El rastreo de casos, la apuesta para la segunda ola, sigue en veremos

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El Prass es la gran apuesta del Gobierno desde junio. Le están haciendo ajustes para ver si ahora sí arranca

Después de meses de cuarentena, la primera temporada de vacaciones de la “nueva normalidad” llegó con semana de receso escolar y un puente, con fotos en playas, plazas y carreteras que parecen de un viaje en el tiempo: llenas de gente, muchas veces sin distanciamiento ni tapabocas. 

Encima, ocurre en lugares en los que crecen los casos de covid y cuando la principal estrategia para evitar un desborde arranca lenta.

Según Portafolio, la Aeronáutica Civil contó más de 260.000 viajeros en 2.949 vuelos; más del 80 por ciento nacionales. Por otro lado, ya con los pies en la tierra, durante el primer fin de semana de la semana de receso viajaron 403.473 personas desde las terminales, según la Superintendencia de Transporte.  

En redes circularon fotos y videos, especialmente en playas del Atlántico, de aglomeraciones sin medidas de cuidado que preocupan a los hospitales y sobre las que autoridades como el Ministerio de Salud  ya han llamado la atención. 

 

Como nos explicó el viceministro de Salud, Luis Moscoso, existe la preocupación de que se generen rebrotes porque falta de un comportamiento adecuado, cuando las aglomeraciones son previsibles tras meses de encierro.

Aunque el Ministerio y algunas Secretarías le explicaron a La Silla que están tomando medidas para evitar rebrotes, como atender a grupos vulnerables, hacer pedagogía y hacer vigilancia epidemiológica, la principal estrategia es el rastreo de casos. Y va lenta.

Así va el Prass

Sin una cuarentena, el rastreo de los casos más los aislamientos individuales son las medidas más eficientes para contener el virus pues, como explican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, reduce la velocidad de contagio y evita los costos sociales y económicos de los cierres generales. 

La idea es que cuando alguien se confirma como positivo para covid o presenta síntomas, el sistema de salud rastree las personas que han estado en contacto con él o ella (puede ser por teléfono, o yendo físicamente a los lugares en los que hayan estado) pues podrían estar infectadas, y que todos hagan una cuarentena de 14 días que evita que esparzan el virus.

En un artículo que publicó en La Silla Llena, el experto en salud pública Andrés Vecino explica “un incremento sostenido de un 10 por ciento en los casos detectados por medio de rastreo de contactos en cada departamento puede reducir la mortalidad, en promedio entre 1 por ciento y 3 por ciento”. 

Es su conclusión de una evaluación que hizo junto Zulma Cucunubá, Juliana Villanueva y Silvana Zapata, que se encuentra en revisión por pares.

Después de casi cuatro meses de aislamiento, en junio el Gobierno lanzó la estrategia Prass (Pruebas, rastreo y aislamiento selectivo sostenible), como explicamos aquí, con el rastreo como punta de lanza para pasar de la cuarentena general a la “nueva normalidad”. Lo reglamentó en agosto con en el decreto 1109

Andrés Villamizar, asesor para el manejo de la pandemia de la presidencia, dijo en una entrevista para Caracol Radio en junio que el país se estaba rastreando entre 3 y 4 contactos por cada caso, pero el objetivo era llegar a 40. 

Julián Fernández, director de epidemiología y demografía de MinSalud, dijo que "Tenemos que seguir foraleciendo el número de contactos por caso, que sigue siendo menos de los necesarios", y por eso el Gobierno empezó a tomar medidas para darle un segundo aire al Prass. 

Una de ellas, como dijo el Ministro de Salud, Fernando Ruiz, la semana pasada, es la inauguración del Centro Nacional de Contacto de Rastreo. Será un call center que, cuenta Fernández, podrá hacer 100.000 llamadas al día para hacer rastreo de casos sospechosos. 

Otra es que, para saber cuántos contactos rastreados van, crearon la base de datos unificada Segcovid. El acceso a su información es restringido pero, cuenta Fernández, están preparando un tablero público con indicadores como el número de casos rastreados o, cuántos de ellos están cumpliendo la cuarentena, algo fundamental para cortar la cadena de contagio. 

Sin embargo, se abstuvo a darnos cifras porque todavía se están actualizando.  

Una alta fuente del gobierno, que prefirió mantenerse off the record porque no es vocera oficial, nos dijo que se han rastreado entre 300.000 y 400.000 contactos. Como Colombia se acerca al millón de casos comprobados de covid, eso es menos de un contacto por cada dos personas contagiadas. 

Otra manera de dimensionar el rastreo de casos es por los casos relacionados, o aquellas personas que tuvieron un contacto conocido y que probablemente tuvieron un rastreo. En este artículo para La Silla Llena, se explicó por qué esto nos puede dar una idea de cuánto rastreo se está haciendo. 

En unas visualizaciones que publica periódicametne Rafael Unda en Twitter, con los datos del Instituto Nacional de Salud, se puede apreciar cómo el porcentaje de casos relacionados cambia desde el inicio de la cuarentena hasta el 5 de octubre, y va en caída:

 

La zona gris de la gráfica, la de casos en estudio, sugiere que el rastreo de casos cada vez ha sido menor. Hoy, el porcentaje de casos relacionados en el país es del  6 por ciento, según el INS.

Ahora, aquí se puede ver cómo ha cambiado ese porcentaje pero a nivel departamental:

 

Entre abril y junio, Antioquia venía haciendo un rastreo de casos mucho más fuerte, al igual que Santander y el Meta, pero todos, como otros departamentos, han descendido.  Bogotá no superó el 50 por ciento de la proporción de casos relacionados; hoy el porcentaje en Bogotá es del 3,7 por ciento. 
 

El lío se repite

Otra forma de verlo es cuántos de los casos positivos nuevos vienen del rastreo, lo que se conoce como casos relacionados, que para junio en Medellín eran del 61,9 por ciento, mientras que en Bogotá era de 19,48 y en Cali del 9,09 por ciento.  

Aparte del indicador de contactos alcanzados, el Prass plantea otras metas como que el tiempo entre la toma de una muestra y la entrega de sus resultado no debe ser de más de 96 horas. 

En el caso de Cali, está tomando, aproximadamente, 3.4 días (81.6 horas). 

Miyerlandi Torres, secretaria de salud de esa ciudad, le contó a La Silla que hacen rastreos en conjunto con las EPS e IPS “para aumentar el número de contactos por caso, el número de muestras y el número de personas diagnosticadas”. 

Según Torres, desde el call center de la Secretaría alcanzan a hacerle seguimiento a cinco personas por caso, en promedio. Mientras que las EPS llegan a un promedio de tres contactos por caso. 

En Medellín siguen haciendo rastreo de casos con el Prass, dijo a La Silla Andree Uribe, Secretaria de Salud de la ciudad.

La particularidad es que cruzan esta información con datos de georeferenciación y con la base de datos de la aplicación “Medellín Me Cuida”, herramienta a la que el alcalde Daniel Quintero le ha dicho que es indispensable para ganarle la batalla al covid. 

Sin embargo, y como ya hemos contado, la efectividad de rastreo de este tipo de aplicaciones no está probada. 

Artículos como revista el de la revista Nature o el de Salud con lupa concluyen que estas medidas digitales, aunque pueden ser aliadas, no reemplazan el trabajo de rastreo que hace un equipo de personas.

En las dos ciudades también adelantan campañas de pedagogía como #TocaConTapaBocas en Cali o #YoCuidoAMedellín, para fomentar el uso responsable del tapabocas. 

Además, los esfuerzos también están dirigidos a localizar poblaciones vulnerables, como adultos mayores. Pero, como en el rastreo, no es claro el impacto de esas estrategias.  

Más encargados que responsables

Fernández es enfático en que la responsabilidad de aplicar el Prass no es solo del Gobierno sino que se comparte con los territorios,  lo que responde a la lógica general del sistema de salud.

Dice que las responsabiliades quedarán más especificadas en un decreto que firmó el Presidente la semana pasada y se revelará esta semana, pero recuerda que hay manuales del Prass hace meses, y que los departamentos deben aterrizarlos.

“El ministerio tiene la rectoría y la obligación de brindar el acompañamiento y asesoría técnica, pero los distintos estados de avance dependen del compromiso de cada ente territorial” dice.

Para Fernández, el esquema actual hace que el rastreo funcione muy distinto en cada región, cuando de que cada departamento vive momentos distintos en la curva de contagios. 

“En lugares como Antioquia. donde los casos vuelven a subir, aunque hay que hacer rastreo de contactos, es más importante enfatizar en las medias de distanciamiento físico, evitar aglomeraciones y contacto intergeneracional”. 

Adicionalmente, de un trabajo conjunto entre las universidades John Hopkins y Javeriana en convenio con MinSalud se diseñó un algoritmo que permitirá identificar  contactos con mayor probabilidad de complicarse o que pueden ser altos propagadores, dice Fernández.

Pero, mientras esos cambios surten efecto, el panorama es oscuro justo cuando se prevén nuevas oleadas de casos.

Andres Vecino es miembro ad honorem del grupo asesor conjunto conformado por las universidades Javeriana y Johns Hopkins para apoyar al Gobierno en implementar su sistema de rastreos. 

Para él, el Prass va avanzando muy lento, y cree que tiene que ver con que las administraciones locales y los entes territoriales han tardado en darse cuenta de la importancia de los rastreos.  “Muchas estaban enfocadas en cerrar rápidamente y no tan convencidas de los mecanismos de rastreo”.

La misma alta fuente del gobierno también nos dijo, off the record, que pese a los esfuerzos en algunas regiones, el Prass sigue crudo.

Isabel Rodríguez, epidemióloga colombiana que trabaja en la Universidad de California en San Francisco, dice que faltan indicadores para medir los efectos del Prass, independientemente de si son rastreos manuales o por aplicaciones. “Necesitamos saber qué proporción de los casos nuevos ocurren entre contactos previamente rastreados o aislados”. Su percepción es que el rastreo y el aislamiento selectivo siguen quedando cortos.

Una preocupación similar tiene Laura, también epidemióloga y también Rodriguez, profesora asociada del Departamento de Salud Pública de la Universidad Industrial de Santander. 

Para ella, la inquietud está en que se haga vigilancia epidemiológica sin saber si está funcionando. Le dijo a La Silla que, con lo que se sabe, “No es tan claro cuál es la efectividad de estos equipos para cortar cadenas de transmisión”.

Por ahora, aunque se diga que se están rastreando casos y que la vigilancia epidemiológica está activada, parece que no está siendo efectiva o que, por lo menos, el impacto todavía no es el esperado y no ha despegado del todo. 

*Nota del editor: el martes 20 de octubre a las 10:30 de la mañana actualizamos la nota para precisar una declaración del doctor Fernández Niño.

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