El cierre de los 7 pasos legales alborotó la migración ilegal en Norte de Santander desde el mismo sábado.
El remedio frente al coronavirus en la frontera puede ser más grave que la enfermedad
Paso fronterizo hacia Venezuela en Norte de Santander.
El presidente Iván Duque dijo hoy en La Fm que coordinaría con Venezuela para enfrentar el coronavirus pero no directamente con la dictadura de Nicolás Maduro sino vía la Organización Panamericana de la Salud. Según explicó en una declaración presidencial luego, se trata de compartir la información que cada país tenga sobre los contagios y las medidas de contención.
Eso, viniendo de Venezuela, país que no ha hecho públicos reportes epidemiológicos desde 2017, no ayuda mucho.
En cambio el control de la frontera, y a su vez de detección de posibles casos de contagio, está empeorando con el cierre, porque el movimiento ilegal desde el vecino país ahora se recrudecerá.
Como ha ocurrido en cierres anteriores, el control que Migración Colombia puede hacer sobre los 7 pasos legales, desplegando su mayor capacidad en conjunto con la Policía y el Ejército, se queda corto ante los más de 2 mil kilómetros de frontera que tiene el país con Venezuela.
A las 5 de la mañana del sábado, justo cuando arrancó el cierre de la frontera como medida de contención para la propagación del virus, los pasos ilegales por trochas en Norte de Santander amanecieron más vivos que de costumbre.
Desde esa hora, empezaron a llegar soldados y policías al puente Simón Bolívar en Villa del Rosario. Ese es el paso más concurrido en la región. Por ahí solían entrar y salir 30 mil personas a trabajar, estudiar, ir al médico o a comprar mercado a diario, y otras 2 mil que pasaban para quedarse más tiempo.
Pero estando allí evidenciamos cómo mientras las autoridades se organizaron, dividiendo esfuerzos y coordinando la información que iban a dar (pues a todos los tomó por sorpresa el cierre), la gente pasaba por debajo del puente.
Horas más tarde, el despliegue armado estaba conteniendo el paso por las trochas cercanas, decomisando mercancía y devolviendo gente metida en el monte por esa zona y también por el paso del puente Francisco de Paula Santander, en Cúcuta.
Pero ese despliegue tiene un costo, que es la seguridad del área metropolitana de Cúcuta.
Un refuerzo como el del sábado implica que policías que tienen otras tareas en la región las desatiendan. Por ejemplo, esa mañana nos encontramos a dos policías que normalmente están frente a casos de infancia y adolescencia en la Ciudad y que fueron enviados al puente para atender el cierre. Según les escuchamos hablar entre ellos, sin ellos se frena el trabajo de la Fiscalía en esos casos.
Por eso, lo más seguro es que si el Gobierno no aumenta la capacidad de operación de Policía y Ejército en esas zonas, no puedan mantener su presencia en la frontera a esa magnitud por mucho tiempo y eventualmente, algunos pasos ilegales se regularán, como ya ha ocurrido antes.
La otra foto, aún más fuera de control, es la que encontramos ese mismo día en el paso fronterizo de Puerto Santander, municipio a una hora de Cúcuta que donde grupos ilegales hacen control y en el que reina el contrabando.
El paso legal en esa zona era de 7 mil a 8 mil personas diarias y durante el último mes era el más usado, pues los pasos por trochas estaban diezmados. No por control de las autoridades, sino por los constantes enfrentamientos entre el ELN y los Rastrojos.
En febrero hubo tres heridos y desplazamientos en medio de una balacera entre ellos. Hace 12 días, la Policía encontró un muerto, presuntamente asesinado en medio del combate entre esos dos grupos. Y hace seis días, cerca a ese paso fronterizo, unos campesinos encontraron 8 cuerpos apilados y en descomposición, que se presume murieron en las mismas circunstancias.
“Aquí los canoeros solo estaban trabajando de noche, pasando mercancía. Desde hoy les toca doblar turno”, nos dijo un habitante de Puerto Santander mientras veíamos, sobre las 8 de la mañana, a cientos de personas cruzar el río Grita, que separa a Colombia de Venezuela.
Más allá del paso de la gente, mientras estuvimos allí vimos pasar dos canoas con varios bultos de harina y arroz. También estaban descargando un camión de bultos de limones que iba a hacer el mismo recorrido. Y escuchamos a dos hombres diciendo que en camino venía una carga de tomate.
Esos bultos, hasta ayer, estaban pasando por el puente en carretillas. La diferencia es que ahora deben avanzar 500 metros más hasta el paso por el río. La escena se puede ver desde el mismo puente.
Al lado nuestro, había cinco policías. Acababan de llegar ahí para hacer “control”, tal y como comentó uno de ellos.
“Es que hace un rato esto estaba muy desordenado, todo mundo pasando por cualquier parte del río. Toca también poner orden (sobre el paso ilegal), porque si no de verdad va a llegar el coronavirus”, nos dijo una señora que también vive ahí.
Hasta las 9:30 de la mañana del sábado no había llegado Ejército a ese paso fronterizo. Según nos dijeron unos soldados que estaban parqueados con tanquetas a las afueras del municipio, algunos iban a hacer presencia pero solo en el puente, no en las trochas.
Lo que viene seguramente será nuevamente el agosto de los grupos ilegales que, como contamos en esta historia, son los dueños de esas trochas.
Esa misma situación aplica para la frontera venezolana con Arauca, donde el ELN tiene el monopolio de control de contrabando por los pasos ilegales, aún más complejos de controlar por ser netamente fluviales.
Lo grave de que la migración sea totalmente ilegal es que anula por completo la posibilidad de detección de potenciales casos de contagio. Porque si bien las medidas de prevención que el Gobierno estaba implementando se quedaban cortas, al menos suponían un filtro que estaba bajo control del Estado.
“Lo que hicieron fue trasladar el problema. Y peor, porque al menos acá estábamos echándole el cuento a toda hora a la gente de que se laven las manos”, nos dijo un funcionario del ICA en el puente.
Lo único nuevo en ese panorama de tránsito ilegal es que la mayoría de gente está usando tapabocas al cruzar.