Cuando salió del Congreso en 2012, Emilio Otero Dajud se había convertido en el chivo expiatorio de la fallida reforma a la Justicia que el presidente Santos se negó a firmar por los escándalosos 'micos' que le metieron en el último minuto, varios de los cuales le fueron atribuídos al todopoderoso ex secretario del Senado. Pero menos de cuatro años después, Otero se reencaucha tras ser elegido como nuevo contralor departamental de Córdoba.
El reencauche de Emilio Otero
Cuando salió del Congreso en 2012, Emilio Otero Dajud se había convertido en el chivo expiatorio de la fallida reforma a la Justicia que el presidente Santos se negó a firmar por los escándalosos 'micos' que le metieron en el último minuto, varios de los cuales le fueron atribuídos al todopoderoso ex secretario del Senado. Pero menos de cuatro años después, Otero se reencaucha tras ser elegido como nuevo contralor departamental de Córdoba.
Otero fue escogido el 5 de enero pasado unánimemente por la Asamblea de Córdoba, gracias a su amigo, el senador de La U Bernardo ‘Ñoño’ Elías. De esta manera, vuelve al ruedo político y los poderosos cordobeses quedan tranquilos porque el control fiscal pasa a manos de un aliado de vieja data.
La historia de Otero
Otero es un político hecho a pulso, que comenzó su carrera en el Congreso en 1979 como mensajero de la mano del fallecido ex senador Jorge Ramón Elías Nader, tío del ‘Ñoño’ y quien terminó preso por el proceso 8.000. Otero considera al patriarca liberal su segundo padre.
Luego formó parte de su Unidad de Trabajo Legislativo, y en 2002 saltó a la Secretaría del Senado, donde logró el récord de ser elegido cinco veces consecutivas.
Era conocido en el Capitolio por ser quien modernizó gran parte del Senado: fue quien creó la Oficina de Gestión Ciudadana, que le ofrece asistencia a todo aquel que quiera presentar un proyecto de ley, para que la iniciativa no tenga errores de forma que hundan el proyecto en los debates.
También fue quien introdujo los computadores en cada curul y quien rediseñó el sistema de sonido en los salones. Dentro de sus funcionares estaban asignar las oficinas y los carros a los senadores, manejar el orden del día en cada plenaria, incluir los cambios en los proyectos propuestos por los congresistas y anotar qué senadores se ausentaban y cuáles no.
Tanto poder llegó a tener que nadie se atrevía a meterse con él.
Pero todo ese poder comenzó a desvanecerse con la Reforma a la Justicia porque uno de los 'micos' buscaba que el Secretario del Senado, es decir él, (y el de la Cámara) tuvieran el mismo fuero que los senadores. Esto significaba que solo la Corte Suprema podría investigar, en adelante, a los secretarios del Congreso.
Ese hecho le dio mayor impulso a la campaña que se había iniciado en el Senado para que saliera de la Secretaría General, especialmente porque se había enfrentado a senadores como Armando Benedetti (él señaló a Otero de hacer política con la entrega de los carros).
En 2012, Otero intentó una vez más reelegirse, pero ante la presión dentro y fuera del Senado renunció 24 horas antes de que se diera la votación. La prensa interpretó aquel episodio como el ocaso del hombre que llegó a ser considerado el senador 103 de Colombia.
Ahora, cuatro años después de mutismo político y de dedicarse a negocios privados, Emilio Otero demuestra que no era el fin de su carrera y que al menos en su departamento sigue siendo poderoso.
El fruto de los acuerdos
Su camino a la Contraloría Departamental comenzó a labrarse el año pasado, con los acuerdos que para las regionales hicieron los senadores de La U y súper poderosos de Córdoba: ‘Ñoño’ Elías y Musa Besaile, y el excongresista y cacique liberal, condenado por parapolítica, Juan Manuel ‘Juancho’ López Cabrales.
Los tres pactaron que sería el ‘Ñoño’ Elías quien sugeriría el nombre del contralor, Juancho quien se quedaría con la rectoría de la Universidad de Córdoba por tres años más y Musa el que pondría el candidato a la Gobernación.
La alianza de las tres poderosas maquinarias electorales dio resultado: Edwin Besaile, hermano de Musa, terminó siendo la carta del grupo y el 25 de octubre pasado fue elegido gobernador con 345 mil votos. Mientras que el 19 de diciembre fue escogido como rector el liberal Jairo Torres y la semana pasada, como contralor, Emilio Otero.
Cuando el nombre de Otero apareció en el listado de los 81 inscritos a la Contraloría, el 16 de diciembre, su candidatura comenzó a sonar con fuerza porque en ese departamento es conocida su estrecha relación con la familia del ‘Ñoño’ Elías.
Otero también comenzó a perfilarse como el favorito porque él siempre ha caído bien en todas las casas políticas de Córdoba, dadas las alianzas que selló en el pasado con los senadores, quienes son los jefes de esos grupos, para elegirse y reelegirse en el Congreso.
Allí coincidió con Juancho López, con Musa, el ‘Ñoño’, Nora García Burgos, matriarca conservadora e investigada por parapolítica, y con la exsenadora Zulema Jattin, con detención domiciliaria por presuntos vínculos con los paramilitares.
“Él genera confianza en todos los sectores”, le dijo a La Silla un político activo cordobés, quien prefirió no ser citado en este artículo.
Por esa buena relación con toda la clase política, pero especialmente con Musa y el ‘Ñoño’, Otero no deja de ser calificado desde el 5 de enero, en redes sociales, como un contralor de bolsillo. Situación que se repite en casi todo el país.
Sin embargo, el grupo del ‘Ñoño’ Elías no tuvo el camino despejado para ganar la Contraloría porque primero debió enfrentarse a las aspiraciones del exgobernador Lyons y después buscar el consenso de los otros dos caciques (Juancho y Musa) alrededor de su candidato.
El camino a La Silla de contralor
En diciembre pasado, al ‘Ñoño’ le salió un gallo fino en la competencia por la Contraloría: su cuñado y exsocio político Alejandro Lyons. Pese a que Lyons llegó en 2012 al poder gracias a los votos de la ‘Ñoñomanía’ y de Musa Besaile, no respetó todos los acuerdos burocráticos y por eso terminaron rompiendo relaciones.
Y aunque aparentemente los tres volvieron a estar en la misma orilla alrededor de la candidatura de Edwin Besaile en octubre pasado, las intenciones de Lyons de poner contralor pese a los acuerdos existentes demostraron que la reconciliación duró poco.
Sin embargo, a Lyons no le alcanzaron sus esfuerzos y no logró conseguir los votos para que el contralor fuera de su cuerda.
El grupo del ‘Ñoño’ sí lo logró porque al presentar a Otero como su carta hubo consenso con Musa y Juancho López. El nombre quedó definido en una reunión que se celebró el 30 de diciembre en Sahagún.
En ese mismo encuentro, en el que estuvieron presentes los congresistas Besaile, ‘Ñoño’ Elías, Eduardo ‘Joche’ Tous, Fabio Amín y el exsenador Juancho López, se acordó que el vicecontralor departamental sería el liberal Julio Lora, a quien en efecto Otero nombró la semana pasada.
También fueron nombrados Alfredo José Mendoza, en la Secretaría General, y Omar Andrés Montes, como contralor auxiliar. Ambos son cercanos al ‘Ñoño’ y hasta el 5 de enero eran candidatos a la Contraloría Departamental.
La fuente que conoce los detalles de esa reunión también nos contó que se acordaron las secretarías que los liberales, la ñoñomanía y el grupo de Musa recibirían, así como los periodos de presidencia de la Asamblea (el primer y el cuarto años para La U y el segundo y el tercero, para los rojos).
Un día después de esa reunión, el 31 de diciembre, los diputados liberales y de La U recibieron la instrucción de votar por Otero. De esa manera las mayorías estaban aseguradas a su favor: de los 13 miembros de la Asamblea, tres son liberales y seis militan con el ‘Ñoño’ y Musa.
El resto (dos conservadores, uno del Centro Democrático y otro de Opción Ciudadana, cercano al exgobernador Lyons) terminó plegándose a la decisión de la mayoría. “Porque no se querían quedar por fuera”, le dijo uno de los diputados de la coalición a La Silla.
El mismo Otero se reunió con todas las bancadas, como él mismo se lo confirmó a La Silla.
“Uno cuando se va a hacer elegir tiene que hablar con los que lo eligen. No hablé con los jefes políticos sino con cada uno de los diputados. Me expresé y ellos me conocen”, le dijo Otero telefónicamente a La Silla.
El nuevo contralor también negó pertenecer a un grupo en especial y dijo que su amistad con los Besaile no será impedimento para ejercer su labor de control fiscal.
“Somos de Sahagún. Lo vi crecer (al gobernador Besaile) porque es mucho menor que yo. Pero jamás he militado en el grupo de los Besaile ni en ningún otro grupo porque no podía hacer política por ser servidor público durante 32 años”, le dijo Otero a La Silla.
También se refirió a la investigación que tiene en la Procuraduría y dijo no haber recibido ninguna notificación de un fallo sancionatorio que le impidiera aspirar a la Contraloría. “Consideré que tenía las condiciones académicas y la experiencia para participar. Por eso me presenté”, resaltó.
Las semanas próximas se sabrá qué tan cercano se seguirá manteniendo a los Besaile y la 'Ñoñomanía'. Pero mientras, su nombramiento no deja de ser visto como la resurrección política del poderoso exsecretario del Senado.