En la zona urbana los políticos locales tradicionales llevan años repartiéndose el poder; la rural, con consejos comunitarios y cabildos, es la entrada por Valle a la guerra del norte del Cauca por cultivos y minas ilegales.
Hay dos Jamundí en juego para las elecciones
Fotos: La Silla Vacía.
Jamundí tiene dos caras: la de la ciudad que tiene el crecimiento más grande del Valle, centros comerciales, proyectos de vivienda activos y casas opulentes que colindan con el sur de Cali, epicentro de la campaña política de octubre. La otra es la de la zona rural donde se libra una guerra por la ruta ilegal de coca y minería y pocos candidatos han ido a hacer campaña.
Para más señas, es donde hace poco más de una semana indígenas denunciaron un intento de falso positivo, donde hace dos meses la disidencia del Frente 6 -comandada por el ahora famoso Mayimbú- sacó a bala a Los Pelusos que habían llegado desde Catatumbo para controlar esa ruta, y donde no hay un acuerdo de sustitución de cultivos, pese a que las hectáreas ilícitas no han hecho sino crecer.
Juntas, son un enclave importante en la ruta de la ilegalidad que conecta al sur del Valle y norte del Cauca: fue retaguardia de las Farc en armas y el hogar de al menos seis líderes narcos durante 20 años. Por río conecta con el Naya que desemboca en los esteros de Buenaventura y por tierra está a 20 minutos de Cali, la capital con más homicidios del país y cuya violencia, como hemos contado, es un reflejo de lo que ocurre en el departamento.
Y ni la sombra de los ilegales, ni los narcos o disidentes, se ha ido. De lo que pase en este municipio de 170 mil habitantes dependerá lo que pasará en seguridad en Valle y Cauca. Aunque es diferente lo que pasa en la zona rural, en lo alto de la montaña, y lo que se vive en la ciudad, en el valle del río Cauca.
En la ciudad: campaña por doquier entre barones y novatos
Es la primera vez en los últimos años que la Alcaldía de Jamundí es tan peleada: hay 10 candidatos, incluyendo dos exmandatarios que tienen de su lado a las estructuras políticas que se han turnado el poder en lo que va del siglo.
A eso se suma que desde hace dos años hay una crisis institucional en la ciudad, debido a que el alcalde Manuel Santos Carrillo está preso por corrupción, lo que derivó en unas atípicas el año pasado. Un momento particularmente crítico, porque el Gobierno estaba negociando con las comunidades cocaleras de la zona (agrupadas en Coccam) la sustitución de las 400 hectáreas que había para ese momento.
Como reportamos, la interinidad en la Alcaldía fue una de las razones por las cuales al final no hubo acuerdo y hoy es uno de los dos municipios del Valle que no tiene plan de sustitución.
Actualmente, los punteros de la carrera quieren repetir en el puesto.
Por un lado está la contadora avalada por el liberalismo, con apoyo de ASI y Cambio Radical, Marleny Muñoz, quien llegó al cargo en 2007, pero salió en 2009 porque había sido alcaldesa encargada 24 meses antes de su entonces padrino político, su actual competidor William Sicachá, exalcalde, excongresista y hoy con apoyo de La U y el conservatismo.
Detrás están los novatos, cobijados de grupos alternativos: el concejal Felipe Ramírez del Verde; el exconcejal Rigoberto Lasso del Mais y los consejos comunitarios afro; y Christian Yamil Escobar, de Colombia Humana - UP; además de aspirantes uribistas y cristianos.
Mientras entre ellos buscan un acuerdo para una tercería, los dos punteros concentran una puja entre los poderes establecidos.
A Muñoz seis fuentes de la ciudad nos la señalaron como la candidata de la administración, en manos de Edgar Yandy desde abril de 2018.
Además de denuncias de presiones a contratistas, en eventos públicos de Muñoz han visto a los dos hijos del Alcalde, Andy y Deiner, a quien cinco fuentes señalaron como el que maneja la contratación de la ciudad.
“Si tienes que hablar con el Alcalde, decidir algo, tienes que hablar con Deiner”, nos dijo una de ellas y las otras cuatro nos hablaron de forma muy similar de este empresario del sector textil.
También la esposa del Alcalde, Emperatriz Díaz, asiste a eventos con la aspirante.
La candidata Muñoz canceló la entrevista que tenía prevista con La Silla Pacífico, en la que le íbamos a preguntar de este y otros temas, aduciendo que no tenía espacio en su agenda.
A su turno, Sicachá venía de apoyar a Yandy en las atípicas de 2018. Tiene apoyo del exalcalde Jhon Freddy Pimentel, quien maneja La U allá, aunque fue su exrival político. Se juntaron desde que apoyaron al hoy detenido Carrillo, en 2015.
Según nos dijo el aspirante, rompió cobijas con la administración actual porque “los objetivos no se cumplieron y la sensación es que el que gobierna no es el Alcalde que elegimos”, en relación al hijo del mandatario.
Esa no es la única sombra sobre Yandy.
Como contamos el año pasado, a Yandy lo apoyó en elecciones la estructura del exsenador parapolítico Juan Carlos Martínez Sinisterra y le dio cuotas, vía la secretaria de Planeación, Adriana Carabalí, y la de Vivienda, Ana Ximena Polanco.
Esta vez, una fuente política que no hace parte de los grupos de Muñoz ni de Sicachá, nos referenció a Carabalí como cuota del amigo de infancia de Martínez, Olmes Durán, alias ‘Señor del Pacífico', extraditado a Estados Unidos en 2007 y quien ya regresó tras cumplir condena.
El aterrizaje de Durán en Jamundí ha sido un rumor constante, entre congresistas o políticos locales, desde el año pasado, según ha recogido La Silla Pacífico, pero ninguna fuente ha dado una prueba evidente de su presencia e influencia en la administración local.
Martínez, por su parte, ha dicho que está retirado de la política (aunque tiene influencia en el partido afro ADA).
Lo curioso es que a pesar de estos ruidos, de que Jamundí fue el hogar de capos del narcotráfico como los hermanos Ochoa, Wilber Varela (‘Jabón’) y Diego Montoya (‘Don Diego’), ninguna de las fuentes consultadas confirmó que hubiera influencia de ellos en las administraciones pasadas.
Quizás porque, como nos dijo Sicachá, “no se metían acá (en la administración), porque no les importaba. Pero imagínese, con cinco capos viviendo acá, la cultura (de la opulencia) se mantiene”; o por una razón logística: aunque fue retaguardia de narcos por dos décadas, el paso de las Farc en armas por la zona sur rural del Valle, que ahora pelean Pelusos, ELN y disidencias, cambió el mapa de conflicto.
Eso no quiere decir que ahora la disidencia del Frente 6 que comanda alias Mayimbú (que está en la JEP desde marzo de 2017) y opera en la zona rural, no quiera intervenir en la contienda.
"Se infiere que puedan estar constriñendo (la votación), pero no tenemos evidencia de favorecimiento", nos dijo una alta fuente de la Gobernación del Valle.
Por ahora está mandando mensajes. Y los candidatos tratan de no exponerse a tener problemas con ellos, que concentran su fuerza en la zona rural.
La campaña en la zona rural en medio de balas
La zona rural de Jamundí tiene en su parte baja 14 consejos comunitarios afros en corregimientos como Villa Paz; mientras que en la montaña de la cordillera, hay tres corregimientos clave para la ruta ilegal que disputan los grupos ilegales: San Antonio, La Liberia y Villa Colombia, donde hay dos cabildos indígenas y viven al menos 40 mil personas.
A poco más de una hora por carro, desde esa zona, están el norte del Cauca y el municipio de Suárez, donde hace menos de dos semanas fue masacrada la comitiva de la candidata Karina García.
El jueves pasado, cuando La Silla Pacífico estuvo allí, ese grupo estaba enfrentado a tropas del Ejército que dieron de baja a alias Alonso en Morales (a 85 kilómetros de la zona), un supuesto enlace de Gentil Duarte en el departamento y presunto ‘jefe’ de Mayimbú (aunque el Ejército nunca lo puso en el organigrama de recompensas de esa disidencia).
También hay cultivos ilícitos que no han hecho sino crecer: Según una alta fuente de la Gobernación, a partir de datos de georeferenciación de las fuerzas armadashabría al menos mil hectáreas de cultivos de coca, 600 más de las que el sistema de monitoreo de la ONU reportó el año pasado.
En terreno la cifra no es clara, pero como nos dijo una líder social que puede subir a esa zona: “tú caminas entre changos (cristalizaderos) en la zona alta, se siente el olor, es lo más normal caminar entre cultivos”.
”En la montaña caminas entre cocinas de coca y cultivos”
Además, por la vía angosta que une a la zona rural con la urbana suben “chivas con insumos” para esos changos, según nos confirmaron, por aparte, dos políticos locales.
También hay comercializadores de los carteles mexicanos Sinaloa y Jalisco, que antes transaban con Los Pelusos, para confirmar que su mercancía salga.
Allá el año pasado asesinaron al líder Libardo Montenegro; a principios de año masacaron cuatro personas de una misma familia. Según el censo delictivo de la Policía, de los 41 homicidios que lleva Jamundí -a corte del 31 de octubre-, 17 ocurrieron en estas veredas.
”Se infiere que puedan estar constriñendo”
También hay minería ilegal. Según otro líder indígena y un investigador del conflicto que conoce del terreno, lo que verdaderamente cuidan los ilegales son la explotación ilegal de oro, carbón y otros minerales.
“Así haya interés en droga, también lo hay en la tierra y la minería”, nos dice el indígena, quien cree que sus comunidades son incómodas para cualquier actor: para los legales porque “tienen que lidiar con nosotros” con consultas previas; y para los ilegales porque no se van a ir de allí.
Por este cóctel, y la masacre en Suárez, el ambiente está enrarecido y los incentivos para subir a la montaña a hacer campaña son más bien pocos.
Por un lado está la inseguridad. Consultamos a cinco de los diez candidatos, además de tres líderes sociales y dos indígenas sobre cómo están haciendo campaña a seis semanas de las elecciones, y confirmamos que a la parte alta han ido Marleny Muñoz y Rigoberto Lasso.
Las razones de cuatro de los candidatos consultados sobre por qué no subir son similares:
“No me han dicho que no suba, pero por seguridad es mejor no subir”, nos dijo uno; “El ambiente está enrarecido, pero ellos autorizan si dejan hablar con la gente”, nos dijo otro.
”No me han dicho que no suba pero prefiero no ir”
Un tercer aspirante hace año y medio no sube, pese a tener una finca, porque “allá fueron a preguntar Los Pelusos y preferí no volver”.
En un consejo de seguridad de hace una semana, la fuerza pública le pidió a los candidatos que coordinaran con ellos sus visitas a la zona rural, y que les avisaran con cinco días de anterioridad para garantizar seguridad.
Pero con las mismas fuerzas militares hay tensión por las denuncias de presuntos falsos positivos en la zona de San Antonio.
Los aspirantes sienten que en general, el mensaje es ‘hacerse pasito’ con los armados para que no haya problemas de seguridad, como, consideran, fue el mensaje que envió la disidencia con el asesinato de García.
“En Santander (de Quilichao, que hace frontera con Jamundí) candidatos del Mais dijeron que en la zona rural les han dicho que no quieren ver ni candidatos, ni camionetas, ni escoltas”, nos dijo un líder indígena en la casa indígena en el Jamundí urbano, donde a mediados de agosto una moto pasó a media mañana y lanzó una granada.
No es la única amenaza, y los móviles y autores no son claros.
”Pelearle al Estado da más garantías”
Un motociclista interceptó la camioneta de Lasso, y le mandó a decir que se retirara en la campaña, por lo que el candidato no descarta que haya políticos detrás de esa amenaza; a Lina Tabera, una aspirante al Concejo por los Verdes, la llamaron la semana pasada a decirle que dejara de denunciar los falsos positivos en la zona rural en los que acusan directamente al Ejército.
A Sicachá y a Lasso les han quitado los afiches en zona rural; Ramírez, el Verde, no ha podido poner su publicidad allá.
Otro incentivo negativo para evitar la campaña allá es que electoralmente la zona rural no es atractiva para las estructuras que buscan votos.
El censo electoral total de Jamundí es de casi 102 mil personas, de las cuales, apenas 20 mil están en la zona rural. De esas, cinco mil están en la zona alta.
Así que la fórmula más sencilla podría ser hacerse pasito.
“Pelearle al Estado da más garantías”, nos dice, resignado, un candidato.