El cierre temporal de cinco revistas de Publicaciones Semana y el despido del equipo de Arcadia, fue una decisión motivada por la crisis, que también encaja en la nueva estrategia de los Gilinski.
El coronavirus pone entre las cuerdas la estrategia de Semana (y de los medios)
El reciente cierre temporal de las ediciones impresas de sus revistas Jet-Set, Soho, Arcadia, Semana Sostenible y Semana Educación, que Publicaciones Semana atribuyó a la crisis económica causada por las medidas de contención del coronavirus y a “restricciones logísticas”, ocurre a pocos meses de haber estrenado su nueva estrategia enfocada en el canal digital, la gran apuesta de su nuevo socio Gabriel Gilinski.
Este revés para Semana podría ser apenas una muestra de lo difícil que será para los medios tradicionales, y para algunos digitales, hacer funcionar sus nuevos modelos de negocio basados en muros de pago, publicidad y eventos, en un periodo de aislamiento social y de gobiernos, empresas y hogares con menos recursos para invertir en pauta y contenidos de información general.
Entre el coronavirus y la nueva estrategia
Según conoció La Silla, parte del problema de Publicaciones Semana, que llevó a la “suspensión temporal” de sus revistas por 60 días es que en los últimos días las ventas por publicidad, que venían cayendo año a año, se redujeron drásticamente; y con la imposibilidad de hacer eventos por el coronavirus, la empresa se queda sin la entrada de su negocio de foros, que representaba en 2018 algo más del 20 por ciento de sus ingresos.
Encima, la crisis de Avianca también pone en riesgo el negocio que tiene Semana con la aerolínea para editar e imprimir su revista institucional.
El coronavirus también dejó, en una semana, a la revista cultural Arcadia sin los convenios que garantizarían más del 80 por ciento de sus ingresos en abril, entre ellos la feria del Libro, donde la publicación tenía planeado instalar una carpa donde se harían una serie de eventos patrocinados por varias empresas, y unos eventos en ferias del libro regionales que iban a ser financiados por el Banco de la República.
Sin embargo, a pesar de que lo anunciaron como un cierre temporal, la empresa despidió definitivamente al menos a siete personas, entre ellas tres fotógrafos, el editor de la sección Nación, José Guarnizo, a tres de los cuatro miembros del equipo de la revista Arcadia, su director, Camilo Jiménez; la editora general, Sara Malagón; la coordinadora de proyectos, Andrea Mejía Fajardo.
Según el portal Primera Página, despidieron también a quince empleados del equipo administrativo y redujeron a la mitad el salario de la directora del canal digital Vicky Dávila, algo que según dijo Dávila en Twitter ella misma ofreció para salvar los puestos de sus colegas, y el tamaño de su set de grabación.
El cierre le cayó por sorpresa a las personas que despidieron el martes de la semana pasada. Según nos confirmó Camilo Jiménez, el día anterior a su despido había asistido virtualmente a una reunión del Comité Directivo de Publicaciones Semana, en la que se les pidió llevar ideas para enfrentar la dura crisis que se avecinaba para la revista.
“(Al día siguiente) entré a una llamada que tenía agendada con la gerente general, pensé que me iba a hablar de la estrategia, pero en cambio me dijo cinco cosas: 1. El Grupo Semana está en una crisis muy grave. 2. Vamos a implementar un plan de choque con medidas muy drásticas. 3. Vamos a eliminar tu cargo como director. 4. Vamos a eliminar tu equipo. 5. El grupo decide suspender Arcadia”, nos dijo el exdirector de Arcadia el mismo día de su despido.
La noticia le cayó como un balde de agua fría, por lo drástica que era. En primer lugar, no les permitieron cerrar la edición del mes de marzo que iban a publicar la semana pasada. La terminación del contrato era inmediata.
En segundo lugar, porque lo que les propusieron inicialmente fue firmar un documento que decía que la terminación de contrato era por mutuo acuerdo, cuando claramente era la empresa la que estaba tomando la decisión de despedirlos. Aunque les ofrecían una bonificación para vivir un par de meses, implicaba renunciar a la compensación que exige la ley para despidos sin justa causa.
“Mi preocupación es quién me va a contratar de aquí a cuatro meses, cómo voy a pagar mi EPS que necesito en medio de esta crisis de salud”, nos dijo una de las fotógrafas despedidas.
Por este tipo de decisiones, los periodistas que fueron despedidos vieron casi como un insulto que días después de su salida, Semana haya publicado este comunicado diciendo que garantizaba el empleo de sus colaboradores.
Más allá de la forma, hay indicios de que probablemente los cambios en Arcadia, en las revistas y en el departamento de fotografía ocurrirían, con o sin crisis.
Los negocios de las revistas de Semana que cerraron no eran rentables, según nos dijeron dos altas fuentes de la organización off the record.
Según fuentes internas de Publicaciones Semana, Arcadia había dado pérdidas el año pasado por 480 millones de pesos, y este año, sin coronavirus, proyectaban que perdiera 1.000 millones de pesos adicionales.
“No me explico de dónde sale esa cifra de 1.000 millones de pérdida si, antes de que irrumpiera la crisis por el coronavirus, estábamos proyectando tener un gran año para Arcadia con once carpas Arcadia, proyectos digitales, un gran evento de 15 años, entre otros proyectos que generarían muy buenos ingresos. Además, acabábamos de firmar un convenio muy ambicioso con la OIM, que nos iba a permitir multiplicar nuestros proyectos”, contradijo Jiménez.
Además, el 70 por ciento de los contenidos que producía la revista eran tercerizados, un dinero que se ahorran ahora que decidieron que el contenido cultural de Publicaciones Semana, incluido el de Arcadia digital hasta mayo, se haga en la redacción.
La revista se nutría de ensayos, reportajes y análisis que contrataban con artistas especializados en cada tema; cada pieza costaba entre 400 mil y un millón de pesos. En promedio cada edición invertía unos 11 millones de pesos en contenidos, lo que al año equivalía algo así como el 6,6 por ciento de los ingresos de Arcadia.
Pero según dos fuentes del medio, que nos pidieron no ser citadas, la razón por la que la publicación no daba utilidades es que a su funcionamiento se le cargaban, como a todas las publicaciones de Semana, un porcentaje de los salarios de los administrativos y directivos del grupo Semana que un medio pequeño como Arcadia no podía asumir.
Con el despido del equipo de Arcadia, la revista no se acabará, pero definitivamente ya no será una plataforma de artistas y el espacio único de crítica cultural que era.
Ahora estará al frente de la publicación Juliana Restrepo, que está desde el año pasado al frente de Foros Semana y se encargará del negocio más rentable de la revista, los eventos culturales. El contenido lo harán periodistas de la redacción y ya no se contratarán con artistas y colaboradores externos, como Carolina Sanín, Andrea Mejía y Antonio Caballero, que eran uno de sus mayores valores agregados.
Este cambio, sumado al despido del equipo, hizo que la fundadora de la revista Marianne Ponsford, junto con otros 280 colaboradores y artistas publicaran esta carta en la que dicen que como proyecto cultural Arcadia se había acabado, promoviendo una “nueva Arcadia” por fuera de Semana.
Bajo el modelo Gilinski, Publicaciones Semana decidió que no se podía dar el lujo de contratar esa firmas, y menos con la crisis económica que ya está produciendo el coronavirus.
El nuevo modelo en riesgo
Lo que pasa con Publicaciones Semana es solo un ejemplo del problema al que se enfrentan los medios tradicionales, ya en crisis, y algunos digitales con el coronavirus a bordo.
El coronavirus termina de hundir la fuente tradicional de ingresos de los medios que es la pauta y también algunos de los nuevos negocios que habían creado para diversificar sus fuentes de ingresos.
La pauta viene haciendo agua desde la irrupción masiva del Internet y la fuga de los anunciantes hacia Google y Facebook que pueden focalizar mejor las audiencias y que cobran por resultados.
Según estudios de inversión publicitaria en poder de los gremios de medios de comunicación Ami y Asomedios, entre 2014 y 2019, el ingreso por publicidad en medios impresos cayó en promedio un 40 por ciento; y en televisión las mismas cifras dejaron de crecer desde 2017.
Con el surgimiento del coronavirus, la caída se pronunció más. Algunos medios han tenido caídas de ingresos publicitarios hasta de 25 por ciento en solo un par de semanas, según la misma fuente.
A Semana esta caída la golpea particularmente porque con la compra del 50 por ciento del Grupo por parte de Gilinski en enero del año pasado, la idea era fortalecer con caras visibles la oferta de contenidos digitales, con el canal digital, para poder vender más cara la pauta digital por diferentes medios: página web, Facebook, Twitter.
Era una estrategia optimista, y a contracorriente de las tendencias mundiales de los medios que le apuntan a depender cada vez menos de la pauta. Sin embargo, la expectativa es que con chivas semanales como lo de Aida Merlano, la entrevista a Uribe por el escándalo del Ñeñe Hernández o la pelea de Vicky Dávila con Hassan Nassar, el tráfico sea tan voluminoso que los anunciantes encuentren atractivo asociarse a la marca.
La pregunta es si una vez se supere la pandemia, las empresas seguirán invirtiendo el mismo volumen en pauta en medios o si será uno de los rubros que recortarán como temen los expertos, por lo menos en Estados Unidos.
A raíz de la caída de la pauta, muchos medios encontraron en el negocio de foros y eventos una forma de diversificar sus ingresos.
Durante el gobierno de Santos, Foros Semana organizó talleres por varios miles de millones de pesos con la Fiscalía, Planeación Nacional, la Oficina del Alto Comisionado de Paz y Colombia Compra Eficiente, solo para citar algunas entidades públicas, como lo contó La Silla en esta historia, y decenas de empresas privadas que encontraron en los medios un operador logístico con capacidad de convocatoria y de darle visibilidad a sus temas y proyectos.
Este negocio de los foros y de los eventos está cancelado, al menos mientras dure la prohibición de eventos masivos, que por ahora va hasta mayo.
”Entre 2014 y 2019 la pauta en medios impresos ha caído 40 por ciento. En televisión no crece desde 2017”
En el caso de las revistas Semana Educación y Semana Sostenible, que también reciben buena parte de sus ingresos por la realización de la Cumbre Líderes por la Educación y la Cumbre de Sostenibilidad, que si bien siguen en firme para el segundo semestre, probablemente serán más difíciles de vender a las empresas afectadas por el freno a la economía de estos meses.
Por último, el coronavirus también golpea la estrategia en la que los medios tenían puesta su fe: los muros de pago para acceder al contenido, como lo hizo Semana, El Espectador, El País de Cali y lo viene planeando El Tiempo desde hace varios años.
Fue la estrategia ganadora implementada por el New York Times y el Washington Post, que alentó a los medios en el resto del mundo a seguir sus pasos. Es muy temprano todavía para evaluar la viabilidad de esta estrategia en Colombia, porque no llevan ni dos años, pero por ahora los medios no han logrado poner sus balances en negro.
Las cifras a 2018, que son las que están disponibles para la mayoría de los medios hasta el momento muestran pérdidas o menos ganancias para El Espectador, El Tiempo, El País de Cali y Semana, y menos, para La República.
El País de Cali entró en proceso de reorganización ante la Supersociedades este año porque lleva dos años consecutivos dando pérdidas y sus ingresos no le permiten cumplir con sus deudas.
El Tiempo tuvo que vender su emblemático edificio en el centro de Bogotá a la Universidad del Rosario, también para recortar sus pérdidas. Y la semana pasada les pidió a sus trabajadores donar días de vacaciones de semana santa para enfrentar la crisis económica, como lo contó Cuestión Pública.
1. #HiloDonaTuTiempo En plena coyuntura del Covid-19, el viernes 20 de marzo los empleados de @ELTIEMPO recibieron un correo, firmado por el director y el gerente general, con el asunto "¡Es hora de apoyar a nuestra Casa Editorial: Dona tus vacaciones!”. Sigue pic.twitter.com/zXokUlhobb
— Cuestión Pública (@cuestion_p) March 24, 2020
Esto a pesar de que su página web tuvo cifras históricas de tráfico en la última semana.
Y entre 2017 y 2018 El Espectador duplicó sus pérdidas, con un saldo negativo de 14.000 millones de pesos, y las ganancias de Semana cayeron 43 por ciento.
Todo esto ocurrió antes del coronavirus. Con la cuarentena promovida por el gobierno y el freno a la actividad productiva del país, ya analistas consideran que el consumo de los hogares se verá frenado.
Fedesarrollo estima que este año éste indicador crecerá solo 1 por ciento (por debajo de la inflación), y Corficolombiana, la firma de inversiones de Luis Carlos Sarmiento Angulo, calcula que este año la economía no crecerá.
La crisis económica que se avecina tocará el bolsillo de los colombianos, y con ello la plata que destinen a bienes que no son de primera necesidad, como suscripciones a medios, puede bajar.
De hecho, medios como El Espectador decidieron no cobrar por los contenidos sobre coronavirus y Semana también decidió dejar abierta toda la información de la revista, bajo el argumento de contribuir a que la gente esté enterada del tema.
Con este panorama, los medios tradicionales viven la mayor paradoja: están cubriendo una de las historias más importantes de su vida y nunca antes ha sido tan importante su labor de informar. Su tráfico está disparado. Y sin embargo, el virus los obliga a reinventar, por enésima vez, su modelo de negocio.