En tres semanas el presidente Juan Manuel Santos cambió de opinión sobre quién quiere para dirigir el Banco Agrario. Todo estaba listo hace un mes para que asumiera el cargo Alonso Castellanos, un economista barranquillero con trayectoria en el sector financiero, pero el miércoles pasado el Gobierno echó para atrás su nombramiento y propuso al abogado y político sucreño Álvaro Navas Patrón, que -como contó La Silla- es muy cercano al senador Roberto Gerlein.
Lo que no se sabía es que lo hizo presionado por un grupo de congresistas del Partido Conservador, que se reunieron con Santos para decirle que no se sentían representados por el nuevo ministro Rubén Darío Lizarralde y que nombrar un gerente del Banco Agrario que no fuera azul tendría consecuencias políticas para el Gobierno.
En particular, le dieron a entender al Presidente -según supo La Silla- que nombrar a Castellanos podría frenar el trámite del referendo para la paz en la Comisión Primera del Senado y dejar al santismo en minoría dentro del Directorio Nacional Conservador, donde ya se encuentra en un frágil balance de poderes con los sectores más cercanos al uribismo. Un par de días después de esa reunión en Palacio, la hoja de vida de Navas apareció en la página de Presidencia.
Como el próximo gerente del Banco Agrario no tendrá experiencia ni en el campo ni en el sector financiero, resulta evidente que Santos prefirió evitar una ruptura con sus aliados políticos más descontentos y entregarle una de las herramientas claves de desarrollo rural a uno de sus caciques. Y de paso, genera dudas sobre qué tan pronto comenzará la transformación del campo que venía planeando el ex ministro Juan Camilo Restrepo, que se negoció en La Habana y que se busca comenzar a aterrizar con la creación del viceministerio de desarrollo rural.
El gran ganador con el 'reversazo' de Santos es el senador conservador Roberto Gerlein, que es muy cercano a Navas Patrón y ya le ayudó a entrar al Directorio Nacional Conservador.
La semana pasada Presidencia publicó la hoja de vida de Álvaro Navas Patrón, quien fue vicecontralor de Sandra Morelli y está en el Directorio Nacional Conservador.
Alonso Castellanos, que viene del sector financiero, fue el elegido original del Gobierno para liderar el Banco Agrario y venía recomendado por Mauricio Cárdenas.
Hasta hace un mes había tres candidatos fuertes para dirigir el Banco Agrario. El primero que sonaba era Álvaro Navas, un abogado que fue número dos de Sandra Morelli en la Contraloría y que ya había sido entrevistado cuando Francisco Estupiñán dio el brinco del Banco al Ministerio, y que -como contó La Silla- era el candidato de Gerlein.
Su único cargo en el sector financiero ha sido el de Superintendente delegado para emisores en la antigua SuperValores, donde era el encargado de los trámites cuando una empresa quiere colocar acciones u otros papeles en venta en la Bolsa.
Pero a favor suyo jugaba que en mayo de este año fue nombrado, también gracias a Gerlein, en el directorio nacional azul en representación del sector académico (ya que lleva dos décadas enseñando en el Externado), en la misma ampliación en la que llegaron Marta Lucía Ramírez, Carlos Holguín Sardi y Ángela Ospina de Nicholls.
El segundo candidato era Alonso Castellanos, que tiene dos décadas de experiencia en el sector financiero y ha sido vicepresidente financiero de Avianca, Bancoldex y la extinta Corfioriente. En los últimos años estuvo al frente de la banca de inversión Capitalcorp, que ha estructurado proyectos públicos como Transmilenio. Y es hermano de Jorge Castellanos, ex presidente de Bancafé y ex director de Fogafin.
A favor de Castellanos también estaba que acababa de ser finalista en el proceso para escoger a la cabeza de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) -la antigua FEN- que finalmente quedó en manos del ex SuperValores, Clemente del Valle. Su nombre venía recomendado por el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas y lo respaldaban cuatro representantes azules: Lina Barrera, David Barguil, Juan Diego Gómez y Gustavo Puentes.
Completaba la terna Luis Eduardo Gómez, el ex gerente de la Federación Nacional de Cafeteros en Asia que lleva dos años a cargo de Finagro.
Tres personas le confirmaron a La Silla que hace un mes Santos entrevistó personalmente a Castellanos y le ofreció el puesto. Ya tenía el aval de Cárdenas y del Ministerio de Hacienda, que es el mayor accionista del Banco. Tan en firme iba la cosa que unos días después de la reunión con Santos, el Ministerio de Agricultura le mandó a Presidencia el borrador de decreto del nombramiento.
Pero la firma de Santos nunca llegó. La Silla supo que en esos días hubo un almuerzo en la primera vicepresidencia de la Cámara, en el que los representantes azules decidieron apoyar a Navas por insistencia del cacique conservador Gerlein. Acto seguido, un grupo de congresistas del Directorio Conservador -incluyendo a los senadores Roberto Gerlein, Efraín Cepeda y los representantes Ciro Rodríguez, Carlos Alberto Zuluaga y Óscar Bravo- se reunió con el Presidente y le dio el ultimátum.
El resultado es que Santos firmó el decreto nombrando a Luis Humberto Martínez al frente del Ica, que también es conservador y cercano a Efraín Cepeda, pero no el de Castellanos. Unos días después el Gobierno publicó la hoja de vida de Navas para el mismo puesto.
El banco en la transformación del campo
El papel del Banco Agrario y la ampliación de la política de créditos para pequeños agricultores es una de las patas claves del acuerdo sobre el agro que alcanzó el Gobierno con las Farc.
El Banco Agrario lleva cuatro meses sin un presidente en propiedad, ya que cuando Francisco Estupiñán saltó al Ministerio de Agricultura ese puesto se le encargó temporalmente a Francisco Solano. Foto: Juan Pablo Pino
Navas tendrá que trabajar con el nuevo ministro Rubén Darío Lizarralde en ampliar la oferta de créditos, un punto que contempla tanto el Pacto Nacional Agrario como el primer acuerdo en La Habana. Foto: Juan Pablo Pino
Navas llegará al Banco Agrario sin ninguna experiencia en finanzas o en el campo, un punto que ha generado preocupación entre la gente del sector agrario porque se trata del sexto mayor banco del país, con 18 billones de pesos en activos. Y que tiene oficinas en más de 700 municipios, lo que la convierte en un botín burocrático muy apetecido.
Esto resulta especialmente complejo en momentos en que el paro agrario dejó en evidencia el profundo descontento de los campesinos y los pequeños agricultores. Y también porque precisamente el primer punto de negociación con las Farc logrado consiste, como contó La Silla, en crear los instrumentos para solucionar los problemas estructurales del atraso del campo que han alimentado la guerra.
“Cualquier transformación del campo pasa por el Banco. El diseño de nuevas herramientas para lograrlo requiere un banco con buena administración y prácticas. Y cuando menos se puede improvisar, se está escogiendo a una persona cuya única carta de presentación es una recomendación política”, le dijo a La Silla una persona que ha trabajado años en el sector y que, como otros, se había ilusionado con el discurso de Santos.
El Banco Agrario juega un papel fundamental en ese proceso de paz. Dado que uno de los mayores problemas del campo es la altísima informalidad en la tenencia de la tierra, hay un número muy alto de pequeños agricultores que no tienen acceso a créditos, a capacitación técnica u otras formas de apoyo del Gobierno.
A falta de un censo agropecuario y de un catastro actualizado, es muy difícil calcular cuántos están por fuera del sistema formal. Un estudio de Ana María Ibáñez, la decana de economía de la Universidad de los Andes y una de las mayores expertas en tierras en Colombia, estima que una quinta parte de todos los predios rurales del país tiene problemas de titulación. Entre los pequeños campesinos, la informalidad rondaría el 48 por ciento. De ahí la importancia de 'bancarizar' a los campesinos y permitir que accedan a créditos.
No es la primera vez que Santos enfrenta un dilema como este. Como contó La Silla, en el polémico proyecto de ley de los baldíos que el Gobierno debe presentar pronto, también le tocará escoger entre salvar a los ‘cacaos’ o su discurso agrario en La Habana. En el banco del agro, Santos ya parece haber tomado su decisión a favor del clientelismo.