Esta tarde se aprobó la aspersión manual de los cultivos de coca. Aunque todos los ministerios votaron a favor, parece que el único que no lo hizo a regañadientes fue el de Defensa.
El retorno del glifosato
Policías durante el piloto de fumigación manual del 2009. Foto: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
Esta tarde se aprobó la aspersión manual de los cultivos de coca. Aunque todos los ministerios votaron a favor, parece que el único que no lo hizo a regañadientes fue el de Defensa. Luis Carlos Villegas fue el que impulsó la idea con el respaldo del presidente Santos y de la Policía y al resto de carteras les tocó alinearse a pesar de sus reservas.
La carta de Ordóñez, el as de Villegas
La reunión del Consejo de Estupefacientes hoy la anunció el ministro de Justicia Yesid Reyes desde el 19 de abril tras recibir una carta en la que el procurador Alejandro Ordóñez señalaba la necesidad de revisar la política de drogas.
“El país está nadando en coca” fue el titular que con su carta le dio el Procurador a los medios. Citó en ella cifras de un aumento del 100 por ciento de los cultivos en dos años y un retroceso a niveles de producción de la planta que no se veían desde el 2007. Las cifras las sacó de un informe de la Casa Blanca en el que se reportó un aumento de los cultivos del 42% entre el 2014 y el 2015 para un total de 159 mil hectáreas en el país.
La razón principal, según Ordóñez, son los compromisos que el Gobierno ha hecho con las Farc para avanzar en las negociaciones, entre ellos la de la suspensión de la aspersión aérea con glifosato.
El ministro de Defensa no negó las cifras pero si refutó que el aumento de los cultivos se debiera a concesiones en la Habana. Dijo que la explicación del aumento de los cultivos era que los grupos criminales se habían adaptado a las estrategias del gobierno en la lucha contra la producción.
Entre la carta del Procurador y las palabras de Reyes, el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas aprovechó para anunciar públicamente que se estaba evaluando la fumigación con glifosato, esta vez de manera manual, y que la posibilidad se discutiría en el Consejo de Estupefacientes.
En realidad, en la reunión de hoy hubo poca discusión. Según dos fuentes de ministerios que asistieron, Villegas obtuvo el concepto favorable del ministerio de Salud con sus recomendaciones para la seguridad de los fumigadores y el visto bueno de Ambiente. Llegó también con información de un estudio que su cartera le encargó a la Policía sobre la viabilidad de la aspersión manual.
Desde finales del año pasado, el Ministro ha hablado de la efectividad de la erradicación manual y, con esos argumentos, impulsó la utilización del glifosato. En enero, en un comunicado del Comando General de las Fuerzas Armadas, declaró que con la fumigación manual, si continuaban los buenos resultados, se podrían erradicar 18 mil hectáreas en el 2016.
La única que votó en contra fue la Viceprocuradora, con el argumento de que no había información precisa sobre los costos y la eficacia del método de erradicación. Los ministerios de Defensa, Salud, Justicia, Educación y Relaciones Exteriores votaron a favor junto con la Fiscalía y la Policía, las mismas entidades que aprobaron la suspensión de la aspersión aérea hace un año.
Sin embargo, le pusieron a Villegas unas condiciones. Primero, se deberá modificar y aprobar el Plan de Manejo Ambiental que reglamenta las fumigaciones. Segundo, se deben evaluar los protocolos de salud, eficacia y ambiente con un programa piloto. Por último, la Policía y el ministerio de Defensa deberán entregar evaluaciones semestrales sobre estos protocolos.
Aunque se acordó esperar el informe de Defensa sobre el piloto que se adelanta en Chocó y Nariño antes de comenzar con la fumigaciones, Villegas logró que se aprobara el retorno del glifosato.
Una estrategia difícil de vender
Expertos en la lucha antidrogas son críticos de esta nueva medida porque consideran que es más política que técnica, porque creen que es ineficaz y porque pronostican que el remedio terminará siendo tan malo como la enfermedad.
Parecen demasiados obstáculos para estrategia que no ha demostrado ser efectiva
“Es una bandera política incoherente, es más bien para la tribuna”, dice Camilo González, presidente de Indepaz y ex ministro de Salud. “El presidente está cediendo a presiones de la oposición y la opinión pública. El Gobierno ha optado por la línea más fácil para mostrar acción”.
Julián Wilches y Daniel Rico, expertos en políticas de drogas, también critican la estrategia en su último artículo de su blog en La Silla.
Entre otras cosas, advierten que la erradicación terrestr es una de las actividades más peligrosas en el mundo, ha producido en el país cerca de 300 muertes y más de mil heridas y amputaciones por cuenta de ataques de los grupos armados que manejan los cultivos y las minas con las que han sembrado los territorios cocaleros.
El eventual desarme de las Farc no resolvería del todo el peligro porque aún habría presencia de los elenos y las Bacrim en las zonas cocaleras y que viven de este negocio.
A eso se suman las dificultades de llevar contingentes de fumigadores a zonas apartadas con equipos en la espalda que requieren de grandes cantidades de agua para esparcir la mezcla que se prepara con el glifosato, todo mientras son escoltados permanentemente por helicópteros y agentes de las fuerzas armadas.
Parecen ser demasiados obstáculos para una forma de erradicación que, fuera de ineficiente, no ha demostrado ser efectiva. En el 2009 se hizo un piloto de erradicación terrestre con glifosato y el informe de evaluación de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODOC) concluyó que la fumigación solo mataba entre el 20 y el 30 por ciento de las matas rociadas.
La segunda crítica es que la aspersión manual es una forma de erradicación forzada que no encaja en la ruta que se planteó en la Habana porque se acordó que esta tiene que comenzar por la concertación con las comunidades, dice Julián Wilches.
Hay dos posibilidades. La primera es fumigar sin consultar con los cultivadores lo cual violaría el principio de trabajo conjunto entre el gobierno y los campesinos. Empeoraría, además, la resistencia de las comunidades a la erradicación que, según el experto Juan Carlos Garzón en la Red de Paz, es una de las causas del aumento de los cultivos
La segunda es activar la fumigación en los casos en que los cultivadores se nieguen a participar en los programas de sustitución de cultivos o incumplan el compromiso de no resiembra.
En ese caso la aspersión ya no sería una solución al problema del aumento de los cultivos sino un recurso para erradicar los que vayan quedando tras la implementación de los acuerdos.
Por último la decisión es un ejemplo de la distancia de la que La Silla ha hablado entre lo que Santos dice afuera sobre el problema de las drogas y lo que hace en el país.
El mes pasado estuvo en Ungass, la última asamblea de las Naciones Unidas para discutir la política internacional de drogas, hablando de la necesidad de una estrategia internacional menos represiva, más enfocada en los derechos humanos y la salud pública.
Y hoy toma la decisión de volver al método de erradicación forzada. Lo hace, además, después de que el Consejo Nacional de Estupefacientes suspendiera las aspersiones aéreas por recomendación del ministerio de Salud y Protección Social ante los posibles efectos cancerígenos del glifosato.