uriel Naranjo a la gobernación.
En Tolima finalmente se concretó una alianza con el ex gobernador y cacique azul Óscar Barreto, que disputará la gobernación con el ex senador Mauricio Jaramillo y su 'Unidad Departamental'. A eso se suman coaliciones en Riohacha (donde avalaron a Nemesio Roys, hijo de la ex alcaldesa Carmen Garzón), Guaviare (con el ex representante azul Constantino Rodríguez) y Guainía.
Aunque Ramírez no es formalmente la líder de los azules y el sector santista del partido no la reconoce como jefa natural, la mayoría de estas alianzas fuertes son oficiales a nivel de partidos.
En otros tres casos la tienen casi imposible, pero le están apostando a consolidar la principal alternativa a los casi seguros ganadores.
En el Valle el sector de Ramírez irá con Garcés, que está segundo en las encuestas, aunque lejos de la ex senadora Dilian Francisca Toro de La U (a quien apoyan los congresistas azules del Valle). En Nariño, lo harán con el ex alcalde pastuso Eduardo Alvarado, pese a que el puntero -el verde Camilo Romero- tiene de su lado hasta a los congresistas azules. Y en Quindío, con el padre Carlos Eduardo Osorio, el ex capellán de Andrés Pastrana que se enfrenta a la heredera de la gobernadora vargasllerista Sandra Paola Hurtado. (En estos tres casos se trata de alianzas de los martalucíistas, no del partido en pleno).
Y todavía están conversando en Bogotá, Risaralda, Norte de Santander, Huila y Meta.
Marta Lucía, la facilitadora
La mayoría de estas alianzas se han cocinado en una serie de reuniones que -según tres fuentes- arrancaron a instancias del sector de Marta Lucía.
En una primera cita, hace unos cuatro meses en el Hotel de la Ópera, hicieron un barrido de las regiones en donde podrían explorar acuerdos.
Ese día estaban Uribe y Zuluaga, más los senadores María del Rosario Guerra, Ernesto Macías, Fernando Nicolás Araújo y Honorio Henríquez Pinedo. Del lado azul, su presidente David Barguil y Ángela Ospina de Nicholls, fiel escudera de Marta Lucía.
El acuerdo al que llegaron, sobre el papel, era sencillo: irían juntos en aquellos lugares donde los otros tuvieran una carta más fuerte.
Dos meses después se volvieron a encontrar en la oficina de Uribe en el Senado, ya con un grupo más nutrido y propuestas más concretas. Además de Barguil y Ospina, los azules llevaron a Marta Lucía, al ex ministro Carlos Holguín Sardi y a Ómar Yepes (líder de la alianza con Adriana Gutiérrez). Del uribismo estaba casi el mismo grupo que antes.
Luego, hace alrededor de un mes, Uribe y Ramírez se encontraron de nuevo y volvieron a discutir algunos casos puntuales, como el de Barreto en el Tolima.
Casi todas esas alianzas las patinó Ramírez. Las únicas donde no tuvo nada que ver fueron Caldas (donde, en palabras de un conservador, “por ser tierra de Óscar Iván, [Marta Lucía] dejó que ellos se pusieran de acuerdo”), Guaviare (donde el artífice fue el senador azul Juan Diego Gómez) y Guainía.
Ahora están concentrados en ver si logran concretar las últimas coaliciones que tienen en el tintero. El problema es que, como han sido más los candidatos aguamarinas que se han teñido de azul oscuro que al revés, los uribistas están empezando a molestarse.
“Tiene que haber reciprocidad. No puede ser solo para un lado”, le dijo a La Silla la senadora María del Rosario Guerra, añadiendo que falta dar la discusión sobre muchas ciudades intermedias -como Dosquebradas o Santa Rosa de Cabal en Risaralda- donde el uribismo espera que los azules lo apoyen.
La dificultad está en que, en la mayoría de lugares, los conservadores tienen candidatos más viables que el Centro Democrático.
Como dice un congresista conservador, “ellos arrancaron envalentonados pensando que la figura de Uribe los iba a arrastrar. Como eso no pasó, se quedaron sin cartas y terminaron acercándose”.
En Risaralda los uribistas ven con buenos ojos a Sigifredo Salazar, un ex diputado que fue gerente de la campaña de Marta Lucía allí y luego de la de Zuluaga (y a quien el Centro Democrático le había ofrecido un puesto en su lista al Congreso hace un año).
Pero están descontentos con que los azules no quieran corresponderles apoyando en Pereira a Luis Enrique Arango, el ex rector de la Universidad Tecnológica y candidato cívico, al que el uribismo adoptó cuando ya tenía 100 mil firmas. (Además de que no les convence, el senador azul local Samy Merheg ya está jugando con el liberal Juan Pablo Gallo).
En Norte de Santander aún están mirando si puede haber una coalición en torno al empresario azul Juan Carlos García Herreros, aunque el uribismo está poco inclinado en soltar a su candidata -la empresaria Milla Patricia Romero- para apoyarlo. “Ahí nos vamos hasta el final”, dice un congresista uribista.
En el Huila, la conversaciones estaban muy adelantadas con la ex diputada Esperanza Andrade de Osso, pero quedaron paralizadas dado que ella perdió la dura batalla por el aval conservador con el ex senador Carlos Ramiro Chávarro (que se quedó definitivamente del lado santista al hacer una coalición con los liberales).
Ahora que la hermana del senador Hernán Andrade terminó inscribiéndose con el partido indígena Aico, están pensando retomarlas.
En Boyacá también lo intentaron, pero al ex senador Juan de Jesús Córdoba lo ven como muy santista (pese a que su impulsor es el senador Jorge Hernán Pedraza, que apoyó a Zuluaga). Y en Cali también, pero los uribistas ven al candidato azul Carlos José Holguín muy cercano a Dilian Francisca Toro (vía su alianza con el grupo del gobernador Ubéimar Delgado), por lo que están conversando con el ex vice Angelino Garzón, el liberal Roberto ‘Chontico’ Ortiz y el empresario Maurice Armitage.
Los mayores malestares están, sin embargo, en Bogotá y Medellín. Para los uribistas, el apoyo de los conservadores martalucístas a Pacho Santos y Juan Carlos Vélez era prácticamente una condición, dado que son dos de las plazas más importantes del país, que ellos tienen dos figuras claramente uribistas jugando y que los conservadores no llevan cartas en ninguna de las dos carreras.
Sin embargo, una de ellas ya se dañó y la otra pinta difícil. Y parte del problema es que en ambas ciudades las directivas locales están totalmente peleadas con Ramírez.
En Medellín, hace dos semanas el sector santista de los conservadores adhirió a Gabriel Jaime Rico, quien es de origen azul y va con La U y Cambio Radical, dejando solamente a un pequeño sector de disidentes (y no políticos) como el cacao Manuel Santiago Mejía con Vélez.
Esa jugada fue leída en el uribismo como una traición, mientras los azules la vieron como un error estratégico del Centro Democrático.
Esto porque, según tres fuentes conservadoras, el Centro Democrático nunca quiso discutir su propuesta de apoyar a Vélez en Medellín a cambio de un conservador en la gobernación, una idea que incluso habría recibido el 'sí' inicial de los congresistas santistas. “Nos dijeron que no, que por lo de Liliana [Rendón] y luego mire... Se equivocaron”, dice un directivo azul.
En Bogotá el problema es que los conservadores ven a Pacho Santos muy débil. De ahí que decidieran conversar también con Enrique Peñalosa y Rafael Pardo y le estén apuntando -según un conservador- a servir como bisagras de una eventual unión entre Pacho y Peñalosa.
El camino a 2018
Aunque Marta Lucía aún no ha dicho nada sobre el 2018, e incluso coqueteó con la posibilidad de lanzarse a la Alcaldía de Bogotá, en su entorno no dudan que intentará de nuevo ser presidenta.
De hecho, como contó La Silla en su perfil, esa ha sido su meta desde hace tres décadas.
Pero para lograrlo, Ramírez necesita varias cosas: la primera es convertirse en la candidata del Partido Conservador.
El Partido Conservador está hoy en día dividido entre un ala santista, que ha sido consentida con burocracia por el Gobierno y cuyo candidato presidencial posiblemente será el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas. Y un ala uribista, en donde ella se ubica y donde posiblemente aspire a ubicarse el Procurador Alejandro Ordóñez.
Aunque Ramírez se posicionó dentro del partido con sus dos millones de votos en las presidenciales (que superó la votación de los congresistas conservadores unos meses antes) y el partido nombró a su aliado David Barguil en la dirección, su liderazgo dentro del Partido sigue siendo disputado.
Por eso para sus aspiraciones presidenciales es clave que el Partido Conservador tenga estructuras políticas en las regiones afines a ella que puedan impulsarla, porque -como demostraron las elecciones pasadas- no hay ningún factor de poder que sirva más para ganar unas presidenciales que tener un gobernador o un alcalde del mismo lado. No en vano un potencial rival como el vicepresidente Germán Vargas Lleras viene liderando toda una estrategia de crecimiento de su partido Cambio Radical en todo el país.
“Germán Vargas está haciendo su juego y lo está haciendo bien. Nosotros no podemos quedarnos verlo jugando”, dice una persona cercana a Ramírez en el partido. “Nosotros empezamos la campaña de 2014 sin ningún concejal. Como equipo político queremos estructuras y representantes que representen lo que queremos hacer”.
Si gracias a su gestión y al apoyo de Uribe, la corriente que ella representa dentro del partido termina con algunas gobernaciones y alcaldías en coalición con el Centro Democrático, una convergencia entre ambos partidos para el 2018 detrás de ella será más fácil.
Sobre todo porque, como explicó La Silla, la candidatura de Óscar Iván Zuluaga, el ex candidato presidencial del Centro Democrático, se ha desdibujado en los últimos meses.
Aunque todavía falta mucho para eso, Marta Lucía ya tiene pensado dedicarse estos tres meses a 'puebliar' y apoyar a sus candidatos. Su campaña para el 2018 ya despegó.