El delfín uribista que quiere ser Duque en Caldas

Silla Paisa

Es probable que Camilo Gaviria, el hijo de la jefe del Centro Democrático, Adriana Gutiérrez, sea el ungido de Álvaro Uribe para apostarle a la Gobernación en uno de sus bastiones.

El único precandidato a la Gobernación de Caldas que se ha comenzado a mover públicamente es Camilo Gaviria, el hijo de la exsenadora Adriana Gutiérrez, jefe uribista de ese departamento.

Gaviria tiene 39 años, no tiene experiencia como político, una característica que hasta ahora han tenido los gobernadores en Caldas; ni la tiene ganada dentro del Partido. Pero como es el heredero de su mamá, es probable que sea el ungido de Álvaro Uribe para apostarle a la Gobernación en uno de sus bastiones.

Es decir, tiene un perfil parecido al que tenía Iván Duque en la precampaña presidencial y Gaviria aspira a seguir el mismo camino.

El heredero

Gaviria, como Duque, es un delfín político. Y por partida doble.

Es hijo de Adriana Gutiérrez, exsenadora, y excandidata a la Alcaldía de Manizales, es de las entrañas de Álvaro Uribe, fundadora y miembro del directorio departamental y nacional del Centro Democrático, lo cual quiere decir que es la súper poderosa uribista en el departamento.

Su papá es el inmolado empresario Fortunato Gaviria, quien fue gobernador liberal de Caldas en los 80 elegido por Virgilio Barco, y es primo de César Gaviria.

Pero esa vena política le brotó al precandidato apenas el año pasado, como coordinador de campaña de Iván Duque.

Fue el encargado de la logística, de conseguir aliados en empresas y de organizar reuniones con los sectores políticos que se fueron con Duque en ambas vueltas. Era la persona con la que había que hablar sobre el día a día de la campaña uribista.

Hasta ese momento había trabajado siempre en el sector privado. Es ingeniero agroindustrial de la Universidad Pontificia Bolivariana, y es gerente de la empresa familiar Central del Campo, que produce aguacate, frutas y leche en tierras de Caldas.

Pero ahora se lanzó a la política con toda.

Ya le ha dado dos vueltas a los 27 municipios de Caldas, donde la gente lo identifica como el hijo de “doña Adriana” y clase política como su ficha.

Él mismo reconoce serlo. “Yo quiero continuar con el trabajo de todos estos años”, le dijo a La Silla, refiriéndose al recorrido electoral de sus padres.

Para eso, espera que el uribismo le dé su bendición, pero no quiere concursar por el aval. Y querer ser el ungido sin experiencia es una cuesta arriba.
 

Las piedras en el camino

Gaviria, a pesar de la rosca, no tiene el camino llano hasta ahora por tres cosas.

La primera, su distancia con la clase política, incluso del mismo Centro Democrático.

Hasta ahora, ningún político de la región se está moviendo por él públicamente, como sí pasa por ejemplo en Antioquia con Andrés Guerra y congresistas y corporados de ese departamento.

Ni Óscar Iván Zuluaga, ni el senador Carlos Felipe Mejía, los otros jefes uribistas del departamento, han tomado posición a favor de Gaviria para ser el candidato, según un concejal y dos diputados que consultamos por aparte. Tampoco han dado señas públicas de que les guste, a pesar de ser el heredero de Gutiérrez, su aliada.

Además, el único representante a la Cámara uribista de Caldas, Luis Fernando Gómez, está jugando con otras dos fichas para la Gobernación que le van a competir por el aval: el médico, excandidato a la Cámara y hasta hace poco godo Jorge Luis Ramírez; y el diputado  Antonio Corrales.

El primero está buscando apoyos desde Manizales y haciendo llamadas a los líderes en los municipios, nos dijo el representante Gómez, y el segundo está convocando apoyos en el Occidente y del Oriente de Caldas, que lo eligieron.

Ninguno de los dos se está moviendo tanto como Gaviria, pero el diputado Corrales y el representante Gómez coinciden en que finalmente son las bases las que elijan candidato, en febrero o marzo, cuando hagan una consulta o una convención del Partido.

Si eso es así, los otros dos precandidatos le llevan ventaja, porque tienen una relación de antes con los políticos en los municipios.

“Obvio el ser hijo de doña Adriana le da a Camilo un handicap importante, pero la clase política lo conoce poco. Apenas hay que empezar a sacarlo y presentarlo”, nos dijo un dirigente godouribista.

Por eso, coincidieron ese político y un corporado que lo sabe de primera mano, Gutiérrez está observando qué tanto pega en la opinión caldense el nombre de su hijo. Dicen que incluso, si no resulta atractivo, podría lanzarse ella, a quien conocen más. Pero La Silla Paisa no pudo confirmar esa información con la exsenadora.

La segunda piedra son las similitudes de Gaviria con el presidente Iván Duque, al lado de quien se estrenó en la política.  

Según le confirmaron a La Silla tres dirigentes por aparte, las bases del Partido no están convencidos del heredero porque lo consideran un novato -como Duque- y porque podría resultar parecido al Presidente, quien tiene la favorabilidad por el piso en gran medida por la falta de burocracia para sus apoyos, como hemos contado.

Más cuando, le dijo a La Silla Gaviria, su meta es reivindicar la política y alejarla de las prácticas tradicionales que, considera, tienen a la gente desengañada. Un discurso como el de Fajardo, que arrasó en Manizales en primera vuelta, o el que tuvo Iván Duque en el último tramo de su campaña.

Lo tercero es que, en lo que han coincidido políticos de La U, uribistas, liberales, conservadores y del Polo Democrático que hemos consultado en los últimos meses, para ganar la Gobernación de Caldas se necesitan alianzas de Partidos; y Gaviria tiene la prueba de qué tanto puede sumar en torno a su nombre gente de La U y del senador liberal Mario Castaño, que son los de más peso electoral del departamento.

Gaviria tiene más chance si la alianza con Castaño, que dio pistas en las presidenciales, se cocina. Más cuando rojos le están apostando a poner alcalde de Manizales, el exgerente de la empresa municipal de acueducto, Jorge Hernán Mesa, y están esperando con quién les cuaja alianza para la Gobernación.

Apenas arranca la carrera, pero el despegue del delfín de Caldas, como le pasó a Duque, depende más del dedazo de Uribe que de la voluntad de los uribistas.

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