El uribismo le toma el pulso a Tomás para el 2022

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El vuelo que ha tomado una potencial aspiración de Uribe hijo muestra lo difícil de tener liderazgos más allá del Expresidente dentro del Centro Democrático. Que lo estén mostrando, les sirve para probar si despega, y si puede ser el candidato clave.

En dos semanas, Tomás Uribe Moreno pasó de ser un personaje secundario dentro del uribismo a estar en la mira del partido que encabeza su papá para las elecciones de 2022. 

Él ha dicho en varios escenarios, tanto públicos como privados, y se lo repitió a La Silla, que no está considerando lanzarse, pero aparece en dos sonajeros: como presidenciable y como cabeza de lista al Senado.

En ambos escenarios sería una ficha clave para el Centro Democrático, que tiene delineada su estrategia para competir en año y medio, pero no tiene caras que aglutinen a todo el partido y se vean desde ahora atractivas para el electorado uribista. 

En las dos elecciones en las que ha participado el partido, esa función la ha cumplido el expresidente Álvaro Uribe como cabeza de lista al Senado, pero todo indica que no repetirá. 

A ese sensible vacío se suma que la gestión del presidente Iván Duque es cada vez más impopular y el uribismo no tiene opción diferente a defender su legado.

Por eso, que el hijo mayor del Expresidente y cabeza del partido figure en este momento sirve para ver qué tan buena recepción tiene para el 2022.

La figuración

Hasta mediados de este año Tomás Uribe no había sido un personaje estratégico para la política del uribismo. 

 

Sus apariciones en medios  -como las de su hermano Jerónimo-, habían sido principalmente por su enorme crecimiento empresarial. Los hermanos Uribe Moreno crearon sus primeras empresas entre 2003 y 2010, cuando su papá era Presidente y ellos no pasaban de los 30 años.

Varias han sido cuestionadas, especialmente la Zona Franca de Occidente, desde que el periodista Daniel Coronell denunció que hubo cambios de uso del suelo que habrían favorecido a los hermanos Uribe. 

Sobre eso, el Consejo de Estado iba a decidir en segunda instancia una acción popular este año, pero fue pospuesta y sigue sin fecha, y en la Fiscalía fue archivada la investigación porque se concluyó que no hubo cambio de uso de suelo. 

Más allá de ese tema, en la agenda política del país los hermanos Uribe eran marginales, aunque Tomás ha sido activo en Twitter, defendiendo a su papá y al uribismo, y criticando a sus rivales.

Eso cambió este año: empezó a figurar cuando la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia ordenó detener a su papá mientras lo investigaba por presuntamente torcer testigos

Tomás no solo asumió la vocería mediática de la defensa, sino que empezó a presidir un comité interno dentro del Centro Democrático, para tirar línea sobre lo que la bancada debía hacer para defender a su papá.

Según le explicó Tomás a La Silla, asumió ese rol porque tenía más contacto con los abogados del Expresidente que Jerónimo, y estaba enterado de los detalles del caso. 

Esa figuración interna terminó calando en buena parte de la bancada. 

“Más allá de ser el hijo del presidente Uribe, mostró que era una persona muy inteligente, con liderazgo, capaz de dar directrices y desde los que lo conocíamos hasta los que habían tenido poco contacto con él, se llevaron una muy buena impresión”, dijo a La Silla un congresista que prefirió no ser citado para evitar que luego lo “identifiquen como fuente de periodistas”. 

Tres congresistas más -dos representantes y un senador - nos dijeron que desde entonces empezó a verse como una figura capaz de aglutinar a todo el uribismo, y en esa medida como una ficha para 2022.

Semana contó que hubo reuniones entre congresistas como Honorio Henríquez, Ciro Ramírez, y Edward Rodríguez para promover una aspiración presidencial de Tomás; Ramírez y Rodrígez nos dijeron que eran de ellos como congresistas, no del partido.

Aunque el comité terminó cuando Uribe recuperó la libertad, las reuniones no pararon.

Y luego, hace dos semanas, apareció en la portada de la Revista Semana. 

La portada fue simbólica porque era la primera luego del remezón interno que concluyó con la salida de varios de los periodistas estrella, y con Vicky Dávila dirigiéndola.

Pero sobre todo porque fue la primera gran ventana de Tomás hablando de política, con el rumor vivo de su aspiración, luego de que su papá reconociera que su imagen no está pasando por su mejor momento por su proceso penal y cuando el uribismo está pensando en cómo organizarse con ese telón de fondo.

Uribe, quien no había dado entrevistas a medios para responder por el rumor de su posible aspiración política, nos explicó que no sabía que la portada era él y que le “sorprendió, igual que a todo el mundo”.

A pesar de que la entrevista era una anti-chiva, pues dijo que no, con ella y el título en pregunta su figuración se disparó: el senador petrista Gustavo Bolívar dijo que si se lanza el camino le queda más fácil a Gustavo Petro; y Sergio Fajardo salió a responder las críticas que le hizo en la entrevista.

En el Centro Democrático hubo un sector que empezó a darle más fuerza a su nombre como el senador Ernesto Macías quien dijo: “le seguiremos insistiendo hasta que se canse de decir que no”, y su colega Rodríguez lanzó formalmente la posibilidad de que encabece la lista al Senado. 

De hecho, Semana al día siguiente de la portada sacó otra nota, también titulada con signos de interrogación, sobre la posibilidad de que encabezara el Senado.

Tomás Uribe le insistió a La Silla en que su intención no es hacer política, que no quiere la Presidencia y que lanzarse al Senado le parece un “suicidio”, pero muchos uribistas no ven ese ‘no’ como algo final.

La ficha

Siete representantes y cuatro senadores del Centro Democrático le dijeron a La Silla que en diferentes momentos y por su cuenta le han pedido a Tomás que considere entrar al partido.

Las razones van desde que genera empatía en todo el partido y por ser el hijo de Uribe podría colgarse el título de heredero legítimo del legado del fundador (y todopoderoso en el partido), hasta que es una persona preparada e inteligente que ha demostrado su capacidad de liderazgo.

Siete de esas fuentes nos nombraron la entrevista de Semana para señalar esas ventajas; en palabras de una de ellas, “la impresión por el desempeño de Tomás fue muy grata”.

“No he visto a nadie dentro del partido que no le hubiera parecido una maravilla esa entrevista”, resume otro congresista.

Que sea la figura ideal no es tan claro porque, en todo caso, carga con los ruidos de su crecimiento empresarial, porque hay una cola de precandidatos presidenciables que podría quedar molesta, y porque Tomás sería aún más objeto de escrutinio público, algo que no le gustaría ni a él ni a su familia.

Pero los uribistas creen que sumaría más de lo que restaría.

Tres fuentes del partido nos hicieron por aparte un análisis numérico similar sobre la lista al Senado.

Recuerdan que en 2018 el Centro Democrático eligió 19 senadores con 2,5 millones de votos, que de esos 875 mil fueron por Uribe, 522 mil por el logo y el otro millón por los otros 61 candidatos (544 mil de esos, por los 18 elegidos).

“Si tú vuelves a meter los 20 que estuvieron por encima de los 25 mil votos, sin Uribe, entran por los menos cuatro y pasan el umbral. Con eso, más lo que ponga el logo, podríamos llegar a 7. Si contamos lo que pongan los otros 80 podríamos llegar, en un escenario favorable, a 12 curules”, explica un representante.

Y continuó: “Un Uribe podría jalonar al menos otros 400 mil votos, suponiendo que saque la mitad del Presidente. Eso deja al partido muy bien”.

Ese cálculo electoral muestra por qué les suena que Tomás encabece si su papá decide no hacerlo, como todo indica porque su proceso, si lo lleva a juicio la Fiscalía, volvería a la Corte Suprema si se elige.

E incluso si el papá decide lanzarse, en el uribismo, de hecho, les gusta más la idea de que Tomás se mida como presidenciable en la consulta que tienen pensada en la derecha, con el apellido como gran activo. 

“La campaña estaría hecha: Uribe Presidente 2022 - 2026. Ese es un mensaje ferozmente poderoso”, nos aseguró un directivo del uribismo.

Dos congresistas nos contaron por separado que, en esa línea, les están proponiendo a Óscar Iván Zuluaga y a Rafael Nieto que se lancen al Senado y desistan de buscar la Presidencia. 

Pero eso es difícil, porque significaría que ambos renuncien a sus aspiraciones presidenciales para las que llevan tiempo haciendo cola.

Eso sin contar con las aspiraciones del ministro de Defensa Carlos Holmes, el embajador en Washington, Pacho Santos, y las de las senadoras Paola Holguín y Paloma Valencia.

Justamente por esos costos hacia adentro y hacia afuera, por ahora están midiendo el ambiente: “Lo que está sucediendo en este momento toma el pulso sobre Tomás. Necesitamos saber con certeza si hay que insistir en ese camino”, nos explicó un senador.

La estrategia

Como el nombre de Tomás Uribe no ha parado de sonar en el mundo político, ya está puesto ese termómetro sobre su potencial como candidato.

Dado que Tomás aceptó dar la entrevista a Semana, tomarse fotos y hablar de política, varios congresistas y uribistas del primer círculo leen su ‘no’ como un eventual sí. 

“Si alguien no quiere estar en un reinado no se pone un vestido de baño y sale a pasarela a desfilar. Tomás se tomó fotos en las que salió buen mozo y hasta parecido al papá, y salió a hablar de política. Eso no es un no rotundo. Es uno que muestra que lo tiene que pensar bien”, nos dijo una fuente allegada a Tomás.

Además, creen que las encuestas pueden incidir, y ahí se vuelve clave si los encuestadores lo meten en el ramillete.

Ya lo hizo el Centro Nacional de Consultoría, que en una encuesta publicada hace varios días lo muestra con un cinco por ciento de intención de voto, por encima de las demás aspiraciones del Centro Democrático.

“Si en abril o mayo las mediciones empiezan a decir que Tomás tiene tanta intención de voto como Petro y Fajardo, el escenario cambiaría. Ya no le estaría diciendo no a una posibilidad remota sino a algo palpable”, le dijo a La Silla una fuente de adentro del uribismo que nos pidió no ser citada para evitarse problemas.

Eso porque, según coinciden dos congresistas, tendría la presión de salir a defender el legado de su papá.

De cualquier forma, lo que deja en evidencia el vuelo que ha tomado una potencial aspiración de Uribe hijo es lo difícil de tener liderazgos en un partido que gira alrededor de un líder que no se puede lanzar, y la tendencia conocida de buscar herederos políticos en las familias de los líderes.

“Están buscando de manera casi que desesperada una candidatura viable, y que en caso de ganar les dé garantías de que el voto no lo están perdiendo como pasó con Santos o con Duque, que terminó siendo una decepción” explicó a La Silla el analista Carlos Suárez, miembro de nuestra red de expertos y quien ha asesorado campañas nacionales y locales. “Eso es lo que está pasando con Tomás. Por ahora están mostrando el potrico a ver qué tanto gusta”.

Para las elecciones falta un año y medio, y ya todas las fuerzas se están moviendo. Y en el uribismo no solo con un referendo sino también tomándole el pulso al heredero, en todos los sentidos, de su jefe máximo. 

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