El Gobierno logró una foto de unidad pero sin protocolo

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Foto: Prensa MinInterior

La foto de ayer del alto gobierno con los partidos de gobierno e independientes se logró al evitar un respaldo explícito a la decisión de Duque de pedirle a Cuba la captura de los ex negociadores del ELN.

Ayer, la vicepresidente Marta Lucía Ramírez, el alto comisionado para la paz Miguel Ceballos y la ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez lideraron una reunión con delegados de los partidos gobiernistas e independientes. A la salida presentaron un carta firmada por todos para unir una misma voz en rechazo al atentado de ELN en la Escuela General Santander.

Esa carta, la rueda de prensa que dieron y la foto del final de la reunión dejaron un mensaje de unidad política al Gobierno, como la que ha venido proponiendo el presidente Iván Duque. Pero tanto el contenido detallado de la carta como lo que ocurrió en la reunión muestran que esa unión tiene límites notorios.

Una reunión de unidad pero con puja

El domingo, después de la marcha, en un consejo de seguridad en Catam el Presidente le pidió a Ramírez que mantuviera a los partidos que lo apoyan en el Congreso y a los que se declararon independientes, con quienes ha tenido acercamientos, al tanto de la situación.

Eso justamente para mantenerlos unidos alrededor de sus decisiones, según le contó la Vicepresidenta a La Silla

Por eso convocó ayer a una reunión en la sala de juntas de su despacho al director o secretario, y a un congresista, de todos ellos: el Centro Democrático, La U, el Partido el Conservador, el Mira, Colombia Justa Libre, Cambio Radical (independiente) y el Partido Liberal (independiente).

Por los liberales, un partido que estuvo en las antípodas del uribismo durante el Gobierno Santos, especialmente en temas de paz como el que se iba a tratar, llegaron el vocero en la Cámara, el caquetense Harry González, el secretario general y hombre de confianza de César Gaviria, Miguel Ángel Sánchez, y el senador huilense Rodrigo Villalba, en reemplazo del vocero en el Senado, Mauricio Gómez Amín, quien está fuera del país.

Todos ellos por Gaviria, según le confirmó a la Silla la vicepresidenta, quien como presidente del Partido ha tenido acercamientos a Duque desde antes de segunda vuelta.

Por Cambio Radical, el otro partido independiente, llegó su vocera en la Cámara y ficha de la Misión Carismática Internacional (cuya fuerza política fue uribista hasta hace un año) Ángela Sánchez, y el secretario y director actuante Germán Córdoba, quien es de la confianza del ex vicepresidente y jefe del partido, Germán Vargas Lleras, quien está de vacaciones en Asia.

Según el senador Hernán Andrade, presidente del Directorio Nacional Conservador, la carta que firmaron todos se escribió “a diez manos” durante el encuentro.

Según otro de los asistentes, que pidió no ser citado, esa noción de las muchas manos refleja la puja sobre su contenido, especialmente si en ella debía quedar que los partidos le exigían a Cuba la captura y extradición de los ex negociadores del ELN o no.

Es decir, un reflejo del debate público sobre la obligación de aplicar el protocolo que firmaron el ELN y el Gobierno Santos para el caso de la ruptura de las negociaciones.

A lo que según esa fuente, delegados de La U, Cambio, liberales y conservadores se opusieron a firmarlo así, con lo que se desalinearon del Gobierno, que ha argumentado que no se debe aplicar ese protocolo y por lo tanto le ha pedido a Cuba que haga esas capturas.

Aunque La Silla no pudo saber exactamente quién se opuso, por La U estaban su director y ex ministro de Interior y de Agricultura de Santos, Aurelio Iragorri Valencia, y la senadora Maritza Martínez, de los liberales, conservadores y de Cambio que ya mencionamos, todos ellos defensores del Proceso de Paz y miembros de la Unidad Nacional en su momento.

Pero con  el video que publicó anoche el expresidente Gaviria quedó clara que la posicisón oficial de su partido es que el Gobierno debe cumplir el protocolo y esta mañana, Iragorri, haciendo alusión a la reunión, dijo en  en La W“no estuvimos de acuerdo en los temas del protocolo, pero sí en reiterar el rechazo total a las acciones violentas del ELN”. 

Según Andrade, finalmente no se mencionó a Cuba “para no meternos en el tema del protocolo, eso es un tema del Gobierno.”

La vicepresidente, por su parte, explicó que en la reunión se manifestaron diferentes posiciones frente a ese punto y que prefirieron no tocarlo en la carta.


“El presidente Duque ha sido muy cuidadoso en no ofender a Cuba, pero sin dejar de lado la firmeza que se debe tener frente a un acto terrorista como el que ocurrió la semana pasada, aquí los hechos son concretos y ya sabemos quién es el responsable”, concluyó.

Al final, la carta sí hace la solicitud, pero no una exigencia, que además se puede leer como respaldando el desconocimiento del protocolo o su reconocimiento.

“Colombia hace un llamado a la acción de la comunidad internacional para que dé cumplimiento a lo estipulado en la Resolución 1373 de 2001 el mismo Consejo de Seguridad y en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que condenan cualquier tipo de apoyo por parte de los estados miembros a las acciones terroristas (...) reiteramos el respaldo al Gobierno Nacional en su decisión de solicitar de toda la comunidad internacional la cooperación activa y eficaz en la lucha contra el terrorismo y proceder de conformidad con las normas de Derecho Internacional respecto de los miembros del ELN que actualmente se encuentren en cualquier territorio”, dice.

Esa cuidadosa redacción, que no se decanta por ninguna de las posturas frente al protocolo, permitió la foto de la unidad. Sin embargo, también muestra los límites de esa propuesta de Duque, que como señaló Héctor Riveros necesita varias reglas para funcionar, y lo hace en un asuntos tan neurálgico que puede definir su administración entera y pocos días antes de que arranque su nueva estrategia para relacionarse con el Congreso.

Los efectos de la carta y de la unión

Que Marta Lucía haya logrado la foto es una victoria para el Gobierno y su discurso de unidad en momentos en que esa meta parece más lograble, por el rechazo nacional contra el ELN y su atentado. Pero el debate detrás de él también muestra que con su decisión de desconocer el protocolo, Duque está cerca de dejar pasar esa oportunidad.

A pesar de su talante conciliador, lograr la unidad es difícil de arranque para un Presidente fue elegido por una de las orillas en una campaña polarizada, como ficha de un ex presidente que despierta pasiones a favor y en contra, y que ha buscado cambiar la forma de relacionarse con los barones políticos.

En ese panorama, sin una narrativa clara sobre su Gobierno y con una favorabilidad históricamente baja, el asesinato de los 20 cadetes de la Policía fue un papayazo para Duque.

Como dijeron varios analistas, es una oportunidad de armar una narrativa de mano dura que resuena entre sus electores uribistas, y por lo brutal del crimen lo podía hacer sin alienar de entrada a sus opositores, que también han criticado al ELN como muestran las reacciones de Timochenko, Gustavo Petro, Claudia López y Jorge Enrique Robledo.

Sin embargo, la decisión de desconocer el protocolo firmado por el Gobierno anterior para el caso de ruptura de las negociaciones con el ELN, la decisión que más refleja la mano dura que salieron a pedir los líderes uribistas inmediatamente después del atentado, ha alejado una unidad más amplia.

De hecho, tras la reunión de ayer, dos liberales y un congresista de Cambio, le dijeron a La Silla que solo vieron la unidad en los puntos consagrados en la carta  y que para hablar de alianzas integrales era muy “prematuro”.

La posición contraria a Duque en la decisión del protocolo, que ha resultado apoyada no solo por Álvaro Leyva o Iván Cepeda, sino por juristas que apoyaron el Sí como Rodrigo Uprimny o el No como Iván Cancino, recibió además el espaldarazo del pronunciamiento oficial de Noruega, país que apoyó el proceso con las Farc y era garante del del ELN, y que anunció que en esa calidad va a respetar el protocolo.

Todo eso muestra que Duque empieza a asumir un costo grande, especialmente en el mediano plazo y con una comunidad internacional que será esencial en caso de nuevas negociaciones con el ELN, a cambio de dejar la prueba de su posición de mano dura.

El lío es que eso hace frágil su propuesta de unidad, pues aleja un acuerdo sobre lo fundamental, que sustente el discurso de unidad más allá del rechazo vehemente y unánime al crimen del ELN, o por lo menos un acuerdo más amplio sobre la política para enfrentar el terrorismo.

La semana entrante, al regresar de Davos, se reunirá con los partidos que firmaron la carta para concertar agendas legislativas. Si logra esos acuerdos legislativos, podría dar un paso para consolidar una alianza política más amplia a su alrededor. Pero de ahí a lograr una unidad nacional más allá de las negociaciones políticas, hay un salto enorme. Y la diferencia no es solo de protocolo.

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