Silla Pacífico

Este graffiti está en una casa vecina al Banco de la República en pleno centro de Quibdó. Foto: Cortesía

El Ministro de Ambiente ha pagado un alto costo político por los paros. Sobre todo porque aunque ha dado la cara, no tiene suficiente respaldo ni poder político para tomar decisiones que logren resolver los problemas.

Ayer, cuando se cumplían 14 días del paro cívico en Chocó, circuló en redes sociales y en Whatsapp una carta anónima dirigida a Luis Gilberto Murillo, el único ministro afro del gobierno Santos.

“Señor Ministro, hoy le hago el último llamado a la cordura, un llamado a ser consecuente. La historia a usted jamás le va a perdonar si desperdicia estos momentos decisivos para el Chocó. Su cargo como alto dignatario hágalo valer y póngalo al servicio de su pueblo. Rebélese ante el Estado o entregue el cargo si ve que solo lo van a tener de payaso o de monigote”, dice la carta a la que La Silla Pacífico tuvo acceso a través del grupo de whatsapp de Presidencia para el departamento del Chocó.

El ministro de Ambiente Murillo, que desde que se anunciaron los paros tanto de Chocó como de Buenaventura ha sido el funcionario del Gobierno de más alto nivel que más veces ha viajado para liderar las conversaciones entre el Gobierno y los comités promotores de las protestas, ha pagado un alto costo político por los paros. Sobre todo porque aunque ha dado la cara, no tiene suficiente respaldo ni poder político para tomar decisiones que logren resolver los problemas.

Un camino de tropiezos

Luis Gilberto Murillo nació en San Juan, un pueblito chocoano de 6 mil habitantes cerca de Andagoya, de una familia que por el lado materno tiene raíces en Buenaventura y por el lado paterno tiene raíces en Quibdó. La suerte le cambió en 1978 cuando, siendo bachiller del único colegio de su pueblo, sacó el segundo puntaje más alto del país en el Icfes. Así se ganó una beca con la que se fue a estudiar ingeniería de minas a Rusia.

Cuando regresó al país, y después de trabajar un tiempo en Andagoya, comenzó a emerger en la escena política del Chocó. Fue dos veces gobernador fallido, cargos a los que llegó como una figura de renovación política en el departamento, acostumbrado a los clanes de las familias tradicionales como el Cordobismo o los Sánchez Montes de Oca.

 

No pudo terminar ninguno de sus dos períodos por decisiones judiciales, pero en el Chocó era visto como un líder preparado y que prometía cambiarle la cara al departamento (además de su estudio, vivió muchos años en Estados Unidos donde se vinculó a la Agencia de Cooperación Internacional Lutheran World Relief donde trabajó como analista de política internacional). Después, ocupó el cargo de Vicepresidente de Operaciones de la Fundación Phelps Stokes, una fundación para el desarrollo de las comunidades latinoamericanas y africanas.

Tanto así, que en 2011 fue elegido con una votación histórica de 52 mil votos, en alianza con la hoy viceministra de Cultura y ex alcaldesa de Quibdó, Zulia Mena.

Desde el 2014 y tras el primer paro cívico en Buenaventura, fue el primer gerente del Plan Todos Somos Pazcífico, que Santos anunció junto con una inversión de 400 millones de dólares para sacar al Pacífico del abandono estatal y que después de muchos trámites, hasta ahora está cerca de arrancar. En eso estaba cuando en abril del 2016, en pleno remezón ministerial del gabinete para el plebiscito, Santos lo nombró como cabeza del Ministerio de Ambiente y como cuota de Cambio Radical.

Llegó al Gobierno como el primer ministro afro del gobierno de Santos y el segundo de la historia del país, convertido en símbolo de un futuro posible para muchos afros del Pacífico. Precisamente por ese arraigo, Murillo le pidió al Gobierno que lo dejara ser mediador en los paros recientes de Quibdó y a Buenaventura a donde ha ido incluso desde antes de que arrancaran.

"Hubiera salido perdiendo si no iba", le dijo a La Silla Pacífico una fuente cercana al Ministro. 

En el caso de Buenaventura, fue uno de los que viajó con una comisión de “alto nivel” del Gobierno encabezada por el secretario de Presidencia Alfonso Prada el pasado 9 de mayo, siete días antes del día ‘D’. En la reunión, el Gobierno mostró los avances en la ejecución del plan de choque que surgió del primer paro cívico de febrero de 2014.

Algo similar ocurrió en Quibdó antes del 10 de mayo, cuando arrancó oficialmente el paro.

Dado que esta nueva movilización se originó porque para los chocoanos el Gobierno ha incumplido casi todos los acuerdos del paro de agosto del 2016, Murillo también estuvo en la comisión donde se explicaron los resultados de esos acuerdos, que él había liderado como plenipotenciario del Gobierno, en un intento también por evitar la nueva movilización.

Aunque ninguna de las dos reuniones logró desmontar los paros, hasta ahí, no había habido quejas fuertes contra el papel de Murillo.

La situación cambió la semana pasada.

El miércoles 17 de mayo, Murillo viajó a Quibdó para seguir al frente de las conversaciones y el jueves 18 llegó a Buenaventura. En ambos casos, fue el funcionario de más alto nivel que dirigió los diálogos por parte del Gobierno, acompañado por delegados de otras dependencias como el DNP o por viceministros. Eso no gustó en ninguna de las dos ciudades.

“No queremos ni a Murillo ni a Zulia [Mena]. Sólo nos vamos a reunir con Prada o con el Vicepresidente Naranjo”, le dijo la semana pasada a La Silla Pacífico el concejal Yesimar Álvarez, uno de los miembros del Comité. La razón, explicó, “es sencilla”.

“El Gobierno envía a uno de nuestros coterráneos que no tiene poder de decisión y que viene a decir lo mismo que siempre han dicho. Si no, vienen es a charlar, a rendirle cuentas a uno, que hay 400 millones de dólares del Banco Mundial, sí, pero no hay nada concreto”.

La misma queja se repitió en Buenaventura. La Silla Pacífico habló con un periodista que entrevistó a Murillo allí y le preguntó que porqué lo habían enviado solo. “Vine a quemarme, a quemarme con mi gente”, recuerda que le respondió.  

Su papel fracasó porque no cuentan con la voluntad del Alto Gobierno

Dilon Martínez, miembro del Comité Cívico del Paro de Chocó

Las cosas se pusieron más tensas el viernes cuando después de una noche de reflexión, el Comité del Paro de Buenaventura acordó no aceptar la propuesta del Gobierno de permitir el tránsito de vehículos en Buenaventura por 12 horas para que la ciudad no estuviera totalmente paralizada.

Ante esa situación, recuerda el mismo periodista, el Ministro fue uno de los que tomó el micrófono y dijo que por la decisión del Comité por ahora se había “agotado el espacio político”. Para una fuente cercana al Ministro, lo que dijo es que siendo así, se levantaba la mesa y él iría a Bogotá a elevar las solicitudes del Comité.

En todo caso, en Buenaventura la frase que recuerdan es la que dice el periodista porque en el imaginario de muchos bonaverenses, el levantamiento de la mesa fue lo que desencadenó que una vez salió la comisión del Gobierno de la ciudad, el Esmad se haya enfrentado con la comunidad esa tarde. Y eso, terminó en batalla campal donde murió una persona y hubo multimillonarios saqueos al comercio de la ciudad. Así se lo dijeron a La Silla tres personas consultadas por aparte.

Por ahora nadie ha respondido por parte del Gobierno quién le dio la orden al Esmad para que entrara a la ciudad (aunque en eso se gastó buena parte de la reunión entre el Comité y el Gobierno ayer). Pero Murillo, que negó haber hecho parte de la decisión, fue uno de los que se ganó el Inri.

“Aquí quedó deslegitimado por las acciones del viernes. Antes lo ven como un traidor y que está siendo utilizado por el Gobierno por ser negro”, le contó a La Silla una fuente que ha estado siguiendo de cerca las negociaciones con el Gobierno y que pidió la reserva de su nombre porque no es vocero oficial del Comité. En redes sociales, muchos han pedido que se declare a Murillo como “persona no grata” de Buenaventura.

Eso por ahora no ha ocurrido y no es una posición que respalde el Comité del Paro en Buenaventura, que le ha dicho que ellos saben que “el Gobierno lo mandó a la boca del lobo”, según le contó a la Silla otra fuente.

En Chocó se ha presentado una situación similar.

“Murillo hoy no tiene la vocería. A él y a Luis Alfonso Escobar les hemos dicho que su papel fracasó porque no cuentan con la voluntad del alto Gobierno. Le pusieron más de lo que puede dar. Él puede tener toda la voluntad pero lo hicieron fracasar a nombre de su propio pueblo”, le dijo a La Silla Dilon Martínez, miembro del Comité cívico de Chocó.

“Él es uno más del Gobierno. Lo único que nosotros pedimos es que venga cualquiera, pero que se cumplan los acuerdos”, agregó Antonio Andrade, otro miembro del Comité en Chocó a La Silla.

En últimas, la crítica es que el Gobierno lo haya mandado la semana pasada a él, que es Ministro de Ambiente y no puede tomar decisiones frente a otras carteras claves para destrabar las negociaciones como el Interior o Hacienda, que son las que tienen el poder político y el poder de la plata en el Gobierno.

Además, en ambas ciudades se repite que él como chocoano sabe de primera mano la situación de abandono en el que ha vivido históricamente el Pacífico. Y que, a pesar de saberlo, en este momento crítico, se puso del lado del Gobierno en lugar del lado de la gente a la que representa en el Gobierno.

Por eso, le han dicho a Murillo que es un vendido, un traidor, y que se está dejando usar por el Gobierno que lo necesita “por ser negro”, según le contaron a La Silla las personas que entrevistó.

Incluso, en la casa contigua al Banco de la República, en pleno centro de Quibdó, apareció un graffiti en el que dicen que tanto Murillo como la viceministra de Cultura Zulia Mena (los dos chocoanos en el gabinete de Santos) son “una deshonra para el Chocó”.

“Él es el gran sacrificado. Con Luis Alfonso Escobar [el gerente del plan Todos Somos Pazcífico] fueron enviados por el Presidente sin poder y sin confianza a dialogar con la gente. Cuando ya los descabecen, llegan los demás del Gobierno a resolver el tema como héroes”, le dijo a La Silla Pacífico un periodista político de Buenaventura que ha seguido de cerca las negociaciones del paro desde el comienzo y sabe cómo funciona la política en la región, pero que pidió la reserva de su nombre porque dice que en Buenaventura todo el mundo tergiversa lo que se dice.

Y tal cual, así está ocurriendo.

Murillo, a segundo plano 

El lunes, el Secretario General de Presidencia, Alfonso Prada, anunció que a partir de esta semana, se reanudarían los diálogos del Gobierno con los comités que lideran los paros tanto en Chocó como en Buenaventura. En ninguno de los dos, Murillo aparece como el líder de las conversaciones, algo que él ve con buenos ojos.

"Lo que han pedido las comunidades es que la vocería de esta negociación que es política y estructural, la asuman las personas competentes en materia política, económica y social. No un ministro de la región y que lidera el sector ambiental. Lo que nosotros estamos haciendo es reorganizarnos para que la interlocución esté encabezada por voceros a los cuales yo acompaño", le dijo Murillo a La Silla. 

Así, Prada llegó ayer a Quibdó junto con el Ministro de Transporte, Jorge Eduardo Rojas, y aunque Murillo también fue, no tuvo un rol preponderante. Después de dos días, se ha logrado muy lentamente destrabar la discusión.

Aún así, todavía la mesa no logra acordar el punto más clave de este paro que es garantizar los 720 mil millones de pesos que se acordaron en la movilización de agosto del año pasado para pavimentar las vías que conducen de Quibdó a Medellín y a Pereira.

Por ahora, el Gobierno sólo ha aumentado su oferta inicial de garantizar 339 mil millones de pesos para hacer las carreteras, a 440 mil millones. Además, se comprometió a que antes del 12 de junio, publicará oficialmente el nuevo mapa del Chocó que ahora sí incluye a Belén de Bajirá (corregimiento que está en pleito hace 20 años con Antioquia).

En Buenaventura, el líder de los diálogos ha sido el viceministro del Interior, Guillermo Rivera que llegó ayer junto con otros funcionarios del Gobierno como el Alto consejero para las regiones, Carlos Correa.

Si la renuncia mía ayuda a que no sigamos en este contexto de violencia, yo lo hago. No hay ningún problema.

Luis Gilberto Murillo, Ministro de Ambiente

A pesar de que se anunció que el Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo iría también a Buenaventura ayer, al final no llegó. Todo indica que no llegará tampoco el viernes cuando se retomen las conversaciones porque según han dicho los medios renunciará para lanzarse de precandidato presidencial.

Mientras tanto, una alta fuente del Gobierno le negó a La Silla que a Murillo lo hayan dejado solo la semana pasada o que lo hayan mandado por ser afro.

“El Gobierno le ha pedido que esté en estos asuntos. Porque es eficaz, porque busca soluciones, porque conoce los temas. Es un gran ministro”, le dijo a La Silla una alta fuente que ha estado al tanto de las conversaciones en ambas ciudades.

En todo caso, tres fuentes cercanas al Ministro le dijeron a La Silla que eso sí ocurrió. Tanto así, que en un conversatorio el viernes en Cali el Ministro explicó por qué seguía yendo a pesar de las reacciones que había tenido su presencia tanto en Buenaventura como en Chocó.  

“A pesar de que no son mis responsabilidades ni mis competencias como Ministro de Ambiente, yo tengo un compromiso con mi región y con mi gente. Y por eso, aunque me dijeran que no tengo que estar presente en esta facilitación y en estas negociaciones, así me quemen mil veces, mil veces voy a estar ahí. Porque yo conozco el Pacífico, conozco a mi gente y conozco el Gobierno nacional”, dijo.

Además, ofreció su cabeza.

“Se lo digo al Pacífico, se lo digo a ustedes, representantes. Si la renuncia mía ayuda a que no sigamos en este contexto de violencia, yo lo hago. No hay ningún problema. Se la ofrezco al señor Presidente”, dijo.

Santos no se la aceptó pero La Silla supo que ya algunos copartidarios suyos en Cambio Radical han pedido cortársela porque según ellos Murillo no los representa. Son sobre todo dos senadores, Carlos Fernando Motoa del Valle y el sucreño Antonio Guerra. Ambos han dicho que le quitan el respaldo a Murillo, lo que en últimas implica que quieren que el Gobierno lo saque para nombrar a alguien más.

Sin embargo, una fuente cercana a Vargas Lleras le dijo a la Silla que esa no es la voluntad del ex vicepresidente y jefe de Cambio Radical.

“Son posiciones individuales que tienen que resolver de manera individual y que no representan la posición del Partido. Murillo es un Ministro de Cambio, nadie va a presionar por su salida”, dijo la fuente.

Agregó además, que lo que le ha pasado con los paros es un resultado de “nombrar a alguien para manejar un paro solo por su color de piel, eso es igual de racista. Él está cumpliendo, pero necesita más apoyo”.

Y como si no fuera eso ya suficiente, Murillo enfrenta también la oposición de muchos ambientalistas que le critican que por andar resolviendo paros, la agenda ambiental sigue sin un norte en el Gobierno. Y en el Chocó, como quedó demostrado ayer, los mineros le critican que aunque él llegó a la Gobernación en 2011 con su apoyo, no ha logrado destrabar la situación de ilegalidad en la que se encuentran.

Por ahora, la prioridad de Murillo es que se resuelvan los paros. Pero, para su desfortuna, cuando esto se logre es probable que no pueda cobrar el triunfo ni celebrarlo con la gente de su región.

 

Nota de la editora:

Después de publicada esta nota, acortamos la cita textual de Antonio Andrade, miembro del Comité del Paro cívico de Chocó, para reflejar con mayor precisión su postura con respecto al Ministro Luis Gilberto Murillo y a su rol como negociador del paro por parte del Gobierno. Ofrecemos excusas por ese error. 

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