El histórico acuerdo sobre el tema de justicia entre el Gobierno y las Farc no sólo nos deja más cerca de la firma de la paz, sino que si se firma el Acuerdo Final en mayo del 2016 como lo anunciaron el Gobierno y las Farc, el ajedrez político cambiaría para las presidenciales de 2018, especialmente para Germán Vargas Lleras. Ya la semana pasada se comenzaron a mover las primeras piezas.
La paz y los nuevos rivales de Vargas para el 2018
El histórico acuerdo sobre el tema de justicia entre el Gobierno y las Farc no sólo nos deja más cerca de la firma de la paz, sino que si se firma el Acuerdo Final en mayo del 2016 como lo anunciaron el Gobierno y las Farc, el ajedrez político cambiaría para las presidenciales de 2018, especialmente para Germán Vargas Lleras. Ya la semana pasada se comenzaron a mover las primeras piezas.
Después del anuncio del acuerdo de justicia y víctimas con las Farc, la reacción de Vargas frente a lo sucedido fue afirmar que con “carreteras, viviendas y acueductos” se construía la paz. Es el primer indicio de cómo el Vicepresidente tratará de reposicionarse ante la inminencia de un Acuerdo con las Farc.
Como lo ha contado La Silla, el Vicepresidente le madrugó a la campaña de su cantado proyecto presidencial apostando con fuerza por la cuota inicial de la Presidencia: las elecciones regionales.
Lo hizo especialmente en el Caribe, que tiene uno de cada tres senadores y los votos como para definir las presidenciales, luego de que los liberales y La U le anunciaran con bastante anticipación que no piensan llevarlo como su candidato en 2018.
Como en su partido Cambio Radical apenas cuenta con nueve senadores, Vargas hizo alianza incluso con estructuras cuestionadas para poner candidatos fuertes en las locales que le permitan fortalecerse y tener maquinaria con la cual jugar a pesar de quedar por fuera de la Casa de Nariño después de que la reforma al equilibrio de poderes lo obliga a renunciar con un año de anticipación.
El escenario -hoy históricamente más viable que nunca- del posconflicto sacude su proyecto porque el Vice es visto más como un político de derecha, amigo de la mano dura y de varios parapolíticos, que como un hombre que se la haya jugado por una salida negociada.
De hecho, aunque nunca ha arremetido contra el proceso de paz de Santos, tampoco lo ha defendido. La única vez que su voz se escuchó al respecto fue cuando pidió que le pusieran un plazo al proceso de paz después de que las Farc mataron a los 11 soldados en el Cauca.
Su papel en el proceso ha sido tan inexistente que ni él ni nadie de su entorno cercano fueron invitados al viaje de Santos para la declaración conjunta con las Farc sobre el acuerdo de justicia, a pesar de que al mismo asistieron congresistas de los otros dos partidos de la Unidad Nacional y hasta del conservatismo.
El ministro del Interior Juan Fernando Cristo dijo que se les había olvidado invitarlos y les ofreció excusas. Aunque es posible que esto haya sido así, en todo caso denota que es un tema en el que no han tenido ningún protagonismo ni el Vicepresidente ni su partido.
“Vargas se ha querido mantener en la mitad de las aguas, le sonríe a la derecha y le sonríe al santismo, y eso en el actual escenario podría desdibujarlo”, le dijo a La Silla un dirigente político importante que no quiso ser mencionado.
El encuestador César Caballero lo ve diferente: “Vargas se ha aislado del tema y el negativo de la paz no le carga”, dice. “Pero ahora tiene que modificar su discurso”.
Por un lado, dicen Caballero y otras dos fuentes consultadas, Vargas podrá aprovechar la fama que ha conseguido de gran ejecutor (sobre todo si en realidad logra hacer la mitad de los proyectos de infraestructura que ha anunciado) para persuadir a los colombianos de que él es el presidente ideal para ejecutar los acuerdos de paz.
Como lo demuestra este gráfico de los acuerdos firmados hasta ahora, la mayoría de ellos más que necesitar leyes para su implementación, lo que requieren es un alto nivel de ejecución de obras de desarrollo, que es precisamente el área donde Vargas ha intentado cifrar su credibilidad.
“Vargas también podrá argumentar que es el más capacitado para garantizar la seguridad tanto de los guerrilleros como de los demás colombianos en el posconflicto”, dijo una persona allegada al Vicepresidente y que prefirió por su cargo no dar el nombre.
Vargas ha ido cultivando otro frente que será sin duda un activo para su campaña presidencial y es el de los empresarios. De la mano de Bruce MacMaster, director de la Andi, Vargas ha hecho gira por el país participando en el programa de ‘empresario por un día’ en el que visita empresas para empaparse de los desafíos que enfrentan a diario los dueños de compañías.
Dos fuentes diferentes le dijeron a La Silla que en esos encuentros, los empresarios han quedado gratamente sorprendidos con el Vicepresidente, incluso en Antioquia donde el gobernador Fajardo es uno de sus consentidos.
Si bien Vargas tendría cómo adecuar su discurso y su perfil a las nuevas condiciones que traería un Acuerdo de Paz, la mayoría coincide en que en todo caso, Vargas la tendrá ahora más difícil porque podría no encarnar el ánimo colectivo de reconciliación que suele embargar un país después de ponerle fin a un conflicto armado de medio siglo con la guerrilla.
También la tendrá más difícil porque la firma de un acuerdo con las Farc podría dar pie al surgimiento o fortalecimiento de nuevos rivales que no aparecen hoy tan claramente en el horizonte de Vargas.
Lo rivales cantados de Vargas
Hasta hace poco, Germán Vargas tenía cuatro potenciales rivales fuertes para el 2018: el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, el gobernador de Antioquia Sergio Fajardo, la ex candidata presidencial Marta Lucía Ramírez y Óscar Iván Zuluaga.
En estas elecciones regionales, como contó La Silla, Zuluaga se ha desdibujado por los líos judiciales relacionados al hacker y también porque se dedicó a crear una estructura para su partido Centro Democrático pero no logró reclutar candidatos fuertes y el protagonismo volvió a recaer en el ex presidente Uribe.
El uribismo, en todo caso, será un jugador en el 2018 y seguramente lo hará con un discurso más radical de derecha, cuyo tono se puede anticipar ya por su reacción al acuerdo de justicia logrado por el gobierno. La pregunta es qué candidato escogerá Uribe para defenderlo.
Como le dijo el analista político Diego Corrales a La Silla, el acuerdo logrado cambia la dinámica de las elecciones de octubre porque como mínimo “le da un respiro a los demás candidatos” al evitar que los uribistas sigan marcando la agenda como lo venían haciendo desde que estalló la crisis en la frontera.
Al discurso nacional del uribismo, ahora se contrapone este acuerdo que cambia las coordenadas de la discusión. Sobre todo porque hasta ahora el tema de la paz no ha formado parte de la campaña, que sigue en todas las regiones anclada a la discusión de la seguridad.
Fajardo, por su parte, que ha hecho una gobernación típica del posconflicto, apartándose del pulso santismo-uribismo y demostrando un liderazgo político diferente al tradicional, tuvo un duro revés la semana pasada que le podría dificultar su campaña en tres años.
Ante la renuencia del fajardista verde Alonso Salazar a hacer equipo con el liberal Eugenio Prieto y el fajardo-uribista Federico Gutiérrez para enfrentar al candidato de Uribe Juan Carlos Vélez en Medellín, sus posibilidades de tener un alcalde amigo en Medellín y un sucesor afín en la Gobernación se ven más lejanas. En cambio, los chances de Luis Pérez, candidato cercano a Vargas Lleras, de ocupar su silla en Antioquia aumentan.
Salvo que suceda algo que le de un impulso al candidato fajardista Federico Restrepo en las próximas semanas, Fajardo estará muy vulnerable para dar la pelea en el 2018 pues carecerá de partido y de estructura política y parte de su legado estará en manos de su archirrival.
Marta Lucía Ramírez, por su parte, ha aprovechado esta coyuntura para aumentar su capital político sirviendo de ‘celestina’ como contó La Silla entre su sector del Partido Conservador y el uribismo, y lo ha hecho alrededor de candidatos cercanos a su cuerda política.
Pero haberle apostado a Enrique Peñalosa en Bogotá y no a Pacho Santos, el candidato de Uribe, le ha hecho perder puntos y confianza dentro del Centro Democrático lo que le resta posibilidades de convertirse en su candidata en el 2018. Y si no es la candidata uribista, su discurso crítico del proceso de paz podría convertirse en un negativo a futuro dentro de su propio partido que seguramente virará más hacia el santismo.
Del lado azul santista está el Ministro de Hacienda. Mauricio Cárdenas le dijo en una entrevista a La Silla que no está en el juego de las candidaturas presidenciales pero quienes lo conocen no dudan de su intención de ser Presidente. Y recientemente, ha encontrado respaldo entre varios de los congresistas de La U, que no quieren ni cinco a Vargas Lleras.
La Silla confirmó con una persona que estuvo allí, que hace unos 20 días hubo una reunión de la bancada de La U en el apartamento del senador Roy Barreras.
La fuente con la que hablamos nos dijo que, aunque el encuentro supuestamente era entre los senadores de La U y sus ministros, Cárdenas, que representa a los godos en el gabinete, también asistió.
La razón de eso es que el MinHacienda “ya dice que es de La U”, como nos detalló la fuente. “Él dice que en el conservatismo se le enreda (la candidatura) con Martha Lucía (Ramírez) y el poco de preconsultas… si sale con La U, la gente del conservatismo se le pega más fácil que viceversa”, agregó el asistente a la reunión con el que hablamos.
El Ministro le confirmó a La Silla que estuvo en esa reunión pero negó haber dicho eso. Explicó simplemente que “la relación es estrecha con todo el partido”.
Ese día, entre chistes y frases en serio, algunos congresistas incluso le ofrecieron a Cárdenas su carnet de miembro de La U (cosa que Cárdenas ratificó).
Al tiempo que dejaban clara la simpatía por él, todos los senadores presentes ratificaban su malquerencia con Vargas Lleras.
En La U sienten que, a pesar de ser el partido del Presidente y de que sus miembros fueron clave para lograr su reelección, el consentido de Santos II con el manejo de dos de los ministerios que más ejecutan plata ha sido el Vicepresidente, quien además no ha compartido su burocracia con nadie que no sea de Cambio Radical.
Por ello no extraña que rodeen a Cárdenas justo cuando se rumora que ese Ministro se lleva muy mal con el Vicepresidente.
“Cárdenas y Vargas son archienemigos”, nos dijo un senador santista.
Evidencia de esa aparente animadversión es un reciente episodio que involucra a la ministra de Transporte Natalia Abello. Cuota de la poderosa familia Char del Atlántico, ella es la cabeza de uno de los ministerios que maneja Vargas Lleras.
Un representante a la Cámara de Cambio Radical, un senador conservador y una persona que conoce el grupo de los Char, le contaron por aparte a La Silla que Vargas y los Char quieren sacar a Abello porque ella aceptó reunirse con el Ministro Cárdenas para discutir unos temas propios de su gestión como funcionaria, sin antes reportarle al Vice.
“Char tiene como tres semanas que no le contesta el teléfono a la Ministra y él y Vargas dicen que apenas se acabe la Ley de Garantías la van a reemplazar por Jaime Pumarejo”, nos detalló una de esas tres fuentes.
Aunque el supuesto disgusto de los Char y Vargas con la Ministra no es fácil de confirmar, en medios locales de Barranquilla (en donde el periodismo consiente a Char) ha empezado a sonar el nombre de Pumarejo como nuevo ministro de Transporte, lo que hace pensar que sí es cierta la pelea.
Como lo contó La Silla Caribe, el exfuncionario de la Administración barranquillera Jaime Pumarejo era la carta que querían llevar los Char a la Gobernación del Atlántico.
En medio de los rumores de la aparente pelea vargasllerismo-Abello, el senador atlanticense de la U y viejo rival de los Char José David Name salió a defender a la Ministra. En un comunicado, Name dijo que con Natalia Abello se quería hacer un “ministricidio”.
Que los congresistas de La U se ubiquen en la orilla de Cárdenas en su pulso con Vargas Lleras podría ser interpretado de dos maneras.
La primera, es que efectivamente están pensando en él como un posible candidato para 2018, especialmente ahora que en esas toldas se viene desinflando la idea de que el exministro Juan Carlos Pinzón aspire por La U.
Pinzón perdió capacidad de juego desde que salió del Ministerio de Defensa para ir a la Embajada en Washington (donde le ha dicho a los periodistas que él será el candidato del Presidente, según le contaron por aparte dos periodistas a La Silla), pero además su nombre no es visto hoy con fuerza por senadores de la U como para enfrentar a Vargas Lleras.
“(Cárdenas) está preparado, es amigo de Santos, lo hemos visto desfilar junto a nosotros y va siempre junto a los alfiles de Santos. A muchos nos gusta y con el poder de Hacienda puede tener cómo hacerse ver bien”, nos explicó un congresista de La U.
La segunda manera de interpretarlo es que a Cárdenas lo están ‘carameleando’ en La U sólo porque es el Ministro de Hacienda, es decir, el alto funcionario que maneja el chorro de la plata, tiene la voz cantante en los confis y puede asignar cupos indicativos o mermelada.
“A Cárdenas lo ven con simpatía hasta cuando salga del Ministerio. Ahí todos se engañan con todos: Cárdenas dice que es de La U para que lo apoyen y los congresistas de La U se le acercan para que les den”, opinó un dirigente de la Unidad Nacional.
En cualquiera de los dos casos, tocaría ver cómo se perfila Cárdenas frente a la paz, porque, como Vargas Lleras, se ha mantenido relativamente ajeno al tema y el presupuesto que elaboró para el 2016 no refleja un interés particular por el posconflicto.
Los nuevos rivales
Si se firma el Acuerdo de Paz en el plazo que estimaron Santos y Timochenko, se abren las posibilidades para nuevos presidenciables que tienen frente a Vargas Lleras la ventaja de haber sido abiertos promotores de la negociación en la Habana.
El más obvio es Humberto de la Calle. Aunque en su entrevista con Juan Gossaín De La Calle se auto excluyó como presidenciable, si el jefe del equipo negociador con las Farc logra sacar el proceso adelante inmediatamente su nombre comenzará a pesar dentro de su partido Liberal para el 2018.
De la Calle carece de maquinaria propia pero tiene el respaldo del sector gavirista, que es el más poderoso dentro del Partido Liberal y que posiblemente saldrá fortalecido en estas elecciones pues muchos futuros alcaldes fueron avalados por los representantes gaviristas a la Cámara.
Los rojos están pensando en hacer una consulta para escoger el candidato en la que se anticipa que participarían el actual ministro Juan Fernando Cristo, los senadores Vivian Morales, Luis Fernando Velasco y Juan Manuel Galán, el alcalde Aníbal Gaviria y posiblemente Simón Gaviria, el actual director de Planeación (aunque este último ha dicho que él no está pensando en el 2018).
Pero si entra De La Calle, con un proceso de paz exitoso a cuestas, la competencia para los demás será dura no solo por su trayectoria y el respeto que le tienen sino porque de la Calle de alguna forma encarnaría el espíritu del momento habiendo sido uno de los arquitectos claves del proceso junto con Sergio Jaramillo.
“El partido va a mostrar su casta en el Congreso del 5 de diciembre”, dijo a La Silla uno de los asesores del partido. En esa fecha y ya con los resultados electorales a la vista (sobre todo con el de Bogotá) se sabrá cómo quedó configurado el poder interno de los rojos.
A la izquierda, por primera vez, también se le abre una oportunidad única de llegar a la Presidencia. Ya sin el lastre de la guerrilla y con las credenciales de haberle apostado a un discurso de inclusión social y a una salida negociada con las Farc, varios personajes tendrán nuevo juego para enfrentarse a Vargas.
El senador Jorge Enrique Robledo lleva varios meses recorriendo el país y cuenta con el activo de ser uno de los mejores senadores, reconocido por sus seguidores, por sus críticos, e incluso por los empresarios.
Robledo ha sido un férreo opositor de las Farc, incluso en la época en que la posición de la izquierda era ambigua frente a ellos. Esta posición le ha dado mucha credibilidad en varios sectores pero para el 2018 puede jugar en su contra si el partido que cree la guerrilla entra a formar parte de la coalición de izquierda.
Además, tendrá la desventaja en esta coyuntura que es de la corriente de la izquierda más ‘económica’ que se ha opuesto a los TLC y al modelo económico y que ha figurado menos en los temas políticos propios del otro sector de la izquierda representado por el senador Iván Cepeda y por el alcalde de Bogotá Gustavo Petro.
El guiño de Petro a la campaña de Clara López en Bogotá la semana pasada es una apuesta elocuente por sus aspiraciones presidenciales para el 2018.
Como se supo este fin de semana, su mano derecha y secretario de Integración Social, Jorge Rojas y el director del IDRD, Aldo Cadena, renunciaron a su cargo a partir de esta semana para dedicarse a hacer campaña a favor de López, una señal clara de dónde están las prioridades del Alcalde.
Como lo manifestó León Valencia en su columna de la semana pasada, “el triunfo de un candidato de izquierdas en Bogotá le da automáticamente más posibilidades a uno de ellos en la disputa presidencial de 2018 y el fracaso los aleja de las presidenciales”.
Si el Polo pierde Bogotá se queda prácticamente sin ninguna representación importante en ninguna otra ciudad grande. Por eso para el partido y para la izquierda es tan necesario el triunfo de Clara López.
Fuera de Petro, cuyo círculo cercano confía en que “las nuevas ciudadanías” que empoderó en Bogotá e inspiró en otras ciudades (como los animalistas, los lgbti y los ciclousuarios, entre otros) le den el impulso necesario para ganar una consulta futura entre la izquierda, es posible que el senador Antonio Navarro resucite como presidenciable.
El partido Verde que representa Navarro tiene altos chances de ganar las gobernaciones de Nariño y Boyacá y él tiene a su favor haber gobernado Nariño bajo la misma lógica territorial que inspira los acuerdos de paz.
En Nariño, durante su gobernación, se hicieron presupuestos participativos y Navarro empoderó a la comunidad para que construyera gobierno de abajo hacia arriba.
En la Comisión Legislativa de Paz, Navarro podrá brillar más de lo que lo ha hecho hasta ahora y él tiene una habilidad de la que carecen varios de los otros aspirantes en la izquierda de tender puentes hacia el centro del espectro político.
Igual, faltan tres años para las presidenciales y muchas cosas podrán pasar de aquí a allá, comenzando por el surgimiento del partido que creen las Farc. Pero una cosa ya es clara: la Política no podrá seguir ignorando el tema de la paz.