Los electos en Buenaventura, Palmira y Jamundí ganaron pese a la falta de plata y maquinaria. Mandatarios polémicos con sombras judiciales y un fenómeno del despertar del voto de opinión nacional explican lo que pasó
Las victorias (y los retos) de los outsiders del Valle
Foto: Víctor Vidal (Buenaventura), Óscar Escobar (Palmira), Felipe Ramírez (Jamundí).
Tres de los seis totazos electorales del domingo ocurrieron en Valle.
Los triunfos de Víctor Vidal (28.002 votos) en Buenaventura; Óscar Escobar (61.281 votos) en Palmira y Felipe Ramírez (17.355 votos) en Jamundí, impidieron que la abultadísima victoria de la baronesa electoral del Valle, Dilian Francisca Toro con su candidata Clara Luz Roldán en la Gobernación, fuera redonda.
El trío tiene en común poca o nula experiencia electoral, que sus campañas no costaron más de 300 millones de pesos (en zonas donde pueden costar más de 3 mil millones), y que vencieron retos clave como el absolutismo del grupo de Dilian en Palmira (pese a denuncias de Escobar de que habría fraude en el conteo final); la participación en política del Alcalde de Jamundí: y que el Movimiento Cívico del Paro de Buenaventura se convirtiera en un grupo político exitoso.
Es por eso que sus triunfos son tan simbólicos en el departamento más rico y poblado del Pacífico. Se explican en parte por el aterrizaje en la región del despertar del voto de opinión que arrancó con las elecciones nacionales del año pasado y por fenómenos específicos en cada ciudad.
Sus retos no son menores: aunque ganaron, enfrentarán líos de gobernabilidad porque ninguno tiene mayorías en sus concejos, una clase política tradicional herida por la derrota y un aterrizaje forzoso del conflicto armado, especialmente en Buenaventura y Jamundí.
¿Quién es?
Fue uno de los voceros más visibles del paro cívico que paralizó el puerto por 21 días en 2017, y lideró las negociaciones con el Gobierno Nacional para lograr acuerdos como la creación del Fondo de Buenaventura que le garantiza 1,6 billones de pesos al año al puerto durante 10 años.
El primer Alcalde de voto de opinión en Buenaventura en su historia es administrador de empresas, integra el Proceso de Comunidades Negras (PCN, una de las organizaciones afro más poderosas del país), en 2012 fue concejal por el Polo Democrático y este domingo se eligió como alcalde de Buenaventura con 28.002 votos.
Venció a tres poderosos de la maquinaria y la plata como Ligia del Carmen Córdoba (21.386) de La U, heredera de Eliécer Arboleda, exalcalde investigado y aliado de la Gobernadora; Jaime Marinez (24.811) del Verde, Asi, Colombia Renaciente y los liberales, y Héctor Copete (22.595) de Aico.
¿Cómo ganó?
Obtuvo el aval del Polo Democrático -vía el senador Alexander López, aliado del paro- y de la Colombia Humana, una jugada clave pues las firmas que presentó -su plan inicial- no le alcanzaban para ser candidato.
Varias razones fueron claves para el histórico triunfo.
La primera fue hacer campaña en la calle. puerta a puerta, sin grandes eventos, con pocos recursos y sin compromisos con ningún sector. Sus voluntarios dieron aportes de plata, comida y carros para el día D, como contamos en el twitterazo en vivo.
“Yo me dedique a hablar con cada persona sobre la necesidad de hacer un cambio, y decirles que nosotros teníamos el poder de elegirlo, pero también de revocarlo si lo hace mal”, nos dijo Judith Segura, del comité del paro.
La segunda fue que la campaña enarboló la bandera de que con Víctor en la Alcaldía, habría más presión para que el Gobierno cumpliera con los acuerdos, que son ley.
“Les dijimos, mantengamos esa unidad, somos capaces de mantener esa dignidad”, dice el otro integrante del paro Narcilo Rosero.
Eso lo diferenció de las grandes vallas, eventos y logística que tuvieron los otros aspirantes y fue evidente el domingo electoral, cuando hubo campañas que dieron hasta 400 mil pesos para mover votantes.
A eso se sumó el impulso de la Iglesia Católica (vía el padre John Reina, vocero del comité) y de figuras nacionales que hicieron campaña en el puerto, como los senadores López y Gustavo Petro.
Por eso la consigna hoy es que “no ganó Víctor sino el pueblo”, como nos dijo Segura, que se reflejó en la celebración del domingo en la noche en donde la gente salió a celebrar con pólvora en el puerto y coreó la máxima del 2017: “Por la dignidad carajo, el pueblo no se rinde carajo”.
De hecho, el domingo en la noche cuando no salían los nuevos boletines de la Registraduría, varias personas de la campaña de Vidal empezaron a hablar de cómo ir a protestar para evitar que les hicieran fraude.
¿Cuál es su principal reto?
Según Vidal, Rosero y Segura, el principal reto es hacer cumplir los Acuerdos frente a un gobierno uribista, ideológicamente distante del nuevo Alcalde.
A eso se suma lograr paliar los problemas más graves en atención de salud, servicios públicos y educación; el combate a la corrupción en la Alcaldía, que se volvió paisaje, toda vez que los últimos tres mandatarios elegidos en el puerto terminaron investigados o presos.
“Así como el paro nos volvió un referente nacional, hoy esta elección se tiene que volver un referente nacional de cómo se gobierna en función de un pueblo”, dijo Vidal ayer en una entrevista radial.
Para eso el Comité y su Alcalde buscan blindarse: por un lado Segura dice que serán veedores constantes del trabajo de Vidal. Y por el otro, con el apoyo de instituciones que han acompañado al comité, como Universidades y ONG.
Otro reto será lograr tener una gobernabilidad con un concejo de la clase tradicional: La U sacó 13.400 votos, el Conservador y Cambio Radical 9 mil cada uno, y el Polo solo logró poner a un concejal.
¿Quién es?
De 31 años, es economista y antes de ser el primer candidato por firmas en la historia de Palmira, había sido director de tecnologías en la Alcaldía del saliente Maurice Armitage en Cali. También fue asesor de la entonces senadora Claudia López en el Congreso.
Va ganando con 61 mil votos y le saca solo 1 por ciento a Luis Chávez, candidato del notario Jorge Caicedo (cuñado de Dilian), que buscaba poner Alcalde por cuarta vez consecutiva. La campaña de Escobar señala a Chávez de querer robarle la elección en los últimos conteos, por lo que la está acudiendo a medios, redes y jueces para blindar la elección y evitar cambios en las actas.
¿Cómo está ganando?
Se inscribió como candidato por firmas y después el Partido Verde (vía la congresista fajardista Catalina Ortíz) le dio su apoyo para pelearle al caicedismo. Su victoria tiene que ver con dos factores externos a la campaña y uno interno.
Hacia afuera, Palmira -una ciudad dormitorio al norte de Cali, y uno de los municipios más poblados del Valle- comenzó a mostrar un despertar del voto de opinión valluno en elecciones nacionales: Sergio Fajardo y Gustavo Petro ganaron las presidenciales; y la votación de la consulta anticorrupción llegó a los 100 mil votos, cuando hay 276 mil inscritos. Todo esto mientras el caicedismo tenía senador propio (José Ritter López, exalcalde), y llevaba tres administraciones.
“Con ese contexto pensamos que la gente podía salir a votar por candidaturas alternativas, pese a que acá los alternativos siempre sacaban como cinco mil votos”, nos dijo el hoy electo Alcalde.
Por dentro, el caicedismo comenzó a quedarse sin recambio.
“Lo que dicen es que el grupo se equivocó con Chávez como candidato”, nos explicó un experto que supo de la movida en esa ciudad en relación a que no había variedad en los aspirantes (mayores de 50 años y sin más experiencia que andar con el Notario).
Mientras, la campaña apuntó al voto joven: “hay una nueva generación de electores, la votación de Oscar son millenials”, nos dijo Camilo Lema, estratega de esa campaña, que comunicó más por redes que por medios tradicionales. Viralizaron videos como este en el que Escobar habla con un dummy de Chávez que no fue a los debates.
Además aterrizaron aliados políticos: recibió el apoyo del senador de Cambio Radical, Carlos Motoa (también palmireño y rival de Dilian), y ya tenía el del liberal Juan Fernando Reyes Kuri. Ambos congresistas estaban germinando la semilla del ToConDi desde Palmira.
La noche del domingo cuando hubo problemas con los escrutinios, dejaron de emitirse resultados y la campaña tenía solo 300 testigos para más de 800 mesas, Escobar alertó por redes un posible fraude: cientos de personas de su campaña y espontáneos salieron a protestar para que siguieran los conteos e hicieron caravanas por la calle.
¿Cuál es su principal reto?
Tener a una clase política herida con la derrota le implica un reto de gobernabilidad. Escobar no tiene coalición en el Concejo: solo sacó un concejal verde (Álvaro Salinas, el más joven de la ciudad con 22 años), mientras que La U de Caicedo obtuvo 52 mil votos (la más alta en la ciudad).
A eso se suma que Palmira es una de las 30 ciudades con más homicidios del mundo, en parte por cadenas de microtráfico y por pandillas en la comuna uno; y en las últimas décadas dejó de ser una expensa agrícola para el país a una ciudad mucho más urbana, con retos de empleo e innovación rural.
¿Quién es?
Economista y especialista en gerencia social, llegó como concejal del Partido Verde a Jamundí en 2015 con 699 votos. Dentro de la colectividad hace parte de la corriente fajardista, cuya cara más visible en Valle es la representante Catalina Ortíz. Se lanzó a la Alcaldía en una de las campañas más competidas de la historia reciente, con nueve aspirantes más, incluidos dos exalcaldes y la maquinaria de la actual administración. Ganó con 17 mil votos.
¿Cómo ganó?
La campaña de Ramírez fue, como nos dijo, “en la calle y a pie”. Hizo campaña con voluntarios que entregaban periódicos desde las 6 de la mañana hasta las 11 de la noche. “No tirábamos la publicidad, entendimos que a la gente le gustaba que les habláramos”, nos dijo.
Tampoco hizo eventos masivos y el día electoral tuvo 280 testigos, 14 abogados y un auditor. Su campaña costó 140 millones de pesos y 40 millones en el día D.
Su victoria tiene al menos tres razones. La primera es su imagen de opositor en el Concejo. Denunció problemas de valorización de terrenos en una de las ciudades con más crecimiento en el Valle con proyectos de vivienda y también problemas de agua y medio ambiente.
La segunda el fenómeno de hartazgo en Jamundí, que venía de una crisis de institucionalidad en los últimos dos años: el alcalde elegido en 2015, Manuel Santos Carrillo, está detenido por corrupción; su sucesor, Édgar Yandy, llegó con el apoyo -en parte- del parapolítico Juan Carlos Martínez Sinisterra (al que le dio cuotas políticas) y por estas pruebas sobre participación en política que revelamos en La Silla Pacífico está investigado por la Procuraduría por participación política.
Y una tercera parte es lo que nuestro experto en La Red Pacífico, el profesor de Icesi Juan Pablo Milanese llama la “metropolización del voto” arrastrado por su cercanía a Cali: “Jamundí triplicó su población y buena parte de gente caleña se fue a vivir allá” y atrae un voto más urbano y de opinión como el que ha sido la constante de la capital valluna en los últimos años.
Estos tres hechos hicieron que el domingo Ramírez superara a la candidata de Yandy, y exalcaldesa Marleny Muñoz (15 mil votos) y al exalcalde y candidato de Dilian, William Sicachá (7.700 votos).
¿Cuál es su principal reto?
Su reto primordial será la seguridad.
Como contamos en su momento, Jamundí es la puerta de la ruta de ilegalidad que del sur del Valle conecta por el norte del Cauca. En su zona rural -donde Ramírez poco hizo campaña- hay presencia de la disidencia del Frente Sexto de Mayimbú y hay al menos mil hectáreas de cultivos de coca y cocinas de cristalización.
“Jamundí tiene que superar tres cosas de las cuales somos noticia nacional: violencia, corrupción y narcotráfico, asociado todo a la falta de trabajo y a la clase política que se gastaba la plata en ellos”, nos dijo el electo Alcalde.
A eso se suma, como ocurre en las tres ciudades, que Ramírez llega sin fuerza en el Concejo: la lista verde que hizo coalición con el Mira sacó 4 mil votos, tres mil menos quela liberal -la más votada- y no es claro que obtenga curul.
“Vamos a llamar a todos los concejales, a invitarlos a construir desde nuestras reglas de juego, ponerse la camiseta sin extorsionar”, nos dijo.