La enfilada uribista de los cacaos en Santander para el Senado

Silla Santandereana

Carlos Alberto Gómez, candidato al Senado del Centro Democrático.

Desde hace más de 30 años los empresarios de Santander no llevaban candidato propio al Congreso. En marzo medirán su capacidad de poner votos con la aspiración de Carlos Gómez.

Pocas veces en Santander ha sucedido que gran parte de los cacaos se enfilen para apoyar una candidatura al Congreso; sin embargo, para marzo buena parte de la plana mayor de los superpoderosos regionales está unida y moviéndose para apalancar la aspiración al Senado por el Centro Democrático de Carlos Alberto Gómez. Lo que resulte de su campaña será el termómetro de la fortaleza electoral de los empresarios del departamento. 

De los cacaos para los cacaos

Una vez el Centro Democrático publicó la lista de preinscritos para la lista al Senado, el nombre de Carlos Alberto Gómez tomó por sorpresa a buena parte del uribismo local. 

Lo hizo por tres razones. La primera porque la puja de poder estaba concentrada en la Cámara, debido a que la expectativa era que la lista del Senado fuera cerrada; la segunda porque su nombre no estaba en el radar político; y la tercera porque aunque ese partido tiene de su lado a una parte de los empresarios de Santander, los cacaos no suelen meterse de frente en la política.

 

Su nombre fue propuesto por tres de los empresarios más cercanos a Uribe en la región. 

Fue en una reunión informal entre la exministra de comunicaciones del expresidente, Martha Pinto de De Hart; el rector de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab, Alberto Montoya Puyana; y el empresario santandereano que hace parte de la directiva nacional uribista, Jorge Cote Cadena. 

Según le dijeron a La Silla Cote y Pinto, la idea cuajó porque más allá de la trayectoria profesional de Gómez (en el sector público-privado fue gerente de la extinta Ecogas y de la Electrificadora de Santander), su nombre tenía a favor que era capaz de sumar a empresarios de todos los sectores de Santander. Y tenía sentido que fuera por el Centro Democrático porque Gómez es uribista.

“El respeto que tiene entre los empresarios era una característica que lo hacía un perfil ideal”, dijo a La Silla Cote. 

Precisamente, ese fue uno de los factores que permitió que Gómez, aún cuando Uribe decidió abrir la lista al Senado -inicialmente aceptó con la expectativa de quedarse con uno de los lugares privilegiados de la lista cerrada-, no desistiera de aspirar. 

Desde entonces ha aglutinado una plana de apoyos que incluye a Alejandro Galvis Ramírez, presidente del grupo Galvis Ramírez, el dueño de Vanguardia Liberal; Rodolfo Castillo, el dueño de Icoharinas; Bernardo Gómez, dueño de la constructora Conaring; José Cavanzo, dueño de la constructora Otac; Adolfo Botero, dueño de la comercializadora de textiles Comertex; Gonzalo Ardila, dueño de la proveedora de materiales de construcción Ardisa; y Rafael Marín, uno de los dueños de la megaconstructora Marval

La mayoría de esos empresarios tienen en común que son las cabezas visibles de Promisión S.A., un pool de inversionistas que nació hace poco más de 30 años con la intención de fortalecer la participación de los empresarios de Santander en un portafolio diversificado de acciones. 

Entre otros, el grupo Promisión es uno de los socios mayoritarios de la Zona Franca Santander, y sus intereses, además de los propios de sus socios, están en el sector financiero, el de los servicios y la agroindustria.  

La movida de los cacaos es llamativa porque a excepción de la campaña a la Alcaldía de Bucaramanga de Martha Pinto de De Hart en 2011, esta es la primera vez en 30 años que se mueven en conjunto para apoyar a un candidato al Congreso. 

(La última vez que lo hicieron fue en 1982 para impulsar la aspiración al Senado por el Nuevo Liberalismo de Ernesto Suárez Rueda, quien antes de lanzarse fue secretario de la Cámara de Comercio de Bucaramanga).

Seis fuentes, entre empresarios y directivos de la campaña, le explicaron a La Silla que los puntos de encuentro son dos.

El primero tiene que ver con que los empresarios quieren recuperar la interlocución con el Palacio de Nariño, algo que no han tenido en años y que con las vacas flacas apretándoles el cinturón  se volvió especialmente importante.

“Vemos una desconexión entre la parte empresarial y la política y creemos que todos debemos ir para el mismo lado”, dijo a La Silla Adolfo Botero, 

Algo similar nos explicó Alejandro Galvis Ramírez. “Necesitamos a alguien que pueda ser nuestra voz en el Congreso, porque los que hay no nos representan”.

El segundo está estrechamente relacionado con que Gómez es de adentro de ese círculo tanto personal como comercialmente. 

Su hijo, Federico Gómez, es el gerente de su campaña y es directivo de Sumas Construcciones, empresa de la que  Alejandro Galvis Blanco, hijo de Alejandro Galvis Ramírez y gerente de Vanguardia Liberal, es el representante legal suplente.

Además, el candidato  ha hecho parte junto a Rodolfo Castillo y Bernardo Gómez de la junta directiva de Vanguardia. Los dos últimos se mantienen.

“A Carlos Alberto lo conocen de toda la vida y confían en él. Esto sería muy diferente si no fuera alguien tan de adentro del círculo de los empresarios”, explicó a La Silla una fuente que conoce la campaña por dentro.

El apoyo

Tener de su lado a los cacaos le ayuda a Gómez a tener músculo financiero, a tener detrás a una fuerza que soporta en buena parte la economía del departamento, y a tener ventanas donde otros candidatos no tienen. 

Cuatro fuentes nos contaron, que el apoyo de los empresarios en la correría consiste en abrirle las puertas de sus empresas a Gómez para que les cuente sus ideas a sus empleados y les explique por qué quiere ser Senador.

“La mecánica es más de conversatorio. Él les cuenta y la gente le pregunta todo lo que quiere saber”, le explicó a La Silla Federico Gómez, el gerente de la campaña.

Eso lo ha puesto a sonar en un sector que es más apático electoralmente y que es el que normalmente se abstiene de votar.

El apoyo de los cacaos también le ha servido a Gómez para tener una mayor exposición en Vanguardia que otros candidatos.

Por ejemplo, el periódico cubrió cuando Gómez lanzó su fórmula y también le abrió el micrófono para que defendiera su aspiración cuando existieron rumores de que estaba presuntamente inhabilitado. Algo que no sucedió con otros candidatos.

“Vanguardia es un aliado en la campaña”, fue como nos describieron el rol del periódico dos directivos de la aspiración de Gómez.

Diana Giraldo, directora de Vanguardia, le dijo a La Silla que no existía guiño alguno hacia la aspiración de Gómez. 

“Seguramente (Carlos Alberto Gómez) tiene el apoyo de algunos miembros de la junta por cuanto fue parte de ella, de otros seguramente no, pero el apoyo es a título personal”, explicó.

Aún si es así, lo que no es tan claro es que más allá de abrirle esos espacios, qué tantos votos le puedan aportar los cacaos en la práctica a una aspiración al Congreso. 

Y es que mientras en las maquinarias tradicionales el voto se mueve casi en su totalidad por el miedo de los contratistas a perder el trabajo, en el lado de los empresarios debido a que la dinámica es diferente no hay nada que garantice la votación.

“Ellos lo que aportan es una plataforma que le facilita hacer campaña a un candidato. Pero de ahí a que pongan votos es otro cuento”, dijo a La Silla una fuente que se mueve por dentro de los círculos empresariales que prefirió no ser nombrada.

Gómez tiene a favor que estando en la lista uribista y partiendo de que el expresidente Uribe arrastrará una votación alta que bajará la cifra necesaria para que un candidato se quede con una curul, calculan que solo necesitarán entre 20 mil y 25 mil votos para lograrlo contra 40, 50 o 60 mil votos en otros partidos.

Sin embargo, también tiene en contra que está peleando con todas las maquinarias del departamento y con más candidatos que buscan voto de opinión, incluyendo el también empresario y candidato del Polo, Leonidas Gómez. 

Así que de cualquier forma, el 11 de marzo también será el termómetro de los cacaos para medir su capacidad electoral. 

Las sumas y restas

La Silla supo que la última vez que estuvo el expresidente Uribe en Santander, lanzó una propuesta para que Carlos Gómez, Quintín Herrera y Leszli Kalli, los tres candidatos al Senado del Centro Democrático en Santander, se unieran.

Según nos contaron dos fuentes, una de las cuales lo supo de primera mano, la idea nació porque aunque la cifra para obtener una curul en el uribismo será baja, en Santander existen dudas sobre el efecto que tendría dividir los votos al Senado.

Eso porque además de que probablemente la gran mayoría de uribistas prefieren votar directamente por Uribe, a Santander habían llegado uribistas de otras regiones para morder votos.

La idea de esa alianza naufragó, pero en su lugar se acordó que solo los candidatos al Senado locales se disputaran los votos del departamento y que los foráneos no les quitaran votos.

Eso ayuda pero no garantiza que ocurra: por ejemplo Jaime Clavijo, de la Federación de Ganaderos de Santander, Fedegasan, está con la aspiración de José Obdulio Gaviria.

Por eso, desde hacía algunos días Carlos Alberto Gómez había empezado a sumar aliados de afuera del sector empresarial.

El primero que concretó como fórmula fue al excandidato a la Gobernación y ahora candidato a la Cámara uribista, Iván Aguilar Zambrano.

La alianza en principio es un gana-gana.

A Aguilar le suma porque con Gómez se abre puertas con los empresarios, con quienes hasta ahora no había tenido acercamientos.

En el lado de Gómez suma porque con Aguilar, quien ha sido diputado y recorrió el departamento hace dos años como candidato a la Gobernación, tiene de su lado a alguien con experiencia en campaña y líderes en las provincias.

Sin embargo, La Silla supo que el nombre de Aguilar generó resistencia entre parte de los empresarios. 

Tres fuentes de adentro de la campaña nos dijeron que una parte de los empresarios que respaldan a Gómez no han estado de acuerdo con la fórmula debido a que Aguilar encarna la política tradicional.

Aunque ha hecho su carrera en el uribismo, en 2015 luego de que el Consejo Nacional Electoral le anulara su inscripción en la carrera por la Gobernación, dio una voltereta y aterrizó en la campaña del liberal Didier Tavera, cuyo aval fue la razón para que Alejandro Galvis Ramírez renunciara a ese partido.

Más adelante, como contó La Silla, Aguilar se convirtió en una de las manos derechas de Tavera, y fue cercano a él hasta que renunció a su cargo el año pasado para intentar regresar al uribismo.

“Es difícil explicar una ruptura con los políticos de siempre, cuando la fórmula es alguien que representa eso”, dijo a La Silla uno de los empresarios que no está de acuerdo con el apoyo de Aguilar.

Esta semana, Gómez sumó como otra de sus fórmulas a Liliana Kleiner, una de las santandereanas con línea directa con Uribe, que en 2015 se quemó a la Asamblea con 2.019 votos y para estas elecciones está alzando las banderas de la defensa de la familia.

Que Aguilar y Kleiner le sumen a Gómez se sabrá el 11 de marzo, cuando, además de las maquinarias tradicionales de Santander, los cacaos volverán a medirse en las urnas para el Congreso.

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