La jefatura azul, el primer paso de Ramírez para el 2018

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Desde muy joven Ramírez tiene como meta ser Presidente. Para lograr el resultado de mayo estuvo más de un año armando su candidatura y, según supo La Silla, ya está empezando a planificar la del 2018. Su reto es mantener el impulso de la primera vuelta y para ello un primer paso sería convertirse oficialmente en jefe única del conservatismo, algo que no se ve nada sencillo

Marta Lucía Ramírez sacó dos millones de votos en mayo y luego se convirtió en jefe de debate de Óscar Iván Zuluaga, con lo que quedó en uno de los grandes ganadores de las elecciones presidenciales. Fotografía: Jorge Daniel Morelo

Con casi dos millones de votos y un tercer puesto en la primera vuelta conseguido con muy poca maquinaria y mucha opinión, Marta Lucía Ramírez salió de estas elecciones como una de las candidatas fuertes para el 2018.

Desde muy joven, Ramírez tiene como meta ser presidente, ha perseverado en lograrlo e incluso se aseguró de que su acuerdo con Óscar Iván Zuluaga incluía que él considerara eliminar la reelección (para no tener que enfrentarse a un presidente que buscara la reelección en 2018). Para lograr el resultado de mayo estuvo más de un año armando su candidatura y, según supo La Silla, ya está empezando a planificar la del 2018. Su reto es mantener el impulso de la primera vuelta y para ello un primer paso sería convertirse oficialmente en jefe única del conservatismo, algo que no se ve nada sencillo.

De lograrlo, ganaría dos cosas.

Por una parte, tendría mucha incidencia en la estrategia conservadora para las elecciones regionales del próximo año, especialmente dada su cercanía con el Centro Democrático después de ser jefe de debate de Zuluaga.

Por otra, el cargo le podría asegurar más exposición en medios, lo que sería muy útil para mantener su vigencia para las elecciones de 2018. 

“Con la jefatura única, Marta Lucía tendría un camino claro para la candidatura en 2018”, le dijo a la Silla una persona muy cercana a ella.

Después del anuncio de los resultados de primera vuelta, hace tres semanas, el ex presidente Andrés Pastrana dijo que ella era la jefe única, un pronunciamiento simbólico. Ahora hay una opción real para que lo sea.

El camino a la jefatura
Ómar Yepes, actual presidente del directorio conservador, se ha covnertido en aliado de Ramírez.
Roberto Gerlein, el congresista más votado de los azules, es una voz muy escuchada entre las directivas del partido.

Hoy Ramírez es una figura en la opinión y está en el directorio nacional respaldada por dos millones de votos. Pero incluso esto va a cambiar.

Según los estatutos, después de instalado el nuevo Congreso el 20 de julio, debe haber una convención para elegir a varios miembros del Directorio y al veedor del Partido. Pero la Convención también tiene el derecho de decidir si el partido lo dirige el directorio, una dirección de tres miembros o un jefe único. Y puede tomar esa decisión sin pedirle permiso a nadie más y por mayoría simple.

En la convención vale lo mismo el voto de un ex presidente que el de un ex ministro, un senador, un concejal, un directivo de las juventudes o un miembro de directorio municipal. La decisión se toma por mayoría simple y por ese camino, Ramírez podría lograr la jefatura aún en contra de los congresistas.  De hecho algo así fue lo que pasó en la convención de enero cuando Ramírez, quien trabajó para lograr el apoyo de esas bases azules, salió elegida como candidata en contravía de la mayoría de la bancada que quería que los azules se fueran a apoyar a Santos.

Por eso, la oportunidad de que Ramírez se convierta en jefe única es real. Tiene a los estatutos de su lado y no tiene en este momento rivales con el peso de dos millones de votos en la mano.

A menos de que, como pasó el año pasado, el directorio se demore en aplicar los estatutos.

Ramírez aún no ha dicho si buscará esa jefatura. La Silla la buscó para preguntarle si ya tiene una estrategia definida pero no pudo hablar con ella.

El camino largo y culebrero

Como ha contado La Silla, el conservatismo está fraccionado desde hace más de un año. “Hoy hay una división profunda”, dijo un ex candidato al Congreso. Y se nota.

Mientras Juan Manuel Santos los invitó a unirse al gobierno, Ramírez respondió con una negativa tajante: “Apoyar a Santos sería la muerte del Partido Conservador”, dijo esta mañana. Mientras tanto el senador Efraín Cepeda, una de las cabezas del grupo santista, pidió a las directivas azules que renuncien para darle el poder a su grupo.

A los santistas no les conviene tener a Ramírez de jefe única porque tendrían que seguir sus directrices, incluyendo la de entrar o no a la Unidad Nacional, so pena de incumplir con los estatutos y eventualmente perder sus credenciales.

Eso, aunque no es grave en sí mismo como han mostrado los casos de las inocuas expulsiones de los congresistas petristas en el Polo, sí tiene un efecto directo sobre la entrega de los avales para las elecciones locales de 2015. Por eso, la jefatura única tendría un costo alto para los santistas, que están tratando de debilitar al ala que apoya a Ramírez.

La alianza de Ramírez con Zuluaga ayudó a ahondar la fractura conservadora. Foto: Juan Pablo Pino

"Existe el riesgo de que los santistas rompan el sector cercano a Marta Lucía”, le dijo a La Silla una persona cercana a ella y conocedora del partido. “Por eso, afortunadamente, ya los congresistas de este lado han hablado de frente de que van a buscar que su posición unificada se mantenga”.

Según supo La Silla, conservadores santistas como el director de la Aerocivil Santiago Castro o el ex ministro Juan Gabriel Uribe han empezado a llamar a algunos congresistas de la otra orilla (hay ocho senadores y 17 representantes con Ramírez) para tratar de que el partido regrese a la Unidad Nacional.

Su labor no es fácil. Primero, porque algunos congresistas como Javier Delgado -sobrino del gobernador vallecaucano Ubéimar Delgado- no tienen burocracia en lo nacional sino en lo regional, con lo que no dependen de Santos.

Segundo, porque los dos millones de votos de Ramírez son un capital político muy alto, que Ramírez podría intentar transferir a los candidatos de los congresistas en las elecciones regionales de octubre de 2015. “Ya se han acercado líderes de base, como concejales, a preguntarnos si los vamos a acompañar en 2015”, dice un ex candidato al Congreso cercano a Ramírez.

Y tercero, porque en los departamentos donde el uribismo es más fuerte -como Antioquia, Caldas o Huila- para los conservadores puede ser mejor estar lejos de Santos para poder aliarse con el Centro Democrático, con el que Ramírez ya tendió puentes como jefe de debate de Zuluaga, en el 2015.

Sin embargo, los santistas tienen el gran incentivo de la burocracia (como la que tienen Roberto Gerlein, Hernán Andrade y Efraín Cepeda en el Banco Agrario, el Incoder y el Ica respectivamente) para quedarse con Santos.

A pesar de que eso indica que el partido va a seguir partido, para Ramírez sería mejor un partido unido, en el que tenga el apoyo de 18 senadores, 27 representantes a la Cámara y más de 200 alcaldes en una eventual candidatura. Para los santistas también, pues es mejor negociar la entrada de todo un partido a la Unidad Nacional, y ya Cepeda habló de reunificación.

Entre los congresistas, la esperanza es que las bancadas se pongan de acuerdo para negociar los cargos en las comisiones del Congreso y para ello aprovechen el mes que va del 20 de junio, cuando se acaba esta legislatura, al 20 de julio, cuando se posesiona la nueva legislatura. Mejor dicho, postergar la decisión por algunas semanas.

“Yo creo que nos vamos a unificar en ese período”, dijo a La Silla el representante por Bolívar Pedrito Pereira.

“Vamos a aprovechar el receso para volver a barajar las cartas y buscar buenas posiciones en las comisiones y la plenaria”, explicó Eduardo Enríquez Caicedo, hijo del senador Enríquez Maya y miembro del directorio.

Habrá que ver si ese receso ayuda a que el partido no se rompa.

Por ahora, una voz cercana a Ramírez ya dio pistas: “Ella ya es la jefe natural”, dice Ángela Ospina, ex candidata al Senado e integrante del directorio azul, "pero es fundamental mantener la unidad del partido”.

Si la ex candidata logra ejercer esa jefatura y unificar a los azules (posiblemente permitiendo apoyos personales pero no institucionales al Gobierno), habría dado el primer paso firme para repetir candidatura en 2018.

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