La doble cara de las zonas de las Farc

Silla Sur

Con la extracción de los últimos contenedores de la guerrilla, hoy terminan las zonas que fueron un ejemplo mundial de desarme y a la vez munición para la oposición uribista y para las Farc. Ahora comienza un período de incertidumbre y una apuesta a futuro.

Con la extracción de los últimos contenedores de la guerrilla, hoy terminan las zonas veredales de transición, que fueron un ejemplo mundial de desarme verificado pero a la vez munición para la oposición uribista y para las Farc. Ahora comienza un período de incertidumbre en el corto plazo para los desmovilizados y una apuesta a futuro para la sociedad colombiana.

Desde el municipio de Fonseca, en La Guajira, donde hasta hoy funcionó la zona veredal de Pondores, el presidente Juan Manuel Santos, miembros del Secretariado de las Farc y representantes de las Naciones Unidas participarán en el último de muchos actos simbólicos de este proceso de paz y cerrarán la fase de concentración de la guerrilla que inició el 23 de junio del año pasado cuando el Gobierno y las Farc pactaron un cese bilateral de fuego verificado por la ONU.

El objetivo de la concentración era permitir el desarme de las Farc. Fue un proceso súper complejo, lleno de riesgos, que culminó exitosamente contra todos los pronósticos: se movilizaron frentes enteros de la guerrilla por todo el país bajo la protección de la Fuerza Pública que respetó los protocolos; el gobierno certificó y ceduló a cada uno de los guerrilleros que juraron no volver a empuñar las armas; las Farc cumplieron su palabra y entregaron a la ONU un arma en buen estado por cada desmovilizado y la ubicación de 949 caletas que se están desactivando todavía; y lo más importante, la confrontación armada con las Farc llegó a su fin con las vidas salvadas que esto implica.

Ha sido toda una proeza que los encargados de la verificación de la ONU han destacado públicamente y han descrito como un ejemplo mundial.

La munición

Sin embargo, y sin demeritar este logro, las zonas veredales también le dieron munición a los opositores del proceso de paz, y a las Farc.

A los opositores, porque a pesar de que las zonas en un inicio fueron planteadas por el Presidente como zonas transitorias que se acabarían con la entrega de armas, la realidad ha demostrado que la mayoría de ellas serán lugares permanentes para la guerrilla. Esta permanencia alimenta el temor de que se conviertan en “repúblicas independientes” de las Farc, lugares desde donde la guerrilla arme una retaguardia no solo política sino de control territorial.

Las Farc, por su parte, también las ha usado como munición para su campaña de deslegitimación del Estado ya que el hecho de que muchas de ellas no se hayan terminado de construir le ha servido de “prueba” del incumplimiento del Gobierno. 

Para no ir más lejos, el lugar que escogió las Farc para la ceremonia de dejación de armas fue el campamento de Mesetas, en el Meta, donde los guerrilleros más de seis meses después de estar concentrados siguen viviendo en cambuches, y el estado de las carreteras es tan deplorable que no entraban sino carros de doble tracción.

 

Lo que viene ahora

Ahora que las zonas transitorias se convierten en Espacios de Reincorporación y Capacitación se verán también las dos caras del posconflicto: la oportunidad de reincorporar a los guerrilleros a la vida civil a partir de una reincorporación más profunda del campo a los beneficios del siglo XX (por lo menos); y el riesgo de que las Farc, el Gobierno y la sociedad no estemos a la altura de este reto.

Técnicamente como lo explicó Carlos Córdoba, el gerente de las zonas veredales, a Caracol Radio a partir de hoy cambiarán varias cosas.

Termina el Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificación de la Onu, con lo cual la Fuerza Pública y la Policía podrán transitar por donde quieran y asumirán la seguridad de las zonas.

La infraestructura ya no será de uso exclusivo de los ex guerrilleros sino que los habitantes de la zona podrán usar los espacios comunales. Y se intensificará la oferta estatal para que los guerrilleros puedan capacitarse, y prepararse para ser ciudadanos común y corrientes.

Más allá de esta información, en las zonas reina la incertidumbre. Y a juzgar por los tres funcionarios del gobierno con los que habló La Silla, en Casa de Nariño también.

La primera pregunta es quién será el responsable político de estas zonas.

La respuesta formal es que durante los próximos cuatro meses, las zonas seguirán bajo la gerencia del nuevo Alto Comisionado de Paz Rodrigo Rivera (que llega nuevo al cargo) y el Fondo Paz. Luego, pasarán a manos de Joshua Mitrotti, el gerente de la Agencia Nacional Reincorporación (ANR).

Mitrotti y la Agencia que dirige han demostrado la trayectoria y el conocimiento para manejar la reincorporación de miles de desmovilizados, incluyendo los treinta mil paramilitares que entregaron las armas y los miles de guerrilleros que han desertado.

Sin embargo, esa Agencia nunca ha administrado nada. Y a partir de diciembre, además de garantizar que tengan seguridad económica (que el Gobierno les de los ocho millones a cada uno para el proyecto productivo, los dos millones para gastárselos en lo que quieran y los 620 mil mensuales por dos años); seguridad política (que se capaciten y logren montar su partido); y seguridad social (que tengan acceso a todos los derechos como cualquier ciudadano), tendrá que lidiar con la infraestructura en 26 zonas del país y renegociar los arriendos, que como contó La Silla Sur, tienen distintos propietarios.

Mitrotti tiene el problema adicional que si bien tendrá la responsabilidad política, no tiene el presupuesto para invertir en la comunidad que recibirá a los guerrilleros. El responsable de esa oferta es el Departamento de Prosperidad Social, que llegará con los programas de subsidios tradicionales de Familias en Acción, etc.

Todo lo anterior bajo la verificación de la segunda misión de la ONU a cargo de Jean Arnaud.

De la seguridad, los responsables políticos son el ministro de Defensa y el vicepresidente Óscar Naranjo, y ahí el desafío sigue siendo inmenso.  Justo ahora, según Carlos Córdoba, están evaluando si crear inspecciones de Policía en algunas zonas y cómo se va a reorganizar el Ejército. 

Mientras tanto, en Chocó donde hay una zona veredal, existe una sangrienta disputa por el control de los territorios entre bandas criminales de disidentes de las Farc, las Autodefensas Gaitanistas y el ELN.

Otra cosa está ocurriendo en Nariño donde ante la concentración de las Farc en las zonas veredales de Policarpa y Tumaco, varios ex milicianos están armando sus propios grupos para controlar el negocio del narcotráfico, como hemos contado.

En Tumaco hay dos disidencias: La Gente del Orden y las Nuevas Guerrillas Unidas del Pacífico compuestas por “el ripio”, los traquetos reclutados por las Farc (y luego echados) que constituyen la cara más oscura de las Farc.

Mientras tanto, en Policarpa y hacia el bajo Patía han surgido otros pequeños grupos con ex militantes de las Farc como el de alias ‘La vaca’ que han cometido asesinatos y están buscando las caletas que dejaron las Farc.

Aunque ni la guerrilla sabe bien cuántos ex guerrilleros están engrosando estos nuevos grupos, éstos son bastante inestables al punto que 15 días después de que la misma guerrilla denunció la existencia de la banda, el cabecilla alias La Vaca fue asesinado, al parecer por otro miembro de ese grupo.

Al otro lado del país, la incertidumbre sobre la seguridad de los guerrilleros es similar.

Ayer un miliciano de las Farc fue asesinado en El Tarra, en la zona de Catatumbo en Norte de Santander. Aunque aún no se han esclarecido los hechos, para los guerrilleros de la zona es una señal clara de la vulnerabilidad de sus militantes.

En Gallo, al sur de Córdoba, en donde se concentra el otrora frente 58 de las Farc, a las puertas del Nudo de Paramillo, en el municipio de Tierralta, la paz está literalmente cercada por la culebra viva de las que se hacen llamar autodefensas gaitanistas de Colombia (bautizadas por la Fuerza Pública como el ‘Clan del Golfo’).

Los excombatientes guerrilleros que allí se encuentran concentrados aseguran que con frecuencia pueden ver a miembros de los gaitanistas en los alrededores montañosos de la zona veredal, a la que sólo es posible acceder por agua atravesando parte de la represa de Urrá.  

Si la seguridad es un gran desafío, el tema de las tierras no es menor.

En el norte del departamento del Cauca donde hasta hoy funcionaron tres zonas veredales (una en Miranda, otra en Caldono y una más en Buenos Aires) además de que hay grupos disidentes (que se han hecho llamar EPL o ELN -como el que atacó la semana pasada la comitiva de la ONU que estaba extrayendo una caleta en Caloto-), se viene el desafío de solucionar pacíficamente las disputas históricas por la propiedad de la tierra no sólo entre campesinos, afros e indígenas sino también entre empresarios, sobre todo cañicultores.

Estas disputas deberán ser analizadas ahora que arrancan a funcionar los programas de desarrollo con enfoque territorial, PDETS, donde la idea es que los habitantes de estas 16 regiones seleccionadas se pongan de acuerdo para planear conjuntamente proyectos productivos y llevar bienes públicos desde carreteras, distritos de riego, paneles de energía, hasta arreglarles el puesto de salud o el colegio.

El reto en este punto, como contó La Silla, es doble: por un lado, toma tiempo porque hacer realidad apenas un programa en una región toma entre ocho meses y un año aproximadamente y la idea es hacerlo en 16 lugares. Pero también está el reto político porque como se ve en el Norte del Cauca, habrá una puja entre todos los actores que tienen derechos sobre esas tierras.

Oportunidades

Al mismo tiempo, del mismo tamaño de los desafíos, hay razones para la esperanza sobre la posibilidad de que arranque una nueva etapa para este país.

En municipios como Tumaco, las Farc ha tomado la iniciativa de aprovechar las tierras que tienen para impulsar proyectos productivos.

Por ejemplo, bajo la comandancia de alias Romaña, el otrora ‘zar del secuestro y las pescas milagrosas’ de las Farc, en la zona veredal están sembrando productos como maíz, pepino cohombro, piña, sábila, cítricos, etc. Y montaron una fábrica de sandalias que se llama “huella de paz" y que produce unas mil sandalias a la semana que ya se están vendiendo.

De hecho, el propio Romaña se está pensando un modelo económico para sustituir la coca por productos legales, que por ahora no despega, como contó La Silla Pacífico, pero muestra el potencial de transformación que hay.

Parte de esa transformación le tocará también a las Farc, y a su comandancia, que quiere mantener el control de la reincorporación para que sea colectiva ya que su fuerza política depende de esa cohesión. Pero muchos de los guerrilleros quieren seguir su propio camino individual y esa decisión pondrá a prueba el talante democrático del nuevo partido.

También, más temprano que tarde, chocarán las expectativas que tienen sobre su futuro: por ejemplo, en La Montañita, un guerrillero le dijo a La Silla Sur que para comenzar con el proyecto de caña que quieren hacer allá van a necesitar "mínimo 4 mil hectáreas" y que eso es problema del Gobierno.

Por último está el desafío de todos los demás. De los que no somos gobierno y no somos Farc. De los que estamos en la ciudad con la posibilidad de decidir qué tanto de lo que ocurra ahora tiene algo que ver con nosotros.

 

Nota: Por acá les dejamos un episodio de nuestro podcast sobre el tema

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