La salida de Pacho revela que la puja uribista para 2022 arrancó en serio

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Sus malas relaciones con su exjefe y ahora ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, fueron una constante de su corta carrera diplomática. Al final, la presión gringa lo sacó.

Hasta el 31 de marzo Francisco Santos estará en la embajada en Washington luego de su renuncia de hace una semana que oficialmente, no ha sido aceptada. Tras bambalinas quedó en evidencia una puja uribista entre el saliente diplomático y el excanciller y hoy ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo.

 

Hacia afuera ese cisma no cambia en nada las relaciones entre Colombia y Estados Unidos, el principal aliado de Duque en su política exterior que gira en torno a Venezuela y la lucha contra el narcotráfico. 

Pero dentro del Centro Democrático puede abrir el ramillete a 2022, donde ven a Pacho (quien ya aspiró a ser candidato presidencial en 2014) como la “voz necesaria” que él prometió que será, y a Trujillo como un aspirante (en 2014 fue precandidato y fórmula vicepresidencial de Óscar Iván Zuluaga, y en 2018 quedó de segundo en la encuesta uribista para definir candidato) que arranca con el plus de poder nombrar amigos en el gobierno y de haber ocupado dos de los puestos más visibles y poderosos del Ejecutivo.

Roces con Trujillo

Una persona cercana al saliente Embajador, cuatro políticos uribistas y dos exdiplomáticos con conexiones en Washington (de las 14 fuentes consultadas, incluyendo funcionarios de Palacio y congresistas) nos indicaron, por aparte, que fueron constantes los roces entre el hoy ministro de Defensa y entonces Canciller, Carlos Holmes Trujillo y el embajador Santos.

La razón de la molestia, según el círculo de Santos, es que Trujillo al parecer lo veía como un potencial rival para 2022. Esa misma versión sobre el núcleo de los roces nos la dieron un político uribista, un exdiplomático y dos congresistas del partido que conocieron de los hechos.

Trujillo ha dicho que quiere ser candidato. Lo consultamos directamente para conocer su versión de los hechos y, a través de su oficina de prensa, respondió que no se referirá al tema que entiende como una situación institucional. 

Santos y Trujillo no han sido particularmente cercanos, aunque antes de iniciar el Gobierno trabajaron en las precampañas de 2018 y le hicieron campaña a Duque.

Como contó El Tiempo y corroboró La Silla Vacía con la fuente cercana a Santos, la molestia se evidenciaba en que no lo dejaban armar gabinete en su Embajada.

Eso tiene sus matices.

Pacho logró que el entonces Canciller nombrara a varios funcionarios que pidió, como la consejera Susana Porras; su jefe de staff Liliana Bedoya; el ministro consejero Mario Hernández; la consejera Silvia Dangond y la tercera secretaria Adriana Carvajalino.

Pero no pudo definir al Ministro Plenipotenciario, que es la mano derecha de cualquier embajador y el que le sigue en jerarquía.

“Tenía muchos nombres para ese cargo”, nos dijo un funcionario de la actual Embajada, mientras que el cercano a Santos nos dijo que su primera opción era ascender de Ministro Consejero a ese cargo a Daniel Ávila, quien venía de la embajada de Camilo Reyes (último embajador de Juan Manuel Santos allá).

Ávila estuvo en la Embajada como mano derecha de Santos hasta julio y en agosto llegó la internacionalista Mariana Pacheco, nombramiento ordenado desde Bogotá.

Pacheco, graduada de Johns Hopkins y con 20 años de experiencia en temas de política internacional, ya había sido Ministra Plenipotenciaria durante la embajada de Carolina Barco en el gobierno Uribe (2007), es cercana al presidente Duque y fue lobbysta en Washington. Más recientemente fue directora de regulación de Postobón y es una lobbysta conocida en el Congreso de Colombia.

Sobre cómo llegó Pacheco obtuvimos dos versiones.

La primera, de una fuente del primer círculo de Duque que lo supo de primera mano, es que Pacheco “pidió el puesto porque quería ir a Washington”. Un exdiplomático que la conoce nos dijo que “siempre ha tenido en mente la Embajada”.

La segunda, que nos contaron del primer círculo de Santos, es que por la cercanía de Pacheco con Duque y con aliados como su amigo y asesor, Luigi Echeverri, habría sido enviada como “contrapeso” y para tener una conexión más fluida con Bogotá.

Solo tres meses después Pacho tenía sentenciada su salida.

La insosteniblidad de Pacho

Las grabaciones que reveló Publimetro entre el embajador y la recién nombrada canciller Claudia Blum en donde el primero criticó a Trujillo y al Departamento de Estado gringo, a cargo de Mike Pompeo, dejó sin campo de maniobra a Pacho en Estados Unidos, porque quedó como crítico de sus interlocutores y desalineado con el Gobierno que representa.

Desde ahí su puesto era insostenible, mientras Trujillo llevaba una semana como Ministro de Defensa, con lo que ganaba visibilidad dirigiendo la estrategia de mano dura contra el narcotráfico, que lo unía con los gringos.

Siete de las catorce fuentes consultadas coinciden, por aparte, que la salida de Pacho estaba sentenciada desde entonces. “Los americanos no perdonan y menos en este gobierno (el de Trump)”, dijo una fuente diplomática.

Una alta fuente en el Gobierno confirmó a La Silla Vacía que supo de primera mano que el Departamento de Estado vetó a Santos “en Bogotá y en Washington”, pese a que días después de la filtración el Embajador dijo que sus críticas eran conocidas y asistió como representante de Colombia a la gala de fin de año de esa entidad.

En el uribismo más duro el mensaje que quedó fue que a Pacho le cobraron lo que dijo mientras que a Blum no, pues Duque la posesionó siete días después. Así, por lo menos, lo sentenció el día de la renuncia el exministro y uribista purasangre, Fernando Londoño.

Además, si bien Santos escribió en su carta de renuncia que Duque le propuso seguir en el Gobierno, no aceptó. Y según confirmó La Silla Vacía los cargos eran ser el representante de Colombia en el Banco Mundial, o embajador en Canadá, puestos de mucho menor rango y visibilidad.

Sobre por qué su salida tardó casi dos meses, la persona del primer círculo de Duque y dos exdiplomáticos con conexiones en Washington nos dijeron por aparte que no es fácil encontrar a un embajador en la sede diplomática más importante de Colombia en el mundo, aunque todavía no exista ese reemplazo.

Por ahora han sonado nombres que van desde Simón Gaviria (amigo de Duque), Sergio Díazgranados (otro amigo, a quien no le han ofrecido) y hasta el diplomático Guillermo Fernández de Soto, cercano a Andrés Pastrana y quien hoy es el embajador ante la ONU.

Más allá de quien quede, es poco probable que el pulso entre Trujillo y Pacho influya en lo diplomático. Lo que sí puede cambiar es el panorama interno del uribismo.

En el exterior nada cambia, en el uribismo sí

Esta semana quedó claro que la agenda colombiana con Estados Unidos sigue siendo la misma con o sin embajador: la lucha contra el narcotráfico (Colombia inclusive pidió que las disidencias entren en la lista gringa de terroristas) y Venezuela con ayuda de los gringos, y de la mano de Pompeo. 

Pero dentro la salida de Pacho sí alborotó al uribismo.

Cinco políticos uribistas nos indicaron que ven su regreso como una posibilidad para que el Centro Democrático recupere una voz fuerte y visible, que sienten que han perdido.

Eso porque Pacho habla sin pelos en la lengua, es cercano a Álvaro Uribe (incluso supimos que se comunicó con su familia apenas supo de la renuncia para saber cómo estaban) y no necesita permiso para hablar contra o a favor del Gobierno.

“Falta en el debate alguien como Pacho para que hable de las tesis del partido”, nos dijo el senador Ciro Ramírez; “Necesitamos reforzar liderazgos y Pacho conoce la filosofía del Partido”, dice el senador Jhon Harold Suárez. En el mismo sentido nos habló el senador Ernesto Macías. 

Además, Pacho es visto como alguien que puede avivar más el ya tempranero escenario electoral para 2022, que incluye a las senadoras Paola Holguín y Paloma Valencia, a Rafael Nieto y al ministro Trujillo, e incluso recoger al uribismo que se siente ‘relegado’ por el actual gobierno.

Si bien Pacho dijo que quiere “opinar con libertad” es posible que no lo haga desde el uribismo, ya que lo primero que dijo a sus cercanos es que va a estar enfocado en su familia antes de pensar en la política. 

Solo después del 31 de marzo se verá cuál es el nuevo rumbo de Santos y si dentro del partido arranca a hablar sin pelos en la lengua.

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