Con respecto a la declaración del minDefensa de que los niños y jóvenes reclutados son "máquinas de guerra", Yadira Alarcón, profesora de la U. Javeriana, aclaró que su "voluntad" está sometida a sus problemas económicos, a su pobreza absoluta, a su desplazamiento forzado, a la violencia que viven en su entorno.
"La voluntad de los menores de edad no existe en el conflicto armado"
El recién nombrado Ministro de Defensa, Diego Molano, dijo hoy que los niños y jóvenes reclutados ilegalmente son “máquinas de guerra”, al reaccionar a la denuncia de que en el bombardeo de un campamento de disidencias de las Farc en el Guaviare habrían muerto menores de edad.
Por eso entrevistamos a Yadira Alarcón, profesora de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana, Doctora en Derecho Privado, Social y Económico, para analizar estas declaraciones y el impacto que ha tenido el reclutamiento forzado en los niños y jóvenes colombianos.
Yadira es autora de dos artículos sobre el tema: “Reclutamiento forzado de niños y niñas en el conflicto armado colombiano: los menores de 18 años como víctimas con protección especial reforzada en el DIH y DIDH” y “La infancia perdida por reclutamiento ilícito” con base en los cuales hacemos esta entrevista.
Acá la entrevista transcrita y editada:
La Silla Académica: Empecemos aclarando algo. Hoy ha habido una discusión sobre hasta qué edad hay reclutamiento forzado, y a partir de cuál se tiene por legítima una acción militar del Estado. Usted habla de la Convención de los Derechos del Niño, del Protocolo Facultativo L. 1820/16. ¿Puede aclararnos sobre esto?
Yadira Alarcón: De acuerdo al Derecho Internacional Humanitario (DIH) los menores de 18 años con respecto a los reclutamientos ocurridos después de 2005 en Colombia, y los menores de 15 años con respecto a los reclutamientos anteriores al 2005 -lastimosamente la mayor parte del conflicto armado- tienen siempre la condición de víctimas. Eso hay que decirlo claramente.
El Estado y aún los grupos armados que también están sometidos al DIH tienen que respetar esa condición: mantener a los menores de edad al margen de cualquier actividad bélica.
El menor de edad que supuestamente decide enfilarse no pierde su condición de víctima ni su protección reforzada
L.S.A.: Hoy el Ministro dijo que cuando son reclutados son unas víctimas, pero después sufren una “deshumanización” y se convierten en máquinas de guerra. Una persona decía en Twitter que un niño con un fusil es peor de sanguinario que un adulto. Usted en sus artículos habla de los niños soldados. ¿Puede desarrollar?
Y.A.: Algunos los llaman niños combatientes. Yo llamo niños soldados a todos las personas menores de 18 años sometidas a actividades relacionadas con la guerra tanto en grupos armados legales como ilegales.
Un paréntesis: no han sido solamente hombres, ha habido muchas mujeres víctimas de reclutamiento, es importante llamar la atención sobre esto.
Ahora bien, la Corte Constitucional ha señalado que hay reclutamiento forzado cuando hay presión o coacción propiamente dichas por parte de los grupos armados, como cuando aparentemente hay una voluntad de alistamiento.
El menor de edad que supuestamente decide enfilarse no pierde su condición de víctima ni su protección reforzada.
Los niños son sujetos de especial protección constitucional en Colombia. Entonces es muy importante que no se entienda que es que entraron voluntariamente.
La voluntad no existe en el conflicto armado para menores de edad. Está sometida a sus problemas económicos, a su pobreza absoluta, a su desplazamiento forzado, a la violencia que viven en su entorno. Hay muchos factores económicos, sociales, que hacen que una persona menor de edad no pueda manifestar su voluntad de entrar a los grupos armados.
La sola presencia del grupo armado al margen de la ley en una región determinada de Colombia, ya es un factor de violencia, ya es un factor que merma bastante su voluntad.
Es muy importante que el país sepa que los niños, niñas y jóvenes, son sometidos a prácticas de descuartización de animales para entrenarlos para que sean después capaces de hacerlo con personas. Y a veces estos mismos actos de violencia se los obligan a cometer contra sus propias familias para acabar cualquier tipo de sensibilidad o emotividad que existe en el ser humano.
Los niños y las niñas son víctimas de las más grandes vejaciones. Cuando entran a las filas de un grupo al margen de la ley.
La sola presencia del grupo armado al margen de la ley en una región determinada de Colombia, ya es un factor de violencia, ya es un factor que merma bastante su voluntad.
L.S.A.: Eso me lleva a hacerte una pregunta que creo que es muy importante, porque de nuevo, siguiendo la conversación en redes vi varios comentarios que apuntaban a una especie de no retorno para justificar cualquier acción en contra de los niños, niñas y jóvenes que han sido reclutados por grupos armados. En uno de tus artículos citas un estudio del Icbf, la OIM y Unicef sobre la salud mental de los menores de edad reclutados que fueron recuperados. ¿Qué encontraste?
Y.A.: A pesar de que nos rige la Convención sobre los Derechos del Niño, el Protocolo Facultativo de esa Convención relativo a la participación en los conflictos armados, el Estatuto de Roma, los Principios de París, ese estudio estima que cerca de 300 mil niños, niñas y jóvenes, personas menores de 18 años, participan activamente en conflictos armados en el mundo, algo que ha sido considerado por la OIT como una de las peores formas de trabajo infantil.
Siempre tenemos que pensar que los niños son el futuro. Siempre hay un futuro y siempre hay una esperanza.
El Estado tiene que crear unas políticas públicas concretas dedicadas exclusivamente a la disminución del reclutamiento forzado de los menores de edad.
La responsabilidad de los Estados es crear esas oportunidades.
Cuando me preguntan cómo combatir todo este problema y cuál es la obligación del Estado, pienso mucho en una de las actividades principales que ha liderado la decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana, Carolina Olarte: que las empresas privadas promuevan los derechos humanos como una forma de responsabilidad social.
Que le den oportunidades de trabajo a los jóvenes que les muestren que hay un futuro diferente a ese entorno bélico que es la única oportunidad que ellos encuentran y a la que están sometidos.
El Estado tiene que crear unas políticas públicas concretas dedicadas exclusivamente a la disminución del reclutamiento forzado de los menores de edad.
Las instituciones y la sociedad tenemos una gran responsabilidad de evitar que más niños, niñas y jóvenes sigan siendo sometidos a vejaciones irreversibles desde el punto de vista psicológico y psiquiátrico.
La Silla Académica: Usted habla en un artículo del caso 007 de la JEP, que trata de la utilización de niños en el conflicto armado ¿Cómo debe enfrentar el Estado colombiano el hecho de que algunos grupos criminales usan a los niños y jóvenes porque son mano de obra fácil y porque les sirven de escudo de guerra?
Y.A.: Los niños y las niñas han sido utilizados en la guerra de muchas maneras. No solo como escudos humanos en confrontaciones directas. Es igualmente grave usar a un niño o niña como cocineros o como esclavos sexuales.
Solamente su presencia en las filas atenta contra su condición humana.
Muchas niñas han sido obligadas a prestar servicios sexuales dentro de las filas.
Luego del conflicto, ¿se las devolvemos a sus madres diciéndoles que no son víctimas, sino victimarias?
Es difícil el manejo del tema porque efectivamente son actividades ilegales que hay que combatir. Pero el reto es de inteligencia militar.
¿De qué manera logramos prevenir ciertas acciones, proteger a los menores de edad que se encuentren, no solamente en las filas, sino en los entornos?.
Solamente su presencia en las filas atenta contra su condición humana.
Las personas mayores, adultos, la sociedad civil no tiene porque pagar nuevos precios para que se terminen las actividades ilícitas de personas que deben responder frente al Estado colombiano.
Los programas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) dan cuenta de más de 6000 niños desmovilizados de las Farc, de las bacrim, del ELN.
Entonces sí hay programas y sí se han desmovilizado. Y lo que hay que hacer es trabajar por la desmovilización, porque la inteligencia permita sacarlos del conflicto.
Lo que hay que hacer es trabajar por las víctimas que están adentro, no solamente por las víctimas que estamos afuera. Hay víctimas del conflicto armado que están dentro y que son menores de edad.
Lo que hay que hacer es trabajar por la desmovilización, porque la inteligencia permita sacarlos del conflicto. Hay víctimas del conflicto armado que están dentro y que son menores de edad.
La Silla Académica: ¿Qué implica en términos de la mirada que el Gobierno tiene sobre estos temas y de la forma como está encauzando sus políticas, que un Ministro de Defensa diga que los niños, niñas y jóvenes reclutados son “máquinas de guerra”?
Y.A.: La función de nuestro Estado frente a los niños, niñas y adolescentes, es la protección.
El código de Infancia y Adolescencia cita la corresponsabilidad que tienen en ello, el Estado, la sociedad y la familia.
Lo que tenemos que hacer siempre es cumplir la Constitución. El interés superior de los niños y niñas es un deber constitucional. Lo que tiene que hacer el Estado es reflejar en sus acciones, en sus palabras y en sus discursos el cumplimiento de nuestro compromiso con la niñez colombiana.
Tenemos una niñez que hay que proteger desde todo punto de vista y mucho más si está siendo víctima de la violencia en Colombia.
El Estado tiene un compromiso con recuperar la paz para Colombia y creo que dentro de ese compromiso, unos sujetos muy importantes son las personas que han sido reclutadas forzosamente siendo menores de edad, quitándoles con ello la oportunidad de ejercer su derecho a la educación, a la familia, a no ser separados ellas.
L.S.A.: ¿Qué pasa con los niños que han incluso nacido dentro de grupos criminales o guerrillas?
Y.A.: La edad cero dentro del conflicto armado.
Desafortunadamente, muchas veces ha sido producto de violaciones a mujeres que han quedado en estado de embarazo en contra de su voluntad.
Nacen adultos, no nacen niños. Les debemos una infancia a todas esas personas. Colombia tiene una deuda con la infancia perdida.
Los crímenes contra las mujeres en las guerras no han sido juzgados de una manera contundente. Ese es uno de los grandes retos de la Justicia Especial para la Paz.
La mayoría de los embarazos no salen adelante porque hay mucha presión para que aborten en las filas de los grupos al margen de la ley: no permiten ese tipo de gestaciones.
Cuando una mujer quiere gestar no tiene la libertad para decidir y lo que ocurre es que aquellas personas que nacen dentro de los grupos, al margen de la ley, no tienen una infancia. Por eso yo siempre insisto en la infancia perdida, son adultos.
Nacen adultos, no nacen niños. Les debemos una infancia a todas esas personas. Colombia tiene una deuda con la infancia perdida.
Siempre insisto en esa frase en mis escritos. ¿Cómo hacemos para rescatar la infancia de los que todavía son menores de edad? ¿Cómo hacemos para devolver a sus familias a los que están dentro? ¿Cómo hacemos para preservar sus vidas? Y, ¿Cómo hacemos para que no nazcan más niños en esas condiciones en Colombia?
La Silla Académica: ¿Se puede trasladar esta conversación a la prestación del servicio militar obligatorio? De nuevo apelando al concepto al que te referiste al comienzo de los “niños soldados” que no solo aplica para grupos al margen de la ley, sino incluso para nuestras Fuerzas Militares.
Y.A.: A través del caso 007 de la JEP van a ser juzgadas tanto las conductas de las Fuerzas Militares como de los grupos armados por fuera de la ley. Las normas internacionales que regulan las acciones bélicas aplican para todas las fuerzas y cumplirlas es uno de los compromisos más grandes que tiene el Estado.
La adolescencia no se puede utilizar en contra de los menores de edad. La adolescencia no puede usarse para afectar su protección como sujetos de especial protección. Ni puede ser considerado responsable en un mayor grado por razón de la edad.
La edad necesaria para prestar el servicio militar son los 18 años, pero históricamente ha habido casos de personas menores que lo han prestado.
La invitación es la misma. Tenemos que preservar nuestra infancia. Hay un concepto que yo trabajo mucho es que la adolescencia no se puede utilizar en contra de los menores de edad.
La adolescencia es una construcción a favor del garantismo constitucional, implica la participación ciudadana y la voz de los adolescentes en todas aquellas cuestiones que los afectan y en el ejercicio de sus derechos.
Pero la adolescencia no puede usarse para afectar su protección como sujetos de especial protección. Ni puede ser considerado responsable en un mayor grado por razón de la edad.
Es decir, los menores de edad son víctimas del conflicto armado, lo ha dicho claramente la Corte Constitucional.
Eso significa que tienen derecho a la adolescencia en el marco de una educación, de una sana vida, de una paz, de una familia. Y yo creo que básicamente es un llamado de atención para todos, para todos en Colombia: las normas del derecho colombiano nos obligan a que si no sabemos que edad tiene, presumamos que es menor de edad y activemos los mecanismos de protección que esa edad implica.
Entonces es un llamado para todos: para las Fuerzas Militares, para los grupos al margen de la ley, que nos permitan gozar de nuestro futuro. Y esa es la infancia menor de dieciocho años.
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