El primer año de Rodolfo Hernández, más candidato que Alcalde

Imagen

Rodolfo Hernández, alcalde de Bucaramanga.

El Alcalde de Bucaramanga aún no ha superado la faceta de candidato y aunque su principal bandera es la lucha contra la corrupción y de hecho el gran acierto en su primer año, ya se empezó a sentir el desgaste de ese discurso.

Un año después de haberse convertido en el palo electoral de 2015 tras derrotar a todas las maquinarias tradicionales de Bucaramanga, Rodolfo Hernández sigue siendo más candidato que Alcalde. En los 12 meses que completa su administración, su gran triunfo ha estado en la lucha contra la corrupción; sin embargo, el aterrizaje de su gobierno ha sido accidentado, ya suma varios reversazos y eso le ha empezado a hacer mella a su imagen en las encuestas.  Además ha quedado en evidencia el abismo entre varias de sus propuestas de campaña y la posibilidad de ejecutarlas.

Las movidas que él mismo opacó

Desde que arrancó su administración Rodolfo Hernández ha honrado su gran promesa de campaña: la lucha contra la corrupción.

 

Este año no solo rompió con la criticada tradición de licitaciones con un solo oferente (hay procesos en los que se han presentado hasta 22), sino que eliminó la injerencia de los concejales en las secretarías e institutos y expuso algunos manejos presuntamente irregulares de su antecesor (el liberal Luis Francisco Bohórquez), que hoy están siendo investigados por entes de control.

Como contó La Silla, esa fue su gran victoria temprana, y catapultó su imagen en los primeros tres meses de administración. En una encuesta de Cifras & Conceptos para Caracol Radio y Red + Noticias en marzo logró el 90 por ciento de aprobación.

En paralelo a esa purga interna, Hernández emprendió su segunda gran cruzada y puso parte de sus esfuerzos en exponer el déficit de tesorería con el que recibió la ciudad, algo que empezó a denunciar desde el mismo momento en que se posesionó, cuando dijo que había recibido una ciudad “en la ruina”.

Aunque esas dos movidas han sido exitosas, a medida que ha pasado el tiempo sus alcances se han empañado porque su estilo desparpajado, que fue uno de los aspectos por los que se disparó como candidato, se ha convertido en su lado más flaco en su rol de Alcalde. 

Precisamente, y aunque formalizó en la Procuraduría varias de las denuncias que hizo en campaña contra de Bohórquez y los concejales liberales, la mayoría se quedaron sin piso por falta de pruebas y eso lo terminó capitalizando la oposición.

Igual sucedió con el informe financiero del déficit, que si bien le dio la razón y demostró que había recibido una ciudad con cuentas por pagar en tesorería por $304 mil millones, de los cuales $282 mil se comprometieron sin respaldo fiscal (sin plata en los bancos), terminó convertido en críticas por la manera en la que manejó la situación.

Y es que en vez de anunciar que sometería al municipio a una ley de reestructuración financiera con el fin de evitar que le embargaran las cuentas, dijo en medios que pediría que a Bucaramanga la declararan en quiebra.

Esas declaraciones no solo le dieron un insumo a los concejales de la oposición (son 12 de 19) porque jurídicamente el Estado no se puede declarar en quiebra, sino que también le puso en contra a los los cacaos locales, quienes salieron a calificar las declaraciones de desafortunadas.

El ministro de Hacienda, Mauricio Cårdenas, también terció en la pelea y en contra de Hernández: en una rueda de prensa escoltado por dos concejales de la oposición dijo que la ciudad era “próspera” y con ello dejó en entredicho los argumentos del Alcalde.

La ciudad hoy ha pagado $150 mil millones de los $304 mil millones de la deuda apretando gastos y negociando con acreedores; sin embargo, y debido a que el debate de la reestructuración financiera se quedó en el cruce de versiones (entre la oposición y la Alcaldía) en medios de comunicación, y a que el Concejo no le dio autorización para hacer la reestructuración financiera, ha pasado de agache.  

Adicionalmente hay otro factor que le ha jugado en contra y es que su discurso contra la corrupción se convirtió en su principal comodín, y es la excusa que saca a relucir cada vez que en la ciudad hay un problema de movilidad, de basuras, de transporte informal, e incluso de seguridad. 

“Es lamentable que un año después solo tengamos el discurso anticorrupción. La ciudad ha estado paralizada, sin grandes avances y entonces todo se queda en buenas intenciones (...) No es posible que a cada problema salga con la misma respuesta”, le dijo a La Silla un columnista de la región. Esa misma posición la tuvieron cuatro periodistas más y dos analistas.

La falta de estrategia con los políticos

Jugadas poco estratégicas como las peleas con los sindicatos,  con los políticos locales y hasta con la Nación, que lo ponen más como un candidato que se quiere mostrar, que como un Alcalde que piensa en administrar, también le han empezado a jugar en contra.

Además de que Rodolfo Hernández ha tenido que luchar contra sus propios demonios, también ha tenido que lidiar con una incisiva oposición que puso Contralor (Jorge Gómez Villamizar, exrepresentante a la Cámara liberal) y Personero (Omar Alfonso Ochoa, cuota de Horacio Serpa).

La presión la han hecho sentir. Mientras que en la Personería se abrieron investigaciones contra el jefe de gobernanza, Manolo Azuero, y el director de Tránsito Miller Salas (ambas hoy en manos de la Procuraduría, que asumió control preferente a solicitud de los dos funcionarios), en la Contraloría suspendieron a Ángela Farah, la gerente de Metrolínea, porque se demoró en entregar información y no acudió a una citación que le hicieron (la funcionaria tuteló la medida, pero en las dos insntacias ganó el ente de control).

Adicionalmente, como lo ha contado La Silla, desde que inició el año la oposición mayoritaria en el Concejo liderada por los liberales le ha hundido varios proyectos, incluyendo la reestructuración financiera y el presupuesto para el próximo año. 

Sin embargo, las peleas, que de por sí ya tienen encendido el ambiente, han sido atizadas por el temple de Hernández, quien ha marcado cada vez más distancia, 

Rodolfo también ha cazado peleas con la Nación, y además de que dejó plantado a Santos en varias ocasiones, se abstuvo de hacer campaña por el Sí al plebiscito, algo que lo terminó acercando más al No y al uribismo (en noviembre pasado le oficializó el apoyo a través de los directivos locales y de su concejal en Bucaramanga).

“Si estuviera pensando como Alcalde intentaría llevar la fiesta en paz. Rodolfo es un manojo de emociones y eso le resta a la hora de gestionar”, le dijo a La Silla un exfuncionario de su administración.

Con eso, lejos de ser el gerente apolítico que se esperaba por su calidad de empresario, sus salidas lo han dejado en el mismo rol del candidato conflictivo que captó la atención de los ciudadanos. 

Aún así, se ha reunido con congresistas de la región, entre esos Bernabé Celis, Jaime Durán y Édgar ‘el Pote’ Gómez para tratar de atraer recursos de la Nación de la mano de los congresistas. 

Lo particular es que esos encuentros no han servido para que la bancada le ayude, y contrario a eso le valieron la salida de su hermano y consejero Gabriel Hernández de su administración, después de que fue el que cimentó su campaña con base en los principios filosóficos de Kant.

El abismo entre las expectativas y la realidad

Además de que su rol de candidato se ha convertido en un lastre para su administración, en su primer año de gobierno Hernández también ha tenido que dar explicaciones sobre lo que prometió en campaña y lo que finalmente aterrizó en su plan de desarrollo

Hernández sí ha avanzado en temas como Metrolínea (logró que el sistema redujera, según información entregada por la Alcaldía a La Silla, sus pérdidas operacionales en $600 millones mensuales, y lo llevó al Norte); el Acueducto, donde está renegociando la convención colectiva con los sindicatos; la creación de la ‘Empresa Madre’, donde ya se formalizó una cooperativa de barrenderos; la dotación de la biblioteca Gabriel Turbay; los estudios y diseños para las canchas en barrios y para el ‘Gran Bosque’ (un parque natural en los Cerros Orientales).

El problema está en que el aterrizaje de varias de las propuestas más taquilleras de su campaña se quedaron cortas en comparación con lo que prometió.

La que más le ha costado políticamente ha sido la de los ‘20 mil hogares felices’ que lanzó a pocos días de que se acabara la campaña de 2015 y que fue uno de los grandes empujones que lo llevaron a ganar. 

Ciudadanos han dicho que se sienten engañados porque la propuesta de Hernández se entendió como que iba a entregar 20 mil viviendas, y en el plan de desarrollo se quedó en habilitar 20 mil lotes para que sean vendidos por la ciudad a bajos precios a personas de los estratos más vulnerables.

Promesas que no ha podido cumplir como la selección meritocrática de los contratistas de prestación de servicios, o la posibilidad de convertir a Metrolínea en un servicio “estrato 20”, así como de renegociar los contratos con los operadores, o que ya no va a cumplir como los carriles exclusivos para motos, también han mostrado que entre lo que prometió y está ejecutando existen vacíos. 

Ese desencuentro entre lo que propuso como candidato y lo que empezó a aterrizar como Alcalde, se sumó al accidentado arranque de su administración, que solo hasta pasado medio año (debido a su afán de transparencia y a la inexperiencia de sus funcionarios) empezó a encargarse de las cosas más básicas como arreglar parques, pavimentar las calles o atender a los ciudadanos.

Además, los cambios en su gabinete, que solo en el primer año marcaron relevos en cuatro de las 9 secretarías -Educación, Interior, Tesorería y Cultura- y varias subsecretarías; decisiones en la Dirección de Tránsito que han tenido reversazos como carriles exclusivos para motos y zonas azules que no están funcionando; el aumento de la informalidad en la ciudad, tanto en transporte como en vendedores ambulantes;  y el hecho de que desde su administración no se estén anunciando soluciones para esos problemas, le han hecho mella a su imagen.

En la última medición de Gallup sobre la favorabilidad de los alcaldes de ciudades capitales, Rodolfo Hernández obtuvo 60 puntos de aprobación; 7 menos que en agosto y 21 menos que en junio, mes en el que registró mayor aceptación en esa medición

En medio de esa montaña rusa, Hernández muy probablemente arrancará el 2017 con una solicitud de revocatoria que le están cocinando desde octubre, y que, aunque con tintes políticos, está apalancada en que el aterrizaje de sus propuestas no ha cumplido con las expectativas. 

Desmarcarse de su rol de candidato y hacer que su discurso trascienda el de su campaña, serán los dos grandes retos de Hernández el próximo año, solo hasta entonces se sabrá si los supera.

Compartir
0