Dos variantes han sido identificadas por el sistema de vigilancia de Colombia, la de Brasil y el Reino Unido. Esto es lo que sabemos y no sabemos sobre las mutaciones del virus presentes en Colombia.
Falta evidencia para culpar a las variantes del tercer pico
El viernes pasado el presidente Iván Duque confirmó la presencia de la variante británica en Colombia. Fueron dos casos en el departamento de Caldas. Ayer identificaron ambas cepas en Antioquia.
Y el fin de semana, a través de un comunicado de prensa, la secretaría de Salud de Bogotá informó que también encontraron dos variantes en Bogotá; en seis pruebas identificaron la del Reino Unido y en cinco la brasilera. Esta última ya se había hallado en la capital en marzo.
La aparición de estas variantes ha llevado a que los alcaldes de Bogotá, Claudia López, y Medellín, Daniel Quintero, las responsabilicen por la violencia con la que el virus ha golpeado a las dos ciudades. Aunque López modificó su posición la semana pasada.
Sin embargo, por ahora, estas afirmaciones carecen de evidencia científica. Consultamos con expertos y funcionarios para entender qué se sabe de la presencia de las variantes en Colombia, cómo son identificadas y qué dice la ciencia sobre sus efectos.
Todos estuvieron de acuerdo en que no hay evidencia científica disponible para afirmar que sean las responsables de la virulencia del tercer pico, que ayer batió el récord de muertes registradas en un día, con 420, desde el inicio de la pandemia.
Además, encontramos que, si bien Colombia cuenta con un sistema de vigilancia que ha logrado identificar las variantes, su capacidad no permite tener una imagen exacta de qué tan esparcidas están.
¿Qué es una variante?
La información genética del Sars-Cov-2 tiene 29.000 letras. Cuando el virus se transmite de persona a persona significa que se multiplica por millones en millones de cuerpos. En cada una de esas reproducciones existe la posibilidad de que mute. En otras palabras, de que cambien las letras de su genoma.
Estos cambios o mutaciones son un proceso natural en los virus y en todos los seres vivos, como los humanos. Las mutaciones son la materia prima de la evolución. De hecho, en Colombia se han identificado 50 linajes del coronavirus que evolucionaron en nuestro territorio.
Pero, como explica el microbiólogo Juan David Ramírez, director del Centro de Investigaciones en microbiología y biotecnología de la Universidad del Rosario, las mutaciones pueden ocurrir en partes del genoma que les “otorgan nuevas características biológicas, como mayor transmisibilidad o mayor capacidad de infectar células”.
Eso es lo que se está viendo. Según el Centro para el control y prevención de enfermedades (CDC), en el mundo existen variantes que se han vuelto de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés). Entre ellas están la del Reino Unido (B.1.1.7), la sudafricana (B.1.351) y la de Brasil (P.1).
Y son de preocupación porque la evidencia ha sugerido que pueden transmitirse más fácil, como la británica y la sudafricana. También se ha encontrado, en el caso de la británica, que sería más letal. Además, pueden evadir el sistema inmune de una persona que ya ha tenido covid, es decir, que pueden reinfectar, como la brasileña o la sudafricana.
Otro temor es si las vacunas sirven para combatir estas variantes. Hasta el momento, se han encontrado que funcionan. Por ejemplo, se ha conocido que la vacuna de Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson y Astrazeneca han sido efectivas contra la variante británica.
Y para otras vacunas como la de Sinovac, se ha visto que también ofrecen protección. Así lo sugiere un estudio reciente, que muestra que una dosis de la vacuna china sigue siendo efectiva contra la variante brasileña.
No obstante, sobre si las vacunas funcionan o no contra estas o nuevas variantes todavía hace falta más investigación. Las conclusiones sobre ellas son preliminares. Se trata, a fin de cuentas, de variantes recientes de un virus que el mundo conoce solo hace poco más de un año.
Las variantes de preocupación en el mundo:
Transmisibilidad:
Evidencia apunta a que es más transmisible.
Letalidad:
Desconocido.
Capacidad de reinfección:
Puede reinfectar.
¿Funcionan las vacunas?
Sinovac mantiene protección. Se necesita más evidencia.
¿Identificado en Colombia?
Sí.
Transmisibilidad:
43-90 % más transmisible.
Letalidad:
55% más mortal (se necesita más evidencia).
Capacidad de reinfección:
Poco probable que infecte a alguien que ya tuvo covid.
¿Funcionan las vacunas?
Las vacunas han mostrado efectividad (Pfizer, Moderna, J&J, Astrazeneca, Sputnik y Novavax) y Sinovac.
¿Identificado en Colombia?
Sí.
Transmisibilidad:
50% más transmisible.
Letalidad:
Desconocido.
Capacidad de reinfección:
Puede reinfectar.
¿Funcionan las vacunas?
Las vacunas demuestran baja efectividad.
¿Identificado en Colombia?
No.
Vigilancia genómica criolla: hacer más con menos
Secuenciar un genoma es conocer, letra por letra, la información genética, en este caso, de cada variante del virus. Esto es lo que hace el INS junto a otros laboratorios de universidades e institutos especializados.
Es una técnica distinta a las pruebas PCR, por ejemplo. Esta prueba sirve para saber si una persona tiene el coronavirus. En esencia, lo que hace es reproducir miles de millones de copias de la información genética del virus utilizando plantillas específicas para saber si está presente. Esto toma horas, o días máximo. Pero las pruebas PCR no pueden diferenciar entre variantes con secuencias genéticas que tienen algunas diferencias.
Por su parte, encontrar variantes es un proceso costoso y lento, porque secuenciar las muestras puede tomar entre 10 y 15 días.
Requiere fragmentar la información genética de las muestras, multiplicarla muchas veces para producir millones y millones de fichas como de un rompecabezas, después pasarlas a un computador capaz de analizar los datos y armar el rompecabezas. Esta última parte toma cerca de 10 días.
Por esto, y porque hay cuellos de botella que deben superar, la vigilancia de variantes de interés y preocupación para la salud pública no está al 100 por ciento.
Un bache, como aseguran nuestras fuentes, es la demora internacional y nacional que trae la importación de reactivos y máquinas para poder secuenciar.
Un sistema ideal sería el que pueda secuenciar miles de muestras, como en el Reino Unido. Allí, el consorcio (Cog-UK) —creado entre 19 entidades de salud pública, institutos de investigación y universidades— había secuenciado hasta enero más de 200 mil. Analizan muestras a un ritmo de 10 mil semanales.
En Colombia, según el INS, hasta ahora se han analizado 2.200 muestras y secuenciado 650 genomas del virus.
Como contamos en esa esta historia, para aumentar capacidades en la vigilancia genómica el INS creó una red que hoy componen 19 laboratorios en el país. Entre ellos están el de la Universidad de los Andes, Universidad del Rosario, Universidad Nacional de Antioquia, la Universidad Industrial de Santander, entre otras (aquí puede encontrar los demás aliados).
El objetivo de esta red es que se puedan secuenciar hasta mil muestras cada 10 días. Hasta hace dos meses, Martha Ospina, la directora del INS, nos dijo que ese era el techo en las capacidades del país para hacer esta vigilancia.
Por eso, el objetivo de la vigilancia que se aplica en el país no es secuenciar todas las muestras sino hacerlo de manera estratégica. Es decir, de un grupo de muestras se caracterizan las que cumplen varios criterios para apuntarle, con mayor precisión, a las variantes de preocupación epidemiológica.
Para eso, el INS diseñó un protocolo para que el análisis de muestras se enfoquen sobre algunas particulares:
-
Que tengan una PCR positiva.
-
De pacientes que llevan varias semanas en UCI.
-
Del personal de la salud
-
De personas que vienen del exterior, especialmente de aquellas que viajaron desde el Reino Unido, Brasil, Estados Unidos y Europa.
-
Que vengan de ciudades de frontera.
-
Si hacen parte de grupos particulares como vacunados.
-
Si se comprueban reinfecciones.
-
Si siguen teniendo síntomas después de 14 días.
-
Si se encuentran un aumento inusual de casos.
Además se necesita que las muestras cumplan con condiciones de calidad, como que se hayan conservado en una cadena de frío a menos 20 grados hasta que lleguen al laboratorio.
Para dar una idea, entre el Distrito y UniAndes han analizado 443 muestras (de diciembre del 2020 y de entre enero y abril del 2021) que pasaron por el tamizaje y cumplieron los criterios.
De ellas se secuenciaron 36 genomas y lograron identificar que seis eran del linaje del Reino Unido y cinco del de Brasil. Para Marcela Guevara, directora del laboratorio de secuenciaón de Los Andes (Gencore), esto significó que la forma en que se hizo el tamizaje fue muy “asertiva” porque no necesitaron secuenciar muchas muestras para reconocer las variantes.
Esto es útil para identificar si las variantes están presentes en el país, pero no ayuda a descifrar qué tan esparcidas están. Jaime Castellanos, director del Instituto de Virología de la Universidad de El Bosque, dice que es como “buscar una aguja en un pajar, pero con un imán”. Pero, agrega Castellanos, para saber qué tan prevalentes son “habría que tener una muestra representativa”.
Eso es precisamente lo que Colombia no tiene, pues ante la capacidad reducida de secuenciar genomas del virus, decide enfocarse en una población para buscar la aguja con un imán, como dice el experto.
A estas limitaciones en la capacidad científica del país se suman barreras burocráticas. Castellanos, por ejemplo, cuenta que en agosto del 2020 compraron una máquina para hacer vigilancia desde su laboratorio, pero que llegó hasta este mes porque estaba desabastecida en el mercado. “Hasta ahora podemos empezar a secuenciar”, cuenta.
Otro caso es el que denuncia Silvia Restrepo, vicerrectora de Investigación y creación en la Universidad de los Andes. Dice que “lleva tres semanas” tratando de importar una máquina donada para la secuenciación. Y que por trámites, probablemente tendrá que esperar entre dos y tres semanas más para que llegue.
Todo esto hace que el sistema de vigilancia sea útil para saber qué variantes hay en Colombia, pero no para diseñar estrategias para luchar contra su propagación.
Por eso, y porque hay variantes que se han sugerido como más transmisibles, es muy posible que se vuelvan dominantes en Colombia en el largo plazo, como ha sucedido en otros países,.
En Colombia no hay evidencia para echarles la culpa
Claudia López empezó a mencionar las variantes desde enero, cuando aún no habían sido detectadas en el país. Sin evidencia, dijo que “es muy posible que, más que una segunda ola de COVID-19, estemos enfrentando nuevas variantes”. El pasado 9 de abril cambió de posición y dijo que “Aunque esas variantes circulan en Bogotá, no tenemos evidencia que sean prevalentes”.
De otro lado, la semana pasada el alcalde Quintero generó confusión al afirmar que la crisis causada por el virus se debía “posiblemente” a la circulación de una nueva variante del coronavirus. Quintero le agregó dramatismo, al decir que “afecta más a los jóvenes”.
Los hallazgos de la vigilancia genómica liderada por el Instituto Nacional de Salud (INS) ponen en duda estas declaraciones.
Para hacer esas afirmaciones se necesita tener una muestra de datos lo suficientemente grande como para decir que alguna variante era ganadora sobre las demás. Así ocurre en Estados Unidos y en el Reino Unido, con la variante británica (B.1.1.7).
Para Jaime Castellanos, “tener cinco o seis variantes de pacientes detectados en febrero o marzo no explica por qué la severidad del brote”. Para saber si una variante es la responsable de un aumento de casos se necesitan secuenciar más muestras, pero con las capacidades del país eso no se puede todavía.
Por otro lado, culparlas como las únicas responsables de un aumento de casos sería reducir los problemas. El INS explicó que hay tres condiciones que se pueden relacionar al pico hacia el que vamos: aún cerca de la mitad de la población sigue susceptible, faltan medidas de protección cuando se reúne la gente y el agotamiento de las personas. Y que pueda haber una o más variantes.
Eso y que sirvan las estrategias de rastreo de casos y contactos. Pero, como explicamos, la estrategia que ha diseñado el Gobierno para tal fin (el Prass) sigue en una carrera de obstáculos que no ha podido superar.
Las variantes de nuevo revelan las debilidades de países como Colombia, que dependen de la producción mundial para tareas que hoy se volvieron esenciales. Como ocurrió hace un año con respiradores y los insumos para las pruebas, y como está pasando hoy con las vacunas y la identificación de variantes.
Nota del editor: Esta nota fue modificada para reflejar el cambio de posición de la alcaldesa Claudia López, que omitimos en la versión original, en cuanto a que las variantes del virus no son prevalentes en Bogotá.