Como en las presidenciales, al nuevo Congreso el Partido Conservador llega roto entre los congresistas que quieren quedarse con el Gobierno y sus cuotas y los que prefieren apostarle a buscar el poder en el futuro.
El eterno dilema azul: puestos ya o el poder en el futuro
El viernes de la semana pasada se tomaron un café los miembros del uribista Centro Democrático Carlos Holmes Trujillo, Alicia Arango y Paloma Valencia con el director del Partido Conservador Ómar Yepes. ¿El motivo? Ver la posibilidad de una eventual agenda legislativa común y alianzas entre las dos colectividades con miras a las elecciones locales de 2015.
Aunque nada se concretó en el encuentro informal, y de hecho cualquier nueva alianza sea con el uribismo o con el santismo debe ser aprobada -al menos en teoría- por las mayorías en el Directorio Conservador, esa es la otra cara de la moneda a la reunión que recientemente tuvieron los congresistas azules santistas con el presidente Juan Manuel Santos para pedirle que los deje reingresar a la Unidad Nacional y les mantenga su pedazo en la torta burocrática.
Es también una evidencia más del dilema largo en el que se ha debatido el Partido Conservador desde que, con la salida de Andrés Pastrana de la Casa de Nariño, terminó su última Presidencia propia: aspirar a ser poder o a que les den puestos.
Hoy lo que se ve es, por un lado, al grueso de la fuerza parlamentaria representada en senadores con gran votación como Roberto Gerlein, Efraín Cepeda y Hernán Andrade, tocando la puerta de la coalición oficial de Gobierno para conservar sus cuotas. A ellos se les han sumado en los últimos días buena parte de los congresistas que en la segunda vuelta presidencial se fueron con el uribismo y ahora piden pista para retornar como el hijo pródigo, según se lo confirmaron a La Silla dos fuentes azules por aparte: una no santista y otra gobiernista.
Este grupo aspira, como lo ha dicho el congresista Arturo Yepes, a que aumente su representación en el Gobierno con más ministerios (tienen dos: Hacienda y Agricultura) o en su defecto, con viceministerios y altas consejerías y a sacar a Yepes de la dirección del partido. Como nombre fuerte para reemplazarlo están moviendo el de Roberto Gerlein.
“Yepes perdió las elecciones, así de sencillo: le jugó a una alianza con el uribismo y le salió mal y ahora preside un directorio nacional dividido. Por eso debe irse… los que se llaman independientes no son independientes sino uribistas… el uribismo es un virus que se tomó al partido”, le dijo a La Silla un senador conservador santista que habló off the record.
En la orilla de enfrente, un grupo fuerte en el Directorio Nacional encabezado por Yepes y la excandidata Martha Lucía Ramírez, en el que también están los exministros Carlos Holguín y Fernando Araújo y la excandidata al Senado Ángela Ospina, es partidario de mantenerse independiente y examinar su apoyo al Gobierno iniciativa por iniciativa.
“Es una posición que consiste en mantener la independencia según los temas y en ratificar los dos millones de votos no gobiernistas que sacó el partido para la Presidencia en cabeza de Martha Lucía Ramírez. Y ya si el Gobierno respeta las cuotas de los parlamentarios que sea a título personal… eso de estar planteando que si no les dan un ministerio al menos les den un viceministerio es propio de un partido de mendigos”, le dijo a La Silla una persona de ese grupo en el directorio azul, que prefirió que se omitiera su nombre porque son temas que aún no se han planteado oficialmente.
Esa independencia les daría más espacio para armar una candidatura presidencial propia fuerte en 2018, un puesto en el que seguramente aspirará a estar la exministra Ramírez.
Aunque este grupo tiene afinidad con Ómar Yepes, por lo que nos dijeron dos fuentes consultadas, es posible que terminen también promoviendo su salida de la dirección azul para impulsar el nombre de Martha Lucía Ramírez.
Como pasó en las presidenciales, al nuevo Congreso el partido godo llega roto y, sin embargo, paradójicamente con la ventaja de ser el que puede inclinar la balanza entre el Gobierno y la oposición que harán la izquierda y la derecha uribista.
Por eso, como lo explicó La Silla, el dilema de Santos por estos días frente a los conservadores: si los acepta de nuevo a todos en la Unidad Nacional y les respeta sus cuotas quedará mal con los congresistas de La U que están pidiendo para ellos un castigo en términos burocráticos por haberse ido una parte azul con el uribista Óscar Iván Zuluaga. Pero si los rechaza, corre el riesgo de que terminen aliados con los 20 senadores de la bancada uribista y puedan poner en aprietos los proyectos del Gobierno.
Santos también tiene la opción de acoger a los godos santistas y rechazar a los que se fueron con Zuluaga, pero eso no le funcionaría bien teniendo en cuenta la ley de bancadas.
Sin los conservadores, la Unidad Nacional conformada por La U, los liberales y Cambio Radical se vería apretada para lograr mayorías calificadas, por ejemplo, a la hora de aprobar leyes estatutarias.
Este pulso debe resolverse antes del 11 de julio, que es cuando se volverán a reunir los compromisarios de los partidos que están negociando las dignidades y cómo quedarán los pesos en las comisiones del Congreso durante los próximos cuatro años. Para ese día, los conservadores tendrían que saber ya en qué orilla se van a mover. De eso dependerá, entre otras cosas, si la Unidad Nacional les da la presidencia del Legislativo un año, como lo están pidiendo los godos santistas.
Para ello el Directorio Conservador debe reunirse, pero Ómar Yepes le dijo a La Silla que no lo ha convocado debido a que muchos de sus miembros están fuera de la ciudad o del país.
El Directorio integrado por 18 personas está, por supuesto, dividido entre las dos fuerzas descritas.
Suponiendo que todos los que apoyaron a Zuluaga se negaran a irse a la Unidad Nacional y prefirieran quedarse independientes, la pelea estaría 12 a 6 perdiendo los santistas.
Pero si los congresistas que se fueron con Zuluaga y que hacen parte del Directorio Nacional decidieran votar a favor de regresar a la coalición de Gobierno el pulso podría estar 9 contra 9.
También hay que esperar porque en la próxima reunión de Directorio entrarán cuatro nuevos congresistas con altas votaciones cuyos nombres no están aún claros.
Mientras todo se define, el Partido seguirá en tensa calma y con cada quien tirando para su lado.