La no liberación de Odín Sánchez por el ELN no solo atrasó el inicio oficial de los diálogos, sino que mostró el poco control que tienen sus jefes sobre por lo menos algunos de sus frentes.
El ELN volvió a aguar la fiesta
El esfuerzo de negociación con el ELN volvió a arrancar con el pie izquierdo tras la incapacidad de esta guerrilla para cumplir con la condición impuesta por el presidente Juan Manuel Santos de liberar al político chocoano Odín Sánchez antes de instalar hoy los diálogos en Ecuador.
Aunque posiblemente la entrega se de en las próximas horas o días, este nuevo impasse revela que el jefe del ELN Pablo Beltrán no controla algunos de los frentes, comenzando por el Resistencia Cimarrón que tiene a Odín.
“Es un síntoma de la falta de cohesión interna, comando y control y de la estructura de confederación que ellos tienen, donde a diferencia de las Farc no son un ejército con claro comando y control”, le dijo a La Silla un alto funcionario del Gobierno y se lo ratificó otro miembro del equipo negociador. Un diagnóstico que revela el reto que enfrentará el Gobierno en el nuevo frente de negociación que abrió.
El Frente Cimarrón
“Yo estoy con las políticas del Coce (Comando Central del ELN), pero no las asumo”, dijo alias ‘Fabián’, principal cabecilla del Frente Resistencia Cimarrón del ELN en una comunicación interceptada por el Ejército y que se dio a conocer el pasado 12 de octubre. Era un indicio, según el Ejército, de que este podría ser el primer frente disidente del ELN.
Algo similar le dijo a La Silla Pacífico el ex gobernador de Chocó Patrocinio Sánchez Montes de Oca quien, aunque pasó de mano en mano durante su secuestro, terminó en poder del frente que hoy tiene secuestrado a su hermano Odín.
“Muchos de ellos le temían a que las directivas del ELN dieran su brazo a torcer y se sentaran a negociar. Se están adelantando a ese acontecimiento. Como que no querían que se diera el proceso de diálogo, sobre todo muchos combatientes, que le dicen a uno que no se ven acá en la civilidad, que no saben cómo los van a tratar. De hecho muchos de ellos se fueron allá porque se sentía despreciados por la sociedad”, contó.
El Cimarrón opera en los municipios del Medio y el Bajo Baudó, al occidente del Chocó. Allí El río les proporciona facilidad de movimiento y gran cantidad de vertientes hacia el Pacífico, lo que les permite dominar las rutas de entrada de armas y salida de drogas con puestos a lo largo del Baudó. El Ejército ha dicho que además controla la minería ilegal.
También han hecho presencia en el municipio del Litoral de San Juan, que linda al sur con Buenaventura, donde hasta los diálogos de paz en La Habana dominaban las Farc.
Sánchez, que estuvo con ellos hasta hace siete meses cuando su hermano se canjeó por él, cuenta que a pesar de que el frente se reparte en grupos pequeños (de máximo 8) para distribuirse el territorio, son bastante organizados y se comunican permanentemente entre ellos a distintas horas del día.
Esa estrategia de quedarse en pequeños grupos les ha servido para sobrevivir, sobre todo desde que el Estado inició el cese al fuego de facto con las Farc y se convirtieron en el principal blanco militar del Ejército y la Armada.
No han pasado indemnes: en diciembre del año pasado capturaron a su segundo cabecilla, alias “Mateo”; en mayo murió en combate alias “el Mocho”, entonces jefe principal del frente; y el 4 de junio se desmovilizó el tercer mando, alias “Andrés Eutimio".
Además, la semana pasada se desmovilizaron 24 guerrilleros (14 hombres, 10 mujeres y 6 menores de edad) de ese frente, incluyendo al segundo cabecilla al mando, alias ‘Horacio’. Es la desmovilización más numerosa que se ha presentado en ese frente desde 2008.
Alias ‘Horacio’ le pidió al Comando Central del ELN agilizar los diálogos con el Gobierno y dijo a los medios que "ojalá los comandantes se entreguen a la nueva vida, como está ocurriendo con las Farc. Esta es la mejor decisión que se puede tomar".
Ese golpe significó, según el general Juan Pablo Rodríguez, comandante del Ejército, que el frente quedaba reducido a la mitad. "Quedan con 35 a 45 integrantes", dijo.
Según tres conocedores de la zona que hablaron con La Silla la desmovilización fue inesperada, pero para un investigador de riesgo del conflicto en el Chocó, obedece a la suma de la presión de la Fuerza Pública y el aumento de pie de fuerza de las Autodefensas Gaitanistas o Clan del Golfo.
Desde el 2014, la costa sur del Chocó es zona de disputa entre el ELN y el Clan. En Nuquí, Alto, Medio y Bajo Baudó y Litoral de San Juan se ha denunciado la llegada constante de hombres del Clan armados, uniformados, con arsenal moderno y con el interés de controlar las poblaciones.
Hasta ahora, sobre todo en el Medio Baudó, Resistencia Cimarrón se había convertido en el freno para el avance de los Gaitanistas por el río entre Nuquí y el Litoral de San Juan.
Eso ha desatado enfrentamientos y siembra de minas antipersonal, que han terminado en desplazamientos como los que ocurrieron entre marzo y abril en el Medio y Bajo Baudó o los cerca de 3 mil desplazados en Litoral de San Juan.
Y el 8 de agosto la Defensoría del Pueblo le solicitó al Ministerio del Interior medidas urgentes por la llegada de cerca de 150 hombres armados a un resguardo indígena en el que ya estaba el Cimarrón, lo que causó enfrentamientos y presiones a la comunidad acusada de ser colaboradora del uno o del otro.
Según una fuente oficial que conoce del tema, este Frente quiere que la familia Sánchez de Oca pague el rescate por Odín -una situación que echaría por la borda la naciente negociación- y la demora en su entrega obedecería a esta puja interna.
La falta de comando y control
Esa puja muestra la falta de comando y control de los jefes ‘Gabino’ y ‘Pablo Beltrán’, que si bien ocupan posiciones altas no tienen mando fuerte sobre una estructura difícil de manejar.
Aunque en el ELN por encima de los frentes hay una dirección nacional, que equivaldría al Estado Mayor de las Farc, y por encima de ella un Comando Central (que sería como el Secretariado y donde están ‘Gabino’ y ‘Beltrán’), los seis frentes de guerra rurales y el urbano, que se encarga de la construcción política y las milicias urbanas, tienen bastante autonomía.
El tamaño de los frentes oscila: el del Norte, que tiene unos 72 combatientes -según información extraoficial del Ejército- hasta el Nororiental, con 428. Las Fuerzas Militares calculan que en total el ELN cuenta con unos 1.544 hombres.
Cada Frente consigue su propia financiación y aporta una cuota a la dirección nacional, que en teoría aprueba las líneas de financiación (entre las que no están el narcotráfico ni la minería ilegal, a pesar de que están involucrados en ambas) y que crea un plan militar nacional, aunque cada frente tiene el propio.
Además de los frentes está lo que el ELN llama ‘lo amplio’ que está integrado por los civiles que sin ser guerrilleros comparten su filosofía y le son funcionales en momentos específicos.
Según un experto en el ELN, por cada jefe estratégico hay cuatro mandos medios, 20 guerrilleros y 60 amplios.
El control de esa organización está tan desconcentrado que no hay una jefatura que imponga sus lineamientos, como se evidencia con la demora en la liberación de Odín Sánchez en Chocó y en Arauca con el funcionamiento del frente Domingo Laín, comandado por Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, alias ‘Pablito’ y uno de los más violentos.
El Domingo Laín tiene control territorial en tres de los siete municipios de Arauca (Saravena, Fortul y Arauquita) y en los 200 kilómetros de frontera con Venezuela; capacidad económica porque desde financia la actividad del ELN en Arauca, Boyacá y Casanare; y capacidad de movilizar gente, porque sus bases sociales son muy organizadas.
Según una fuente del Gobierno, ‘Pablito’ no tuvo representación en la mesa exploratoria y no es claro que le juegue a la negociación.
“No es que haya una sublevación sino opinión disonante frente al Coce en cuanto a dialogar”, le confirmó a La Silla un miembro del partido comunista que comparte espacios con las bases elenas en la región araucana.
Si bien en las últimas semanas el Domingo Laín liberó a los arroceros y al exalcalde de Charalá, la sensación entre algunos araucanos que conocen al ELN en el territorio es que por el carácter violento de ‘Pablito’ y por la historia del frente cuyo lema es “Ni rendición ni entrega”, la voluntad de negociar de los elenos en la región no está del todo garantizada.
Un síntoma de ello es que a pesar de que alias “Gabino” dijo que respetarían las zonas de concentración de las Farc y “Pablo Beltrán” suspendió las acciones militares en la semana previa al plebiscito, en Arauca eso no se cumplió.
En Bocas del Ele, donde iba a haber zona de concentración, el ELN llegó los días previos al plebiscito anunciando que ahora iba a mandar allí y cobrando vacunas y en Arauca un ganadero fue asesinado cuatro días antes del plebiscito, según medios locales por el ELN.
Esa situación puede cambiar por una señal de que ese jefe no tiene blindaje total en Venezuela, como se creía: la semana pasada un operativo colombovenezolano terminó en la captura del número dos de ‘Pablito.
En cualquier caso, y más allá de como se resuelva en los próximos días la liberación de Odín Sánchez o la lealtad de ‘Pablito’, lo que hoy quedó claro es que esta negociación será por lo menos tan difícil como la de las Farc.
Las implicaciones políticas
El episodio de Odín recuerda el de ‘la silla vacía’ que dejó el jefe de las Farc Tirofijo en el Caguán cuando en la inauguración de los diálogos en 1999 no llegó a la cita con el presidente Andrés Pastrana: fue un arranque en reversa, que de entrada desinfló las ilusiones y anticipó las dificultades por venir.
En el caso del ELN este fue el segundo intento fallido para arrancar este año, después de que el 30 de marzo Santos anunció la agenda de la negociación pero no pudo instalar la mesa porque los elenos se negaron a entregar a los secuestrados en su poder.
Este nuevo revés ocurre en el peor momento para el Gobierno, que tiene el proceso de paz con las Farc en el limbo, y para la confianza de la opinión pública en la paz, que seguramente saldrá golpeada por esta ‘faltoneada’ del ELN.
Y es más fuerte después de que el Presidente decidió subirle el perfil a la negociación, nombrando un equipo negociador de alto nivel con tres ex ministros, e incluyendo a políticos de su coalición como una forma de asegurar gobernabilidad tras la crisis ocasionada por el triunfo del No.
Pero más allá de esas implicaciones políticas, que pueden ser coyunturales, y de cómo se resuelvan la liberación de Odín Sánchez o la lealtad de ‘Pablito’, lo que quedó claro es que el proceso de paz con el ELN es frágil, que esta guerrilla no tiene una estructura vertical que asegure la aplicación fácil de lo que se negocie y que esta negociación seguramente será más difícil que la de las Farc.